Contrapunteo (imaginario) de Atilio Borón y Néstor Francia, con balde de agua fría y otros aliños
Javier Biardeau R.|
Cito literalmente lo que no entendí:
“No bastaría que vote el 100% de electores inscritos en el Registro Electoral Permanente, ni que saquemos el 100% de los votos, para que, quienes hasta ahora han desconocido los resultados electoralesy la legitimidad de los mismos, los reconozcan, así como no reconocen ni reconocerán a nuestrasinstituciones, ni al Presidente Nicolás Maduro, porque el problema no está planteado en lo legal ni enlo legitimo, el tema está planteado eminentemente en el terreno político.” Boletin Informativo PSUV. N 231 (11.12.2020)
“Papá, ¿Y qué es la política? Pregunta de un niño en tiempos de desafección política.”
He leído dos excelsos artículos y opiniones sobre las parlamentarias venezolanas del 6-D-2020. Debo confesar que me llevaron a crear un contrapunteo imaginario, cuya resolución queda abierta a la interpretación de las audiencias.
Se trata de los artículos del venezolano Néstor Francia[i]:¿El que no vota no come o el que no come no vota? y el del intelectual argentino Atilio Borón[ii]: Elecciones parlamentarias en Venezuela: balance del 6 D. El texto de Francia fue publicado el 8 de diciembre y el texto de Borón el 12 de diciembre, ambos señalan que sus opiniones son provisionales y se realizan al calor de los acontecimientos.
Tanto en Venezuela como en Cuba se han escrito hermosos contrapunteos, entre ellos destaco Florentino y El Diablo, emblemático poema del escritor y político venezolano Alberto Arvelo Torrealba. La obra ha sido adaptada al cine, teatro, música y televisión. De Cuba quiero destacar un texto que cada vez adquiere más resonancia y vigencia para Nuestra América: el Contrapunteo cubano del tabaco y del azúcar, ensayo del antropólogo cubano Fernando Ortiz, publicado en 1940 en donde realiza un análisis del cambio cultural en Cuba.
Reitero, no es que Francia y Borón hicieron contrapunteo real alguno, sino que a mi me impresionaron sus ideas y elabore un diálogo polémico, a la vez imaginario, empleando ambos textos. Quizás estas líneas sirvan para poner en contacto a ambos y que generen ahora si un intercambio real y fecundo.
Se dice sobre el contrapunteo que se trata de una “disputa o dichos picantes o acalorados entre dos o más personas”, el “”contraste entre dos cosas diferentes.” El merito de Ortiz fue haber colocado en la escena el concepto de transculturación y replantear muchas cuestiones vigentes que se debaten aun hoy en los círculos dedicados al estudio de los procesos de descolonización, incluyendo obviamente a las llamadas corrientes “des-coloniales”.
Quizás también debo aclarar que no identifico a ninguno de los dos ni con Florentino ni con el Diablo, digo esto para que no se establezcan ni malos entendidos ni falsas analogías. Se trata mas bien de dos actores con posturas claramente comprometidas con los procesos de cambio sociopolítico en Venezuela y en el continente, que se incluyen en el campo de las izquierdas. De allí que sus tomas de postura y sus análisis me parecen extremadamente relevantes para referirse a lo que ocurre hoy en Venezuela.
Así mismo, meteré de contrabando una tercera instancia, una tercera perspectiva, pues como es obvio este dialogo polémico y a la vez imaginario lo estoy elaborando a su vez, colocando sobre la mesa la centralidad de construcción polifónica para enriquecer el análisis de la situación.
El balde de agua fría se refiere a los números y sus usos. Creo que conviene emplear como punto de partida algunas cuestiones numéricas que aclaran muchas controversias y que permiten aterrizar emociones o estados de ánimo.
En primer lugar, quiero presentar una tabla sobre el comportamiento del padrón electoral venezolano en las ultimas tres contiendas parlamentarias, analizando allí el comportamiento de un fenómeno que adquiere notoria relevancia en la actualidad: la “desafección política”. Presentemos primero los números:
Allí aparece el registro electoral por Estado, ordenándolos de acuerdo a su peso en el padrón electoral nacional. Se pueden establecer allí los corredores electorales principales del país, así como determinar su ubicación geográfica para realizar además conjeturas que nos lleven a la geografía política, o si prefieren, además: a la geopolítica.
