Colombia-Venezuela: Entre manipulaciones y confesiones

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Equipo desdeabajo|

De mal en peor, así continúan las relaciones entre Colombia y Venezuela, y así proseguirán a lo largo del 2021 a no ser que suceda algo extraordinario, allá o acá. Relaciones que llegaron al peor de sus estadios producto de la constante conspiración contra la estabilidad del gobierno venezolano instigadas desde su par colombiano, que actúa como el brazo alargado de los Estados Unidos.

‘Desde Colombia intentan acabar con el gobierno de Venezuela’, denuncia una y otra vez Nicolás Maduro. Por si alguien tenía duda de lo cierto de esa afirmación, desestimada por los medios oficiosos de comunicación que ironizan cuando dan cuenta de las afirmaciones provenientes desde la patria de Bolívar, la noticia confirmada por el propio presidente Duque sobre la reciente huida de Leopoldo López, le debió despejar cualquier neblina.Entre manipulaciones y confesiones

Con el claro propósito de enviar un mensaje tanto para quienes actúan contra Maduro, al tiempo que al mismo Grupo de Lima, el 10 de diciembre pasado Duque declaró frente al dirigente político venezolano al recibirlo en la Casa de Nariño: “Algún día podremos contar los detalles de cómo te protegimos entre quienes te quieren en tu territorio y nosotros, para que hoy seas una voz libre en el mundo”.

Un proceder que no es ocasional. Cuatro semanas después, el pasado 6 de enero, en comunicado oficial la canciller Claudia Blum no guardó las formas que caracterizan a la diplomacia y circuló un comunicado donde sentencia: “El cerco diplomático internacional mantiene su total vigencia para lograr el retorno de la democracia en Venezuela y el fin del régimen ilegítimo, arbitrario y criminal de Maduro. El silencio cómplice nunca puede ser una opción”.

Permanente actuar conspirativo, con el Guaidó llega a concierto en Cúcuta; se junta a Duque, Piñera, Abdo y  Almagro, El Siglo de Torreónbeneplácito de otros gobiernos de la región como el de Chile, Brasil, Perú, Canadá, y otros que conforman el Grupo de Lima –Estados Unidos “entre bambalinas”– que pese a todos los recursos reunidos no han logrado conquistar su propósito, por lo cual Francisco Santos, embajador de Colombia en Washington, se quejaba ante la hoy Canciller de Colombia en el mes de noviembre anterior al reconocer que “Trump no se meterá en Venezuela”.

Una desazón acompañada de la lapidaria sentencia: “Si Maduro no se va, Colombia no tiene futuro”, y el reconocimiento de que “Lo que hemos hecho no funciona. Y mientras tanto todos los días llega gente y nosotros con problemas sociales grandísimos”.

Un proceder patrocinado por la “oligarquía colombiana”, como denomina Nicolás Maduro a quienes están en el poder en este país, la misma que no repara en métodos ni en las consecuencias que puedan desprenderse de sus actos. De ahí que si alguien pensó en algún momento que las denuncias en cuestión eran pura fantasía o respondían a manipulación mediática ahora está ante hechos tozudos que despejan cualquier duda, pues todo indica que en lo denunciado no hay fantasía, tampoco manipulación y sí mucha realidad.

Años de acciones

Aunque la conspiración está viva desde cuando Hugo Chávez fue elegido por primera vez presidente, para no retrotraernos tanto en el tiempo fijamos nuestra vista en el prolongado mandato de Maduro.Son Chávez y Uribe tan diferentes?

Entre las acciones realizadas para dar cuenta del régimen venezolano, la más notoria por ser un típico acto terrorista fue la consumada el 6 de agosto de 2018 cuando una operación militar apoyada en tres drones cargados con explosivos pretendió el asesinato de Maduro y de la cúpula del gobierno reunida en una parada militar. La oportuna acción de quienes protegen a la dirigencia bolivariana neutralizó la operación en pleno aire y los explosivos estallaron fuera del perímetro donde estaban ubicados sus objetivos.

Tres años antes de esta operación, en agosto de 2016, fueron detectados y capturados 59 colombianos sindicados de paramilitarismo, y que según fuentes judiciales venezolanas habían participado como apoyo de quienes lideraban las protestas sociales que por entonces se escenificaban en aquel país.

Tres años transcurrieron para que otra operación, esta vez disfrazada de ayuda humanitaria, y donde juntaron esfuerzos, logística y propaganda Estados Unidos, Colombia (que facilitó su territorio para todo lo ahí acontecido, además de desplegar aviones pertenecientes a una empresa de la Fuerza Aérea Colombiana para transportar todo lo necesario, más otras cosilla que luego fueron evidentes), Curazao, y “empresarios” incluso europeos (el magnate británico Richard Branson, quien corrió con la organización del concierto), pretendió abrir la frontera de este país y tras ello facilitar el despliegue de un accionar de gran calado, cívico y militar, para acabar el 23 de febrero, según Juan Guaidó, con el gobierno venezolano.

