Chile: Una oportunidad para la Izquierda/ FA, hacia una segunda transición

456

Manuel Cabieses-Punto Final|

La coyuntura electoral permite comprobar que existen condiciones muy favorables para iniciar la construcción de una alternativa democrática y popular que permita a la Izquierda abrirse camino -con sus propias banderas- en la lucha contra el neoliberalismo.

Por supuesto nos referimos a una Izquierda del siglo XXI, capaz de botar el lastre de los errores del pasado para recuperar -junto con sus principios éticos ypolíticos- las banderas limpias del socialismo, tales como la democracia, la participación popular, las libertades públicas y el respeto a los derechos humanos, que le fueron arrebatados desvergonzadamente incluso, por sectores de derecha.

Las elecciones del 19 de noviembre, en efecto, confirman el proceso de descomposición del duopolio político que gobierna el país desde 1990. Si secomparan sus resultados con los de la anterior elección presidencial, del 17 de noviembre de 2013, se observa que Michelle Bachelet obtuvo aquel año casi 3millones y medio de votos en primera vuelta (46,7%). En cambio, su herederopolítico, Alejandro Guillier, consiguió sólo un millón y medio (22,7%). Asimismo, la coalición de gobierno perdió su mayoría en la Cámara de Diputados. En cualquier otro país -menos en Chile, donde ningún actor político reconoce sus fracasos- estos resultados se considerarían una importante derrota.

A su vez a la derecha no le fue todo lo bien que pretende hacer creer. Sebastián Piñera, aun cuando encabeza la opción para el 17 de diciembre, tuvo dos millones 400 mil votos (36,64%), cifra muy lejana a los 3 millones de votos(44.06%) que obtuvo en primera vuelta el año 2009. Es verdad -pero es una verdad relativa- que el sector fascista de José Antonio Kast (500 mil votos y 7,93%) también forma parte de la derecha. Es una verdad a medias porque la ultraderecha pinochetista es muy crítica de las inclinaciones liberales de Piñera y de su propósito de construir una derecha moderna.

La abstención -que esta vez registró un 54%- se ha convertido en el barreno que debilita el sistema político. En los hechos es el instrumento de que se vale parte de la población para manifestar de manera pacífica su protesta por lacorrupción y la demagogia. Es expresión también de la atonía e indiferencia en que el sistema mantiene a buena parte de los ciudadanos para manipularlos a su amaño. No obstante hay que anotar que el fenómeno de la abstención disminuyó esta vez. Hay que recordar que Bachelet fue elegida con 58,21% de abstención en 2013 y que en las elecciones municipales de octubre del año pasado la abstención llegó a 65%.

El mayor interés en votar el 19 de noviembre es otro dato que permite pensar que estamos ante un proceso de reactivación popular, ingrediente fundamental para la rearticulación de la Izquierda. Elfactor de este cambio hay que atribuirlo a la irrupción de una tercera fuerza -el Frente Amplio (FA)- que entró a la disputa electoral con sorprendentes resultados. Su candidata presidencial, Beatriz Sánchez, recibió un millón trescientos mil votos, o sea 20,27%. Y por añadidura el FA eligió 21 diputados y un senador, que lo convierte en una fuerza importante en el Congreso Nacional.

El FA no es un partido sino la agrupación de una docena de partidos y agrupaciones político-sociales y tiene su origen en las movilizaciones estudiantiles de 2011. Aunque su anclaje social está muy focalizado en sectores intelectuales y de la clase media, su gran votación interpreta -al menos por ahora- a un contingente social que desborda sus propias hechuras orgánicas. Ha venido allenar el vacío en el espectro electoral que dejó la decepción del pueblo con los partidos del duopolio que gobierna desde 1990 en alianza con el gran empresariado nacional y extranjero.

El FA plantea un programa democratizador y de justicia social y asume un compromiso de lucha contra la corrupción que se ha adueñado de las instituciones. Su programa también incluye la convocatoria a una Asamblea Constituyente que redacte y plebiscite una nueva Constitución Política. Este aspecto es fundamental y determina la naturaleza de un proyecto que se proponga cambios económicos y sociales profundos.

