Curcio: La joya de la corona/ Puchi: Variables del 2020/ Stelling: Tentaciones

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Venezuela: la joya de la corona

Pasqualina Curcio

Hasta que se demuestre lo contrario, el mundo gira sobre su propio eje y pasea alrededor del Sol. A lo interno también está en movimiento, ahora mismo se está reordenando.

La Ruta de la Seda promovida por Xi Jinping le da un giro al mapamundi, desde este otro ángulo se ven Asia y el Pacífico. Se trata de un nuevo trayecto comercial, ferroviario y marítimo, que parte de China, pasa por Rusia, Medio Oriente, llega a Europa y se regresa por África. Hacia el otro lado atraviesa el Pacífico y llega a América, pasa por el canal de Panamá, y quizás por el de Nicaragua. Esta nueva ruta toca Oceanía.

El valor total de las inversiones en infraestructura se estima en 3,67 billones de dólares.

La Nueva Ruta no es solo un reordenamiento de los canales comerciales, requerirá también de nuevos sistemas financieros para realizar las compras y ventas de los bienes. Resulta obvio que ni China, mucho menos Rusia harán depender su proyecto comercial del sistema financiero estadounidense SWIFT basado en el petro-dólar-papel.

No por casualidad, desde 2010 tanto China como Rusia, pero también India, Brasil y Suráfrica, emergiendo como potencias, se unieron y conformaron los Brics. Juntas están impulsando un nuevo sistema de pagos, el Brics Pay.

Es un sistema de compensación que permitirá a estos países realizar sus transacciones financieras, y evidentemente se basará en una moneda distinta al dólar estadounidense: utilizará el petro-yuan-oro.

En este reordenamiento comercial, financiero y monetario, Venezuela está literal y estratégicamente en el centro, no solo geográficamente por ubicarse al norte del sur y al sur del norte, mirando al Mar Caribe, a un paso del Pacífico y a un brinco del Atlántico, sino que tiene la primera reserva probada y certificada de petróleo y también la de oro. O sea, en tierra venezolana yace buena parte del sustento del nuevo sistema comercial y monetario respectivamente. Es la joya de la corona.

Transitemos, sin demora, en la Seda, y solicitemos nuestra incorporación en los Brics. Tenemos mucho que aportar a este nuevo orden mundial pluripolar y multicéntrico. Mientras tanto, a lo interno, movámonos hacia un modelo de justicia social, más humano, hacia el Socialismo del siglo XXI.

Variables del 2020

Leopoldo Puchi

El 4 de enero de 2019, con la reunión del Grupo de Lima, el conflicto político venezolano adquirió una nueva modalidad. Ese día se dio inicio a la “Operación Libertad”, que contemplaba como uno de sus vectores la creación de una imagen de poder dual. En el transcurso del año se desplegaron las fuerzas de lado y lado, el pulso se tensó y luego se fue desacelerando a partir de mayo.

Corresponde ahora aproximarse –no hacer predicciones– a los probables caminos de evolución del conflicto en 2020, a partir de los factores y variables que pudieran encauzar los acontecimientos, tomando en cuenta la doble dimensión de la pugna, es decir, sus condicionantes internas, en las que se enfrentan élites políticas, capas sociales, proyectos y visiones disímiles; y el carácter geopolítico, en el que están involucrados dos Estados, el venezolano y el estadounidense.

Economía
Varios elementos perfilan la situación interna venezolana, entre ellos la nueva realidad económica del país, resultado de la acción combinada de mala gestión y de las recientes sanciones, lo que ha dado como resultado una economía reducida a su mínimo, que ha tenido un cierto repunte en el sector comercio como consecuencia de las decisiones cambiarias y de precios, que de mantenerse pudieran propiciar, junto a otras medidas, un crecimiento del área productiva.

Otro elemento de la situación, el fracaso del intento del cambio de gobierno, ha fortalecido la correlación de fuerzas a favor del sector gubernamental, al tiempo que ha fragilizado al opositor.

Sin embargo, el pulso por la hegemonía está lejos de saldarse en el plano del consentimiento, e incluso de la coerción.

Parlamentarias
En este marco, es razonable pensar que el Gobierno proseguirá con la política económica de apertura, lo que le permitirá disminuir el malestar social. En el terreno de las instituciones, podría poner de su lado la esfera legislativa a partir de la fragmentación opositora y quizás concretar otras formas de organización institucional, como la comunal, por medio de cambios en la Constitución. Del mismo modo, la milicia pudiera pasar a ser un componente con su propio armamento.

Desde el lado de la oposición, tal vez se estudie la posibilidad de un rediseño de políticas hacia la variante del “largo camino a través de las instituciones”, y se decida participar en las previstas parlamentarias , lo que pudiera generar las condiciones para un entendimiento de largo plazo en el que se compartan elementos básicos de un modelo social, se distribuyan las posiciones del Estado y se facilite la alternancia.

Sin embargo, hay que tomar en consideración la otra dimensión estructural del conflicto, la geopolítica, que sitúa la toma de decisiones en Washington, que luce en disposición de proseguir con la “Operación Libertad” en 2020, sobre todo ahora que la propia Casa Blanca está atada a la Ley Verdad, que le da un nuevo rango a esa estrategia.

Tentaciones

Maryclen Stelling|

Se fue el 2019, año durante el cual procuramos realizar un seguimiento al país, intentando sortear tentaciones confrontadoras, descalificadoras y polarizantes. Denunciamos el recrudecimiento de la guerra de relatos y de la discursiva política. Evidenciamos el debilitamiento de razonamientos y argumentaciones frente a narrativas de conveniencia política.

Adversamos la banalización efímera y fragmentada de la realidad. Narrativas que contribuyen a profundizar la grave crisis de confianza social, política e institucional. Relatos dirigidos a promover la conflictividad social. Vaticinios de un escenario catastrófico en donde el país sucumbiría al colapso político, institucional y social que, ineludiblemente, conduciría a una salida violenta.

Desde la fracturada oposición -afectada por una crisis interna de legitimidad, representación y unidad- pronosticamos la emergencia de un espacio “crítico, dialogante y negociador”, que se concretó con la instalación de la Mesa de Dialogo Nacional. En el chavismo, en tanto respuesta a la crisis y conducción del país, avizoramos el fortalecimiento de espacios y posiciones centradas en “la vigilancia crítica y la negociación”.

A lo largo del año, renovamos nuestros votos por el reencuentro y reconocimiento. Señalamos y analizamos las fuerzas despolarizantes y dialogantes que emanan desde el corazón y las entrañas de la Venezuela profunda, frente a las violentas presiones confrontacionales provenientes de cierto liderazgo.

Afirmamos la necesidad de abandonar las visiones antagónicas y promovimos un acuerdo pluralista entre las partes. Sugerimos crear las condiciones para generar un clima de confianza social y política. Desde diferentes espacios impulsamos el rescate de la credibilidad y legitimidad de las instituciones; el consenso, la tolerancia democrática y la reconciliación, conducentes al diálogo.

Independientemente de las presiones y de la posición política, estamos en presencia de nuevas formas de “reclamos”, expresión de una mayor autonomía, autoridad y ejercicio ciudadano reflexivo. Ello apunta a la transformación y fortalecimiento de la ciudadanía social, ante el liderazgo político imperante y la situación país

Finalmente queremos reconocer el comportamiento y talante democrático de nuestro pueblo, a pesar de las tentaciones.