Britto: A conversar, señores/ Stelling: Ética de intervención /González: Plan (saqueo al) país
A conversar, señores
Luis Britto García|
1- Bueno es que polos opuestos en el debate político dialoguen, malo es que uno de ellos no presente más propuesta que eliminar al otro. Hacia el conflictivo 2001 el plan era el Gobierno de Transición. Escribí un artículo, “Barajitas repetidas”, equiparándolo a los promotores de álbumes, que nos obligaban a comprar sobres cerrados esperando que nos saliera la ilocalizable Ave del Paraíso para sólo obtener el mil veces repetido Gorila Salvaje. En el sobrecito cerrado opositor venían el dictador patronal Carmona Estanga y el sabotaje petrolero. Nadie los hubiera comprado: con razón trataron de imponerlos con la violencia.
2- Las fuerzas opositoras sólo coinciden en ocultar para qué quieren el poder. No sueltan prenda porque nadie les compraría el paquete completo. Para muestra, basta un botón. En 2003, tras fallar en su intento de derrocar al Presidente electo, revelan un proyecto que sus medios privados casi se abstienen de divulgar.
Sólo Últimas Noticias difunde que su primera meta es abiertamente inconstitucional: privatizar Pdvsa. La complementan la privatización de la Educación y de la Seguridad Social, ambas garantizadas a todos por la Carta Magna (Últimas Noticias, 6-1-03, p.8). La oposición también ratificaría la eliminación de las prestaciones laborales perpetrada por Rafael Caldera. Si esconde su programa, es porque éste no sube cerro ni brinca barranco.
3- En junio de 2003 una comisión de la Coordinadora Democrática presidida por Diego Bautista Urbaneja publica su “Plan consenso País”. Tampoco lo divulgan, y con razón: se parece al anterior como una gota de agua a otra. Con enredado lenguaje amenazan privatizar la Salud mediante “opciones individuales de capitalización de pensiones o de salud, para quienes estén en condiciones de optar por ellas de un modo que los beneficie”. Traducimos: negociado de Fondos Aseguradores de Pensiones.
También la privatización de la Educación Superior está con el “acuerdo de los sectores académicos, gremiales y estatales para modificar la estructura gerencial y financiera de las universidades”. Sobre los hidrocarburos, “Asumen que la industria petrolera y petroquímica requiere de un plan de negocios que abarque el crudo y sus derivados, gas, petroquímica, orimulsión y carbón”. Y proponen que “el financiamiento además del público provenga de la inversión privada. Pdvsa buscará diseñar su integración aguas bajo en áreas específicas y buscar mercados nuevos”.
Además, sugieren “que en la política de producción no se mantenga el dogma la ecuación volumen versus precio” (Ascención Reyes: “Coordinadora priorizará reconciliación en eventual gobierno transitorio”, El Nacional, 8-6-03, A-6). De nuevo traducimos: vender la industria petrolera al capital privado y sobreproducir para bajar los precios de los hidrocarburos. Parecerían cláusulas redactadas por la Agencia de Energía de Estados Unidos.
De ser aplicadas hoy, caeríamos de más de 70 dólares por barril a los históricos 8 dólares de Caldera y Giusti. Perderíamos nuestra condición, certificada por la ONU, de país menos desigual de América Latina, para hundirnos hasta los niveles de quienes amenazan con invadirnos: Colombia, Brasil, Panamá y Chile, respectivamente cuarto, quinto, sexto y séptimo países más desiguales del mundo.
4- Programas por los que nadie votaría sólo pueden ser impuestos por la fuerza bruta del ejército nacional, y ya que éste tampoco quiere, por la fuerza brutal de invasores extranjeros. En 2001 se dio a conocer el “Plan Balboa” ejercicio militar para dividir en tres bloques a Venezuela con ataques desde Panamá y Colombia. Los opositores se abstienen de condenarlo, así como al centenar largo de paramilitares acuartelados en la Finca Daktari para un intento de magnicidio. En 2007 Julio Borges y Leopoldo López proponen en la española Fundación de Análisis Económico y Social (FAES) la instalación de bases militares de la OTAN en América Latina.
5- ¿Qué esperan dirigentes opositores venezolanos de potencias extranjeras? O más bien ¿que esperan potencias extranjeras de dirigentes opositores venezolanos? Nunca sale gratis intervención militar foránea. Como en Irak, el control de nuestros recursos naturales quedaría en manos de transnacionales. Como en Yugoslavia, Checoslovaquia o Libia, fragmentaría nuestro país en bloques ocupados por tropas extranjeras que, como las de Estados Unidos en Colombia, pretenderían ser inmunes ante leyes y tribunales locales. Quien dude, consulte las declaraciones de Donald Trump: “Todas las opciones siguen abiertas”.
6- Soñar no cuesta nada, y fantasear el descuartizamiento y el pillaje de un país, todavía menos. Pero, quién le pone el cascabel al gato? ¿Qué ha impedido que estos planes inalterables hayan triunfado? Lo mismo que ha inducido a no expresarlos desfachatadamente: les falta pueblo. Sobre todo, pueblo en armas. Desde el 11 de abril hasta la payasada de Altamira, todas las tentativas de convocar al ejército como alfombra de un autoritarismo de derecha han desembocado en un incómodo ridículo, síntoma de que los brujos neoliberales no conocen sus hierbas.
