Coronavirus en Venezuela: nuevo momento

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Marcos Salgado |

El 9 de julio Venezuela confirmó un total de 8.372 casos de COVID-19, con 80 fallecidos, aunque son números mucho menos alarmantes que los de sus vecinos y otros países de la región, el crecimiento de los casos comienza a configurar una situación nueva, distinta al sobrado control de la pandemia que mostró el país bolivariano en el primer trimestre de cuarentena le permitió a Nicolás Maduro consolidar su liderazgo a lo interno y ayudó a impulsar las elecciones parlamentarias acordadas con un sector de la oposición, para diciembre.

El pico más evidente de la pandemia llegó justo cuando el gobierno de Venezuela comenzaba a experimentar con su propio esquema de relajamiento de la cuarentena: el siete más siete. Una semana de flexibilización y luego otra semana de confinamiento. Este esquema permitió la apertura de casi todas las actividades y hasta los grandes centros comerciales abrieron sus puertas. Y aunque técnicamente el siete más siete sigue vigente, ya Caracas y las principales ciudades del país se “saltaron” una semana de relajamiento y no se sabe qué decidirán las autoridades para la semana próxima.

La vuelta a casa, contagiados

La expansión de los casos no necesariamente se debe a la relajación de la cuarentena, o al menos, no exclusivamente. Hay otro factor fundamental: la “vuelta a casa”, de decenas de miles de venezolanos y venezolanas que emigraron en los últimos años hacia países vecinos (especialmente Colombia, Ecuador y Perú) y que regresan ahora espantados por el congelamiento súbito de la economía informal en esos países, sector en el que la mayoría de ellos intentaban sobrevivir.

La COVID-19 confirmó una tendencia que ya se veía incluso antes de la pandemia, en el plan “Vuelta a la Patria”, los aviones fletados por el gobierno venezolano para repatriar connacionales, que fue metódicamente ignorado por la prensa concentrada.

Pero la pandemia aceleró el proceso y miles llegaron a la fronteras e ingresaron al país por dos vías: los pasos fronterizos legales y las “trochas”, como se denomina a los senderos no controlados, normalmente en manos del contrabando, y ahora utilizados, también, para escapar de la COVID-19. Los que ingresaron por los pasos legales y pasaban la prueba rápida para detectar contagios fueron enviados en su mayoría a sus lugares de origen, donde debían guardar cuarentena. Pero el mismo presidente Nicolás Maduro dijo que ese mecanismo no funcionó como se esperaba, especialmente en Caracas. Los que ingresaron por las “trochas” se desperdigaron por el país sin control, y se estima son los “pacientes cero” de los focos en los grandes núcleos urbanos.

El mismo esquema se verifica en Maracaibo, la segunda ciudad del país, donde el foco de contagios en el Mercado de las Pulgas, se convirtió rápidamente en el más grande de Venezuela. Allí se tomaron medidas de confinamiento radicales, pero tarde: el trasegar diario de vendedores desde Colombia al mercado popular (la frontera está a no más de una hora de camino) encendió la mecha. Allí un conocido funcionario de la gobernación falleció esta semana y el mismo gobernador, el chavista Omar Prieto, está internado en observación luego de contraer el virus.

Diosdado

Aunque los contagios de dirigentes no cambian los números (que, insistimos, en Venezuela sigue siendo bajos) generan conmoción. Especialmente porque se ve así que el virus está circulando y que cualquiera, hasta los “famosos” lo pueden contraer. Y en Venezuela pocos tan conocidos como Diosdado Cabello, lugarteniente sempiterno de Hugo Chávez y referente principal del PSUV, el partido de gobierno. Si bien su alineamiento con Nicolás Maduro no presenta fisuras públicas, es innegable que Diosdado, (así, a secas, sin apellido) tiene juego propio.

“Luego de realizarme las pruebas correspondientes he resultado positivo en Covid 19, desde ya me encuentro aislado cumpliendo el tratamiento indicado, gracias por sus buenos deseos, con la moral en alto. Nosotros Venceremos!!”, escribió Cabello el jueves en redes sociales. Y volvió el viernes para agradecer los mensajes de solidaridad y en especial una carta, donde se le dice: “Si mandas obedeciendo, la orden ahora es vivir”.

Además, Diosdado es uno de los personajes que más polariza la vida política en Venezuela. De hecho, tras la noticia de su contagio, parece haber una parte del país que no le cree (seguramente atrapados en la inercia de no creerle nunca nada) mientras otra parte ora por su recuperación.

Así, después de casi cuatro meses de medidas para contener la difusión del virus, es recién ahora cuando el nuevo coronavirus enciende luces de alarma. Y ya se nota en la mediática internacional y sus repetidoras locales, que empiezan a frotarse las manos y vuelven a soñar como al principio, una crisis sanitaria por la COVID-19 en Venezuela. Crisis que parece lejana y evitable si, a pesar del cansancio, no se baja la guardia.