¿Disociación chavista?

256

MERCEDES CHACÍN | Ya han pasado ocho días desde que se dieron las elecciones primarias de la oposición en Venezuela. Elecciones que fueron tratadas, ponderadas y divulgadas por los medios de comunicación nacionales e internacionales, la mayoría pitiyanquis y adversos al proceso político que se vive en Venezuela desde hace 13 años, como un ensayo, no de lo que viene, sino de lo que ellos quieren hacer creer al mundo que vendrá.

Mercedes Chacín – Ciudad CCS

El triunfo de la oposición. Era algo entre ellos, “en familia”. Una contienda en la que únicamente a Pablo Medina se le notaba el desclasamiento. Es su tragedia y la de un número indeterminado de venezolanas y venezolanos que se creen parte de la cohorte oligárquica y sifrina de este país.

Desde las filas del chavismo hubo poca preparación, poco estudio, poca “verdad” sobre la cual descansar unos resultados que “parecen” abultados pero que la realidad nos dice, con todas las seguridades que ha dado el sistema electoral venezolano en la última década, que estos compatriotas colectaron en las elecciones parlamentarias más de cinco millones de votos. Fueron votos certificados y auditados hasta el absurdo. Y sumaron más de cinco millones.

¿Cómo estuvo la fiesta del 12 de febrero? ¿hubo champaña, caviar, tequeños, güisqui 18 y cervecita pal desclasado Pablo? Todo eso lo hubo.

Y el chavismo se creyó, contagiado del mismo síndrome de disociación psicológica que afecta a los opositores, que por una cuestión divina, casi metafísica, los 5 millones y pico de personas que votaron por la oposición en las parlamentarias, se convertirían en un millón. ¿De dónde salió esa convicción? ¿Quién puede mostrar la ficha técnica de la encuesta?

Fue una fiesta privada, con la dosis de irrealidad que dan las fiestas suntuosas. Y los dueños de la fiesta, como buenos anfitriones, dicen que quedó arrechísima.

Pero hay gente que salió con diarrea y con una resaca proverbial. Se les oye decir a los anfitriones: los hartamos de caña y comida y aún tienen el “tupé”, condición reservada sólo para nosotros, de criticarnos. “Quejosos” los llamó Ramos Allup, quien todavía anda con una bolsa de hielo llena de lechuguinos.

Hoy, ocho días después de la fiesta que también dejó con resaca a más de un chavista despistado, puedo leer en Aporrea este insólito título: Lo del CNE podría considerarse traición a la patria.

Y es que el CNE no puede ser responsable de la diarrea, de las cortinas bañadas en vómito, del desclasamiento, de la tramposería, de la resaca, de la quema de cuadernos y de la frustración de William Ojeda.

El Estado venezolano tiene 13 años fortaleciendo el sistema electoral, exhibiendo con orgullo los logros que en materia democrática hemos alcanzado, convencidos y seguros de que este es el camino, para que vengan unos “petimetres” a hacernos escupir pa’ arriba.

Lo voy a decir con José Roberto Duque “seamos serios y realistas: el enemigo es poderoso, sucio, coñoemadre y tiene gente que-jo-de”. Pero nosotros somos más, trabajemos para que no queden dudas el 7 de octubre. Sigamos…