Díaz Rangel: ¿Qué pasa en los bancos?/ Stelling: A propósito del odio
¿Qué pasa en los bancos?
Eleazar Díaz Rangel-ÚN|
Lo que van a leer a continuación me lo escribió Mariadela Linares y como sé que no se trata de una cuestión individual ni familiar, sino que nos ocurre a todos, o a casi todos, creo que ustedes deben leerlo
“Hace tres días vi en Telesur en un programa informativo, un especial sobre los bancos en Europa y Estados Unidos, que concluía que pese a todas las dificultades que pueden haber en un país, los bancos nunca pierden. El martes, Joseíto, empleado de esta empresa, había ido a tres agencias del banco Bicentenario con un modesto cheque de 10 mil bolos, y en las tres le dijeron que ¡no tenían dinero! Así como lo leen. Y en eso llegó Mariadela Linares. ¿La recuerdan? Escribía semanalmente aquí en las páginas de opinión de Últimas Noticias, y dejó de hacerlo, tales eran las presiones que recibía. Todo lo que van a leer a continuación me lo escribió ella, y como sé que no se trata de una cuestión individual ni familiar, sino que nos ocurre a todos, o a casi todos, creo que ustedes deben leerlo.
“Hola. Hoy te voy a echar otro cuento de esta cotidianidad que nos tiene crispados a todos. Como sabrás, desde hace tiempo los bancos han impuesto un “corralito” que te impide retirar el efectivo que desees.
Una vez pregunté y el cajero descaradamente me dijo que eran instrucciones de la Sudeban. Me quedé callada ante la duda de que fuese cierto. El Mercantil, entonces, adoptó la modalidad de no dar más de 10 mil bolívares por persona (ni siquiera por cuenta, sino por persona). A veces tengo que ir diariamente porque las necesidades de “menudo” superan ese monto. Cuando voy al banco Mercantil de La Florida tengo que deducir de los diez que me dan, dos por concepto de estacionamiento.
Pero hoy me topé con una desagradable sorpresa. Esa agencia del Mercantil decidió que los retiros de hoy fuesen por la cantidad de cien mil bolívares, pagados en un solo billete de los nuevos. Esta vez increpé a la cajera al respecto y nuevamente me encontré con la invariable y humillante respuesta: es eso, lo toma o lo deja. Le dije que entendía que ella recibe órdenes pero que yo solo quería 50 mil.
Permaneció inmutable y yo me tuve que calar venirme con el fulano billete, preguntándome a quién carajo se lo voy a dar. Hubo mucha gente que se retiró del banco simplemente porque no tenía esa cantidad en sus cuentas o porque solo necesitaba veinte o treinta mil. Algunos decían que hacían para pagar la buseta. Me puse entonces a conversar con la clientela y hacer observaciones como que el banco estaba recibiendo efectivo en depósitos frente a nuestras narices, por lo que descaradamente nos están provocando a ver cuánto aguantamos y para mi sorpresa todas las personas con quienes conversé culpan al gobierno por haber sacado un billete tan grande sin haber pasado antes por el de cincuenta mil o más provisión de las denominaciones más pequeñas (no les falta razón).
Pero, Eleazar, en ninguna parte he leído de esta estrategia financiera de secarnos el ánimo a punta de colas diarias. Cada uno fija el monto que le da la gana (el Provincial te da 20 mil mientras el Venezolano de Crédito solo 5 mil). Ayer pecaban por falta, hoy por exceso, y en el ínterin, los pendejos somos los que estamos pagando el desconcierto de vivir en esta incertidumbre diaria de no saber qué vas a conseguir mañana, si es que encuentras algo. Perdona la descarga, un beso.
El 9 de noviembre de 2017, bueno. Entonces te agrego al más insólito. A mi hermana el Mercantil le rechazó un cheque por 12 millones de bolívares que quería depositar en su cuenta de ahorros (tuvo que depositarlo de a poquito). Es decir, inexplicablemente no puedes depositar montos grandes pero no porque duden de la procedencia del dinero, sino porque eso los obliga a pagar intereses si la cuenta es de ahorros. Al esposo le recibieron un cheque por similar cantidad porque lo depositó en cuenta corriente. Es de las cosas más bizarras que he escuchado últimamente”.
