Comienza la guerra arancelaria 2.0 de Trump con el castigo a Lula

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Marcos Salgado

Donald Trump amenazó con imponer un arancel del 50% a las importaciones brasileñas. Una amenaza que, sabemos, no es nueva. Desde que el magnate llegó por segunda vez a la Casa Blanca, en enero apenas, utiliza casi a diario la amenaza de aranceles desmedidos.

Es una estrategia a dos puntas: armar escándalo y mostrarse como “protector” de su industria nacional y, por otro lado y tal vez lo más importante, fijar condiciones mafiosas para negociar.

Trump lo presentó como parte de una serie de cartas enviadas a líderes de 22 países, a los que también advierte de aranceles diversos. Pero la de Brasil es la más agresiva y personal. Trump ligó la medida al juicio contra el ex presidente Jair Bolsonaro, aliado suyo, y por la legislación que adelanta Brasil para controlar las campañas de odio en Internet.

No quedan dudas entonces que el trasfondo es político. Trump exige el fin del proceso judicial contra Bolsonaro, acusado de intentar revertir los resultados electorales de 2022. “Es una caza de brujas que debe terminar inmediatamente”, escribió el magnate. Las posibilidades de que esto ocurra son nulas, y Trump lo sabe.

Brasil soberano

Lula da Silva, respondió con firmeza: “Brasil es soberano y no aceptará ningún tipo de tutela”, declaró Lula, y advirtió que responderá con reciprocidad si la medida se concreta.

“En el contexto de las plataformas digitales, la sociedad brasileña rechaza los contenidos que incitan al odio, el racismo, la pornografía infantil, las estafas, los fraudes y los discursos contra los derechos humanos y la libertad democrática”, respondió Lula.

“En Brasil, la libertad de expresión no se confunde con la agresión o las prácticas violentas. Para operar en nuestro país, todas las empresas nacionales y extranjeras están sujetas a la legislación brasileña”, remató.

La pregunta del millón: ¿los aranceles son viables?

La relación comercial entre ambos países es compleja. EE.UU. exporta más a Brasil de lo que importa, con un superávit de 7.400 millones de dólares en 2024. Esto limita el impacto directo del arancel sobre Brasil y podría perjudicar más a empresas estadounidenses.

Brasil es el segundo socio comercial de EE.UU. en América, después de México. Un arancel tan alto podría afectar sectores clave como acero, café y maquinaria, y encarecer productos para consumidores estadounidenses.

Analistas y economistas neoliberales advierten que la medida podría disparar la inflación en EE.UU. y desatar una guerra comercial. “El arancel amenaza con colapsar una relación comercial estratégica”, señaló un reporte de JPMorgan.

Guerra a los BRICS

Tampoco debe olvidarse el momento de estas amenazas de Trump a Lula. Llegan justo después de la cumbre de los BRICS, justamente en Brasil. El encuentro, al que la prensa adscripta intentó presentar como deslucido por la ausencia en Río de Janeiro de Putin y Xi Jinping, se convirtió en una tribuna contra Trump y su guerra comercial.

“El modelo de globalización liberal se ha vuelto obsoleto”, dijo Putin en videoconferencia en la plenaria. El presidente ruso destacó que el centro de la actividad empresarial se está desplazando hacia los mercados en desarrollo, impulsando un crecimiento significativo en los países BRICS, que representan casi la mitad de la población mundial y el 40% de la economía global.

De la cumbre surgieron también otros avances no menores. Entre muchos, citamos dos: el estudio del tendido de redes de fibra óptica y el que más alarmas puede encender en Washington: el corredor biocéanico entre Bahía en Brasil, y Chancay, en Perú. Un puerto inaugurado hace poco por el archienemigo de Trump: China.

Reciprocidad

El gobierno brasileño ya aprobó una ley que le permite responder rápidamente a medidas comerciales hostiles. Lula reunió a sus ministros para definir una estrategia de respuesta inmediata.

Trump ha usado aranceles como herramienta política en el pasado, pero no con argumentos tan personales. El respaldo a Bolsonaro, cada vez más complicado en el juicio por el plan para desconocer los resultados de las elecciones de 2022  y el posterior intento de golpe de Estado, inaugura una nueva etapa del elefante en el bazar Trump.

La viabilidad real del arancel es incierta. Su aplicación podría enfrentar problemas legales, resistencia de empresas estadounidenses y una presión internacional que ya se vislumbra. Hasta ahora, pocos acuerdos han surgido de amenazas similares de Trump y, en varios casos, el magnate tuvo que dar marcha atrás.