Consenso de Nuestra América busca ser un programa de lucha para la izquierda latinoamericana
Partidos integrantes del Foro de San Pablo presentaron el Consenso de Nuestra América, un documento llamado a convertirse en el programa de lucha detrás del cual se unan todos los movimientos de la izquierda Latinoamérica “para enfrentar la contraofensiva del neoliberalismo en la región”.
La importancia de esta presentación es que se trata de un documento abierto, sujeto a debate, y que la militancia o el hombre de a pie podrán participar en la discusión de los puntos fundamentales para mejorar y profundizar esos lineamientos con las problemáticas locales que se vayan incorporando.
El documento inicial fue adoptado en Nicaragua a principios de año por el Foro de Sao Paulo. Se trata de un trabajo elaborado por alrededor de 40 delegados de partidos políticos y movimientos de izquierda de una decena de países de la región que dieron cauce a una plataforma programática de 24 páginas que, como se dijo, está sujeta a modificaciones y agregados en base a los debates que se den en cada uno de los distritos implicados.
Según se dijo en el encuentro por los presentadores del documento, Mariano Ciafardini, Jorge Kreynes, Jorge Drkos y Alejandro Rusconi “es un texto bastante completo que será complementado en los próximos meses en base al desarrollo político del continente, pero recoge desde la intención manifiesta de promover el debate y la unidad latinoamericana”.
El Consenso de Nuestra América pretende ser un instrumento para la defensa de los gobiernos progresistas frente a las campañas mediáticas y judiciales desestabilizadoras. “Hasta no hace mucho, los gobiernos progresistas (Lula da Silva, Cristina Fernández, Hugo Chávez) avanzaban en una línea que superaba la que marcaban los partidos, pero eso cambió a partir del triunfo de Mauricio Macri y el golpe en Brasil”; dijo Ciafardini.
“La idea es recoger el resultado de los debates para enriquecer un documento que es sustancioso y que busca reemplazar desde la política partidaria precisamente esa carencia de liderazgo en posiciones de poder que hubo en estos años”, completó Rusconi.
Nicaraguaserá sede del nuevo encuentro del Foro de San Pablo, que ya cumplió 26 años, para tratar el documento final. La reunión será en Managua entre el 16 y el 18 de julio próximo, en el marco del aniversario 38 de la Revolución Sandinista.
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El documento
Este documento es el resultado de un trabajo desarrollado a partir de un conjunto de ideas y conceptos con el objetivo de contribuir al desarrollo de los procesos progresistas y revolucionarios en las diversas regiones y países de América Latina y el Caribe. A la fecha es ya un documento colectivo de partidos y organizaciones del subcontinente. El nombre hace referencia a una unidad tanto declarativa, como en torno a un programa y a una práctica política. (…)
Los valores y principios que nos unen
Los países y pueblos que conformamos la América Latina y el Caribe tenemos coincidencias y diferencias, pero nos vemos a nosotros mismos como una comunidad y como una patria grande.
Las similitudes, sobre todo, son el fruto de estructuras socio-económicas y políticas derivadas de una historia común, que en cada época han sufrido y siguen sufriendo el sometimiento de parte de los poderes hegemónicos de turno, sean los colonialismos europeos o el imperialismo estadounidense.
Los valores que la izquierda defiende constituyen nuestros referentes, y así los resumimos:
1- La igualdad, la equidad y la justicia social. Aspiramos a que sea lo mayor posible entre nuestros países, pueblos y las personas bajo el principio de la equidad. La política económica y social debe profundizar en la redistribución justa de la riqueza. Los que tienen más deben contribuir más. El centro de las decisiones de orden económico y social son los seres humanos en su sentido abarcador y colectivo. Las grandes mayorías, especialmente las históricamente discriminadas deben ser las principales destinatarias de estas políticas.
2 – El bien común debe ser nuestra prioridad y por lo tanto la defensa de los bienes comunes. El uso sustentable de los recursos naturales y el cuidado del medio ambiente, debe ser nuestro compromiso como premisa para salvaguardar la supervivencia de la Madre Tierra, el conjunto formado por la especie humana y la naturaleza. En ese sentido, rechazamos enfáticamente la mercantilización de estos recursos.
3 – La democracia y la lucha por la libertad. Estamos en un momento de resistencia, luchando también hacia dentro de nuestras propias fuerzas (autocrítica). Por esta razón, la lucha por retomar la continuidad y el avance de las izquierdas y los gobiernos y proyectos progresistas es a través del compromiso con la democracia, que debe necesariamente profundizar su carácter popular, directo, participativo y comunitario, así como la construcción de identidad nacional nuestroamericana como mecanismo de construcción de hegemonía y poder popular y político. Rechazamos la arbitrariedad en la política y las decisiones autoritarias.
4 – La unidad de nuestras fuerzas y organizaciones y la indisoluble relación con nuestros pueblos, es trascendental para desarrollar y desplegar este Consenso de Nuestra América. Es posible por lo tanto, hacer cambios a pesar de no estar en los gobiernos, esto, si logramos interpretar cuando la gente está en disposición de llevar adelante la lucha, a través de las organizaciones sociales y disputar con la burguesía la economía y la producción, y que estas, estén alineadas a las formas asociativas que garanticen la redistribución equitativa de la riqueza.
5 – La ética, la honradez, la modestia y ser ejemplo individual y colectivo son valores de las organizaciones de izquierda, considerando la necesidad de la movilización de las mismas para la realización de nuestros proyectos. Esto elementos forman parte sustancial de nuestros principios éticos, porque contribuyen a garantizar el necesario clima de confianza social hacia nosotros y hacia la obra que defendemos.
6 – El ejercicio transparente del gobierno y la administración de los bienes públicos y colectivos y el control social de los mismos debe asumirse como una actitud propia de la izquierda. El enfrentamiento sin tregua a la corrupción, como fenómeno inherente al sistema que necesitamos cambiar, resulta esencial y forma parte de nuestra integridad y la ética en nuestros procesos tomar medidas contra los corruptos y mostrar las herramientas de lucha contra la corrupción.
7 – El rechazo a cualquier expresión de fascismo, racismo, xenofobia, discriminación de cualquier origen o naturaleza, así como otras expresiones de exclusión por razones sociales, religiosas, raciales, de género o de preferencia sexual, debe formar parte de la agenda de la izquierda.
8 – La solidaridad, con otras personas y naciones, la complementariedad entre el ser humano y la naturaleza, es la base de la vocación humanista de nuestras posturas en todos los órdenes.
9 – La realización plena del derecho a la Paz es premisa del disfrute de todos los demás derechos humanos y debe ser una prioridad que asuma la izquierda. Rechazamos todas las formas de terrorismo los asesinatos de líderes sociales y políticos y la carrera armamentista, en virtud del sentido ético de nuestra lucha, de nuestra creencia en la paz, en el respeto a la soberanía nacional, a la libertad, a la dignidad humana, y las garantías a una vida digna.
