Cadal, una base de operaciones anticastrista en Argentina

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GUSTAVO VEIGA| Cadal es la sigla con que se conoce al Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina. Una fundación que hizo pie en nuestro país el 26 de febrero de 2003 y quedó legalizada un par de meses después. Por la cantidad de eventos que realiza, esta organización se muestra tan activa como su presidente, Gabriel Constancio Salvia, un periodista itinerante de 47 años que también figura registrado como importador en Uruguay, donde la ONG tiene su segunda sede.

 

Página 12

Su currículum indica en la segunda línea que “desde 1992 se desempeña en la dirección de entidades sin fines de lucro”. También que se vinculó con “la actividad partidaria desde marzo de 1983”. Pero no menciona cuáles son las entidades ni aclara en qué fuerza política. De sus textos y ponencias se desprende un cerril anticomunismo que revelan sus análisis sobre el gobierno cubano. La ONG sintoniza muy bien con el pensamiento de su jefe: critica con dureza a los gobiernos de países como Venezuela, Bolivia, Ecuador y la Argentina. En un editorial previo a las últimas elecciones se quejaba “del absolutismo” de Cristina Kirchner y de que su modelo “es piantavotos y espanta inversores”.

Cadal se define en su nutrida página web como “una voz clara y constante en la promoción de la democracia, el fortalecimiento de las instituciones y el progreso económico y social de América latina”. Entre ese enunciado y otros datos que brinda deja evidencias de dónde viene y hacia dónde va. Su estrecha relación con dos entes como la Usaid (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) y la NED (Fundación Nacional para la Democracia) que la financian, la aproximan demasiado al exilio anticastrista de Miami. Nueve de los dieciséis libros que publicó en sociedad con distintas fundaciones y editoriales tratan sobre temas cubanos. La secretaria de la fundación, María Teresa Reviriego, preside la Comisión Pro Derechos Humanos en Cuba con sede en la calle Tucumán 843, de la Capital Federal.

La NED, sigla en inglés de la National Endowment For Democracy, fue creada por Ronald Reagan y tiene entre sus integrantes a Terence Todman, el ex embajador de Estados Unidos en la Argentina durante el primer gobierno de Carlos Menem, y Francis Fukuyama, el politólogo norteamericano de origen japonés que vaticinó el fin de la historia y que veinte años después sigue jugando al augur: acaba de presagiar el final de la Eurozona. En 2011, la NED publicó en su página oficial que le aportó a Cadal 60 mil dólares. Sus fondos a discreción suelen promover todo tipo de iniciativas contra Cuba.

Cuando demanda recursos para sostenerse, organiza programas como Good bye Lenin (La experiencia socialista en Europa Central y Oriental, transiciones a la democracia y lecciones para América Latina) o presentar publicaciones de los cubanos anticastristas Huber Matos o Carlos Alberto Montaner, que visitaron Buenos Aires en 2005, Cadal propone cuatro alternativas para sus aportantes: la suscripción al programa de análisis político y económico regional; donaciones al fondo de becas emprendedoras de las ideas; la suscripción como miembro adherente o ser sponsor de los foros que convoca. Acepta cuotas desde cien pesos mensuales a mil anuales y quienes pagan reciben las publicaciones impresas de la fundación y son invitados especiales a sus foros en Buenos Aires, Rosario, Montevideo y Punta del Este.

Bodegas San Huberto, la empresa que preside Leonardo Spadone, hijo de Carlos, el conocido empresario teatral que se diversificó a otros rubros, es un auspiciante permanente de los eventos que desarrolla Cadal. Pero sus críticos señalan que recibe estímulos económicos por vías más informales: mencionan sin reservas a la CIA. Martha Lidia Ferreira, una uruguaya que es licenciada en Geopolítica e integrante de Blogueros y Corresponsales de la Revolución, asegura que “Cadal recibe su mayor porcentaje de dinero para sus acciones de manos de las sucursales de la CIA para la región: la fundación Atlas, la Fupad (Fundación Panamericana para el Desarrollo), la Usaid y la NED”, entre otras entidades.

Cadal sostiene que Latinoamérica “atraviesa por una etapa crítica en su desarrollo”. No obstante, elogia los avances de las instituciones en Brasil, Chile, México (un país que en seis años sufrió casi 50 mil homicidios en la lucha contra el narcotráfico), Colombia y Uruguay. En un segundo grupo que encuentra “grandes dificultades para lograr el desarrollo sostenido” incluye a Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y la Argentina porque, según la fundación, algunos de estos países registran “la ausencia de las libertades más básicas” y otros, “importantes atropellos a la propiedad privada que demoran el establecimiento de las condiciones para el progreso como lo es, por ejemplo, la confiscación de fondos de pensiones producida en Argentina”.

La fundación, cuyo número de inscripción en la Inspección General de Justicia (IGJ) es 1717869, presenta trámites con regularidad ante ese organismo como balances y declaraciones juradas. La última data del 29 de julio pasado. El ex inspector general designado por el gobierno de la Alianza, Guillermo Enrique Ragazzi, firmó la autorización para la funcionara durante la presidencia de Eduardo Duhalde, el 6 de mayo de 2003. Veinte días después, Fidel Castro daba un recordado discurso en las escalinatas de la Facultad de Derecho de la UBA. A Salvia, como confesaría días más tarde, el viaje del líder cubano lo “tomó por sorpresa”. Una extraña coincidencia entre el nacimiento de Cadal y aquella histórica presencia en Buenos Aires.