Consulta popular en Ecuador: afirmación de la alternativa ciudadana
Un punto de inflexión
Magdalena León T.
El resultado de la Consulta Popular realizada en Ecuador el domingo 16 de noviembre fue adverso a las intenciones del gobierno, que buscaba un aval para ratificar su apertura a la instalación de bases militares extranjeras, y la convocatoria a Asamblea Constituyente que elimine la Constitución del Buen Vivir vigente desde 2008.
El NO se impuso por más del 60% y en la absoluta mayoría del territorio (16 de las 17 provincias). Usando el conocido recurso de mezclar temas antipopulares con impopulares para inducir una común respuesta, las otras dos preguntas planteaban la eliminación del financiamiento público de los partidos políticos y la disminución del
número de asambleístas en el Legislativo. Todas fueron rechazadas, expresando el descontento ciudadano por la crítica situación del país y su adhesión a un marco constitucional que enfatiza en los derechos, la justicia y la soberanía.
En términos electorales, supone una inflexión tras los dos consecutivos resultados favorables a Noboa en segunda vuelta, en las elecciones de agosto de 2023 y abril de 2025 (si bien en estas con visos fraude), precedidos de dos gobiernos que enarbolaron el retorno al neoliberalismo y la destrucción de los avances de la década progresista
(2007-2017).
También en términos de la dinámica de oposición política se evidencia una inflexión. En estos años la oposición firme, constante, por varias vías y en las condiciones adversas de una persecución intensa, ha sido ejercida por el Movimiento Revolución Ciudadana -que sostiene su calidad de primera fuerza político electoral- y sus entornos. De su lado, el movimiento indígena, impulsado por sus bases, ha estado en el centro de grandes levantamientos populares en 2019 y 2022.
En una coyuntura marcada por inéditos niveles de saqueo oligárquico, autoritarismo, patrimonialismo y guerra contra el pueblo, ha sido ya inevitable el giro hacia la oposición de sectores cuyo anti correísmo ciego les mantuvo como aliados, con diversos matices de visibilidad, de los gobiernos de Lenin Moreno (2017-2021), Guillermo Lasso (2021-2023 ) y Daniel Noboa (2023 – 2025).
Otra inflexión se registra a nivel de la ciudadanía, al dar un paso para encarar el miedo provocado por las violencias delincuencial y oficial, por las políticas de inseguridad militarizada, por la incertidumbre y el deterioro de las condiciones de vida que generan sucesivos paquetes de ajuste económico.
Así, la campaña ciudadana desplegada por el NO reflejó una conciencia que no es nueva junto con una indignación más reciente. Se recuperó la calidad de ciudadanía con derechos escapando al oprobioso destino de electorado (auto) engañado.
Se denunció la falacia sistemática que caracteriza la gestión de gobierno, las afectaciones críticas en salud y educación públicas, la escalada de la violencia gubernamental contra el pueblo con el pretexto del ‘narcoterrorismo’, cuya manifestación reciente fue el despliegue de guerra contra zonas indígenas que sostuvieron un paro nacional en octubre. Se alertó sobre la inminente privatización de sectores estratégicos y el desmantelamiento de derechos laborales, sociales, de la naturaleza.

No es de esperarse una inflexión en el rumbo del gobierno. Como es bien sabido, la oligarquía no se detiene en medios para obtener sus fines, más aún cuando en estos años se ha sometido al país a los intereses económicos y geoestratégicos del Norte, al punto que prevalece una suerte de cogobierno con Estados Unidos.
La Constitución que en 2008 fue aprobada con el 64% de votos tras un proceso de amplia participación democrática, se refrendó hoy llegando en unos casos a recibir un 73% de apoyo. La vocación de paz y soberanía en ella contenida se confirmó también con hasta el 74% de votos que rechazaron la instalación de bases militares extranjeras.
Se afirma así el apoyo a un proyecto de país más necesario que nunca. Para que esta inflexión lleve a un nuevo escenario, es preciso fortalecer actores y dinámicas que potencien la fuerza de oposición. No caben ejercicios de ‘unidad’ confusos y atravesados por intereses de pequeños grupos o personas, que terminan por desgastar y debilitar. El Movimiento Revolución Ciudadana se apresta a realizar, en enero, una Convención, donde se espera que fortalezca sus estructuras, recoja la experiencia de estos años y proyecte líneas de acción para sus instancias más próximas y para el amplio entorno de apoyo de colectivos y ciudadanía.
El campo del movimiento indígena, una de cuyas expresiones es la Conaie, transita también por momentos de redefiniciones, por la necesidad de superar niveles de instrumentalización o franco sometimiento de sus dirigencias a las maniobras oligárquicas. Otros sectores que recién asumen posturas de oposición, deberán también afirmar esas posiciones, desarrollar líneas de aporte y redimensionar sus alcances, pues se observan aspiraciones de protagonismo y control de procesos desde fuerzas reales muy limitadas.
El mayor capital político que tiene el pueblo ecuatoriano está en su Constitución, en la experiencia de su aplicación inicial y en la existencia de organizaciones que pueden sostener ese proyecto. La afirmación de ciudadanía es hoy clave para defender derechos e institucionalidad democrática, para ir hacia una nueva transición post
neoliberal, para recuperar un horizonte de bien común y Buen Vivir. No se trata de imaginar una agenda de transformación, sino de afirmar una que ya se ha construido como resultado de un largo trayecto histórico y encontrar nuevos cauces para hacerla viable.
*Economista e investigadora ecuatoriana especializada en economía feminista, solidaria y «buen vivir», como paradigma alternativo al desarrollo y sus implicaciones económicas. Es coordinadora de la Res de Mujeres Transformando la Economía (REMTE) y es miembro del grupo de trabajo “Feminismo y Cambio en América Latina y El Caribe” y de «Feminismos, Resistencias y Emancipación» de CLACSO.