¿Después del magnicidio?

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ANTONIO APONTE|  Es aceptado como una altísima posibilidad el magnicidio del Comandante Chávez. Políticamente no caben dudas, la posteridad se encargará de la comprobación policial. La ciencia médica reafirma la posibilidad de inocular un cáncer. Se desprende el deber revolucionario de analizar la situación, deducir los peligros futuros y tomar medidas preventivas. Veamos
chavez cancerUn grano de maíz
El magnicidio no es una pieza suelta, forma parte de un plan oligarca que se está desplegando aceleradamente.

Su primer logro fue dejar a la Revolución sin su líder. Pudimos atenuar el impacto gracias a la grandeza política de Chávez que previó los acontecimientos y dejó al proceso protegido al designar a Maduro como continuidad del chavismo.

El segundo logro es anular el triunfo chavista de octubre. Es así, estas elecciones son hijas monstruosas del magnicidio, vamos a ellas forzados por un crimen, a competir con los asesinos de Chávez.

El tercer logro es abrir cauce a la posibilidad golpista. Ésta trabaja en complicidad con ese sospechoso carácter “democrático y bolivariano” que de la noche a la mañana adquiere el candidato del imperio. Es así, estamos enfrentando una fina operación conspirativa. Veamos.

Los oligarcas más agresivos se han repartido los papeles: Capriles debe aparecer como demócrata, intentar aislar a Maduro, dejar al chavismo sin jefatura, polarizar con él, debilitarnos. No obstante manda sus dardos contra la FANB atacando a Molero, allí muestra el bojote golpista. El ataque a Molero es una vieja táctica de la derecha fascista, similar actitud tomaron contra Allende atacando a altos oficiales leales.

Por otro lado, el agente gringo diego arria encabeza la avanzada golpista, es el encargado de los radicalismos, de horadar la legitimidad del gobierno y la credibilidad del CNE, de preparar el ambiente de fraude y pedir modificaciones electorales imposibles para justificar su posición. Ese grupo tiene como misión los susurros a los militares, y lo hacen en complicidad con el nacional, que obsequia páginas enteras a lo más putrefacto de los renegados.

Los cadáveres insepultos de la socialdemocracia y los renegados menos audaces acechan en las orillas de las aguas turbulentas, desde allí se mojan un poco, sólo los pies, guardándose de no correr riesgos, esperando que se defina la contienda para tomar su consabida posición oportunista.

Esta es la situación. Los oligarcas y sus cómplices juegan guarimba con la Constitución, la rompen cuando “resuelven” con el magnicidio su derrota de octubre, luego la invocan para protegerse y allí, atrincherados, atacarla. Ahora mantienen un pie dentro de la legalidad y el otro, con descaro, en el área golpista. Repiten la historia de abril.

La Revolución, el pueblo, la decencia, la justicia, deben ganar de forma aplastante estas elecciones hijas del magnicidio y así derrotar a los asesinos de Chávez. Ese es sólo un paso en la batalla. Simultáneamente debemos profundizar al Socialismo, única vía para no sucumbir en las fauces fascistas. No hay atajos, no hay pacto, sólo con fuerza podemos disuadir a la bestia y preservar la paz.

¡Con Maduro más Chavistas que nunca!