Chile 2025, el año que viviremos en peligro
Fernando Ayala
El próximo 16 de noviembre se efectuarán elecciones presidenciales en Chile, un país que fue considerado un modelo de prosperidad y estabilidad política en los últimos 30 años. Sus altas tasas de crecimiento, baja deuda pública y déficit fiscal, con una amplia red de acuerdos comerciales, inversiones extranjeras, reducción significativa de la pobreza, junto a otras variables, lo convirtieron en una suerte de paradigma para los países latinoamericanos, así como para las economías desarrolladas como un socio confiable en el plano político y económico.
Todo ello hoy es parte de un pasado nostálgico para un sector del gobierno de dos coaliciones que encabeza el presidente Gabriel Boric, una de izquierda dura y otra social demócrata, que reivindica lo obrado a partir del año 1990. La izquierda dura a la que pertenece el actual mandatario agrupada hoy en el Frente Amplio y que fueron opositores al último gobierno de Michelle Bachelet, soñaron con “tomar el cielo por asalto” al alcanzar la presidencia, pero rápidamente se encontraron cara a cara con la dura realidad terrenal de la política.
Hasta hoy mantienen gran parte de los cuestionamientos que formularon al período de 30 años, los de mayor crecimiento del país. Parte de esa crítica fue acertada y permitió que en solo 10 años saltaran desde las universidades a construir un proyecto que alcanzó el gobierno con el propósito de, en lo fundamental, poner término al neoliberalismo e implantar un nuevo modelo de desarrollo económico.
A poco andar la realidad se fue imponiendo y el fracaso se manifestó con el masivo rechazo al proyecto de constitución refundacional propuesto, a lo que se sumó la inexperiencia política marcada por situaciones engorrosas, escándalos de corrupción, arrogancia, pero más que nada, por no haber podido cambiar ninguna de las bases del modelo económico y social heredado de la dictadura de Pinochet.
Ni el modelo privado de pensiones, ni el de salud, así como tampoco la constitución, han podido ser reformados faltando solo un año para el término del gobierno. Entre los logros positivos destacan el aumento significativo del salario mínimo, a algo más 540 dólares, una reforma acotada a las pensiones y el pago de una deuda de arrastre de más de 30 años a los profesores. Sin embargo, y pese a otros positivos cambios, este gobierno será recordado por lo que prometió y no por lo realizado.
La masiva inmigración de los últimos 10 años que sobrepasa el millón de personas, junto a una ola de violencia inédita en la sociedad chilena (excluyendo obviamente los atroces crímenes y robos de la dictadura militar), han transformado el escenario político donde el voto obligatorio tendrá un papel relevante en la elección presidencial y parlamentaria de noviembre.
Se suma el hecho que la constitución entrega el derecho a voto a todo residente legal con cinco años viviendo en Chile, sin necesidad de tener la nacionalidad. Cómo se inclinará la balanza electoral es aún una incógnita, aunque hoy las encuestas dan mayoría a la derecha. Las fuerzas que apoyan al gobierno están debilitadas, desunidas en varios temas y carentes de un liderazgo identitario y aglutinador.
La derecha cuenta por ahora con tres candidatos a la presidencia, que han pasado a ser una suerte de “división alemana” en la política chilena, ya que los tres son descendientes germánicos de segunda y tercera generación. Evelyn Matthei (71 años), José Antonio Kast (59 años) y Johannes Kaiser (49 años). La primera, licenciada en economía, descendiente de colonos alemanes llegados a Chile en el siglo XIX.
Fue candidata presidencial en 2013 por las fuerzas de derecha para enfrentar a Michelle Bachelet, obteniendo solo el 37,38% de los votos. Ha sido ministra, senadora por la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI) y recientemente dejó el cargo de alcaldesa para disputar la próxima elección presidencial. Su padre fue comandante en jefe de la Fuerza Aérea y miembro de la junta militar que encabezó Pinochet por 17 años.
Además, cuando el dictador fue detenido en Londres por una orden de arresto internacional emitida por un juez español, Evelyn Matthei protestaba indignada exigiendo su liberación frente a las embajadas de Gran Bretaña y de España en Santiago. Además llamaba a lanzarles tomates y huevos a los diplomáticos y boicotear los productos ingleses y españoles, como se puede ver en vídeos de la época.

José Antonio Kast es hijo de un oficial del ejército alemán quien alcanzó el grado de teniente luego de su enrolamiento obligatorio en 1942. El padre combatió en la Segunda Guerra Mundial junto a sus siete hermanos, de los cuales solo dos sobrevivieron. Abogado de profesión, el hijo fue cuatro veces diputado por el partido UDI del cual se retiró para crear el Partido Republicano, con vínculos con la AfD en Alemania, con Vox en España, con el gobierno argentino de Javier Milei y el salvadoreño de Nayib Bukele.
Dos veces ha sido candidato presidencial: en 2017 obteniendo 7,93% de los votos y en 2021, cuando venció en la primera vuelta electoral con 27,91% pero fue derrotado en el balotaje por el actual presidente Gabriel Boric. En esa oportunidad, Kast alcanzó 44,13% de los votos que le entregaron mayoritariamente los partidos de derecha.
