Argentina: Un presidente en apuros
Juan Guahán-Question latinoamérica
El discurso presidencial, abriendo un nuevo período parlamentario, dejó mucha tela por cortar, por lo que dijo y por lo que pasó. Ventajas y desventajas de colocar al kirchnerismo más duro como su principal contrincante. La declaración de Stiusso y una mecha que no se apaga.
El Presidente Mauricio Macri dejó inaugurado un nuevo período de sesiones de nuestro Parlamento. Fue su primera presentación, ante ese cuerpo, después del acto de asunción hace casi 3 meses. Todo aconteció en ese agradable mediodía del martes, cuando el verano empieza a dejar su lugar al otoño. El acto no tuvo los “papelitos” de los tiempos de Cristina, pero tampoco los “globos” de la campaña macrista.
No fue un acto convencional. Tuvo todas las debidas formalidades, pero un clima especial se respiraba dentro del recinto. Desde el inicio se vio a un grupo de legisladores vinculados al kirchnerismo colocar sobre las paredes del recinto varios cartelitos. Ellos tenían mensajes alusivos a los temas que tienen que ver con su enfrentamiento con las decisiones oficiales. Pero el plato fuerte vendría poco antes de promediar el discurso presidencial.
En medio de las dudas -ficticias o reales- acerca de la conveniencia o no de meterse de lleno en los temas vinculados a la “herencia recibida”, Macri se despachó con dureza sobre el pasado kirchnerista.
Dejó de lado la bonhomía que lo caracterizó en la campaña electoral y pasó revista a lo que, según su modo de ver, serían las claves para entender los problemas que hoy tiene que afrontar. En ese recuento de males desfilaron: La inflación, como algo promovido desde el gobierno; el déficit fiscal del 7% del PBI, que deja una Caja vacía; el déficit energético que va desde las pérdidas de reservas de petróleo y gas, hasta los subsidios que motivan el atraso en las tarifas y la falta de inversiones en ese área; la caída de las reservas y la falta de divisas, a las que vinculó con la pérdida de puestos de trabajo; los problemas narcotráfico e inseguridad; los ocultamientos de datos y falta de información. Todo ello y algunas cosas más formaron parte del “rosario” de cuestiones que fueron endilgadas a estos años del kirchnerismo.
Allí pasó algo que no es habitual y que posiblemente marque, por un buen tiempo, el futuro. En pleno parlamento y desde la bancada del Frente para la Victoria (FpV), se alzaron inusuales carteles y altisonantes voces cuestionadoras. Esa modalidad de protesta en ese sitio no es un tema menor. A ella cabe agregarle que el día anterior el Presidente fue escrachado al inaugurar el período lectivo en una escuela del Gran Buenos Aires. Todo esto pasa a menos de 90 días de haber asumido.
Estos hechos reflejan varias cuestiones que no podemos pasar por alto: al kirchnerismo no le gusta que le recuerden los problemas heredados de su gestión; para los sectores populares y gran parte de la opinión pública los problemas económicos y laborales se han agravado con este gobierno; el cristinismo confronta abierta y duramente con el macrismo; el resto del peronismo vacila, por momentos se suma a esas críticas y por momentos negocia con el gobierno. Ese es el panorama actual y su evolución nos ofrece innumerables variantes en dependencia de los caminos futuros. Sin un alivio en las condiciones de vida de los más humildes la tendencia va hacia un agravamiento de la situación social lo que le puede agregar explosivos componente a la ya existente confrontación política.
Coparticipación, buitres y negociaciones legislativas
El tema venía planteado, pero en los últimos días –sobre todo después del discurso de Macri en el Congreso- la cuestión va tomando cuerpo. El peronismo pejotista (maneja el bloque del senado y –sin controlarlo- tiene muchos legisladores en diputados) no quiere perder la iniciativa política a manos del cristinismo. Quiere aprovechar la confrontación existente, entre macrismo y cristinismo, para colarse en la misma y arrancar algunas ventajas para sus respectivas provincias. Ahora (legisladores y gobernadores) hicieron saber que quieren que le restituyan el 15% de la coparticipación a las provincias sin pasar por la gradualidad de los 5 años que negoció Sergio Massa. Lo colocan como condición para su voto en el tema de las dos leyes que hay que derogar para avanzar en el acuerdo con los holdouts (buitres). Es muy probable que el gobierno consiga el quórum y los votos para cerrar el acuerdo con el Juez Griesa, pero una cosa es tenerlo de un modo ajustado y con todo el FpV en contra y otra es hacerlo con ese voto -al menos- dividido.
La declaración de Stiuso y una mecha sin apagar
Jaime Stiuso, el ex hombre fuerte de la inteligencia argentina, volvió al país. Declaró durante 16 horas y pateó el hormiguero, de la investigación sobre la muerte del Fiscal Nisman. Su declaración está en una caja fuerte a la espera del Juez Federal que entenderá en el tema. Pero van trascendiendo detalles de lo que dijo. Ciertamente que “prendió el ventilador”. No se conocen si sus dichos están avalados por pruebas, su abogado dice que son “interpretaciones” de Stiuso. Si es así, lo que dijo -en términos legales- vale: Nada. ¿Cómo creerle a alguien que estuvo cerca de 40 años en los servicios de inteligencia y aporta denuncias sin pruebas? De todas maneras, con pruebas o sin ellas, ¡el impacto ya está!
Las novedades que vuelca en sus “interpretaciones” son de una gravedad inusitada. Dice haber recibido órdenes para no arrimar pruebas sobre la pista iraní. “Interpreta” que al Fiscal lo mataron por orden del “gobierno anterior”. Involucra, en ese hecho, a la propia ex Presidenta, a Aníbal Fernández y Carlos Zanini, bajo cuyas órdenes trabajó durante más de 10 años. En esa función, por cuestiones operativas y posiblemente por vocación, mantuvo estrechos vínculos con los servicios de inteligencia de los Estados Unidos e Israel. En fin…