El crecimiento del padrón electoral en 10 años para las elecciones parlamentarias nos permite señalar que entre 2010-2020 el mismo tuvo un crecimiento de 3.251.948 personas con derecho a ejercer el voto, de modo que las fuerzas políticas intentan captar a tales nuevos votantes (Jóvenes fundamentalmente) para que avalen sus propuestas políticas. De modo qué al ámbito demográfico general y geográfico, le incorporamos la variable más determinada de “grupo de edad” de los potenciales votantes. No perdamos de vista, la importancia que puedan tener variables demográficas, socioeconómicas, geográficas, educativas, socioculturales y de autodefinición política para tener un cuadro aun más complejo de la propia realidad electoral y política del país.
Llama la atención en la tabla el comportamiento de la abstención: 2010 (33,58%), 2015 (28,95%), 2020 (69,40%). Como es evidente, la abstención pego un salto de 40% entre 2015 y 2020. Es un salto nada subestimable.
En términos absolutos pasamos de una abstención de 5.644.129 de personas a 14372628, con un crecimiento de padrón electoral de 1.214.062 personas. Quiere decir esto, que aun restando esa cifra al valor absoluto de la abstención de 2020 tenemos un salto gigantesco de la abstención, es decir que 7514437 de votantes del año 2015 se fueron al territorio de la abstención en 2020. Es allí donde ubico numéricamente el grado de desafección política que incluye muchos segmentos y tipologías, que no son obviamente atribuibles a ningún factor político, sino que pasan a ser una zona de exploración profunda para los analistas políticos.
Quiero señalar también que lo que está rellenado en rojo son las entidades políticas con mayores niveles de abstención (con más de 70 % de abstención).
Cinco de ellas corresponden al corredor electoral principal del país que refiere a 9 estados que concentran un caudal de electores potenciales de 66% del total nacional (Zulia, Miranda, Distrito Capital, Carabobo, Lara, Aragua, Anzoátegui, Bolívar y Táchira). Dos de estos estados son estados fronterizos con Colombia (Zulia y Táchira), uno con Brasil (Bolívar), con un vértice dirigido a un caliente corredor territorial con Colombia por el Oeste, y limitando en el Este con la zona en reclamación frente a la Republica Cooperativa de Guyana. En estos Estados no solo se concentra la mayor población electoral del país, sino que además concentran importantes locaciones económicas, las ciudades con mayor población, además de la centralidad del poder político nacional ubicado en la Gran Capital: Caracas.
No es poca cosa señalar que la desafección política sea en tales territorios una clave estratégica de los resultados electorales del país. No quiero decir con esto que el resto de las entidades políticas no sean importantes, sino enfatizar que 9 entidades concentran el 66 % del padrón electoral y 15 entidades concentran entonces el 34 % del padrón electoral.
Debo decir también que quizás existan pequeñas diferencias con los datos oficiales, que existan algunos errores de los cuales obviamente tengo responsabilidad exclusiva, pero creo que metodológicamente si se trata de hablar de un evento electoral lo primero es la población electoral y su distribución en las entidades políticas del país, ya que el “voto lista regional” permite a su vez comprender un poco el funcionamiento del sistema electoral de asignación de escaños, el método utilizado de asignación, así como entender cualquier cambio de las reglas de juego que se hayan hecho en: 1) el sistema de partidos, 2) en el sistema de elecciones y 3) en el sistema electoral propiamente dicho, que son tres aspectos distintos aunque relacionados.
Conviene decir algo más. Las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2020 en Venezuela estaban programadas constitucionalmente dado el término de vencimiento del periodo parlamentario iniciado el 5 de enero de 2016. De modo que había que realizar elecciones, para no generar mayor incertidumbre política, sobremanera frente a actores internacionales que tienen una concepción de conveniencia ante las normas constitucionales del país, que las exigen para unos casos, pero para otros casos las desconocen o las tratan como plastilina. Me refiero en particular al artículo 233 constitucional que tanto avalaron actores internacionales en su flagrante transgresión, con una grave inconsecuencia política y Constitucional, generando apoyos a “estatutos de transición” y a “gobiernos interinos” inexistentes en nuestro ordenamiento constitucional.
