Construyendo un nuevo paradigma en Comunicación Popular

ALEJANDRO ROTTA | Aram Aharonian, periodista, fundador de Telesur, escritor, capacitador y por sobre todas las cosas, comunicador popular, estuvo en Mendoza dictando talleres sobre redacción periodística para proyectos televisivos. Diálogo que refleja su pensamiento.

Alejandro Rotta – AGEMEP

Encontrarse en una mesa de café con un personaje como Aram Aharonian, puede ser una fuente inagotable de anécdotas, conceptos, definiciones de política y periodismo y muchas cosas más. Esto hace que la pretensión de una entrevista tradicional caiga a pedazos, y el encuentro se prolongue durante más de dos horas, en las que el grabador pasa a un segundo plano.

El hombre trae tras de sí, una historia interesante. Nació en Montevideo, Uruguay, y luego de estudiar Leyes comenzó a trabajar en periodismo en 1964.

En el 73 se radicó en Argentina donde trabajó en las corresponsalías de los diarios Excelsior de México y Corriere de la Sera de Milán, coordinó el diario Noticias, clausurado por la triple A, fue editor y jefe de redacción del diario La Voz, se desempeñó como corresponsal de la agencia Latinoamericana de noticias Prensa Latina, fundada en 1959 en Cuba, tras el triunfo de la revolución. Fue compañero de Rodolfo Walsh, (lo recuerda como “brillante, difícil para discutir, adusto, un tipo que trabajaba 25 horas por día y que no dejaba nunca la militancia”), y de Paco Urondo, (de él recuerda que era un militante fervoroso, que tenía un humor increíble, pero dispuesto a jugarse hasta el final”). En 1986 se radicó en Venezuela, donde elaboró el proyecto de Telesur, en el que participó como vicepresidente hasta diciembre de 2007.

Actualmente es docente e investigador en comunicación social, e impulsa los Talleres de Comunicación Popular que la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) realiza en todo el país.

La charla va y viene por varios temas, pero siempre de fondo está la Comunicación Popular.

“Para hacer comunicación popular no hace falta demostrar que sos pobre. Hay que dejar el concepto de alternativo como marginal. Nuestros medios tienen que poder llegar con el mensaje a las grandes mayorías; si no, nos quedamos en pequeños nichos y morimos en pequeños nichos con nuestro mensaje que no le llega a nadie. Sería una endogamia: hablamos con nosotros mismos”.

Y continúa analizando las posibilidades. “Esa masividad se puede lograr de dos formas, teniendo un medio masivo o teniendo una red de medios alternativos, independientes, populares, comunitarios o como le quieran llamar. La alternatividad está en un mensaje contra hegemónico, no podés ser alternativo sino tenés un mensaje diferente, sino sabés que mensaje querés mandar y sobre todo su vos creés que los formatos que están usando son los que vos tenés que utilizar. Hay que combatir el mensaje hegemónico que nos llega por las repetidoras locales de las corporaciones transnacionales; medios que están cartelizados atrás del pensamiento único, del mensaje único, de la imagen única. Entonces, lo que tenemos que hacer es democratizar la palabra y la imagen y crear medios alternativos a ese mensaje hegemónico. Sino hacemos eso, seguimos copiando al enemigo”.

Esta afirmación da paso a la pregunta obligada acerca de su relación con Telesur. “Allí no se siguió el modelo original del proyecto. Creo que nos cuesta mucho dejar de copiar los modelos que vienen de afuera, nos cuesta mucho hacer una agenda informativa propia, nos cuesta mucho vernos con nuestros propios ojos y darle voz e imagen a todos aquellos que por más de 500 años no tuvieron imagen ni voz en el continente. En otras palabras, ¿para que hacés Telesur si terminás copiando a CNN?. No puede ser un canal reactivo a lo que dicen los otros, sino que tiene que mostrar todo eso que no muestran los otros; o sea, la realidad de América Latina, sus movimientos sociales, su cultura, su memoria. Falla porque copia los modelos, las formas, los formatos, lo que significa que sigue con la dependencia colonial o con el coloniaje cultural”.

