Brasil, bienvenido a la lucha de clases

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João Pedro Stedile | 

Nosotros somos un grupo de militantes, dirigentes, pensadores que soñamos con el socialismo en Brasil. Y estamos en la lucha de clases, entre el primer y el segundo tiempo de un partido de un campeonato que no terminó. Estamos en el vestuario analizando las próximas jugadas.

Es evidente que Brasil vive una grave crisis, una crisis de proyecto. Va mucho más allá del gobierno. La crisis que estamos viviendo es semejante a la del 29, del 60, del 80. Y en estas crisis históricas del país las salidas tardan. Exige una reorganización de las clases. Y es eso lo que está en juego.

Del otro lado, ellos sólo tienen una salida: el regreso del neoliberalismo. Por qué en una crisis – que es una crisis del modo capitalista – necesitan limpiar el terreno para volver a aumentar sus ganancias, acumular y hacer crecer su economía. Pero para eso, tienen que destruir los derechos de los trabajadores, tienen que apropiarse de nuestras riquezas como el petróleo, la minería, el agua, la biodiversidad, los ríos para las hidroeléctricas, para fortalecer así el capital y volver a controlar nuestra economía, subordinándola – como ellos dicen públicamente – a la economía de los Estados Unidos. Ese es su proyecto histórico.

En esta batalla decidieron que para limpiar el terreno, tenían que librarse de algunas trabas. La primera: el gobierno de Dilma (Rousseff), que aunque no sea una gran traba, aún así no les permitía ganar 7 a 1. Además, tenían que desmoralizar a Lula, porque Lula es el fantasma de la clase trabajadora.

Para conseguir esos objetivos armaron un equipo con 3 actores fundamentales. Primero, el poder económico. Hay un enorme poder de los capitalistas que operan a través de sus porta-voces mediáticos. Como dijo Paulinho da Força Sindical (sindicalista y diputado) en su ingenuidad: “Esta sobrando dinero para financiar el impeachment”. Es el capital que compra obispos, jueces, la Red Globo. Hay mucho poder económico en disputa y ellos están moviéndose aunque tienen sus diferencias. No están unidos. ¡Gracias a Dios y a la Dialéctica!

Parte de ellos no acepta la vuelta el neoliberalismo porque empresas como Friboi (de producción de carne) dependen del mercado interno y saben que solo van a recuperar su tasa de ganancia si el pueblo mejora. Esas diferencias entre el poder económico nos benefician. El segundo equipo son los parlamentarios. Es el equipo más sucio. Están entrando sin calzoncillos a la cancha. El origen de la elección de estos parlamentarios es ilegal, ilegítima. Y tercer equipo, es el núcleo ideológico donde está la dirección política del proyecto. Hay en ellos una mezcla. Una mezcla de la derecha del Ministerio Público, la Policía Federal y la Justicia, en alianza con la Red Globo. Usaron la excusa de la corrupción pero también tienen contradicciones: “¿Vamos a sacar a Dilma y después qué hacemos con Cunha? (Eduardo. Presidente de la Cámara de Diputados, investigado por corrupción, segundo en la línea de sucesión presidencial)

¿Del otro lado – el pueblo trabajador – quién tiene a su lado? El gobierno de Dilma que nosotros elegimos y que se pasó dos años haciendo goles en contra. Nosotros ya lo hemos dicho: ¡Basta de hacer goles en contra! Hay que cambiar la política económica a favor del pueblo. Por suerte, ella cambió de entrenador y puso Lula. Y eso ya anuncia nuevas señales.

Del lado de los trabajadores también está la sociedad. Fue la que mejor jugó en estos tiempos. El día que intentaron detener a Lula, en más de 1500 ciudades hubo plenarias de militantes que dijeron “no”. Una sociedad independiente de los partidos, que fue por su propia cuenta. El equipo de la sociedad está jugando bien. El tercero actor son las calles, donde hemos tenido partidos importantes. Ellos salieron el 13 y nosotros se la devolvimos saliendo el 18 y quedó en un 2 a 2. Pero aún no estamos ganando en las calles. Porque la gran masa aún no salió. Todavía está sentada esperando. Está asustada. El desafío que tenemos en las calles, como militantes, es mostrar para esta masa que el problema no es Dilma, ni la corrupción y si, lo que está en juego, es un proyecto del país. Eso es lo que el pueblo tiene que entender. En las calles, aún no ganamos pero hay elementos que pueden cambiar eso. El sábado por la mañana Lula estuvo en Fortaleza y llevó a 100 mil personas a la calle. Ahí está el pueblo. El Sindicato del ABC (en San Pablo) hizo una asamblea con 8 mil trabajadores de las plantas de automóviles. Ahí está el pueblo.

Este es el esfuerzo que tenemos que hacer: salir del vestuario e ir a la cancha con el pueblo. ¡Combinemos una fecha y que la favela ocupe las playas de la Zona Sur, en Río!

Por último, aún tenemos muchas tareas que hacer. Votarán el impeachment. Nosotros tenemos la obligación de frenar el golpe y exigir al gobierno que haga una limpieza en los ministerios, reconocer nuestros errores y mostrarle al pueblo que es un gobierno del pueblo y para el pueblo.

Hay que mantenerse en las calles pero esto no es suficiente. Si el problema de fondo es un proyecto, tenemos que ir delineándolo. Porqué en el 2018 hay elecciones. ¿Cuál es nuestro proyecto? ¿Es solamente Lula 2018? Tenemos que tener un proyecto de país. Y este proyecto de país – en la tradición de izquierda – lo construyen los intelectuales orgánicos de la clase trabajadora, que son ustedes. Empiecen a discutir este proyecto. Es necesario desde ahora ir cambiando la rueda de bicicleta mientras esté en movimiento. Es decir, mientras frenamos el golpe, tenemos que ir pensando en un proyecto de país, hablar con el pueblo y discutirlo con el pueblo, porque el pueblo no es bobo. Ya estamos organizándonos. El Frente Brasil Popular y el MST, vamos a acampar en Brasilia para frenar el golpe. Son campamentos lúdicos, de reflexión donde discutiremos un proyecto de país. Les diremos: “aquí no pasarán”. Y voy a provocarlos con una decisión que ya tomamos en la Asamblea del Frente Brasil Popular en Río Grande do Sul, donde haremos un campamento de legalidad en frente al Palacio Piratini (sede de gobierno), en homenaje a Leonel Brizola. Ustedes en Río de Janeiro, acampen en la Plaza de la Candelaria. ¡No tengan miedo! Tenemos que ser firmes, resistir, hasta sacar del escenario esta estupidez de intento de golpe. Organicémonos para crear un proyecto de país y seguir alerta en las calles. ¡Bienvenidos a la lucha de clases!

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João Pedro Stedile es miembro de la la Coordinación Nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil y de Vía Campesina

(Transcripción y traducción de discurso durante “Ato Brasil pela Democracia”, Teatro Oi, Casa Grande. 4 de marzo 2016, Río de Janeiro. www.youtube.com/watch?v=FHCt_vT_8RY )

Fuente: http://www.clacso.org/megafon/megafon4_articulo3.php