¿Qué papel le reserva a las Fanb una ocupación militar extranjera? Su posible liquidación: en los tres países bajo mayor injerencia estadounidense (Puerto Rico, Costa Rica, Panamá) no existe ejército. Como premio de consolación, servirían de auxiliares en tareas sucias a fuerzas de ocupación de mercenarios y paramilitares: se aplicaría la doctrina formulada desde 1992 por el Fondo Monetario Internacional, de reducir drásticamente la talla de las Fuerzas Armadas, o la del Documento de Santa Fe II, de rebajarlas a policía antidroga. Se explica entonces por qué todas las promesas, los sobornos y los engaños de la primera potencia armamentista del mundo no han logrado atraer más que 354 desertores, actualmente robados y abandonados en Cúcuta por los mismos que los indujeron a romwper filas. Por las malas no se puede: a conversar, señores.
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Ética de intervención
Maryclen Stelling|
De nuevo apostamos al éxito del diálogo y la paz a pesar de las voces agoreras que, empeñadas en mantener el conflicto, decretan un nuevo fracaso. En escritos anteriores hemos abordado el periodismo de trinchera en tanto ideal informativo para ciertos sectores; el frentismo mediático en cuanto extensión de la confrontación política; el periodismo militante, atrincherado en una plataforma político-partidista, abocado al ataque y demonización de todo aquello que se desvíe de sus marcos de referencia.
Hemos denunciado cierto periodismo leal a empresas mediáticas y a sus líneas editoriales pro conflicto, en detrimento del reencuentro y reconocimiento, del diálogo y la paz. Cual certero golpe al conflicto y a los escenarios bélicos, de las entrañas de la confrontación y la violencia emerge la necesidad de un periodismo legitimador de actitudes, comportamientos e imaginarios sociales promotores de la paz. Gradualmente se inicia un proceso político deliberativo y de debate en torno al consenso y al dialogo. Tímidamente se asoma al escenario político comunicacional el periodismo de paz. Todo ello supone un profundo cambio en la cobertura noticiosa que los medios realizan tanto del conflicto como del propio proceso de paz. Lentamente la paz comienza a posicionarse como un valor político y comunicacional.
El Periodismo de paz requiere que los medios den el salto de actores del conflicto a actores del diálogo, dado su papel fundamental en la construcción de la opinión pública, en la legitimación y posicionamiento de estrategias pro paz. Desde una perspectiva ética, el periodismo de paz implica aceptar el papel y la responsabilidad en procesos de resolución de conflictos. Se trata de una opción ética fundamentada en la apuesta a un nuevo enfoque comunicacional que promueve, revaloriza y visibiliza estrategias pacíficas tendientes a desescalar los niveles de violencia, promovidos por el periodismo de guerra.
El periodismo de paz pretende una cobertura responsable del conflicto, igualmente incidir en las actitudes de propietarios, anunciantes, profesionales y audiencias de los medios, con miras a la construcción y mantenimiento de la paz. El periodismo de paz se constituye, así, en una poderosa propuesta ética comunicacional para la transformación y el cambio social, tal como lo demanda el país.
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Plan (saqueo al) país
Ángel Daniel González|
A nadie debe sorprender que los enviados de Guaidó a Cúcuta se hayan robado la plata, que supuestamente estaba destinada a pagar los gastos de los desertores que cruzaron la frontera con la promesa de un pago en dólares. Estaban tan seguros de que con presiones y sobornos lograrían fracturar a la Fanb, que ni siquiera pensaron en tener que cumplir lo prometido.
La organización de un concierto en la frontera fue vista como “dinero fácil”. Sencillamente, recogerían las “donaciones” y el dinero robado a la nación, y luego no habría problema en repartirlo y gastarlo, pues cuando la “ayuda humanitaria” cruzara la frontera, aquí se armaría una sampablera de tal magnitud que el Gobierno caería y ya nadie se acordaría de esos reales.
Esta forma de gestionar los recursos por parte del personal del autojuramentado no es más que una pequeña muestra del saqueo que pretenden perpetrar las petroleras gringas y la oligarquía criolla a través del “plan Guaidó”.
Aun cuando no han logrado tumbar a Maduro, la otra parte del plan, la más importante, sí ha avanzado. A Washington le importa menos quién atiende el teléfono en Miraflores que el hecho de poder controlar tanto la producción y comercialización petrolera venezolana como los activos financieros del país.
Por algo las únicas “acciones de gobierno” de Guaidó han sido: nombrar juntas directivas de Pdvsa y Citgo, pagar intereses del bono 2020 de Pdvsa, pedir la retención de fondos líquidos de la nación en bancos internacionales y el bloqueo a los despachos de crudo de Pdvsa.
Para Washington, con eso “van bien”. La prioridad petrolera de EEUU en el escenario actual es vender el crudo norteamericano, manteniendo a raya a Rusia y a Irán, y a Pdvsa desmantelada. Quebrar nuestra empresa petrolera es el objetivo de Guaidó. Intentarán llevarla a una situación de cero ventas, y el dinero “congelado” se lo repartirán los acreedores. Los restos de ese reparto es lo que lograrán recoger Juan Guaidó y compañía.
Tal como sucedió en Cúcuta, la oposición está más pendiente de la plata que de las acciones políticas que “sirven” para tapar el saqueo. Por eso siempre el tiempo les revela las costuras y vuelven a caer en el hueco político del que no han logrado salir en los últimos 20 años.
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