10 – El derecho de cada país a elegir el sistema político y social que sus pueblos democráticamente decidan, debe respetarse. Rechazamos cualquier tipo de intervención que violente la soberanía de nuestros pueblos. Entendiendo como premisa fundamental, que no hay soberanía nacional sin soberanía latinoamericana en todos los aspectos, por tanto se impone profundizar la institucionalización de los mecanismos de integración como la CELAC, UNASUR, ALBA, Petrocaribe etc.
11 – El sentimiento latinoamericanista e internacionalista va de la mano con la vocación de integrarnos en un gran bloque regional, capaz de preservar todo lo alcanzado formalmente desde hace más de 200 años, en un sentido emancipador, liberador, no subordinado. Por tanto, consideramos que el desarrollo de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, constituye un objetivo estratégico, y que su Proclama de América Latina y el Caribe como zona de paz, aprobada en la II Cumbre, de La Habana, en 2014, ofrece el marco político y jurídico para unirnos en nuestra diversidad y defendernos.
12 – El patriotismo y el internacionalismo deben ser intrínsecos a la izquierda. No se puede ser de izquierda si no se siente en lo más hondo cualquier injusticia que se cometa contra cualquier ser humano en cualquier lugar de la tierra, tal y como enseñaba el Che Guevara.
13 – Nuestra lucha es a favor de nuevas formas de vida, contra toda forma de violencia y discriminación étnica y social, y particularmente la violencia cotidiana contra las mujeres y los niños/as.
La realidad que queremos transformar (Diagnóstico)
El imperialismo y las oligarquías constituyen nuestros principales adversarios, condicionantes de nuestros problemas fundamentales y creciente amenaza a los fundamentos de la civilización y la sobrevivencia de la especie humana. Nuestra región se encuentra bajo los efectos de una fuerte y articulada ofensiva imperialista contra los gobiernos progresistas, encaminada a fomentar la desmoralización de nuestras fuerzas y a tratar de recuperar los espacios perdidos y retrotraer la historia a los peores momentos de la implementación del modelo neoliberal, con su secuela de empobrecimiento, sometimiento a las grandes trasnacionales que refuerzan el poder monopólico y agreden la soberanía en su intento por someter a nuestros pueblos e imponernos los valores más retrógrados y conservadores en el terreno político e ideológico.
Encontramos similitudes en nuestros principales problemas estructurales, ya sean de tipo socio económico como políticos, más allá de determinadas coyunturas. La trayectoria de los procesos progresistas y revolucionarios en los recientes 15 años no han sido estériles. De todos modos, la coyuntura actual puede ser identificada como de abierta confrontación entre las fuerzas populares – progresistas y la derecha pro imperialista, de reveses políticos en algunos casos, pero al mismo tiempo de generalización de las luchas de resistencia del movimiento popular. La derecha ha identificado los puntos fuertes y débiles de nuestras propuestas, y aprovecha las crisis sistémicas para descargarlas sobre nuestros pueblos. El adversario ha querido caracterizar este momento histórico como el fin de nuestros procesos. Y ello es completamente falso. Nuestro compromiso apunta a nuevos aprendizajes colectivos en la perspectiva de la reconquista de los procesos transformadores. Es decir, avanzar en el desarrollo y profundización de nuestros procesos de cambio político y social para alcanzar nuevas victorias.
Por ello los movimientos, las organizaciones y los partidos progresistas y de izquierdas debemos recrear nuestros métodos, teorías y prácticas para garantizar el desarrollo de este Consenso de Nuestra América. En este sentido es fundamental la generación masiva de líderes y liderazgos capaces de escuchar y aprender de las experiencias y la sabiduría de nuestros pueblos.
Desde el punto de vista económico:
Ya no hay dudas acerca de que la llamada globalización que en lo económico ha sido de características neoliberales y predominantemente financiera, constituye un período histórico del capitalismo distinto de lo que fuera el primer capitalismo básicamente comercialista que duró hasta el siglo XIX y el capitalismo de casi todo el siglo XX de características industrialistas..
El esquema imperialista en que se desarrolló y se desarrolla la economía global está montado básicamente sobre una gran ficción financiera que en forma de burbuja ha alimentado la emisión crediticia y monetaria de las más diversas y complejas maneras, constituyéndose en un sistema muy frágil que empezó a resquebrajarse entre 2007 y 2012, y todo indica que seguirá profundizando su caída.
Hay pactos que se están rompiendo dentro de las sociedades, como ser: el del trabajo y el de la seguridad. Esa ruptura en el mundo del trabajo ocasiona desempleo masivo, inseguridad ciudadana y destruye los sistemas de seguridad social. El fin del estado de bienestar en el mundo desarrollado, es uno de los aspectos centrales de las políticas llevadas adelante luego de la crisis del 2008 y también en aquellos gobiernos de restauración de la derecha en América Latina. Los gobiernos progresistas y de izquierda han logrado instalar la restitución de derechos humanos que el neoliberalismo ha destruido.
1 – El sistema capitalista y su historia de conquista, colonialismo y neo colonialismo son la causa del subdesarrollo que caracteriza a nuestras economías, a nuestras sociedades y a la conciencia social de los individuos. La reproducción del atraso secular y la dependencia de los centros de poder extra regionales, constituyen el principal obstáculo para alcanzar la plena independencia y el progreso de nuestras naciones.
2 – La manera subordinada en que nos hemos insertado en la globalización, plantea graves obstáculos a la modernización y expansión de nuestro sistema productivo, especialmente industrial, incrementando la condición de meros exportadores de materias primas de escaso o ningún valor agregado.
3 – En efecto, la especulación financiera, como signo predominante de la economía mundial, impacta cíclicamente en los precios de esas exportaciones, generando períodos de prosperidad efímera, dada las limitaciones estructurales existentes. Por lo tanto, debemos afirmar que nos enfrentamos a las intenciones de control del capital financiero internacional, tipificado como la moderna expresión de una tiranía a escala mundial, omnipresente y desregulada.
4 – La escasa disposición de sucesivos gobiernos latinoamericanos a invertir en el desarrollo científico, los obstáculos y restricciones en el acceso al crédito productivo, el injusto control por las trasnacionales de la propiedad intelectual así como el llamado robo de cerebros entre otros factores, han dificultado la capacidad de avanzar con autonomía, contribuyendo a los actuales grados de dependencia. La contradicción entre los proyectos extensivos con fines de lucro que lleva a cabo el gran capital, en la agroindustria principalmente, y la autosuficiencia y soberanía alimentaria solo podrá ser resuelta en tanto nuestras acciones avancen en resolver la necesidad de cerrar distancias entre el campo y ciudad, entre clases sociales, en el equilibrio de derechos, a partir de la distribución social. Al respecto, debemos considerar la existencia de asimetrías económicas y sociales entre nuestros países, en algunos de los cuales existen grupos oligárquicos nacionales más grandes que las trasnacionales. Por lo anterior, se requiere de un modelo educativo para la innovación tecnológica acelerada.