La puja entre los conspiradores y las fuerzas oficiales atacadas, que duró varios días en el vértice fronterizo nortesantandareano, no fue de poca escala y contó con gran eco por estar soportada en dos recursos que propician la manipulación de la opinión pública, sensibilizada día y noche por los medios oficiosos de comunicación: un concierto al que se sumaron viejos y nuevos artistas, así como la entrega de toneladas de alimento, una supuesta ayuda humanitaria facilitada en lo fundamental por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid por sus siglas en inglés) y el Departamento de Estado y por entregar a un sector de la ciudadanía venezolana. El acto, amparado bajo la denominación Live Aid, finalmente no alcanzó sus objetivos al no lograr ingresar a Venezuela, ni las fuerzas dispuestas para ello ni el alimento almacenado en bodegas ubicadas cerca del Puente Internacional de Tienditas y el cual era el Caballo de Troya de la operación.

Aunque en su momento fue negado el verdadero carácter de lo realizado y lo pretendido efectuar una vez traspasada la frontera, un año después de lo ocurrido quedó develado el tamaño de la conspiración. La detención de los mandos de la estructura paramilitar Los Rastrojos ubicados en la frontera colombo-venezolana, sus declaraciones ante la justicia de aquel país y la incautación de fotografías testimoniales así lo facilitaron.

En efecto, los registros fotográficos permitieron comprobar la relación de Guaidó con los paramilitares encargados de trasladarlo hasta el lado colombiano de la frontera, una relación establecida, seguramente, por la inteligencia de las Fuerzas Armadas colombianas. En las imágenes aparece el “presidente interino” abrazado con uno y otro jefe paramilitar. De igual manera, quedó ante los ojos de crédulos e incrédulos el momento en que el “presidente interino” de Venezuela fue recibido con honores de jefe de Estado rendidos por el cuerpo militar adscrito a la presidencia colombiana.

Aunque todo lo ocurrido parecía increíble por lo fantasioso y la ingenuidad en que estaba soportado, uno de los detenidos y confesos ante la justicia venezolana explicó la razón real de por qué y para qué realizar y guardar testimonios fotográficos: “tener las pruebas del acuerdo alcanzado con Guaidó, para que una vez éste en la presidencia no fuera a olvidarse de lo acordado”.

La marea bajó una vez fracasada esta intentona, pero las fuerzas que la propiciaron no se quedaron quietas. Y así fue porque en medio de aquella tensión, tras cámaras, mientras al mundo le recordaban por redes sociales, televisión y radio una y otra vez la hambruna por la que atraviesa aquel pueblo y la inmensa sensibilidad de los gobiernos gringo, colombiano y otros, dispuestos a resolver esas necesidades vitales donando los alimentos que se requieran, en oficinas privadas conversaban Guaidó y personas cercanas a él con Jordan Goudreaur, mercenario ex boina verde del ejército gringo y propietario de una empresa que presta este tipo de servicios acordaron llevar a cabo una incursión armada para capturar a Maduro y entregarlo a tribunales estadounidenses. El golpe de Estado fue proyectado para los primeros días del mes de mayo de 2020.

Y así fue. El 3 de aquel mes pusieron en marcha la operación Gedeón, incursionando desde Colombia el primer pequeño grupo armado que debía infiltrarse en territorio vecino por La Guaira. Luego procedió otro grupo por Aragua, ambos fueron detectados, algunos de sus integrantes perdieron la vida y otros quedaron capturados. Tras bambalinas el Estado colombiano que facilitó, incluso, lanchas de su marina de guerra, las cuales quedaron abandonadas en aguas venezolanas. Para el mando colombiano “las embarcaciones se habían soltado de sus amarras y el oleaje las había llevado a los parajes donde fueron encontradas”. Explicación pueril.

Una vez desactivada la operación, aparecen papeles que evidencian lo discutido y decidido en medio del Live Aid. Como si se tratara de la compra de un vehículo u otro objeto cualquiera, en esos papeles se fija el monto a pagar una vez cumplidos los objetivos y otro cúmulo de prebendas a que se comprometía el futuro presidente venezolano.

Canciller colombiana: espero contribuir a la búsqueda de respuestas a  migración venezolanaEste resultado, así como el de otras muchas conspiraciones, explican porque el embajador de Colombia en los Estados Unidos, así como la Canciller, comparten su preocupación por la falta de éxito y la necesidad de multiplicar esfuerzos. Como también explica el afán del presidente Duque en mostrar frutos concretos y llamar, por extensión, a prolongar la acción contra el gobierno venezolano.

Esta, que es un historia aún sin final, ha llevado a que Colombia actúe y se comporte de manera más abierta como el alfil de los Estados Unidos en esta parte del mundo, colocando en riesgo la paz de la región. Algo que no es de poca monta. Pero al mismo tiempo ha servido para potenciar y multiplicar aquello de que se quejan en la Casa de gobierno: la creciente y permanente llegada de migrantes venezolanos, una carga económica y social evidente para cualquier país.

Así, aunque seguirán negándolo, convencidos de que la única vía para resolver está problemática es sacar a Maduro y la cúpula del actual gobierno del poder, no cesarán en su conspiración. ¿Cuál será la próxima movida?