El contexto de base de tales elecciones parlamentarias es la profunda crisis socioeconómica que experimenta el país con una contracción acumulada del PIB año 2013 al año 2020 de -81,2%, unos niveles de pobreza total por ingresos de 92%, una pobreza extrema medida por ingresos de 79,3%, una HIPERINFLACIÓN (37 meses consecutivos), un desempleo encubiertoque roza el 50 %, y una dolarización de facto desordenada.
Adicionalmente al mal desempeño económico 2013-2015, tenemos una crisis agravada por un cuadro de sanciones internacionales que afectan el comercio, el financiamiento y la inversión que pasaron de ser blandas con el gobierno de Obama a ser completamente destructivas y lesivas con la administración Trump.
Sobre este tópico hay un importante debate en curso que no puede eludirse con fanatismos ideológicos ni con estereotipos convenientes a diferentes líneas de propaganda. Más allá de la propaganda y sus ficciones narrativas a conveniencia, está el análisis a fondo de los determinantes de la crisis y del impasse político, del cuadro de estancamiento destructivo y de guerra política de desgaste entre fuerzas políticas y sociales, tanto en el plano nacional como en el plano internacional.
Todas las líneas de propaganda repiten la letanía de la necesidad del diálogo y la negociación, pero a la vez todas operan con calculo de ventaja política y estrategia de poder. No hay que ser ingenuos. Hay una “guerra política” en curso y la regularización de una competencia política democrática pasa por soluciones constitucionales, soberanas, democráticas, pacíficas y electorales.
Erosionar las salidas pacíficas y democráticas, es abonar a escenarios violentos y de imposición mediante el uso de la fuerza directa. Allí hay una bifurcación de trayectorias políticas e institucionales. En una “guerra política de desgaste” obtiene ventaja el que pierde menos en cada batalla o combate. Hasta ahora predominala hipocresía y el uso de dobles raseros para caracterizar la situación.
Ahora bien, entremos al grano. Néstor Francia hace alusión a cosas dichas y escuchadas no solo por Diosdado Cabello, sino a otros voceros del alto gobierno que refieren al “voto bajo fórmula de coacción”. No es sólo una anécdota. Es una variable que irrumpe justamente en un cuadro de desafección política, de apatía, de perdida de entusiasmo, de desconexión emocional, cognitiva y conativa con la acción de gobierno.
Mientras Francia coloca el primer punch en la dialéctica de “votar para comer o de comer para votar”; donde se anudan las condiciones materiales de existencia social en su relación con modalidades más abiertas de coacción clientelar del voto, Borón comienza con una conclusión acerca de los resultados: “Se ratifica plenamente el carácter mayoritario del chavismo, pero aparece un conjunto de fuerzas políticas que, en su heterogeneidad, serán un desafío importante para el gobierno del presidente Maduro.”
Sobre tal “carácter mayoritario” siempre es posible hacer relativizaciones. Sin embargo, aquí echaremos agua fría. Números y evolución histórica, para no hacer apologías ni triunfalismos. Borón lee la superficie de los resultados: “El chavismo obtuvo el 68.4 % de los votos; la Alianza Democrática que reúne los restos de los viejos partidos de la IVª República, sobre todo Acción Democrática y el COPEI, se alzaron con el 17.5 %, la Alianza Venezuela Unida cosechó 4.1 %; el PCV un 2.7 % y un conjunto variopinto de otras fuerzas políticas un 6.5%.”