5 – El dominio de las grandes trasnacionales, que actúan sobre nuestras economías con poco o ningún control estatal, influyen en la depredación de nuestras sociedades y del medio ambiente, por solo citar dos efectos negativos que urge modificar, provocan la destrucción de la fuerza de trabajo y de la naturaleza.
6 – El flagelo de la deuda externa, impagable e incobrable, lejos de haber sido superado se mantiene incidiendo en nuestras economías, funcionando como una de las principales herramientas de dominación imperialista. Esta última recurre a formas extremas de especulación y chantaje financiero judicializado, como la actuación de los llamados fondos buitres.
7 – La imposición de los denominados Tratados de Libre Comercio (TLC) que condicionan las compras gubernamentales, los derechos sobre patentes, propiedad intelectual y la jurisdicción de controversias ajenas a las partes y perpetúan las relaciones asimétricas, favorecen una mayor subordinación, supone la pérdida de la soberanía y no aporta realmente al desarrollo comercial, económico o social como aseguran sus promotores imperialistas. Una nueva era de mega TLC, como los conocidos Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica( TPP, por su siglas en inglés) o el Acuerdo sobre el Comercio de Servicios(TISA), o el que negocian los Estados Unidos con Europa, confirman con crudeza las implicaciones negativas a las que nos quieren arrastrar.
8 – El capitalismo, en su fase neoliberal, vive una crisis que él mismo ha creado como una forma más de acumulación y concentración de capital, y en su dinámica no sólo expande a través de la financiarización y transnacionalización, sino que además genera afectaciones como la desindustrialización del aparato productivo de los países; la desnacionalización de las empresas públicas; la extranjerización de sectores económicos estratégicos, la concentración privada de la tierra y la apropiación de las rentas que generan, principalmente el sector minero y energético.
9 – El bloque político y social de los cambios debe tener un proyecto de desarrollo nacional, popular y democrático en el que circunscriba la Inversión Extranjera Directa con un marco jurídico estatal que busque que ésta impacte en áreas claves del desarrollo, y evitando que se transforme en un mecanismo de dominación y explotación irracional de la naturaleza. La lucha por el excedente es clave, lo cual permitirá llevar a cabo la coparticipación y la incorporación de distintas capas en nuestra lucha, y en tal la integración de más participantes, se vuelve imprescindible el tratamiento de temas como la ecología. El acento en esta reflexión es la unidad, la dialéctica en los procesos y la lucha popular.
10 – Nuestra región, del Rio Bravo a la Patagonia, incluido el Caribe insular, es una zona del mundo con cuantiosos recursos minero energéticos, hidráulicos, amplia biodiversidad y desarrollo intelectual y humano, con un enorme potencial para convertirse en una zona de prosperidad sostenible para sus habitantes, con capacidad de aportar al beneficio de otros pueblos del mundo. Consideramos que los recursos naturales son bienes comunes, valores de uso – y no de cambio -, que pertenecen a los pueblos y su administración corresponde al Estado. No se privatizan y se administran cuidando el equilibrio entre sociedad y Madre Tierra, buscando la armonía y restauración de la diversidad de sistemas de vida.
11 – Se reconocen la existencia y convivencia de diversas formas de economía plural (estatal, comunitaria, social cooperativa y privada) bajo un régimen de planificación en el que el Estado controla los sectores estratégicos y organiza su interrelación para incrementar la calidad de vida de la población, la seguridad alimentaria, la redistribución de la riqueza e integración económica latinoamericana y caribeña. No obstante, debemos respetar todas las formas de propiedad democratizando los medios de producción, defendiendo solidariamente a los pequeños y medianos industriales y productores, fomentando y profundizando las formas de propiedad estatal y asociativa que otorguen mayores niveles de libertad de producción y asociación.
12 – Reconocemos los éxitos de estos más de veinte años de trabajo de la izquierda organizada en el Foro de Sao Paulo, y casi veinte luego de la victoria del presidente Hugo Chávez. Hay balances positivos de la colosal batalla económica y social librada, aunque no pudimos transformar aún las relaciones de producción capitalistas. Debemos cambiar el guion escrito por la derecha, el capitalismo salvaje y el imperialismo, reescribir nuestro discurso inclusivo, y desarrollar nuestras propuestas que construyan hegemonía, estableciendo nuevos marcos de acumulación que permitan la comprensión y el empoderamiento de los logros de nuestros gobiernos para resolver las necesidades de los pueblos. Reafirmamos lo hecho y nos proponemos construir correlación, incorporando a nuestras fuerzas transformadoras, a la clase obrera, asalariados del campo, pequeños productores, cuenta propistas, proyectos de autogestión, pobladores organizados en cooperativas, atendiendo a las nuevas problemáticas que surgen y que requieren organizarse y desarrollarse por rubro o localidad, propendiendo a que estas unidades puedan escalar los peldaños superiores de la cadena de valor, recuperando la plusvalía que el sistema les drena a través del mercado.
Desde el punto de vista social:
1 – Nuestra región sigue siendo el lugar más desigual del mundo, a pesar de los notables avances sociales logrados en estos años de gobiernos progresistas y de izquierda.
2 – La concentración de la riqueza asociada a lo anterior resulta la principal explicación de que persista la pobreza y la marginación social, fenómenos imposibles de superar sin una nueva forma de distribuir la riqueza que reconozca el trabajo aportado, muy diferente a los procesos de redistribución de la renta basadas en el mercado, que observamos hasta ahora. Es imperativa una profunda revisión de los sistemas impositivos y fiscales vigentes.
3 – La pobreza tiene un impacto duradero en la calidad de vida de nuestros ciudadanos y ciudadanas, incluso en segmentos de capas medias o ricas en la medida que a todos nos afecta la explotación del capital a través del mercado, el avance de la inseguridad, la trata y tráfico de personas, el crimen organizado y el narcotráfico entre otros problemas.
Al mismo tiempo estas condiciones debemos entenderlas como incentivos para llevar adelante las transformaciones políticas y sociales, reformando el estado y rediseñando un nuevo marco económico favorable a los intereses de las grandes mayorías excluidas.
4 – La salud como derecho humano esencial, está lejos de mostrar índices decorosos. Resulta inexplicable que a pesar del notable desarrollo alcanzado por las ciencias médicas, aún enfrentemos una elevada mortalidad infantil y materna o muertes por enfermedades prevenibles. La infraestructura hospitalaria y médica es aún insuficiente.