Johannes Kaiser en tanto, ha cursado estudios de derecho y cursos de filosofía, historia y sociología en universidades chilenas, alemanas y austríacas, pero sin concluir ninguna carrera. Su abuelo paterno fue un inmigrante alemán social demócrata que llegó a Chile en 1936 y se casó con una descendiente de colonos alemanes.
En 2021 fue electo diputado por el Partido Republicano al que abandonó definitivamente el año pasado para crear el Partido Nacional Libertario, inspirado en el ejemplo del actual presidente argentino Javier Milei, señalando que levantaría su candidatura presidencial. Ha sido acusado de misógino, justificado los asesinatos de la dictadura de Pinochet y es ultraconservador en los temas valóricos.

Matthei y Kast fueron partidarios de la dictadura militar y de la continuidad de Pinochet, por ocho años más, en el plebiscito de 1988. Kaiser era un niño, pero ha señalado que justifica y admira a Pinochet. Entre estos tres candidatos o “división alemana”, hasta ahora al menos, no hay acuerdo para una elección primaria o un candidato único. Kast ha señalado que irá a la papeleta esperando arrastrar a un sector de la derecha y Kaiser indicó que si llega a marcar 20% en las encuestas de intención de voto también asumirá el desafío. Ambos le quitan votos a Matthei que busca representar un centro derecha que no reniega del pasado.
Por su parte el presidente Boric es partidario de un candidato o candidata que aglutine a todas las fuerzas desde el Partido Comunista a la Democracia Cristiana. La única persona que podría lograr ese objetivo es la exmandataria Michelle Bachelet (73 años), quien ya ocupó la presidencia en dos oportunidades (2006-10 y 2014-18), pero ha reiterado que no desea una tercera candidatura.
Pese a su alta popularidad, las encuestas hoy tampoco la favorecen en medio del descredito de los partidos políticos en general, por ser una figura desgastada para algunos y por la baja aprobación del actual gobierno que marca 29% de apoyo (Plaza Pública, Cadem, febrero 2025). Una segunda carta es Carolina Tohá (59 años), actual ministra del Interior, número dos del gobierno, quien representa una alternativa de continuidad y a la vez renovación, valentía y liderazgo, pero que debería renunciar al cargo de ministra si es que decide ser candidata y entonces se verá qué dicen las encuestas que hoy no la favorecen.
Licenciada en derecho y doctora en ciencia política por la Universidad de Milán en Italia, representa al centro izquierda reformista o social democracia. Ha sido diputada, ministra portavoz en el segundo gobierno de Bachelet y alcaldesa de Santiago. La izquierda dura, agrupada en el Frente Amplio, así como el Partido Comunista, deben definir un candidato o candidata para ir a una primaria amplia con el centro izquierda o asumir candidaturas propias.
No será fácil por las visiones contrapuestas en apoyo a las dictaduras en Cuba, Venezuela o Nicaragua, una pesada mochila que cargan y que los comunistas se niegan a condenar. Hoy el presidente Boric, alejado por la fuerza de la realidad de aspiraciones revolucionarias, entiende la necesidad de unidad y de reformar para avanzar y sobre todo para construir una amplia mayoría parlamentaria, fundamental para avanzar en la democratización de la sociedad chilena.
Si bien las encuestas favorecen hoy la candidatura de Matthei, con 20 % de intención de voto (Cadem febrero 2025), la disputa por el liderazgo del sector está en duda por la persistencia de Kast de no ir a primarias, junto el ascendente crecimiento de Kaiser en las encuestas que marca 10% superando a Kast, quien llega a 9% (Cadem, enero 2025).
En general, el voto estará condicionado por dos variables que el gobierno de Boric tardó tiempo en asumir y que han erosionado el apoyo popular: la ascendente violencia y delincuencia en las principales ciudades del país y la masiva inmigración, que el imaginario colectivo -con parte de razón- asocia a la violencia. Ambos nutren el creciente sentimiento de inseguridad que recorre Chile. Como sucede en muchos países hoy, vastos sectores de la población, así como los más vulnerables, votarán por quienes han hecho de estos temas la columna central de sus discursos para atacar al gobierno del presidente Boric.
Chile vivirá el año 2025 bajo la incertidumbre del escenario mundial que podría afectar la economía chilena si llega a concretarse las medidas unilaterales de aplicación de aranceles que rigen a través de la debilitada Organización Mundial de Comercio (OMC). Se suma la advertencia del presidente Trump de aplicar la vieja ley del garrote para alinear a los países latinoamericanos en una región desunida, fraccionada, sin diálogo político entre los mandatarios donde priman las posturas ideológica por sobre los intereses regionales.
En este marco se dará la campaña presidencial en Chile que radicalizará a los extremos: por un lado el viejo pinochetismo que de una u otra forma terminará aglutinando al sector y por otro una izquierda dividida que ha demostrado una difícil convivencia en el actual gobierno. Las nuevas generaciones, carentes de referentes e ideales, han sido obnubiladas por las redes sociales, los “influencers”, la marcas, los millones de los futbolistas famosos y los magantes del dinero que arrastran a una parte de ellas al populismo en busca de respuesta a sus demandas. Las elecciones de noviembre próximo serán una pequeña muestra de los cambios profundos en la sociedad chilena.
*Embajador, economista de la Universidad de Zagreb, Croacia, y Master en Ciencia Política de la Universidad Católica de Chile. Ex Subdirector de asuntos estratégicos de la U de Chile y ex Subsecretario de Defensa.