Díaz Rangel: La Guerra Económica/ Stelling: A la caza del voto/ Curcio: ¿Qué hacer?

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La Guerra Económica

Eleazar Díaz Rangel-ÚN |

Esta importante cuestión la he tratado en otras oportunidades, pero creí conveniente replantearla a propósito de estas preguntas: ¿Cuántos venezolanos, potenciales votantes por Maduro, creen que existe una guerra económica, responsable de los altos precios y, en general, de la difícil situación económica del país’? ¿Cuántos creen que la mayor responsabilidad es del gobierno? No creo que alguien tenga respuestas certeras, o lo más aproximadas posible, pero si, muchas estimaciones.

Y no hay respuestas concretas, certeras, confiables, porque no existe ningún estudio, investigación, o incluso, ninguna encuesta que permita saberlo. Y si es que existen, se trata de otros secretos bien guardados.

Esa guerra existe, aunque no haya tenido una respuesta contundente y sostenida, que la haya debilitado; por el contrario, se mantiene diluida y extendida, haciendo un daño considerable en tanto factor fundamental del altísimo costo de la vida y de la que aparece como interminable espiral de la inflación.

En la falta de confianza y de credibilidad en las explicaciones que se le ofrecen al país, y en la ininterrumpida y brutal alza de los precios, están las motivaciones para que muchos venezolanos tengan dudas sobre esa guerra, y hasta de su existencia. En mi opinión, esa conducta se explica por la deficiente información suministrada, fraccionada y circunstancial. Vean si no.

Estando Chávez en la Presidencia asistí a un semanario en Washington sobre el armamentismo en Venezuela, y por primera vez se escuchó que las severas restricciones del gobierno de Washington en el suministro de equipos militares a Venezuela, obligó a buscarlos en Rusia. Ni siquiera se podían adquirir esos equipos en otros países si utilizaban tecnología estadounidense. Fue la primera expresión pública de una guerra que comenzó por el área militar. Después se extendió a servicios, alimentos, medicinas, tal como se hace presente hoy.

La última denuncia la hizo el propio presidente Maduro: 1.500 millones de dólares trasferidos por Venezuela para adquisición de alimentos, fueron bloqueados en Estados Unidos. Por cuenta gotas se van conociendo. El 4-12-17 , Motta Dominguez denunció el bloqueo financiero contra Corpoelect: una deuda de 7 millones de dólares que Brasil pagaba a Venezuela, el Wells Fargo Bank los retuvo y regresó a Brasil. Diez días mas tarde, Vielma Mora denunció que estas acciones “han traído como consecuencia que el cierre de operaciones de 19 cuentas, impidieron el acceso de nuestro pueblo a alimentos, medicinas y materias primas”. Y así, una revisión de la prensa en los últimos años revelará hechos como estos, eso sí graneaditos.

Hace falta una muestra integral, con casos seleccionados de ese guerra económica, sin comillas, que le permita visualizar a los venezolanos la magnitud de ese cerco, el origen del mismo, para que deduzca los efectos que está teniendo. Naturalmente, esa muestra debe completarse con las cifras correspondientes al contrabando de alimentos, gasolina, aceite, etc, que sale hacia Colombia y a otros países vecinos, por iniciativa de empresarios venezolanos inescrupulosos, y con la complicidad de funcionarios del Estado. Aún es tiempo de ofrecer esa información integral que pueda ser visualizada.

A la caza del voto

Maryclen Stelling| Políticos y candidatos, analistas, encuestadores y gurúes se han dado a la tarea de comprender, conocer y, por supuesto, predecir el comportamiento electoral que tendrá lugar en dos semanas.

 

¿Se impondrá el voto racional? ¿Cómo impactará la economía en la decisión política del 20-M? ¿Será la situación económica un elemento fundamental en el comportamiento electoral? Interrogantes que se producen en una suerte de mercado político-electoral en el que partidos y candidatos formulan y ofrecen políticas y medidas en la procura de resultados electorales favorecedores. Estrategia que se conoce con el nombre de la “Ley de las reacciones anticipadas”, donde, según los expertos, “los partidos formulan políticas en orden a ganar elecciones, más que ganar elecciones en orden a formular políticas”…

El voto se concibe como una variable dependiente frente a la inflación, la evolución del PIB, la política monetaria, el consumo, etc…Se prestigia el “voto económico” y, en ese sentido, se parte de la premisa de que se ganan o pierden elecciones como efecto directo del impacto de la economía en las decisiones electorales. Se parte del supuesto de que votantes racionales, de acuerdo a la situación económica, premian o castigan la gestión de gobierno.

De ser cierta esta teoría, cómo se explica que según un reciente sondeo, 51% de los consultados señalara su intención de votar por el candidato del Frente Amplio de la Patria. En las decisiones electorales no hay que despreciar el papel que juegan la percepción y las emociones, suerte de factores subjetivos agazapados detrás de la pretensión de racionalidad. Igualmente incide la división de los votantes en bloques políticos, separados por “escisiones” o “clivajes” que agrupan a los votantes en defensores y adversarios de un tema en particular. De especial importancia son las narrativas que manejan los factores políticos en torno a las causas de la crisis económica al igual que de la crisis humanitaria, esta última bandera nacional e internacional de la oposición.