5 – La situación de la educación es también preocupante. Millones de latinoamericanos y caribeños todavía se mantienen en el atraso secular, contándose por cientos de miles los analfabetos o semis analfabetos. La escolarización en general sigue siendo baja y baja la calidad de la educación en las instituciones escolares y universidades. La falta de profesores y maestros o sus bajos ingresos y calificación, son factores que inciden en esta problemática.
6 – El acceso al empleo digno, a recibir un salario justo y remunerable basado en las competencias, sin discriminación por razones de género, raza u origen, sigue siendo un derecho cuyo goce pleno está vedado para millones de mujeres y hombres de nuestra región, quienes solo pueden acceder al empleo informal, plazas en condiciones precarias y mal remuneradas donde no se respetan sus derechos fundamentales como trabajadores y trabajadoras.
7 – De forma complementaria, debemos reflexionar sobre el grave retroceso que tiene la concepción del trabajo en el neoliberalismo, los efectos materiales y subjetivos que han sido generados en las particularidades que tienen las relaciones de producción hoy día, que también implican nuevas formas de explotación de los seres humanos, sin distinción alguna sobre si se explota a adultos, jóvenes o niños. Debemos instalar en el seno de nuestras sociedades, la discusión del impacto de las nuevas tecnologías en el mundo del trabajo. La sustitución de mano de obra provocada por la robotización y las aplicaciones de las nuevas tecnologías de la comunicación e información, y como logramos reconvertir hacia nuevas formas a esos trabajadores excluidos, y analizar el impacto en la seguridad social y las prestaciones de jubilación y pensiones.
8 – La seguridad social ha sido fuertemente golpeada por las políticas neoliberales. Las aseguradoras y los fondos de pensiones, privatizados en su mayoría, siguen siendo un mecanismo de extorsión de los trabajadores y de financiación de las burguesías y grupos económicos que controlan la actividad. Ello genera inseguridad y desesperanza para cientos de miles de personas que, de esa manera, no tienen garantizado un futuro decoroso.
9. El acceso a los recursos y las tecnologías para la mitigación de los efectos nocivos del cambio climático sigue siendo limitado y condicionado para nuestros países. El uso indiscriminado de combustible fósil por el modelo capitalista-industrial durante varios siglos, ha conducido al fenómeno denominado calentamiento global, que representa un atentado cada vez mayor a la vida en el planeta. Esta situación se ve agravada por la contaminación de la atmósfera, los mares, los cuerpos de agua y los úselos, como consecuencia de la falta de planificación en el uso racional de los recursos naturales; la depredación de las trasnacionales, particularmente mineras y petroquímicas; la destrucción de bosques y la desertificación desenfrenada. Este enfrentamiento altamente irresponsable y destructivo de los grandes intereses económicos con la Madre Tierra conduce al empobrecimiento y a la inseguridad de numerosos países y pueblos, al extremo de que el cambio climático resultante amenaza con la desaparición total o parcial de Estados y territorios insulares en el Caribe.
Desde el punto de vista político:
1 – En América Latina y el Caribe prevalece la dominación colonial de diversos pueblos por parte de varias potencias europeas y de los Estados Unidos. El colonialismo constituye un vergonzoso anacronismo histórico que ha sido denunciado reiteradamente por la comunidad internacional. Contribuir a la erradicación total y definitiva de la dominación colonial en Nuestra América constituye uno de los grandes retos y responsabilidades de la izquierda latinoamericana y caribeña.
2 – Los sistemas políticos y electorales vigentes establecidos tras las guerras de independencia se encuadraron en la democracia liberal burguesa y en el devenir del tiempo se fueron viciando de prácticas autoritarias, clientelismo y en muchos casos del fraude consuetudinario afectando la voluntad popular.
3 – Los llamados poderes fácticos han mostrado capacidad de controlar el sistema judicial y el electoral. Un esquema de supuesta independencia de los poderes del estado encubre generalmente la concentración del poder político en manos de élites que nadie eligió. La ofensiva reaccionaria no se limita a intentar derrotar los procesos progresistas y de izquierda, es una ofensiva contra toda la izquierda en cualquier país, es un plan de liquidación de toda alternativa emancipadora en contra la dominación imperialista.
4 – La crisis de la política, y la fusión y transnacionalización de las empresas comunicacionales, condujeron a que los medios de comunicación consolidaran su papel como fuente y brazo del poder. Con ello se impuso a los pueblos una homogeneización informativa y cultural. Los tradicionales medios masivos trasnacionalizados y los nuevos surgidos de la revolución de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones, promueven los intereses imperialistas mediante la simplificación del lenguaje, la banalización del mensaje político y la imposición de un pensamiento único. Al mismo tiempo estos mecanismos están siendo utilizados como forma de denuncia y resistencia que debemos apoyar y profundizar con independencia y soberanía tecnológica.
5 – La cultura es un campo de batalla, de resistencia frente a la invasión y manipulación por el imperialismo y de las oligarquías locales. Esto se expresa no solo en el plano mediático sino también mediante la invasión de la llamada industria global del entretenimiento, portadora de un relato colonizador, que desvirtúa nuestra historia, dirigido a la domesticación de las conciencias y contra todo pensamiento crítico y emancipador. Al propio tiempo, el mercado global del arte y la literatura se ha afianzado como tribunal inapelable para definir su difusión. El objetivo de esta guerra cultural contra nuestros pueblos va dirigido a garantizar la hegemonía imperial.
6 -El imperialismo y las oligarquías locales han avanzado en la aplicación de una ofensiva dirigida desde Washington, con especial impacto en los países gobernados por el la izquierda. Se aplica mediante una vía que intenta cambios de gobierno de forma expedita o buscando su desgaste para revertirlos por vías electorales. Estas políticas refuerzan el concepto de que el principal enemigo de la izquierda y de nuestros pueblos es el Imperialismo.
7 – El crimen transnacional organizado, incluyendo los feminicidios, que se han incrementado en muchos países de la región, asociado a las redes de tráfico y los mercados de consumo de drogas, al tráfico de migrantes y la trata ilegal de personas con fines de explotación laboral y/o sexual, al comercio de armas, al contrabando, a los delitos financieros y a las prácticas terroristas, se han convertido en un instrumento de chantaje y dominación política al servicio de los poderes globales hegemónicos. Sus efectos devastadores sobre la cohesión social y el fomento de una nueva escala de anti valores, propician la disgregación y el virtual colapso de los estados nacionales bajo la premisa de que caotizándolos, se viabilizan los planes de subordinación y de saqueo nacional y regional de nuestras riquezas.
8 – Los esfuerzos a favor de la integración en nuestra región corren el peligro de ser revertidos si no logramos que se cree una conciencia social mayoritaria a favor de esta. Es deber de primer orden de las fuerzas políticas y sociales progresistas y de izquierda asumir esta tarea, compartir el ideal de unidad en la diversidad.