“Entonces, si querés, te das cuenta que se puede. Pero tenés que hacer cosas distintas al enemigo, si vos hacés lo mismo, pero en lugar de decir blanco decís negro, no pasa nada. Perdés la alternatividad. Copiar o hacer consignas todo el día, es peligroso, porque podés terminar trabajando para los convencidos”.

Claro, vehemente, su palabra no parece tener fisuras. Es un convencido de la construcción colectiva del mensaje. Para él, el desafío más grande es trabajar en cambios en los paradigmas comunicacionales. Hay que repensar el modelo, tomando como base la participación activa del pueblo.

“El día que Néstor Kirchner decidió bajar los cuadros del colegio militar, comenzó la etapa de la construcción política en la Argentina, pero hay mucha gente que no se dio cuenta y siguió con el mismo discurso que antes. Ahora hay que aprovechar esa posibilidad de construir una nueva comunicación, una nueva sociedad, una nueva democracia, y construirla no sólo en la práctica sino también en la teoría. Hay que hacer una nueva teoría que tenga que ver son las prácticas reales, adecuada al nuevo país que hay, a este nuevo enfoque de América Latina, y donde no sigan hablando los jerarcas, sino que hable la gente. Hay que darle la palabra a la gente y no tener miedo de eso. Si vos estás seguro de tu discurso, aceptá el debate y deja que el televidente decida. Hay que apelar al raciocinio del pueblo y no sólo a los sentimientos, que nos puede llevar a dar golpes bajos permanentes”.

“No es tarea fácil, porque desde muchos sectores hay resistencia a todo lo que sea construcción, para muchos es más fácil la etapa de la resistencia, la denunciología, la autoflagelación del “qué mal estamos”, pero tenemos muchos problemas en construir, en pensar hacia adelante, en pensar en cosas nuestras; en crear y errar también, pero hasta ahora erramos siempre y nunca creamos nada”.

A la hora de evaluar con que recursos se cuenta para esta nueva construcción de la que habla, Aharonian es claro.

Para él, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es “uno de los logros más grandes del campo popular en los últimos años. Es una ley de la democracia y para democratizar, que permite el crecimiento de lo que es el campo popular en lo que se refiere a lo mediático. Pero ahora viene la etapa de la construcción que es la más difícil”.

Y volvemos a retomar el tema de la construcción de nuevos paradigmas. “Para eso se necesita convicción y proyectos. El problema es que nosotros siempre hemos puesto la plata por delante y generalmente el problema mayor es que no tenemos ideas.

“Yo llevo 40 años peleándome con el Estado y es la primera vez que el Estado me permite decir lo mismo que nunca me permitió decir antes. Acá no se trata de decir cómo poner una antena. Lo sustantivo es entender para qué, por qué, para quién queremos una emisora. Hay que construir un discurso, una nueva comunicación popular”.

Para Aram Aharonian, este cambio debe venir acompañado de un fuerte compromiso de capacitación en todos los sectores. Hoy, los procesos comunicativos populares pueden darse desde la escuela primaria, pero para eso hay que trabajar mucho. “Las maestras de las escuelas no ponen la radio porque tienen miedo que los chicos hablen con faltas de ortografía. Además, eso hace que haya que formarse y prepararse en los nuevos formatos, y todavía estamos en un proceso de capacitación”.

Queda mucho por construir, queda mucho trabajo por delante. Para Aram el proceso actual no tiene que retroceder. Estamos recuperando la palabra. Estamos dando la voz a los que durante mucho tiempo no la tuvieron. Pero tenemos que estar atentos. Tenemos que cuidar de no reproducir modelos, sino de trabajar en la conformación de nuestro propio paradigma. Quizá el camino sea largo, pero al menos sabemos que estamos caminando.