Díaz Rangel: Los hechos violentos/ Stelling: ¿Y después, qué?/ Haddad: Protesta y delito
Los hechos violentos
Eleazar Díaz Rangel -UN|
Imposible resumir los más importantes hechos criminales y vandálicos ocurridos entre el 19 de abril y este viernes: han sido tres días de muerte y de destrozos a la propiedad pública y privada; entre los primeros el hospital Materno Infantil Hugo Chávez, el liceo Gustavo Herrera, las instalaciones del Metro, varios CDI, Mercales incendiados, Corpoelec; en Maracaibo las sedes del Min-Vivienda y del Instituto de Deportes; en Valencia robaron el cableado de la autopista del Este, y otros daños menores; autobuses quemados en Margarita, etc., y en el sector privado decenas de modestos comercios saqueados en El Valle y otras zonas.
En cuanto a las víctimas fatales, deben sumar unas 20 muertes, entre ellas los ocho electrocutados cuando saqueaban una panadería en El Valle; una señora muerta en San Cristóbal por un militante de Vente Venezuela que disparaba contra motorizados, y entre los efectivos policiales se cuentan 50 heridos y 65 GNB. Seguramente conoceremos en las próximas horas el balance de estos días.
Por lo pronto, el vice El Aissami adelanta que “la derecha se alió con criminales”.¿Y cuál ha sido la posición de los opositores? Algunos de sus dirigentes más radicales estimularon de palabra estas acciones, en algún momento, quienes no las apoyaban pero se sentían presionados por los extremistas, y guardaban absoluto silencio; al hablar, lo que hicieron fue acusar al Gobierno como responsable de la violencia!!.
La tercera fase es la comunicación. ¿Qué se supone transmitieron las agencias internacionales de noticias al exterior? Acercarse a algunos de los principales diarios, escuchar y ver radio y televisión, permite saber que presentaban un panorama donde destacaban “la represión gubernamental contra manifestaciones y manifestantes opositores”. Ni una palabra, por ejemplo, de las dos nutridas manifestaciones habidas.
Millones de latinoamericanos, usuarios de esos medios, hoy creerán lo que les informaron, deformando descaradamente la realidad, como ya es costumbre. Y también lo creerán decenas de miles de venezolanos que se orientan por informaciones similares difundidas en medios locales.¿Y qué pasará en los próximos días? En el exterior seguirán tratando de aislar a Venezuela.
Extremistas opositores seguramente cerrarán los accesos a algunas urbanizaciones y mantendrán focos de disturbios y guarimbas; la mayoría de los partidos de oposición seguirán en silencio, mientras se esperan precisas definiciones de la acción de Gobierno, mas allá de los desatendidos llamados al diálogo y a elecciones.
Intervención
He recibido varios desacuerdos con mi opinión de que EEUU, en estas condiciones, no intervendrá militarmente en Venezuela. El paisano Raúl López cree que EEUU tiene a Colombia en esa línea, que recordemos los antecedentes del Caldas y sus bases militares en ese país. Rafael Peña se pregunta de qué tamaño son los compromisos de los dirigentes de la MUD con EEUU, y que hay que estar alertas; Pedro Hernández Castellanos recuerda la vigencia de la Doctrina Monroe: “Debemos prepararnos para la defensa de la patria”, y alguien sin firma, pero identificado: “usted está equivocado, ese peligro existe y subsiste”. Luis Holder transcribe importantes citas que refuerzan la idea de la intervención. Y solo una opinión coincidente con la mía: “Como en EEUU están cansados de los embarques que le ha hecho la oposición venezolana, pues es lógico que desista de esas intenciones”. Rafael R. Gutiérrez.
“Si una nación demuestra que solo actúan con eficacia razonable y con el sentido de las conveniencias en materia social y política, y si mantiene el orden y respeta sus obligaciones, no tienen por qué temer una intervención de Estados Unidos”. Theodore Roosevelt en su mensaje anual en 1904. Entendemos, es una cuestión de “portarse bien” a los ojos de Washington. Cada vez que hubo gobiernos que no siguieron esas orientaciones (en los siglos XX-XXI Bolivia, Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Ecuador, Uruguay, Perú, Colombia y Venezuela, para no citar los centroamericanos, pero sí a la República Dominicana, Granada y Haití) les salió su golpe de Estado, aunque para derrocar a los presidentes de Honduras, de Paraguay y de Brasil, cambió de método, no usaron la fuerza sino al Congreso o a los Tribunales Supremos. Ahora pretenden hacerlo con Venezuela, que se porta mal con su petróleo y su política exterior, y ¡es “una amenaza” a la primera potencia del mundo!
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¿Y después qué?