Si contrastamos los resultados con relación al padrón electoral, esa ratificación de la mayoría del país comienza ser altamente preocupante. El Gran Polo Patriótico paso de representar el 31,8% del padrón electoral en la elección parlamentaria del año 2010, con Chávez aún vivo, a representar el 20,86% del padrón electoral nacional. se trata de una variación de 11,1% del padrón lo que equivale nada mas y nada menos que una disminución de 2.298.556 personas. Es decir, una merma significativa. Ahora bien, el asunto se complica cuando ya no se analiza solo al GPP, sino que se analiza al PSUV, que baja de 29,29% del padrón electoral a 18,86% del padrón electoral del país. No es lo mismo leer 68,4% de los votos que leer 20,86% del padrón electoral. En una lectura hacemos abstracción de la desafección política y de la abstención. En la otra, damos cuenta de cómo hay un desgaste, y el GPP pasa de ser mayoría a ser la primera minoría relativa. Victoria sin duda, pero con un desgaste que debe analizarse a fondo.
Lo que Borón no analiza por ahora, dado el carácter provisional de su análisis, lo resumiremos en el siguiente cuadro:
2010 | ||||
REP | GPP | PSUV | GPP-PSUV | |
ABSOLUTOS | 17458473 | 5563984 | 5112741 | 451243 |
RELATIVOS | 100 | 31,87 | 29,29 | 2,58 |
2015 | ||||
REP | GPP | PSUV | GPP-PSUV | |
ABSOLUTOS | 19496359 | 5624515 | 5203847 | 420668 |
RELATIVOS | 100 | 28,85 | 26,69 | 2,16 |
2020 | ||||
REP | GPP | PSUV | GPP-PSUV | |
ABSOLUTOS | 20710421 | 4319422 | 3906243 | 413179 |
RELATIVOS | 100 | 20,86 | 18,86 | 2,00 |
Si no fuera por el anómalo comportamiento de los partidos aliados aglutinados en el GPP, que en medio de una gigantesca abstención (69%) apenas reducen su votación en 0,58% con relación al 2010, la caída del PSUV sería aún más visible. La disminución fue del partido de gobierno, no de sus aliados agregados. Eso también da para lecturas.
Néstor Francia lo dice con su estilo singular:
“Según el segundo boletín emitido por el CNE, tras el cómputo del 98.63 de las actas, la participación electoral fue del 30.50%. En general, este espinoso asunto está siendo esquivado por la dirigencia del PSUV, adoptando la legendaria táctica del avestruz de esconder la cabeza en la tierra o la de los niños de cerrar los ojos creyendo que así se hacen invisibles. Siendo justos, acoto que el propagandista Rodríguez sí habló someramente del porcentaje y lo llevó a 32 % (ir más allá en el malabarismo con la cifra hubiese sido demasiado descarado). Por supuesto, Rodríguez tenía derecho a redondear la cifra, yo pensaba que era lógico que hablara de un porcentaje de 31. Yo, por ejemplo, la redondeo hacia abajo pues creo que debe ser cuando mucho el 30%. Pero esto sigue siendo anécdota. Lo cierto es que, a pesar de la campaña desplegada, de los discursos y arengas, de las alucinaciones históricas (Maduro Guerra afirmó que eran unas elecciones “históricas”, cuando es seguro que dentro de 50 años la gente las recordará menos que el eructo de Acosta Carles), multitud de venezolanos se abstuvo de responder a los llamados a votar, que el mismo 6 de diciembre llegaron a lucir algo desesperados. 7 de cada diez electores se quedaron en sus casas y no por la cuarentena. Y solo el 20% del padrón se pronunció a favor del PSUV.”
Debemos corregir a Néstor Francia. Por el PSUV 18,86%, por el GPP+PSUV 20,86%. Sin ese 2%, y Francia lo sabe como comunicador que es, no había maniobra discursiva para flanquear una votación menor al 20% del padrón electoral. Por los factores del GPP llegó a 20%, sin contar que allí ya no estaba el PCV ni la llamada APR que reportó en relación al padrón electoral un 0,82%.
También el mensaje va para los pequeños partidos con ínfulas de ser grandes. Ese 2,7% de la participación electoral del PCV es 0,82% del padrón electoral nacional. Igualmente, esa oposición que sumaba entre partidos intervenidos y miembros activos de la llamada Mesa Nacional de Diálogo obtuvo un 21% de los votos, pero eso representa un 8,7% del padrón electoral. Es decir que todo el universo de quienes participaron gira alrededor de 30%.
