Brasil se moviliza de cara a un 2022 crucial

Esté sábado 29 de mayo se vivió un hecho histórico en el Brasil: enormes movilizaciones populares colmaron los principales espacios de las ciudades más grandes del país, con un solo objetivo, y una sola consigna central: “Fuera Bolsonaro”. Hubo concentraciones en 213 ciudades del Brasil, en los 26 estados. 

(Xinhua/Lucio Tavora)

Marcos Salgado | 

La movilización del 29M contó con la participación de partidos de izquierda, sindicatos, entidades estudiantiles, afrodescendientes, indígenas, movimientos de trabajadores rurales y torcidas, los simpatizantes de equipos de futbol organizados. La valoración es que fue la mayor movilización nacional unificada desde 2017, durante los actos contra el expresidente Michel Temer.

En San Pablo la manifestación ocupó más de siete cuadras de la tradicional Avenida Paulista, y congregó a no menos de 80 mil personas. Antes de hablar a la multitud, el referente del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo, Guilherme Boulos, pidió un minuto de aplauso por las víctimas de la COVID-19, que son dijo, las víctimas de abandono y el genocidio de Bolsonaro.

Una avalancha democrática y popular, que es la primera gran movilización popular en el Brasil desde que comenzó la pandemia de la COVID-19, hace ya más de un año, que está haciendo estragos en el país más grande de América del Sur. Precisamente uno de los reclamos centrales contra Bolsonaro es el desastroso manejo de la pandemia. Brasil tiene más de 461 mil muertos, y los especialistas aseguran que incluso se podría estar a las puertas de una nueva oleada de contagios y muertes. 

Así se midieron fuerzas en las calles. Y la diferencia a favor de los anti-bolsonaro es monumental. La multitud en San Pablo superó por decenas de miles a los bolsonaristas que se manifestaron a principio de este mes, en el mismo lugar. 

El reclamo unificado es por un impeachment, un juicio de destitución, contra el presidente Jair Bolsonaro, cuya realización es muy compleja, porque debe pasar por un Congreso en el que, por ahora, las cuentas no dan, ni mucho menos. De hecho hay 120 solicitudes de impeachment contra Bolsonaro, todas cajoneadas por el presidente de la Cámara de Diputados, un aliado del jefe del Estado. 

Pero de la mano de una creciente presión popular en las calles, como esta del último sábado, y mientras sigue en caída la popularidad del presidente, la posibilidad de un impeachment puede crecer, y si no, lo que sí debería crecer es la unificación de las luchas y los reclamos entre quienes convocaron a estas gigantescas movilizaciones, y que deberían ir confluyendo hacia las elecciones presidenciales del año que viene, el 2022, en las que sin duda el partido militar que soporta a Bolsonaro en el gobierno intentará todo lo que pueda (¿dictadura incluida?), para no dejar el poder. El gobierno actualmente alberga a más de 10 mil militares en puestos técnicos, que deberían estar bajo responsabilidad de civiles calificados. El caso del ahora ex ministro de Salud, Eduardo Pazuello, llamado “el ministro de la muerte” por su pésima gestión de la pandemia es apenas la punta de iceberg de presencia militar en el gobierno que difícilmente se vaya a la casa así nomás, ante una eventual derrota en las presidenciales. 

Por eso, el desafío en Brasil es gigante. No solo se trata de un buen candidato para enfrentar al partido militar, que ya existe, y es Lula. Pero el tema va mucho más allá: es cómo se articulan mayorías progresistas, para resistir y defender el resultado de las elecciones de 2022, que en los ministerios de Brasilia ya se preparan para desconocer.