Argentina: los caminos del balotaje
Juan Guahán
Más allá de las debilidades de ésta -la democracia actual argentina- por su falta de respuestas eficientes a la cruda realidad que nos rodea, la primera vuelta fue una elección muy significativa, donde muchos y variados temas aparecieron en el escenario: los detalles de las fuerzas intervinientes, la participación y los datos generales de tipo electoral; las tendencias predominantes en el territorio; la superación de los “cisnes negros” y la cuestión de la moral
Después de la impasse con los resultados de las Elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto, volvió a ratificarse que el peronismo tiene su núcleo duro en el conurbano bonaerense. Un solo dato consolida esta apreciación: Massa aventajó a Milei –en el recuento general- por 1,7 millones de votos, de los cuales 1,5 millones constituyen la diferencia que le sacó en el Gran Buenos Aires.
A ese dato hay que incorporarle otra novedad, Massa también ganó en el interior rural de esa Provincia, de modo tal que –prácticamente- la totalidad de la diferencia con Milei la arrancó allí. El peronismo mantuvo su hegemonía en el área patagónica y recuperó su primacía en las provincias del Noroeste y nordeste. La única región que se mantuvo esquiva a la hegemonía del peronismo fueron las provincias del centro (particularmente Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos), donde Milei y Patricia Bullrich se repartieron los favores del voto.
En las semanas previas se produjo un aluvión de malas noticias para el gobierno, varias de ellas fogoneadas desde la oposición. Algunas, como las cuestiones económicas (la inflación, entre ellas) son estructurales, venían de vieja data y parecen –desgraciadamente- estar “naturalizadas”. Pero había otras originadas en el aprovechamiento opositor de errores oficialistas o probables “costumbres” de variadas fuerzas del espectro político realizando prácticas corruptas para el financiamiento político.
Queda en el aire una sensación extraña en el sentido que da la impresión que en el terreno de la actual modalidad del accionar político rige una especie de amoralidad donde estas cuestiones –junto a muchas otras, aún más repudiables- quedan fuera de consideración. Si bien se trata de un debate de tipo ético o moral, no estaría mal que fuera incorporado a la consideración política porque no quedan dudas que ese tema influye en el ánimo general, plagando de oportunismo y justificaciones el accionar cotidiano de la mayor parte de la dirigencia.
La mayor parte de la campaña, fundamentalmente los spots televisivos, los reportajes a los candidatos y los debates oficiales entre ellos, estuvieron llenos de aseveraciones genéricas, sin penetrar en los problemas, menos aún en las propuestas de soluciones. Algunas excepciones se pueden encontrar en las presentaciones de Juan Schiaretti y Myriam Bregman. El primero, mostrándose como un claro defensor del modelo vigente, esbozó algunas cuestiones de gestión, reivindicando –desde el “cordobesismo”- al federalismo. Es destacable que, esas actuaciones, le permitieron duplicar su votación de las PASO.
En lo que respecta a Bregman, pudo volcar algunas ideas de un Programa de la Izquierda parlamentaria, todo lo cual le permitió crecer un poco respecto de su votación de las PASO, aunque en cifras exiguas. Massa recuperó ideas y gestos tradicionales del peronismo: reivindicación de los trabajadores y los más humildes, acuerdos con la CGT y las organizaciones sociales oficialistas, todo ello dentro de un discurso presidenciable convenientemente moderado.
De lo que no se habla
De todos modos, los aspectos más importantes se encuentran en las cuestiones y temas NO dichos en la campaña, que si fuera un acuerdo tácito una serie de asuntos vitales, prácticamente no existieron en la campaña electoral. Hacer una recorrida por algunos de esos temas nos hablará del porqué crece el descontento respecto a las políticas estatales. El principal tema, que no estuvo presente en esta campaña, es la polémica sobre la perspectiva que estemos en el camino de un suicidio colectivo, poniendo en riesgo el futuro del planeta, como casa común de las próximas generaciones.
El modo que se está atentando contra la justicia social ambientaria, con la complicidad de las grandes potencias, debería ser motivo de preocupación de todo el universo, sobre todo de aquellos que aspiran a tener responsabilidades en el diseño y ejecución de políticas estatales. Casi no se escucharon voces sobre la influencia del FMI en las políticas económicas que nos hacen perder soberanía y hunden en la miseria a buena parte de nuestro pueblo. No se habló del modelo productivo que se aplica en nuestro país. De la brutal concentración de opulencia que se ha ido generando. Del extractivismo de nuestras riquezas de la tierra, los minerales, forestales y de todas las maravillas que podemos producir.