Hay que decir que Atilio Borón lo dice por la calle del medio, pero con mucha diplomacia:
“Los planes de la derecha subversiva y el imperialismo han sido derrotados, en una batalla pírrica.”
Néstor Francia lo dice con otro tipo de picardía:
“El propagandista Jorge Rodríguez declaró: “Ha sido una gigantesca victoria de las fuerzas de la revolución venezolana, fue una gigantesca victoria de Nicolás Maduro”. Bien, para mi gusto la única “gigantesca victoria” que hubo el fin de semana fue la de Yulimar Rojas, electa mejor atleta femenina mundial del año 2020.”
Atilio Borón conoce todas las consecuencias que encierra una apreciación profunda de la situación para el Gobierno dice:
“No sería arriesgado asegurar que con una nueva Asamblea Nacional deberán venir tiempos mejores. O, deberían venir tiempos mejores. Ante este nuevo panorama político-institucional se requerirá del gobierno y el PSUV actuar con mucha inteligencia, firmeza y prudencia. Lo que sabiamente recomendaba Maquiavelo: actuar con la astucia del zorro y, de ser necesaria, la fuerza del león.”
Borón sabe lo que está señalando Néstor Francia manejando el universo de las frías cifras y dice:
“…es innegable que se produjo una significativa baja en la tasa de participación electoral, llegando según las últimas informaciones al 32 %. No es la más baja de la historia electoral de Venezuela, pero sí la segunda más baja.”
Lo que ocurre es que aquella primera más baja tenía otras condiciones objetivas y de conducción política. Esta segunda llega en un momento crucial y delicado, dónde la “fuerza del León” aplicada a sus anchas puede desembocar en terribles consecuencias. El León puede rugir, pero está cerca de una emboscada de una fortaleza asediada. La guerra de desgaste puede desembocar en cualquier momento en una cascada de eventos decisivos si no hay la astucia del zorro. ¿Puede darle de comer al pueblo la astucia del zorro o lo dejará a merced de las hienas y otros depredadores del universo social-darwinista de la hiperinflación y la dolarización descontrolada?
Borón dice una media verdad mitigadora de la verdad radical que no se corresponde a los hechos:
“Debe tenerse en cuenta que en Venezuela el voto no es obligatorio. Esta vez también hubo un llamado a la abstención, pero fue menos efectivo. No es para celebrarlo, porque revela que hay un problema que el gobierno chavista, el PSUV y las fuerzas políticas aliadas deberán encarar y resolver. Y hacerlo cuanto antes.”
Hay un problema que el gobierno chavista debe encarar y hacerlo cuanto antes. La mitigación diplomática inicial llega al meollo de la situación de urgencia: “Y hacerlo cuanto antes”. Atilio Borón intenta apelar a una diversidad de factores para analizar la merma del dispositivo de movilización chavista:
“es preciso indagar sobre las probables causas de este descenso en la voluntad participativa del electorado. Entre los factores que incidieron negativamente para que éste no acudiese masivamente a las urnas se cuentan sin duda los efectos de la pandemia…Esto, por supuesto, no quita la necesidad de revisar los dispositivos de movilización popular que siempre fueron tan importantes en el chavismo y que dan la impresión de estar necesitados de una urgente puesta a punto.”
De nuevo aparece la palabra “urgente”. Néstor Francia allí apela a citar a un amigo:
“El Constituyente Fernando Rivero me hizo llegar un artículo suyo vía WhatsApp (“Una lectura de las parlamentarias 2020”), en el que, tras ponderar positivamente el resultado, asoma una opinión interesante: “La abstención refleja un profundo descontento, el divorcio creciente de la gente frente a la política, un abismo entre la comunicación política y los problemas de la gente”.”