La Asamblea Constituyente debe estar a la cabeza de un programa orientado a reformar en profundidad la sociedad chilena. El modelo de economía de mercado es un sistema complejo que abarca ámbitos políticos, institucionales, sociales y culturales. Su basamento es la Constitución que rige -con mano de hierro-todos esos ámbitos. La eliminación del sistema de AFP, por ejemplo, o el derecho universal a salud y educación de calidad, son metas imposibles de alcanzar en el marco de la actual Constitución. La rigidez del sistema político-institucional heredado de la dictadura haría estrellarse la cabezacontra un muro a quien pretenda eliminar sus aspectos más conservadores y represivos, sin cambiar antes el cimiento del sistema que es la Constitución.

El FA tiene en este momento la responsabilidad de prestar un gran servicio a las fuerzas del cambio si es capaz de convertirse en el engranaje que ponga en marcha el proceso de recomposición de la Izquierda.

La experiencia que dejan numerosos esfuerzos realizados durante estos años porreconstruir una alternativa de Izquierda, independiente del maridaje de política y negocios, deberían ser tomados en cuenta por quienes se propongan ahora ese objetivo. La experiencia indica que el más rotundo fracaso espera a quienes traten de unir grupos que disfrutan su autonomía y cultivan luchas fratricidas. Tampoco ayudan los esfuerzos por refaccionar cascarones envejecidos que padecen sus propias oligarquías. Lo que moviliza y une al pueblo, como lo demuestran el propio FA o el Movimiento de Trabajadores NO+AFP, es la convocatoria político-social audaz e independiente que permita ocupar los espacios abandonados por las organizaciones tradicionales.

No hay que dejar pasar las condiciones favorables que se presentan para iniciar la rearticulación de la Izquierda y levantar su alternativa. En esto, sin duda, cabe gran responsabilidad al Frente Amplio.

*Editorial, “Punto Final” Nº 889


Frente Amplio, hacia una segunda transición 

Álvaro Cuadra|

La irrupción de Beatriz Sánchez en un inesperado tercer lugar ha modificado profundamente la cartografía de la política chilena. Quiérase o no, la presencia del Frente Amplio rompe el cómodo equilibrio posdictatorial que aseguró una transición pacífica al precio de mantener el modelo económico y la constitución creados por los militares.

La Concertación de Partidos por la Democracia, y su prolongación como Nueva Mayoría, fue el diseño político destinado a enfrentar una dictadura militar primero y darle gobernabilidad al país luego. Se trató de una configuración que, en un primer momento, excluía expresamente a los comunistas en las postrimerías de la Guerra Fría. Desde aquellos años, la dinámica democrática de casi tres décadas fue modificando lenta e inexorablemente las fuerzas e intereses que marcaron el inicio del retorno a la democracia. En la hora actual, existe una nueva escena que reclama y exige una nueva configuración política capaz de instalar un nuevo horizonte de sentido histórico.

La fragmentación del sector progresista y el debilitamiento de los diversos partidos políticos está señalando la obsolescencia no solo de tal o cual organización sino el envejecimiento de las ideas mismas que se postulan. Muchas de las propuestas iniciales han perdido su pertinencia y su sentido para las nuevas generaciones. Toda la épica democrática inicial se ha convertido en un discurso oficial y un mero trámite administrativo para salvaguardar empleos y privilegios.

Ante un panorama tan desolador, ya no es posible legitimar el propio discurso demonizando a los adversarios. El patético argumento “Nosotros o la derecha” carece hoy de todo sentido cuando las políticas propias se han asimilado a la de la supuesta oposición. Cuando el chantaje político-emocional se ha repetido tantas veces, pierde toda credibilidad y eficacia.

El Frente Amplio aparece en la escena política chilena como una oportunidad de inaugurar una Segunda Transición que deje atrás los condicionamientos autoritarios de aquel proceso liderado por el presidente Aylwin. En este sentido, cualquier negociación entre el Frente Amplio y Nueva Mayoría, tendente a garantizar el continuismo, representaría abortar la promesa democrática de una nueva etapa. El Frente Amplio solo puede legitimarse y perdurar políticamente sobre las cenizas de la Nueva Mayoría.

*Doctor de la Sorbonne. Paris-France