No entró en la agenda del debate el rol de las grandes corporaciones económicas que chupan el trabajo de los argentinos. Son esas mismas corporaciones las que definen –en función de sus intereses- el sentido de gran parte de nuestras infraestructuras: puertos públicos y privados, vías de transporte marítimo y terrestre. No se hizo referencia al modo que se escandalizan los poderes económicos cuando dirigentes –con conciencia ambiental e intereses patrióticos- le pusieron límites al avance de los glifosatos y otros productos que son la base de sus agro negocios que los enriquecen a ellos y atentan contra la salud del pueblo.
Tampoco se profundizó la discusión o propuestas sobre salud, educación o vivienda. Tal vez, el aspecto más rico fue producido por algunas extravagancias de Milei como los “vouchers” o cheques educativos, un remedio a la crisis educativa que da la impresión que parece ser peor que la enfermedad. No hubo mayor preocupación para encarrilar el sistema educativo detrás de objetivos nacionales propios y no de los intereses del poder y las academias, que hoy lo terminan definiendo.
Por último, reinó el silencio respecto a la situación de los pueblos originarios, a pesar de estar vigente la lucha del Tercer Malón de la Paz, que vino desde Jujuy denunciando los estropicios y persecuciones del gobernador Gerardo Morales y sigue acampando en Buenos Aires, a metros del Palacio de Justicia, reclamando por derechos que les son negados. No es casual que fueran reprimidos ante reclamos frente a locales radicales.
Las perspectivas del balotaje
Ya estamos en camino a la segunda vuelta, mientras crecen los rumores sobre un retiro -muy improbable- de Milei, los datos reales apuntan en otra dirección. Rompiendo a la mayoría de las estimaciones existentes, Massa no solo se ubicó primero, sino que le sacó cerca de siete puntos de diferencia a Milei. Esa diferencia, a la par de los demás resultados, ubica a Massa en las mejores condiciones para alzarse con la victoria y ser el próximo Presidente el 19 de noviembre.
Analizando a las tres fuerzas (Patricia Buillrich, Schiaretti y la izquierda) que quedaron fuera del ballotage y los espacios sociales y políticos que ellos abarcan, se pueden señalar algunos indicios sobre la distribución de eso votos en esta segunda vuelta. El caso más importante y complejo es caracterizar el espacio y las expectativas de quienes votaron a Patricia y la coalición neoliberal Juntos por el Cambio (JxC).
Esa fuerza reunió cerca del 24% de los votos. Si esos votos fueran íntegramente a algunos de los candidatos en disputa, ése sería el ganador. Pero sabemos que eso no ocurrirá, una por tratarse de una coalición con intereses distintos; lo otro porque, aunque sus autoridades partidarias tomen una decisión, el que ejecuta esa orientación lo decide y solito… en el cuarto oscuro y –por último- porque es Massa quien viene con el aura de ganador.
ara quienes votaron por JxC se abren diferentes alternativas. El voto más duro, vinculado a Bullrich y la parte del PRO que mantiene sus simpatías por Mauricio Macri, es probable que vote por Milei. En el mejor de los casos –para Milei- allí no podrá volcarse mucho más de un tercio de los votantes de Patricia, Juntando esos votos con los que ya tiene Milei, resultan insuficientes para triunfar en segunda vuelta. Los apoyos que podrían venir de los espacios que apoyaron a Schiaretti y la izquierda, tienen un volumen poco significativo y no mueven el amperímetro de los apoyos a Milei. De no aparecer algún fenómeno muy extraordinario, hay muy escasas posibilidades que Milei logre superar el 50% más uno, para ser Presiente.
Muy distinta es la situación de Massa, donde solo con una parte del voto radical (que no votará a Milei) y con algunos apoyos de quienes optaron por Schiaretti y aportes de la izquierda, tiene la mayoría necesaria para ser Presidente. Estas son apreciaciones que no niegan que, en el medio, habrá innumerables negociaciones y rumores, pero las características del componente social y político de las fuerzas parecen que estas tendencias puedan ser las predominantes. Esto es respecto a las elecciones, pero ahora será necesario irse preparando para atender a la realidad y las perspectivas para los próximos cuatro años
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)