Lineamientos estratégicos. ¿Qué hacer?
Las transformaciones necesarias para cambiar y desarrollar a la América Latina y el Caribe, y contribuir al ideal de un mundo mejor rebasan cualquier proyecto nacional y requieren desarrollar una comunidad de objetivos y principios generales en los cuales se debe fundar la transformación. Estos objetivos y principios deben ser asumidos mancomunadamente, por todos todas las personas que estamos comprometidas con el cambio, con apego a las particularidades nacionales, pero con vocación integracionista e internacionalista.
En el orden económico:
1 – Debe hacerse énfasis en este aspecto de la integración liberadora y no subordinada, en la perspectiva de desarrollo económico y social de Nuestra América, procurando la mayor complementación entre los países. El fomento de empresas y asociaciones internacionales pueden ser un buen punto de partida porque permiten aprovechar las fortalezas económicas como los recursos naturales disponibles y el desarrollo tecnológico y científico de la fuerza de trabajo de cada zona, país o grupo de naciones. Es indispensable desarrollar un plan de infraestructura que mejore la conectividad, comunicaciones, transporte y abastecimiento, y que articule con las propuestas productivas, comerciales y financieras, entre nuestros países con las que están en desarrollo en otras áreas del planeta.
2 – Un abarcador proceso de integración económica y social, no solo de los mercados, es la clave para garantizar nuestra soberanía, visto en su sentido patriótico y también como la condición para insertarnos en un mundo globalizado, preservando la capacidad decisoria sobre nuestro porvenir.
3 – Debe desarrollarse un mercado interno regional que propicie la sostenibilidad del modelo económico que intentamos desarrollar y como alternativa a la inestabilidad del denominado mercado externo. Esto no presupone aislarnos del mundo sino vincularnos desde mejores condiciones económicas, desarrollo social y preservación de la independencia.
4 – La autonomía de nuestros sistemas financieros resulta necesario y parte del proceso integracionista. Debemos proponernos una banca de desarrollo latinoamericano y caribeño así como una moneda común, instrumentos que pueden tributar a dicha independencia. Iniciativas como el Banco del Sur, el Banco de la ALBA y la existencia del SUCRE son experiencias factibles a considerar, sin perjuicio de los proyectos nacionales para concretar bancos de desarrollo.
5 – Es necesario marchar hacia una planificación económica consensuada a niveles regionales, que permitan a los países de Latinoamérica y el Caribe a actuar como bloque autónomo frente al resto de los actores económicos mundiales. El objetivo tiene que ser el pleno empleo, lo que es fundamental para el desarrollo de la sociedad. Los partidos políticos y movimientos populares y de izquierda deben sostener este reclamo en forma permanente a los gobiernos.
6. Cualquier plan de desarrollo debe proponerse superar las políticas que favorecen el monocultivo y la exportación exclusiva de materias primas y productos básicos. Se deben priorizar la modernización de sectores estratégicos en la industria, las energías renovables o aquellos que garanticen la soberanía alimentaria y tecnológica, entre otros. Para ello es pertinente el máximo despliegue posible de la ciencia y su aplicación práctica a los procesos económicos.
7 – Ante el impacto negativo del neoliberalismo resulta imperativa la generación de economías productivas, prósperas y sustentables, con distribución equitativa de la riqueza. En tal sentido, cobra especial relevancia reinstalar en la agenda política la reforma agraria. La nueva sociedad a la que aspiramos no se puede construir con base en la pobreza, la incompetencia y la inequidad.
8- El proceso de integración regional debe procurar la construcción de una nueva arquitectura comercial, económica y financiera, que recurriendo a instituciones propias y nuestros recursos financieros, sea capaz de financiar proyectos de desarrollo, la complementación industrial y garantizar la estabilidad económica y financiera de la región. En tal sentido, debemos retomar la estrategia de la industrialización, reindustrialización y agro industrialización sustituyendo las importaciones, para contrarrestar los efectos de desnacionalización y desindustrialización que ha provocado el predominio del modelo neoliberal en nuestros países.
9 – Una economía post capitalista debe asumir como principio la búsqueda de la calidad mediante la aplicación de planes que garanticen una elevada productividad, la eficiencia y la eficacia en los procesos productivos. El rediseño de las políticas fiscales, nos debe llevar a la profundización de la redistribución de la riqueza. Las reformas fiscales y el papel de los impuestos directos sobre la producción y el consumo, deberán tener un impacto en la reducción de los impuestos al consumo como prioridad básica a partir de su impacto en las canastas básicas y los efectos negativos que conllevan para amplios sectores de la sociedad, se deben desarrollar políticas de sustitución de los impuestos al consumo por impuestos progresivos a la renta y la riqueza.
10 – El Estado debe jugar el rol fundamental de dirigir y regular la actividad económica, por tanto debe garantizar la distribución justa de la riqueza e implementar planes de desarrollo económico y social que gocen del respaldo popular y se articulen al proceso de integración regional latinoamericano y caribeño. El Estado debe poseer empresas que sean productivas, eficientes y sanas, sobre todo en áreas estratégicas como: Energía, Finanzas, Telecomunicaciones, entre otras. Las utilidades que generen estas empresas deben emplearse para fomentar el desarrollo económico y social de nuestros países con recursos propios.
11 – Desde los gobiernos progresistas y de izquierda hemos demostrado la posibilidad de comenzar a trasladar paulatinamente a la sociedad civil ciertas funciones de gestión de las que aún mantiene el estado la totalidad de su ejecución. Esto en el interés de fortalecer el ejercicio de poder popular, el fortalecimiento y el empoderamiento del tejido social, y la participación activa de carácter co-gestivo y autogestivo, pero considerando importante mantener la función de asignación de recursos en manos del Estado.
12 – Esto no excluye el papel de sectores privados, tanto nacionales como extranjeros, pero todos bajo la orientación de un plan de desarrollo nacional orientado al fortalecimiento del mercado interno, a exportar valor agregado y articulado a un proceso de integración regional y en cumplimiento de las legislaciones laborales y medio ambientales entre otras.
Una Estrategia de desarrollo de largo plazo, debe poner énfasis en la dirección de la transformación estructural y del cambio tecnológico, compatible con los equilibrios macroeconómicos, y centrada en los objetivos del desarrollo humano, igualdad y sustentabilidad ambiental. Esta estrategia supone asignar al Estado un rol central en la construcción de objetivos y en la fijación de sistemas de incentivos y la construcción ideológica y de valores, por lo que su rol, será no el de sustituir a los diferentes actores sociales, sino el de construir amplios consensos y liderar la construcción institucional, sobre la base del desarrollo de un denso entramado institucional y variadas formas de organización de la sociedad civil.