Ustedes me dirán (ahora escribe Díaz Rangel) si Sudeban, que se promociona ofreciendo atender quejas como estas, y resolverlas, si ahora que las hago pública recogiendo el sentir de demasiados, nos explicarán hasta donde son ciertas esas respuestas de funcionarios de los bancos. Aquí hay un mensaje a Sudeban, que deben responder
Política exterior
La Unión Europea acordó el martes sanciones al gobierno de Venezuela, siguiendo el ejemplo de EEUU. Hasta el representante de Grecia votó a favor. Y mañana el Consejo de Seguridad de la ONU, por proposición de EEUU, discute “el caso Venezuela”. Es de suponer que la capacidad de veto de Rusia y China impedirá resoluciones contrarias.
Entretanto, el Grupo de Lima sigue activo en la región. Pareciera importante una acción más decidida de la Cancillería en busca de países amigos. En Suramérica apenas tenemos a la consecuente Bolivia, tan vacilante como está el gobierno de Lenin Moreno en Ecuador, con su sorpresivo giro a la derecha.
El acercamiento a Uruguay trajo una declaración pidiéndole a Venezuela que pague su deuda a los empresarios de ese país. Entre tanto, cerca de nuestras fronteras, Brasil, Perú y Colombia andan en ejercicios militares, asesorados por oficiales estadounidenses y, seguramente, gente de la CIA.
Naturalmente, nadie se comió ese cuento de que eran ejercicios humanitarios. Viendo ese panorama, se llega a la conclusión que pocas veces Venezuela ha estado tan aislada en el llamado mundo occidental.
El cerco no es solamente económico ni mediático, con tantas bases militares vecinas y las cancillerías moviéndose en la misma dirección. Creo que ha llegado el momento para que el alto gobierno examine esta situación y elabore estrategias que permitan acercarse a países amigos, o que puedan serlo.
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A propósito del odio
Maryclean Stelling| Recientemente fue aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente la Ley Constitucional contra el Odio, por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia. En consonancia con la situación política del país, su entrada en vigencia ha desatado en ciertos sectores de oposición todo tipo de miedos, intolerancia, antipatía y aversión.
Para unos, reivindica al pueblo; para otros, arreciará la persecución a ciudadanos. Hay quien considera que la Ley “abraza todas las aristas posibles en las que se gesta, reproduce y ramifica la violencia y el odio”, frente a quien opina que “tiene conceptos indeterminados” y podría sea usada para “cercenar la libertad de expresión en Venezuela, pero sobre todo para perseguir a la disidencia”.
Lo que lleva a preguntarnos si nació para dividir e incrementar el odio o para integrar, promover la paz y la armonía ciudadana.
En Venezuela está fuertemente asentado el discurso del odio en tanto acción comunicativa – palabra hablada o escrita, gesto, el símbolo o representación- que fomenta e incita a la violencia, la discriminación o la hostilidad, contra un grupo o sus miembros por su sola pertenencia al mismo.
El discurso de odio a la venezolana cumple con la condición de humillación y atribución de características denigrantes hacia el bando político contrario; al igual que con el criterio de intencionalidad y malignidad, cuando de forma explícita o implícita se incita o invita al interlocutor o lector, a que participe o ejecute acciones cuyo objetivo sea atentar contra la integridad de un determinado grupo, en este caso político.
El discurso de odio entra entonces en conflicto con principios fundamentales como la igualdad, la dignidad humana, el derecho a la libertad de expresión y puede, por tanto, ser utilizado con objetivos más o menos legítimos. Sin embargo, si el discurso no contiene en sí la intencionalidad de atacar a un grupo determinado, entonces no constituye problema suficientemente grave “como para justificar la utilización de los instrumentos legales que protegen a las víctimas” del discurso de odio.
De allí que, en una sociedad políticamente fracturada, más allá de la Ley y su aplicación, es imperante un compromiso nacional para controlar el discurso de odio, la ira y la agresividad que actúa como factor de estigmatización, deshumanización y desencadenante de episodios de violencia.