Tomo nota en el contrapunteo: “Abismo entre la comunicación política y los problemas de la gente”. Pero Néstor Francia advierte algo que no aparece en el texto de Borón:
“Veré, pues, poéticamente (matemáticamente) el resultado electoral del 6D.Antes comenzaré señalando la ventaja abrumadora que tuvo el PSUV en estas elecciones. Fueron unas elecciones arregladas (no hablo de fraude, hablo de la habilidad política con la que se fue montando el tinglado para que el evento electoral no fuese en absoluto competitivo: el resultado estaba previsto). Para ello, el partido de Gobierno movió con maña todo su poder: maniobras para fomentar y alcanzar la fragmentación absoluta de las fuerzas opositoras participantes, politización de la justicia con el TSJ actuando de árbitro parcializado de disputas partidistas, usurpando así los derechos de la militancia, campaña electoral abrumadora, dispendiosa y ventajista, uso abusivo y unidireccional de los medios del Estado y otras acciones más típicamente adecas: reparto de mortadelas en carretillas, proliferación de bonos millonarios, ofertas de pan y trabajo. Pero está bien, político sin maña no merece el poder. Allá los perdedores que se prestaron a la partida, algunos por oportunismo, otros por el acceso a prebendas, los menos por convicción.”
No se si todo lo referido por Francia define la astucia del zorro, eso de “político sin maña no merece el poder”, pero también apunta a la desinstitucionalización del Estado venezolano, incluso diría que sin querer queriendo naturaliza un Estado de anomía institucional. Creo que mucho de la desafección por la política y los políticos tiene mucho que ver con todas esas mañas, muchas de las cuales son francas violaciones a la Constitución. No hay que naturalizar el delito, diría quien habla, ni las ofertas de pan y trabajo con formulas de voto coaccionado. ¿Tanto remar para llegar a las tropelías del PRI mexicano?
Néstor Francia afirma: “Lo cierto es que la base de apoyo popular del gobierno venezolano se estrecha cada vez más, eso ya lo he demostrado antes con el auxilio de las matemáticas, quien tenga ojos que vea. Por ese camino, va a llegar un momento en que tendrá dificultades para mantenerse en pie sobre el ladrillito que lo sostiene.”
Crep que en eso del ladrillo estamos ya hace tiempo. Lo diré en clave de tono peor. Ese ladrillo popular que sostiene un pie del gobierno, porque el otro que lo sostiene en la FANB, ese ladrillo de la base social y político-electoral está lleno de fisuras, se viene debilitando.
Mucho se habla de los dispositivos de movilización popular del chavismo. La pandemia claro que ha afectado. Seguir colocando el peso en la campaña mediática, nacional e internacional, que desalentó la concurrencia electoral es otra media verdad. Atilio Borón dice que tal campaña“descalificó a la elección como un siniestro fraude urdido por el oficialismo.” Bueno, ya leímos a Néstor Francia citando algunas mañas y delitos que no parecen ser parte de una campaña, sino que son hechos reales, y que solo un pensamiento de túnel puede obviar sin intenciones o con ellas.
Seguir repitiendo que “Esas prédicas, apoyadas en un formidable aparato propagandístico, lamentablemente debilitaron la conciencia ciudadana en algunos sectores de la población.” Borón no advierte la formidable maquinaria propagandística del Gobierno: solo los adversarios hacen guerra psicológica. Habla de “conciencia ciudadana” como si la gente se chupara el dedo del ejercicio arbitrario del poder desde el gobierno, que no parece nada maquiavélico sino la fórmula despótica señalada por Montesquieu.
El problema más grave de esas medias verdades es que buscan montar una épica donde no la hay. También el gobierno desalentó la participación porque manejaba números y conocía la existencia de un umbral en el cual la participación se podía convertir en voto castigo. Manejo allí la tesis de la participación segmentada y controlada. Contar sólo con la tarea de movilizar a su base social de apoyo duro. Juagar solo con los “leales”, con el voto duro. Listas rodaron.
Fijémonos en lo que narra Néstor Francia: “En cuanto a la campaña del PSUV, en un par de encuentros privados dejé sentada mi opinión de que la misma era comunicacionalmente impecable, según el interés de ese partido: obtener mayoría parlamentaria. Para ello se concentró en mensajes repetitivos (lo cual es publicitariamente correcto), apelando a los artilugios propios de toda campaña electoral en las democracias liberales: jingles banales pero pegajosos, frases de oportunidad, promesas de “cambio” y soluciones, gráfica colorida y atractiva. Y, sobre todo, con el público objetivo bien claro: el voto duro, militante del PSUV, el único con el que podían contar, pero igualmente el que podía garantizarles alcanzar clara mayoría con el sufragio de solo el 20% de los electores empadronados. Lo lograron, ganaron, hay que decirlo.”