13 – Es indispensable y urgente formular e instrumentar un nuevo modelo económico y social, cuyo eje sea “pobreza cero”.
En el orden social:
1 – La distribución equitativa de la riqueza es uno de los signos distintivos de un proyecto de izquierda. Las políticas fiscales deben orientarse y concebirse bajo el principio de que no existe desarrollo genuino sin la mayor inclusión social posible, la igualdad de oportunidades y el acceso de todos los ciudadanos y ciudadanas a los bienes y servicios socialmente producidos, según el aporte de cada cual.
2 – Los servicios de educación y salud deben estar al alcance de todos los ciudadanos, diseñados bajo los principios humanistas y solidarios.
3- La educación debe ser una política pública obligatoria e indeclinable, gratuita, laica y científica; y debe abarcar desde el nivel inicial de primera infancia hasta el nivel superior, pasando por los niveles básico y medio superior. Es necesaria una mayor inversión pública obligatoria en educación de primera infancia. Las y los niños y jóvenes deben ser los beneficiarios prioritarios del desarrollo y los avances de los gobiernos progresistas y de izquierdas.
4- Los hallazgos científicos más recientes en el campo de la investigación nutricional y de las neurociencias, nos permiten concluir que es necesario y urgente garantizar a toda la población infantil una dieta sobre enriquecida en proteínas y neuronutrientes, indispensable para su crecimiento y desarrollo en esta etapa formativa del cerebro, así como una educación temprana desde la pre concepción, etapa prenatal y de primera infancia, en un ambiente lleno de estímulos lo que permitirá a que nuestros infantes tengan un crecimiento integral, con el propósito de alcanzar un mejor desarrollo de las sociedades y países de Nuestra América.
5- Tanto los gobiernos como los movimientos, organizaciones y partidos progresistas y de izquierdas, debemos comprometernos en la asignación de una mayor inversión pública en ciencia y tecnología.
6 – Deben constituir preocupación constante de los Estados en el ejercicio de sus políticas públicas, la erradicación de flagelos neoliberales tales como la pobreza y la indigencia, la drogadicción, la enajenación social, el descuido en la atención a sectores más vulnerables como las personas con discapacidad, los ancianos y la niñez; así como los históricamente discriminados como las mujeres, los afro descendientes, los pueblos originarios, y la comunidad LGBTI.
7 – El Estado debe garantizar el respeto a los intereses sociales de todos sus ciudadanos y ciudadanas, prevaleciendo aquellas decisiones que favorezcan a las grandes mayorías.
8 – El equilibrio dialéctico entre la necesidad del desarrollo y los derechos de la naturaleza, es una aspiración que debe alcanzarse. Heredamos procesos que durante siglos desconocieron este enfoque y ahora debemos hacernos cargo de implementarlo. Nuestro desarrollo tiene que ser sustentable, al margen de los engaños del llamado capitalismo verde y de la visión desarrollista de la sociedad.
9 – La precariedad económica y social prevaleciente en numerosos países de América Latina y el Caribe ha obligado a millones de personas a emigrar a otros países de la región o a Estados Unidos. Dichos flujos migratorios convierten a los migrantes en personas de segunda categoría o en víctimas del crimen transnacional. Por ello hasta que los gobiernos de izquierda no logren modificar las condiciones socio económicas, políticas y de seguridad que le dan impulso a dichos flujos, sus gobiernos necesitan dotarse de políticas migratorias seguras que garanticen de jure y de facto el pleno disfrute de los derechos humanos de todos sus ciudadanos y ciudadanas.
10 – La existencia del crimen organizado es una amenaza para todo Estado democrático. El combate frontal al narcotráfico y al crimen organizado requiere de políticas integrales, que contengan la acción punitiva del Estado, pero que privilegien la dimensión social de estos fenómenos y la aplicación de medidas salubristas para su solución. Por ejemplo, se necesitan políticas especiales de abatimiento a la pobreza y la marginalidad en las concentraciones urbanas precarias, espacios donde estos flagelos se reproducen.
En el orden político e ideológico:
1 – Se requiere entender la conquista del poder más allá de la recuperación de sus atributos simbólicos –la presidencia y el gobierno de un país- y articular estrategias que le permitan llegar a sus distintos niveles –municipios, provincias, estados, nación-, prevalecer en los parlamentos, y en el debate público, así como proteger y propiciar el éxito de las empresas públicas y las formas de gestión y propiedad colectivas. Asimismo, evitar que el poder judicial sea utilizado al servicio de intereses políticos de la derecha. Es necesario democratizar y subordinar las estructuras de mando del ejército y los órganos de orden interior, al poder político instituido libremente por la voluntad popular y en función de los intereses nacionales. Esos órganos son los garantes de los procesos de liberación, soberanía e independencia de Nuestra América.
2 – Debemos trabajar todos los días en el fortalecimiento y defensa de nuestras conquistas, comprender que nuestros adversarios las impedirán o sabotearán, aprender que las oligarquías siempre actúan combinadas a nivel local y regional, y en estrecha alianza con el imperialismo y sus representantes locales. Ello incluye la adopción de reformas (parciales o totales) constitucionales allí donde sea posible, que permitan superar los obstáculos institucionales propios del sistema instituido bajo predominio de la burguesía.
3 – En tal sentido, es necesario enfrentar los mecanismos que utiliza el imperialismo para socavar, desestabilizar y/o sustituir a los gobiernos legítimamente electos, utilizando para ellos todos los medios a su disposición, incluyendo golpes de estado militares, parlamentarios, la judicialización de la política, y últimamente a través de la subordinación del poder judicial a sus políticas injerencistas.
4 – No se concibe un gobierno de izquierda donde no prevalezca el respeto cabal a la condición humana y a los derechos humanos y sociales. En tal sentido, el papel del Estado es insustituible para garantizar a todos los ciudadanos el disfrute de los derechos humanos que son universales, indivisibles e interdependientes.
5 – Es fundamental la construcción y consolidación del poder popular en el ámbito económico y político, como condición indispensable para desarrollar el programa y las metas estratégicas de los cambios estructurales necesarios, que permitan la profundización democrática de la institucionalidad, adecuada en cada caso a las propias realidades de cada país o región.
6 – Igualmente es necesario que la organización, estructura y funcionamiento de los partidos de izquierda –tanto los que gobiernan como los que luchan por llegar a hacerlo–, cada uno adecuado a su propia realidad, respete la agenda autónoma del poder popular, su carácter abierto y participativo. El Poder Popular como expresión nacional programática de la suma de poderes locales y sociales duales, es el fundamento de un nuevo tipo de relaciones políticas e ideológicas entre gobernantes y gobernados, en todos los ámbitos de la sociedad. Es expresión concreta de hegemonía en un momento dado. El Poder Popular es fuente de legitimidad. Como pueblo organizado en permanente autoconstrucción y formación es también la garantía del correcto desempeño y funcionamiento de los gobiernos progresistas y de izquierda, y el antídoto contra “golpes suaves” y otras formas de desestabilización.