Maryclen Stelling| Expectante, el país esperaba el 19-A, jornada histórica de la historia reciente que aun cuando derrota la violencia y el golpismo, potencia la calle en tanto frente de batalla. Previamente la ciudadanía había sido sometida a una multidimensional estrategia comunicacional que preparaba psicológicamente para la confrontación final. El Ejecutivo activa el Plan Zamora ante lo que califica de “proceso golpista e intervención de Venezuela” (…) “el cual derrotaremos”.
Desde el Poder Legislativo, se lanza un mensaje a las Fanb pidiendo a los militares “reflexionar sobre el papel que están haciendo en este momento de la historia de Venezuela (…) en el cual deberían demostrar (…) que están del lado de la Constitución y del lado del pueblo”.
Desde nuestras trincheras nos preparamos para enfrentar tal confrontación y derrotar al enemigo. El Presidente afirma que se desmanteló la violencia, asevera que quiere ganar “esta batalla” en elecciones y conforma un equipo promotor del diálogo por la paz. La MUD convoca a su gente a seguir en las calles hasta la confirmación de las elecciones generales en “no más de 2 meses”, fortalece el lobby internacional y profundiza el socavamiento del apoyo popular.
¿Si ambos están tan ansiosos por realizar elecciones, qué les impide llegar a un acuerdo?Los dos bandos se disputan el triunfo en razón del tamaño de la convocatoria, legitimidad que les asiste, número de víctimas, destrozos y culpables de las acciones violentas: represión de las fuerzas del orden, colectivos al servicio de la causa oficial y grupos de choque “terroristas” a favor de la oposición.
Las marchas se consagran como frentes de guerra y espacios de medición de fuerzas, suerte de estrategia política indefinida, y cortoplacista. Los partes de guerra que corren por las redes legitiman la confrontación, se disputan la titularidad del privilegio de la violencia y destrucción del adversario. Se potencia la matriz comunicacional de negación y deslegitimación del contrario, apostando a su eliminación del escenario político.
Lo que acontece ya no es lo que veo ni participo. Lo que percibo y vivo es lo que desde una trinchera política comunicacional me inducen e incitan a ver sentir y vivir. Pareciera que estamos condenados a desconocernos como venezolanos, imposibilitados de reconocernos en nuestras diferencias e incapacitados para construir colectivamente nuestro futuro.
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Protesta, oposición y delito
Beltrán Haddad| Protestar pacíficamente y sin armas es un derecho, y ejercerlo es lo que hace que la democracia participativa sea lo que es. Todos podemos protestar en este país y nadie puede impedirnos ese derecho; por el contrario, debemos ejercerlo, sin temor alguno, cuando existan razones para ello y echando a un lado esa especie de cosas que dicen no podemos hacer, quizá por no estar seguros, o porque nos encontramos, algunas veces, con situaciones de descreimiento cuando se trata de leyes y tribunales.
Pero es bueno saber que en el mundo existe una nueva búsqueda de la justicia que conlleva a la consolidación de una cultura de la reclamación, no importa que tengamos que enfrentar a un pensamiento jurídico que ha sido causante del deterioro de la legalidad y de formas extrañas del Derecho que son utilizadas para encubrir privilegios y burlar la justicia. La protesta tiene sus formas, pero existe un elemento recurrente en cualquiera de ellas que la desnaturaliza, que destruye, que incendia, que mata y causa mucho dolor.
Es la violencia.Lamentablemente, la oposición que vemos protestando en las calles y autopistas del país es una cosa rara, algo esencialmente bifronte. Por un lado, pide respeto a los derechos humanos, pide democracia y libertad, pero al mismo tiempo nos impide transitar libremente e incendia vehículos y edificios públicos como centros de salud, nutrición y de enseñanza; provoca saqueos y comete asesinatos como el de la joven allá en Táchira, hecho cometido por un opositor, entre otros que aterrorizan. Eso no es protesta, es delito.
El Código Penal castiga hechos como éstos: colocar obstáculos en una vía de circulación de cualquier medio de transporte; incendiar edificios públicos; exponer parte del país a la devastación o al saqueo; instigar a otros públicamente a cometer delitos; dar muerte a una persona o causarle un sufrimiento físico, un perjuicio a la salud o una perturbación en sus facultades intelectuales. En fin, estos y otros delitos se cometen cuando la protesta se convierte en violencia. Pero algo más, el venezolano siente la arremetida de grupos poderosos, dentro y fuera del país, que utilizan la manipulación de la información, no solo para la infamia, el chantaje o el odio, sino también para instigar y provocar con el terror mediático la guerra entre nosotros, los venezolanos, y luego la agresión contra el país. ¡Vamos, no permitamos la agresión!