Otro elemento adicional para referirse de nuevo a la desafección política. Aquí encuentro una severa contradicción en el argumento de Néstor Francia. Su amigo le dijo con claridad: “La abstención refleja un profundo descontento, el divorcio creciente de la gente frente a la política, un abismo entre la comunicación política y los problemas de la gente”.”
Sin embargo, la comunicación política de campaña hizo que el abismo creciera, que solo se convenciera a los convencidos, que se trataba de alcanzar la mayoría de escaños sin importar mucho el cómo.
El asunto mas grave de la desafección a la política y a los políticos es perder la confianza y la credibilidad. Una cosa es perder momentáneamente el entusiasmo, otra cosa es perder la fe. Porque atribuir confianza es algo que va mucho mas allá de la comunicación persuasiva o de la argumentación ética del discurso en los juegos de verdad de la ciencia. Cuando un pueblo pierde la confianza en una clase política entera aparecen los lemas de “Que se vayan todos” en el mejor de los casos, o ¿Para qué voy a ir a votar si eso no cambia nada? La desafección política es un tema serio, muy serio, sobre todo si se pretende hacer un enfrentamiento directo contra “el bloqueo impuesto por Estados Unidos a Venezuela, como también a Cuba desde hace sesenta años, y que creó innumerables dificultades de todo tipo: escasez de alimentos y medicamentos, de suministros esenciales como la gasolina para los automóviles, problemas en el transporte público, falta de repuestos para la industria petrolera y el metro de Caracas, especulación cambiaria, deterioro salarial, devaluación del Bolívar.”
Cuando se habla del “verdadero crimen político perpetrado por la Asamblea Nacional controlada por la oposición antichavista… de lograr el derrocamiento del presidente sin dictar ni una sola ley que podría haber aliviado la situación de la población afectada por el bloqueo.”lo que uno espera de un bloque popular es una altísima movilización popular, como ocurría en vida de Fidel encabezando multitudes por las calles de La Habana. Sin embargo, nada de eso.
La “afrenta al sentimiento nacional venezolano, esta conducta antipatriótica, anti bolivariana” no está generando reacciones ni respuestas de movilización masiva. Lo que predomina son las estrategias de sobrevivencia material. Borón no aterriza en estas determinaciones focalizado como esta en el rol fundamental a su juicio del “sicariato mediático”. Frente a la propaganda, contrapropaganda: “somos un número creciente los que estamos librando batalla contra la tiranía mediática. No cejarán en su empeño, y nosotros menos todavía.”
Es falso concluir que las personas que participaron en el proceso electoral “ejercieron su derecho al sufragio de forma universal, libre, informada, secreta, sin coacción alguna y en condiciones de igualdad”. Eso solo lo creen quienes inventan una narrativa de ficción.
El contrapunteo imaginario entre Atilio Borón y Néstor Francia deja constancia de del poderoso papel del desengaño y del autoengaño.
El gobierno no puede ocultar con el dedo del número de escaños del parlamento, el sol de la desafección política y todo el marco de arbitrariedades que configuraron una elección hecha a la medida de la primera minoría política el PSUV.
Llegamos al llegadero. El GPP controla totalmente el poder institucional del Estado, pero no controla los resortes que controlan los factores reales de poder. la guerra de desgaste parece continuar con nuevos ropajes y escenarios.
Mientras a las estrategias de sobrevivencia y a la desafección política del pueblo parece no quedarle otra opción que mirar las maniobras de la política por el agujero de la cerradura, acumulando un estado de animo con la terrible combinación de tristeza, rabia y desesperación.
Se ha agotado el triunfalismo de la jaula de oro y cristal, se han agotado las fórmulas de engaño y autoengaño. Hay una crisis de hegemonía.
¿Se habrán dado cuenta?
Notas
[i]https://www.aporrea.org/ideologia/a298041.html
[ii]https://www.aporrea.org/venezuelaexterior/a298169.html