7 – Requerimos también una modificación del discurso y del lenguaje político, basado en nuevos códigos, que incluyan un adecuado enfoque clasista y de género, que mantenga la honestidad, la comunicación directa y confiable con la gente, capaz de auscultar y reflejar sus preocupaciones e intereses, que contribuya al desarrollo del pensamiento independiente, comprometida con el cambio revolucionario.
8 – Necesitamos profundas transformaciones en materia comunicacional. Esto conlleva inevitablemente al enfrentamiento a los procesos de concentración de la información, los medios y la cultura. Se requieren reformas profundas que democraticen el acceso a la información y respeten la diversidad de opiniones, culturas e historia; que estén al servicio de nuestros pueblos. Al tiempo que se amplía la presencia en los medios de comunicación masiva (tradicionales), debemos incrementar la participación en los nuevos medios de comunicación, en particular, en las redes sociales de Internet donde son conocidas nuestras desventajas tecnológicas.
9 – Hay que avanzar en el desarrollo, fortalecimiento, divulgación y enriquecimiento de la riqueza cultural de nuestros pueblos, que nos permita dar una batalla cultural a fondo contra los valores enajenantes del capitalismo; debemos trabajar por conformar un frente de pensamiento movilizando a la intelectualidad que ha sido excluida por el poder hegemónico y que sea capaz de generar contenidos de carácter verdaderamente descolonizadores, que doten a las personas de referencias culturales sólidas en un mundo cada día más ganado por el consumismo y la banalidad.
10 – La permanente construcción y cuidado del consenso social y de la confianza en las propuestas de izquierda, son claves para darle sostenibilidad a nuestros proyectos. El consenso se construye en el diálogo permanente con la sociedad y con los pueblos, haciendo que prevalezcan las coincidencias por sobre las diferencias, con una clara voluntad de unir para crecer y avanzar, asumiendo que la lucha por la verdad y la justicia tiene que ser permanente e inclaudicable.
11 – La política exterior de la izquierda debe fundarse en los valores universalmente reconocidos del derecho internacional consagrados en la Carta de la ONU y expresarse por medio de la solidaridad, la vocación de paz, así como la convivencia y cooperación entre las naciones. Debe incluir un profundo compromiso antimperialista y anticolonialista, que reivindique el derecho a la independencia, a la soberanía y a la libre determinación de los pueblos.
12 – Insistimos en el sueño de la Patria Grande, única e indisoluble, según los ideales de nuestros próceres. Nuestro proyecto debe proponer modelos que promuevan y estimulen la integración regional no subordinada, sino liberadora. Por eso apoyamos firmemente la necesidad de impulsar los procesos de integración que están en marcha en nuestra región, por medio de la UNASUR, el MERCOSUR, el SICA, la CARICOM, la ALBA-TCP y otros mecanismos. En esas circunstancias adquiere particular relevancia la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), al erigirse en la expresión más importante y abarcadora de todas las experiencias integracionista logradas. Es imperativo exigir a los gobiernos nuestros gobiernos progresistas y de izquierdas que se avance en el proceso de integración, derivado de un plan asumido por todos los partidos y movimientos populares y de izquierda. Por lo tanto, urge diseñar ese plan para la integración de la patria grande.
13 – Apostamos por potenciar espacios como el Foro de Sao Paulo y otras formas de articulación, tanto de las fuerzas políticas como de las organizaciones sociales populares, donde se construyen alternativas de lucha ante los avances del imperialismo.
El instrumento político para el cambio
Debemos dotarnos de los instrumentos políticos para implementar este programa.
Sus formas de organización sólo es posible definirlas en cada lugar o país, sobre la base de las experiencias acumuladas, a la historia de lucha y a la realidad concreta donde se actúa. Este enunciado no supone la existencia de una única organización cuando esto no sea posible, sino de encontrar bajo determinados principios las mejores formas asociativas para potenciar y articular nuestros saberes y experiencias de lucha.
Independientemente de la diversidad, una serie de principios pueden ser válidos para lograr organizaciones políticas capaces de superar con éxito los retos que tenemos y encabezar los procesos de cambios y alcanzar los objetivos plasmados en estas propuestas.
1 – Es necesaria la construcción colectiva de un programa político. La historia demuestra que cualquier propuesta por fuera del programa político debidamente consensuado, termina siendo un limitado proyecto personalista.
2 – Ninguna fuerza política tiene futuro si no desarrolla una permanente política unitaria. La división, el sectarismo y el personalismo, entre otros desvíos, contribuye a exacerbar los intereses de nuestros adversarios.
3 – La vitalidad de una fuerza política descansa en gran medida en la forma y contenido de sus estructuras de base, depositarias del talante democrático de esa organización y garantía de la interrelación permanente con el pueblo. En este sentido, es de vital importancia fomentar, desarrollar y fortalecer la articulación entre gobiernos de izquierda, partidos y movimientos populares tanto en los ámbitos económicos y sociales, como políticos.
4 – En la medida de las posibilidades y realidad concreta es pertinente tener estructuras de dirección local y nacional, dedicadas a tiempo completo a esta trascendente tarea.
5 – La capacidad de convocatoria y movilización debe encontrar la forma de articular la propaganda y el empleo de las redes y otros medios de comunicación masivos con la acción persuasiva directa y personalizada. Una no debe ser suplantada mecánicamente por la otra.
6 – Una fuerza política que no desarrolle una relación permanente con organizaciones o movimientos sociales populares tiene escasas posibilidades de implementar un propuesta política de esta naturaleza.
Una verdadera fuerza popular y de izquierda debe tener políticas específicas hacia todos los sectores sociales como los trabajadores, los pequeños y medianos empresarios, la juventud, los estudiantes, las mujeres, las minorías excluidas. Asimismo debe tener políticas específicas hacia todos los ámbitos institucionales del Estado.
7 – Los movimientos sociales y populares acumulan una larga experiencia de luchas y resistencias frente al modelo depredador capitalista, patriarcal y la política hegemónica del imperialismo. Sus formas organizativas son muy diversas, plurales, generalmente afirman su origen sectorial y su naturaleza reivindicativa, pero constituyen expresiones legítimas del clamor popular por cambios sociales profundos. La esencia de la imprescindible relación y coordinación táctica y estratégica entre las organizaciones políticas y los movimientos sociales reside en que debe ser una relación virtuosa que preserve identidades y autonomías.
8 – Se requiere construir unidad en la acción, así como confianza que permita alertar y desmontar la manipulación por los adversarios de reclamos sociales legítimos. Deben remplazarse prácticas políticas clientelares y asistencialistas por la co responsabilidad. En los pueblos organizados reside la fuerza para emprender la transformación, radicalizar el proceso de cambios y garantizar su sostenibilidad.
