Díaz Rangel: La abstención adeca de 1952/ Stelling: Con el país por delante/ Renaud: Declaración episcopal
La abstención adeca de 1952
Eleazar Díaz Rangel|
El jueves tuve oportunidad de participar en el ciclo sobre elecciones en Venezuela organizado por el Centro Nacional de Historia, y me referí al fraude electoral habido en 1952, posiblemente el de mayores proporciones en nuestro país. El tema es oportuno para refrescar el llamamiento a abstenerse que hizo la dirección nacional de Acción Democrática en el exilio, presidida por Rómulo Betancourt, argumentando que sería cohonestar el fraude que intentaría el gobierno que supuestamente presidía Germán Suárez Flamerich, como presidente que era de la Junta Provisional de Gobierno, también formada por Pérez Jiménez y Llovera Páez, quienes realmente gobernaban. Y recobra actualidad porque otra vez el CEN de AD está llamando a la abstención.
Antes de convocar a elecciones, hubo importantes diferencias entre los coroneles Delgado Chalbaud y Pérez Jiménez, pues el primero era firme partidario de las elecciones, y tuvo algunos contactos con la oposición clandestina. El partido URD, dirigido por Jóvito Villalba, llamaba a participar en las elecciones, y era bastante amplio, tuvo contactos con el PCV clandestino, con dirigentes medios adecos, y hasta con Copei al que propuso presentar planchas únicas. Su amplitud contrastaba con el sectarismo de Copei, cuya consigna era “Copei es la solución”.
La campaña puedo desarrollarse con bastantes limitaciones; la prensa apenas informaba de su desarrollo y declaraciones de sus dirigentes, sus mitines eran asediados por los policías de la Seguridad Nacional, mientras daba amplias facilidades y espacios al Frente Electoral Independiente, del gobierno. El mitin de cierre de URD, con Mario Briceño Iragorry y Jóvito como oradores principales, se celebró en el Nuevo Circo, donde se guardó un minuto de silencio en homenaje al líder de AD Leonardo Ruiz Pineda, quien había sido asesinado por la dictadura meses atrás.
El 30 de noviembre fueron las elecciones a diputados a la Asamblea Constituyente, con interminables colas en todo el país. Era evidente que la militancia de AD había desatendido el llamado a la abstención. En efecto, el primer boletín del Consejo Supremo Electoral se conoció el 2 de diciembre: URD 294.595 votos, FEI 147.528 y Copei 89.097, que Últimas Noticias publicó en primera página, con título destacado. Su difusión generó una severa crisis en el cogollo militar, al que les habían asegurado que ganaría el FEI. No podían aceptar esos resultados. Los días siguientes, 3 y 4 de diciembre, no salió la prensa. Fue sustituido el CSE.
El 5 de diciembre no ofrecieron número de votos, sino de diputados: FEI 29, URD 22 y Copei 7. Como ven la suma de la oposición apenas igualaba a los del FEI, y el 6 de diciembre, el cambio fue brutal: FEI 49, URD 25 y Copei 9. Ahora, los diputados del gobierno superaban a los de la oposición, aunque después trascendió que la real votación fue la siguiente: URD 1.198.605 FEI 403.320 y Copei 306.010, pero, por supuesto esas cifras no aparecieron nunca en ningún medio. La prensa no recogió ninguna protesta o desacuerdo. URD no estuvo de acuerdo con convocar para El Silencio a una manifestación de protesta que le propuso el PCV clandestino. Después, en la oposición se discutió si se participaba en esa Asamblea Nacional, que se instalaría en enero y desde allí denunciar el fraude, los presos políticos, etc. La mayoría estuvo en desacuerdo con asistir. Ante esa ausencia, el gobierno logró atraer algunos suplentes de esos partidos, que se sumaron a las votaciones del FEI.
Si ustedes revisan la prensa de las semanas y meses siguientes, no encontrarán ninguna información política de URD o de Copei, que eran los partidos legales, y solo se informaba de la discusión en la ANC sobre la nueva Constitución. La censura comenzó a ser cada mas rígida, hasta después de la elección, en la misma Asamblea, de Pérez Jiménez como presidente de la República.
Entre tanto, el ministro Vallenilla Lanz convocó a la dirección nacional de URD a una reunión en su despacho, la mayoría se hizo presente, y con la ausencia de Villalba, Ignacio Luis Arcaya y José Vicente Rangel, que no asistieron, fueron detenidos y expulsados a Panamá. Así se desarrolló el mayor fraude electoral en Venezuela.
Breves
-A los huecos en calles y avenidas y la falta de luz en muchas de ellas, se suma ahora el problema de los semáforos; no se exagera a firmar que la mayoría no funcionan. Maracaibo nos da un ejemplo, la Alcaldía anunció que están en reparación 300 semáforos.
-Supongo que vieron un aviso del Ministerio del Interior, con fotos de los 12 delincuentes mas solicitados con el título grandote “SE BUSCAN”. Lo que tiene de extraño, es que siete de ellos, más de la mitad, son mujeres. Esa no puede ser la proporción en la delincuencia venezolana.
-¿Por qué será que en Pdvsa siguen guardando silencio, como sino fuera con ellos? Se trata de los escandalosos precios de los aceites para vehículos fabricados en su refinería de Paraguaná. ¿Quiénes controlan esa producción y su distribución? ¿Cómo es posible que un litro promedio que sale de esa refinería a setenta mil bolívares, al consumidor le llegue a mas de cuatro millones!!? Pero, como ocurrió antes, cuando comenzaron las denuncias de corrupción gerencial, también ahora guardan absoluto silencio. Y a pesar de que el presidente Maduro anda consolidando votos. ¿Por qué no les echa una llamadita? Al menos que nos den una explicación.
