¿Cuál legado de Chávez defiende usted?
Javier Biardeau
(…) Con la muerte de Chávez, no sólo entramos en conflictos historiográficos, sino que estamos situados en un terreno diferente, no sólo por lo que ha sucedido hasta hoy efectivamente (su historia más o menos instituida), sino por el aguijón de la historia instituyente, fluyente, constituyente; es decir, con los diferentes actos de poder relacionados con inscripciones narrativas y políticas10 que desde diciembre de 2012 (su última aparición pública, su última puesta en escena del discurso público) se constituyen como campo de fuerzas, discursos, imaginarios y prácticas alrededor del “Legado de Chávez”.
Un cierto paralelismo con la URSS de 1924 coloca la siguiente cuestión sobre la mesa: ¿Cuál fue el legado de Lenin? ¿Cuál fue el legado de Chávez? ¿Qué hacen las izquierdas con semejantes transmisiones de “herencias” político-ideológicas? ¿Existe algún paralelismo entre los sucesos inmediatamente posteriores a la muerte de Lenin y los sucesos posteriores al fallecimiento de Chávez?
¿Hay pugnas sobre el legado de Chávez?
Podemos decir entonces que existen pugnas sobre la institucionalización del “mito-chavismo oficial” o del “contra-mito de Chávez” en clave opositora. Tampoco hay que perder de vista la metabolización de la figura e imaginario político de Chávez en clave de “cultura popular-subalterna”.
Considero que Chávez va mucho más allá de la figura del “jefe de Estado”, su legado pasó a inscribirse en el espesor de las culturas populares revolucionarias de Nuestra América. Más que el Chávez “hombre de Estado”, me interesa no dejar de lado el Chávez “hombre del pueblo”.
Si, el “sencillo e irreverente líder anti status quo” con una fuerte conexión afectiva con las pequeñas voces, con las aspiraciones y demandas de justicia de los más pobres, de los pueblos nuestro-americanos, con la esperanza de los condenados de la tierra.
Sin embargo, es cierto que no puede cerrarse de un plumazo los debates sobre las continuidades y discontinuidades del discurso de Chávez con relación al Movimiento Bolivariano: ¿Fue nacionalista? ¿Fue comunista? ¿Fue tercera vía? ¿Fue demócrata? ¿Fue autoritario? ¿Fue socialista? ¿Fue capitalista?
Desde el llamado “Árbol de las Tres Raíces” hasta llegar el “Programa de la Patria”, pasando por las constantes referencias al Proyecto Nacional Simón Bolívar (PNSB), hay mucha tela que cortar en el terreno de las concepciones del mundo de Chávez y sus principales referencias teórico-ideológicas.
Uno de los asuntos claves, sería analizar si las nociones ideológicas y teóricas que Chávez colocó en la escena política, eran fundantes de la estrategia de poder, o si eran más bien fundadas como “máscaras de legitimación” de un determinado curso de acción política. ¿Había mayor predominio de una cruda “voluntad de poder”? ¿Existía una elaboración ideológico-programática del movimiento? ¿Quizás ambas?
El “Hugo Chávez” en clave popular sigue siendo un eslabón crucial de la rebelión bolivariana del 4-F de 1992, un acontecimiento que conmovió todo un imaginario político sobre la “historia oficial” venezolana, sobre la construcción del relato nacional-estatal en el país, y sobre el Rol de las FF.AA en esta construcción del imaginario político nacional, desde los próceres de la independencia, especialmente la centralidad de Simón Bolívar hasta la actualidad, en sus relaciones con los proyectos de integración continental y en antagonismo frente las ambiciones Monroistas de los EE.UU.
Pocos comprenden las severas implicaciones de un distanciamiento de las Fuerzas Armadas de un país latinoamericano, históricamente dependiente y subordinado, con el Pentagonismo
prevaleciente en la Historia de las relaciones entre EE.UU y lo que aún considera su “patio trasero”.
El “nacionalismo popular anti-neoliberal” articulado a una “rebelión militar”, es desde mi punto de vista, un matriz crucial para comprender lo que a la postre se denominará Agenda Alternativa Bolivariana (AAB), así como luego su devenir hacia la prefiguración del “anti-imperialismo” y el llamado “Socialismo Bolivariano” en clave del discurso de Chávez.