9 – Reafirmamos que la movilización popular es capaz de conquistar y mantener el poder para el pueblo. Tenemos claridad de que existe una relación dialéctica, según la cual, en la medida que nuestras políticas recojan cabalmente las grandes aspiraciones de las masas, lograremos un mayor y sostenido apoyo de éstas. En este sentido, los gobiernos de izquierda deben tener políticas para todo el pueblo y para cada clase y sector social. En este marco, cobra particular relevancia contar con políticas dirigidas a todas las instituciones del Estado para direccionar su accionar en defensa de un proyecto nacional soberano y regionalmente integrado. Sólo el sujeto popular organizado y concientizado puede ser el protagonista constructor de una nueva historia, la historia de la libertad, igualdad, fraternidad, justicia, democracia y felicidad.
10 – En el seno de una fuerza política es necesario el debate permanente, pero una vez que se adoptan acuerdos, debe asumirse el compromiso de cumplirlos cabalmente.
11 – La formación política y de líderes dirigentes con acento especial en la juventud resulta indispensable para el más eficaz funcionamiento y garantía de futuro, incluido en ello el desarrollo cultural. El dirigente político constituye la columna vertebral de cualquier organización de nuestra izquierda. Debe sentir la necesidad constante de superarse en todos los sentidos, tener sentido del momento histórico, claridad de pensamiento y de análisis, así como ser capaz de trabajar cohesionado con todos los demás representantes de la izquierda. Su formación, así como la de sus reservas y relevos, unida a la defensa e integridad de unos y otros, es una responsabilidad irrenunciable. Y esta formación debe incluir la capacidad de desarrollar y dirigir procesos sociales y productivos.
12 – Es pertinente mantener una labor educativa, de formación política e ideológica de forma permanente con la población. Esto es más necesario cuando gobernamos. No se puede perder el vínculo con el pueblo. Los reveses políticos y electorales que tuvimos, nos deben permitir aprender de los errores, y a partir de allí reordenar el debate, fundamentalmente con los jóvenes, que forman parte de una generación que tiene conocimiento teórico y práctico a partir de haber vivido la etapa de desarrollo de nuestros gobiernos, pero deben tener en cuenta el relato histórico sobre el cual llevamos adelante nuestras transformaciones.
13- El gran reto de todo instrumento político es lograr, mediante el trabajo político e ideológico y la persuasión de sus líderes y militantes, la participación de todo el pueblo en las tareas transformadoras de la sociedad para garantizar el bienestar económico y social. Sumar y multiplicar. Nunca dividir ni restar. Parte fundamental de este reto radica en la necesidad de intensificar nuestro conocimiento y habilidad para comunicar las ideas de nuestro proyecto y programa, y sobre todo convertirlas en prácticas cotidianas de nuestros pueblos.
14 – Es prioridad nuestra aprender a conocer cómo ven la vida y las necesidades objetivas y subjetivas los sujetos hacia quienes dirigimos nuestro mensaje, especialmente los jóvenes. La incorporación activa y militante de las nuevas generaciones en la lucha por sociedades superiores es una necesidad urgente. La juventud es ya protagonista principal en muchos escenarios y debemos reconocer la trascendencia de su participación como uno de los sujetos históricos principales, por lo que debemos luchar por impedir que el enemigo despolitice, neutralice o se apodere de este gran sector de la sociedad.
15 – Se requiere una estrategia eficaz en el ámbito electoral, para acceder en esta época a los diferentes espacios de gobierno. Esa estrategia debe contener enfoques proactivos, expectativas elevadas, y evadir el cortoplacismo, el voluntarismo y los efectos desalentadores del encantador discurso postmodernista. Nuestras estrategias de lucha electoral, de construcción del Poder Popular y de ejercicio de gobierno, deben incorporar tanto los elementos racionales y afectivos.
16 – La necesidad de ser eficientes en el terreno electoral nos obliga a priorizar la presencia territorial, justamente donde están los electores; no obstante, la realidad ha demostrado que allí donde gobernamos resulta prudente organizar estructuras de base en espacios estratégicos como las grandes empresas, las universidades y otros lugares donde se hace política cotidianamente. La experiencia nos ha demostrado que allí donde gobernamos o dónde desarrollamos poder popular, resulta necesario organizar estructuras de base permanentes, por ejemplo en las grandes empresas, en las universidades, zonas de concentración habitacional y otros lugares donde se hace política cotidianamente.
17 – Los cambios en algunas sociedades latinoamericanas han generado nuevas necesidades en los ciudadanos beneficiarios del desarrollo económico y dan curso a la construcción de identidades colectivas con una nueva visión del bienestar y de la vida.
Los sujetos sociales contemporáneos se apoyan en una extensa alianza entre diversos sectores de la sociedad que confluyen en la búsqueda de un nuevo paradigma social. Estos sujetos sociales, si bien luchan por el bienestar material, también aspiran a una modificación de las cualidades del individuo en su vida colectiva. Los sujetos se construyen, transformando simultáneamente la realidad y a sí mismos
Conclusiones y Recomendaciones
Los partidos políticos progresistas y de izquierda, así como las organizaciones y movimientos sociales del continente estamos llamados a alcanzar y fortalecer la unidad en la diversidad, afianzando nuestras coincidencias por encima de diferencias culturales, regionales, étnicas, religiosas o de otra naturaleza, debe ser el principal estandarte para nuestra victoria, frente a las aspiraciones desestabilizadoras e injerencistas del Imperio.
Los partidos y movimientos populares y de izquierda tenemos la responsabilidad de fortalecer nuestra organización política a nivel regional, para asumir la tarea de orientación y conducción del sujeto revolucionario nuestroamericano, verdadero constructor de la Patria Grande y de la sociedad postcapitalista sin explotación ni injusticias.
Las experiencias de las revoluciones sociales, de los partidos y movimientos populares que han llegado al Gobierno en nuestro continente, constituyen un conjunto de lecciones que ameritan un análisis a profundidad.
Recomendamos que el Foro de Sao Paulo contribuya a la sistematización y socialización de las experiencias de construcción de poder popular y economía social en América Latina.
A su vez, las organizaciones políticas y movimientos sociales debemos promover la construcción de indicadores políticos, sociales y económicos propios, más allá de los propuestos por los organismos internacionales.
Nos compete la inmediata tarea de convertir este documento en un instrumento de debate y acción política, divulgándolo y sometiéndolo al enriquecimiento con nuestras bases políticas y con los movimientos sociales.
Con la guía, las enseñanzas y ejemplo legado, tenemos una única opción:
Luchar y crecer. Luchar y vencer. Luchar hasta la victoria. ¡Siempre!