Además los factores “objetivos” contextuales y situacionales, hay que analizar el desempeño electoral desde la perspectiva del comportamiento no racional del electorado. Entenderlo desde la subjetividad, la percepción de la situación económica y la atribución causal que realiza; a partir de sus experiencias personales, su adscripción política y expectativas a la hora de votar.

¿Que se impondrá en el 20-M?

¿Qué hacer?

Pasqualina Curcio| 1. Detener la hiperinflación es la tarea urgente en este momento, no solo porque pulveriza el salario real, también contrae la producción nacional (la pérdida del poder adquisitivo disminuye la cantidad de bienes demandados y los oferentes reducen las cantidades producidas); estimula el acaparamiento por las expectativas de aumentos de precios; alimenta el contrabando de extracción; hace insuficiente el presupuesto público.

2. La causa de la escalada de precios desde el 2013 (no la única, pero sin duda la determinante) es la manipulación del tipo de cambio en los mercados ilegales. Es imprescindible y estratégico evitar que, terceros, marquen un supuesto valor del bolívar. La tarea es destruir la principal y más poderosa arma de la guerra económica: el ataque a la moneda.

3. Para impedir que arbitrariamente las manos de papel del imperialismo marquen el supuesto valor del bolívar y generen desconfianza hacia la moneda, se sugiere anclarlo a la cantidad de oro que está en las bóvedas, cuyo precio solo se fija en el mercado internacional. Los chinos, los rusos y hasta los norteamericanos están haciendo lo propio. Con la diferencia que mientras ellos deben comprar el oro, nosotros lo tenemos en las minas.

4. Hoy, 1 onza troy de oro equivale a 87.662 bolívares soberanos (tenemos 162,2 TN en la bóveda). Haciendo la conversión en divisas: 1 dólar equivale a 65 BsS (1 onza de oro vale $1.343); 1 yuan son 10 BsS; 1 euro son 78 BsS. Cada vez que 1 TN de oro viaja de las minas hasta el BCV, el bolívar se aprecia 1%.

5. Dolartoday podrá intentar marcar el precio que desee, pero el valor del bolívar-oro soberano, dependerá del precio internacional y de la cantidad que tengamos en las bóvedas.

6. Son condiciones necesarias:

a. No vender nuestro oro, ni en dólares ni en bolívares. Es nuestro respaldo. Debemos guardarlo debajo del colchón, es decir, en nuestras bóvedas y en las minas, las cuales deben ser cuidadas como lo que son: minas de oro.

b. Aumentar las reservas internacionales: este año, con un precio del petróleo en 50 $/barril, incluso con un paro silencioso de 1.500.000 de barriles diarios de producción, deberían ingresar por lo menos $30.000 millones. Los compromisos de deuda no llegan a $10.000. Debemos ajustar las importaciones a $15.000 (más que suficiente). Mantener el control cambiario. Evitar la fuga de divisas. Cerrar, de una vez por todas, las venas que aún siguen abiertas.

c. Recuperar la producción de petróleo: cada 100.000 barriles diarios adicionales equivalen a $1.000 millones anuales.

d. Vender el petróleo en petroyuanes para sortear el bloqueo financiero.

e. Recomponer nuestras relaciones comerciales con países aliados.

f. No endeudarnos. No es necesario.

Mucho más debemos hacer, la realidad es compleja. En estos momentos de guerra económica, esto es estratégico.

El voto se concibe como una variable dependiente frente a la inflación, la evolución del PIB, la política monetaria, el consumo, etc…Se prestigia el “voto económico” y, en ese sentido, se parte de la premisa de que se ganan o pierden elecciones como efecto directo del impacto de la economía en las decisiones electorales. Se parte del supuesto de que votantes racionales, de acuerdo a la situación económica, premian o castigan la gestión de gobierno.

De ser cierta esta teoría, cómo se explica que según un reciente sondeo, 51% de los consultados señalara su intención de votar por el candidato del Frente Amplio de la Patria. En las decisiones electorales no hay que despreciar el papel que juegan la percepción y las emociones, suerte de factores subjetivos agazapados detrás de la pretensión de racionalidad. Igualmente incide la división de los votantes en bloques políticos, separados por “escisiones” o “clivajes” que agrupan a los votantes en defensores y adversarios de un tema en particular. De especial importancia son las narrativas que manejan los factores políticos en torno a las causas de la crisis económica al igual que de la crisis humanitaria, esta última bandera nacional e internacional de la oposición.

Además los factores “objetivos” contextuales y situacionales, hay que analizar el desempeño electoral desde la perspectiva del comportamiento no racional del electorado. Entenderlo desde la subjetividad, la percepción de la situación económica y la atribución causal que realiza; a partir de sus experiencias personales, su adscripción política y expectativas a la hora de votar.

¿Que se impondrá en el 20-M?