Actualmente toda esta historia marca interpretaciones polémicas. Incluso el desafió al “culto a la personalidad” de Chávez o su conversión en “culto para consumo de masas”, sigue parcialmente el modelo del llamado “culto a Bolívar” (pero tecnificando mediáticamente la elaboración de su imaginario social). No hay que olvidar que el llamado culto a Bolívar parte de un sustrato popular de luchas, no es una simple operación de montaje de una estrategia de legitimación desde arriba.
Si la historia de las culturas populares fuese un simple apéndice de las ideologías dominantes estaríamos en lo U. Eco llamo las versiones de aguja hipodérmica, los relatos “integrados” de la cultura. No hay que silenciar las pequeñas historias del pueblo sobre Chávez.
¿Acaso no hay una inscripción semiótica-narrativa “oficialista” de la figura y del legado de Chávez? ¿Acaso no hay una inscripción semiótico-narrativa opositora, detractora y estigmatizadora de la figura y legado de Chávez? ¿Acaso no hay una suerte de metabolización de la figura y legado de Chávez en los diferentes estratos de la memoria fluyente e instituyente, en los diferentes campos culturales (y sus violencias simbólicas): de elites, masivas, populares, regionales, urbanas, rurales, indígenas? ¿Acaso las polémicas internas del campo bolivariano no traducen los posicionamientos ideológicos y políticos, sus efectos de saber, verdad y poder, sobre la figura y legado de Chávez?
Una pregunta a la audiencia: ¿Y usted, cuál considera ha sido el legado fundamental de Hugo Chávez? Dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios. Coloquemos la trascendencia en suspenso por un momento. ¿Qué dicen las voces del pueblo del legado de Chávez? ¿Las escuchamos?
A diferencia del destino trágico del Legado de Lenin en manos de la historiografía oficial del PCUS soviético en 1939, todavía hoy es posible poner sobre la mesa el “conflicto de interpretaciones” sobre el legado político-ideológico de Chávez. La historia de la URSS parece cerrada. La de Chávez sigue estando abierta.
La diferencia entre historia-estructurante e historia-estructurada es clave para comprender si se interviene o no en la llamada por los socio-analistas inspirados en Castoriadis como la dialéctica de lo “instituido, de lo instituyente y de la institucionalización” en las actuales circunstancias. ¿Existe una lucha hegemónica y contra-hegemónica alrededor del “Legado de Chávez”? ¿Quién instituye qué, cómo y dónde se institucionaliza qué?
Obviamente hay quienes hacen presión para cerrar el caso y domesticarlo con el par “instituido-institucionalización”: sería la “versión oficial” del legado de Chávez, estabilizada en lo esencial a partir de una “narrativa gubernamental”.
Simultáneamente, otras fuerzas políticas y sociales hacen “bulla” para promover sus puntos de vista, para provocar acontecimientos políticos instituyentes, intentando abrir otras situaciones y posibilidades de actuación, utilizando como pre-texto su lectura del “Legado de Chávez” ahora en clave de suspenso, en clave de enigma: ¿Hay distorsiones, desviaciones y falsificaciones del Legado de Chávez?.
Finalmente, desde el campo opositor, el relato frente al legado de Chávez indica que lo único valedero de la actuación pública de Chávez fue colocar sobre la agenda “la lucha contra la pobreza y la exclusión” en medio de la “descomposición del pacto de conciliación de elites” llamado “Punto-fijismo”, pero enfatizando que la totalidad de las “políticas sociales y económicas” de Chávez se hicieron insostenibles por su estructural continuidad con el Rentismo petrolero y su sumisión a Cuba, de modo que fueron un completo y rotundo fracaso.
Aquí la palabra “Fracaso” adquiere el peso de un punto nodal, un significante que sintetiza
una suerte de encadenamientos discursivos sobre el “juicio final” hacia Chávez desde la pasión opositora.
De modo que: ¿No es acaso el legado de Chávez eso que intentan reactivar permanentemente los actores del gobierno, las corrientes populares revolucionarias del proceso bolivariano, las diferentes oposiciones, e incluso el discurso imperial? (…)
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