-Dos buenos anuncios del presidente Nicolás Maduro. Primero, la normalización de las relaciones con Panamá, y segundo, el éxito que se está teniendo con las preventas del petro: entraron en caja los primeros 3.385 millones de dólares.
-El exministro Héctor Navarro reapareció, en plena campaña electoral, pero aclaró que votará nulo, y advierte que “una oligarquía se apodera del poder”, pero no lo explica.
-¿Será posible que solo después de los ejercicios Red Flag, a realizarse en Estados Unidos, con activa participación de Colombia, se producirá la “intervención humanitaria” en Venezuela? Habrá nuevo gobierno en ese país, y Maduro habría sido reelecto.
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Con el país por delante
Maryclen Stelling|
El diálogo en Venezuela, como vía privilegiada para dirimir conflictos, ha transitado un tortuoso camino con idas y venidas, dimes y diretes, desmentidas mutuas, además de una satanización de la negociación, la mediación externa y la descalificación del propio proceso.
Desde la última reunión en Dominicana, el dialogo nacional agonizante, desaparece de la agenda pública como una vía factible para enfrentar los conflictos, la división interna del país, la violencia, la gestión de la crisis multidimensional, al igual que el bloqueo internacional y la misma “transición” que tanto anhelan ciertos sectores del país.
El diálogo como instrumento esencial es dejado de lado -por decisores políticos y medios de información- para dar paso a la nueva fórmula mágica, las elecciones del 20-M. Evento que copa la escena política del país y, cual panacea, viene cargado de promesas económicas, políticas, subjetivas… Y lo cierto es que, en un tejido social desgarrado, un proceso electoral no pacificará los corazones, ni solventará la crisis; ni generará automáticamente consensos, ni desembocará en la reconciliación, arrepentimiento, perdón y, menos aún, en un nuevo pacto social.
La comunicación es un recurso legitimador del poder con miras al logro de objetivos políticos. De allí la importancia que adquieren los medios, en tanto actores políticos (des)legitimadores, constructores y transmisores de un discurso que, más allá de su función de mediación informativa, valida y consagra procesos, temas, voces y sectores políticos.
Los medios deben abandonar el discurso legitimador de la violencia, aquel que se sostiene en la permanencia del conflicto, en la deslegitimación-culpabilización del adversario, en la victimización del grupo de pertenencia y deslegitimación de las víctimas. La cobertura mediática de la no-violencia, su visibilidad, enfoques y estándares interpretativos de los temas son determinantes para la construcción de actitudes e imaginarios sociales en pro de la negociación y la paz.
Independientemente de los resultados del 20-M, abogamos por la urgente necesidad de que los medios, en su condición de actores políticos, se aboquen a la construcción mediática de la realidad del proceso de paz, a la elaboración de un discurso legitimador del diálogo y la convivencia con miras a conseguir la paz en la sociedad venezolana.
Declaración episcopal
Bruno Renaud, sacerdote de Petare |
“Ante problemas humanos de tal magnitud, se deslegitima la realización de las elecciones presidenciales, convocadas para el próximo 20 de mayo. Tal como están concebidas, sin las suficientes garantías que identifican todo proceso electoral libre, confiable, transparente (…), lejos de aportar una solución a la crisis que vive el país, pueden agravarla y conducirlo a una catástrofe humanitaria sin precedentes. Por tanto, es urgente su postergación para el último trimestre del año”. Tal es la declaración que fue firmada por los obispos venezolanos el pasado lunes 23 de abril. El subrayado es original.
No se le puede negar: con una frecuencia cada vez mayor, los Señores Obispos se entrometen en la problemática política, negando la diferencia entre su función pastoral y el rol reservado a los partidos o gremios políticos. Su declaración se opone abiertamente al oficialismo; pero ¿satisfará a todos los representantes de la oposición? Es muy dudoso. Es decir: los obispos corren el riesgo de ser considerados como representantes de una opción política entre varias (no solamente entre dos). Y hasta en el vocabulario (“crisis humanitaria”), ellos se hacen abiertamente los defensores del poder amenazante norteamericano. “La crisis que vive el país, pueden agravarla y conducirla a una catástrofe sin precedentes”: ¿acaso no se les podría devolver el argumento a los Señores Obispos? ¿Están ellos conscientes de la gravedad de sus intervenciones, aun cuando quieren justificar su intromisión en primerísimo lugar (primera línea) “como pastores urgidos por el amor de Cristo”?
Es enormemente de lamentar: repetidamente los obispos acentúan las divisiones en el seno de la sociedad civil y de la misma iglesia. La prensa de los últimos meses del año 1998, anterior a la primera elección del presidente Chávez, ya se hacía participante de esta opción por la división: antes de cualquier conocimiento personal, la jerarquía eclesiástica recomendaba abiertamente evitar el voto a favor de quien asustaba por su novedad.
Mi alegato no se debe a la defensa de otra orientación política; más bien, va a favor de la libertad de la iglesia. En vez de verla enfeudada a la opción política que sea, la quisiera sentir, saber y agradecer: libre. Valiente. Evangélica y profética.
Cuán útil sería la instalación, al servicio de la Conferencia Episcopal, de una comisión interdisciplinar integrada por laicos de diversas disciplinas, y destinada a orientar las preocupaciones de los obispos. Ojalá “el amor de Cristo” motivara, de su parte, mayor sensibilidad para unir a este pueblo tan fascinante… y tan necesitado de paz.