Argentina: Las desigualdades, vacunas lentas y déficits sanitarios se pagan
Juan Guahán|
Tanta desigualdad, problemas de vacunación y déficits sanitarios no salen gratis, los están pagando los argentinos en vidas humanas. Los datos son concluyentes, las cifras del Covid que exhiben Argentina y los países de Nuestra América son malos, en algunos casos de los peores del planeta. En esta región se están produciendo las tasas de mortalidad diarias más altas. Solo uno de cada 20 pobladores de la tierra reside en la región latinoamericana; pero uno de cada 4 de los fallecimientos que -en estos días se están produciendo- reside en esta zona.
Dentro de los 10 países que tienen los peores números del planeta, siete (Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México, Paraguay y Perú) provienen de esta zona. Los datos de la Argentina son suficientemente claros. Las estadísticas, que fueron uno de los refugios donde más cómodo se sentía el Presidente en sus presentaciones televisivas en los inicios de la pandemia, ahora le juegan en contra. En efecto, en Argentina habita el 0,57% de la población del planeta, pero allí –según datos de la semana pasada- se produjo el 2,27% de las muertes totales por Covid.
En los inicios de la pandemia –abril 2020- el presidente Alberto Fernández sostenía, para justificar su política: “Prefiero un 10% más de pobres y no 100 mil muertos”. Hoy estamos en camino a ambos extremos, el crecimiento de la pobreza y el temido número de fallecidos. Cabe preguntarse por las causas de esos números. Los problemas con la vacunación, las desigualdades sociales y los déficits sanitarios parecen estar a la cabeza de sus causales.
Los problemas vacunatorios
Con el 33,5% de la población vacunada con la primera dosis y 8,5% de la segunda, figura en el puesto 48 de los índices mundiales sobre vacunación. Ante la gran diferencia entre los vacunados entre ambas dosis, la Ministra de Salud Carla Vizzotti, anunció que se estudia combinar vacunas para mejorar el suministro de la segunda dosis, particularmente de la de la Sputnik V, que es “complementaria” y no “refuerzo” de la primera.
En la Sputnik el déficit entre la aplicación de una y otra dosis es de seis millones de vacunas y el gobierno de Rusia acaba de avisar que su prioridad es la vacunación de su propia población, ratificando su voluntad de cumplir con los compromisos asumidos.
El gobierno argentino está pagando el precio de no haber prestado la suficiente atención a la geopolítica que hay detrás de la venta y distribución de las vacunas. Por momentos creyó que todo era más sencillo. Trató –correctamente- de conseguir vacunas donde se pudiera.
Pero el mundo es un poco más complejo y olvidó que la Astra-Zéneca es producida por un laboratorio Inglés, que la Pfizer responde a los intereses estadounidenses, que la Sputnik V y las Sinopharm y Sinovac tienen igualmente por detrás a los gobiernos de Rusia y China.
Aunque se pretenda negarlo, no hay dudas que estas barreras geopolíticas de raíz ideológica y de poder existen y están funcionando. Así es como -por ejemplo- la Unión Europea no reconoce hasta el día de hoy a la Sputnik V.
Eso genera variados problemas que habrá que ver cómo la evolución de la situación va resolviendo. Eso explica que una de las vacunas cubanas lleve por nombre “Soberana”. Nuestros decadentes gobiernos, desde hace años, no piensan en la necesidad de tal soberanía.
Las desigualdades sociales
Es común escuchar que “Esta región es la más desigual del planeta”. Esto es así, en términos generales, y se fundamenta en la relación existente entre nuestros saqueados o bloqueados países y los reconocidos como “desarrollados”. Una situación, aún más grave, se da al interior de cada una de nuestras sociedades. Si bien la actitud de algunos grupos o personas irresponsables favorece la circulación del virus, es obvio que la masa de trabajadores que viven de changas (trabajos temporales, informaloidad) hace imprescindible que salgan a trabajar y ello facilita los contagios, agravados en las personas mal alimentadas.
Organismos internacionales, como PNUD y CEPAL, avalan la existencia de esta tendencia en materia de diferencia de ingresos. Obviamente que las características del modelo económico actual generan las condiciones para que se den estas disparidades que luego se trasladan a la vida cotidiana.
Joseph Stiglitz, -el mentado economista- padrino del actual Ministro de Economía Martín Guzmán, señala que «un alto nivel de desigualdad económica crea sistemas políticos que ayudan a perpetuar esa economía». Da la impresión que Guzmán no escucha esa advertencia de su maestro.
La situación sanitaria
En lo que hace a la cuestión sanitaria habría que considerar dos cuestiones: El sistema de salud precedente a esta pandemia y las respuestas proporcionadas a la misma.
El sistema de salud argentino es caro y poco eficiente. Un par de datos indican que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), nuestros gastos en salud -per cápita- son superiores a los que tienen los vecinos Chile y Uruguay. Sin embargo, los resultados –por ejemplo- en materia de mortalidad infantil y materna, en esos países son mucho mejores que los argentinos. La realidad parece confirmar que recursos destinados a salud -en la Argentina- se van por insondables agujeros.
En cuanto al tratamiento sanitario de la pandemia, ella tuvo -en la primera oleada- una eficaz respuesta, evidenciada en un mejoramiento de la infraestructura y la capacitación del personal afectado al sistema de salud. No pasó lo mismo ante la segunda oleada. L
os compromisos ante los organismos financieros demandaban un presupuesto con el menor déficit posible. Eso hizo que prácticamente no hubiera previsiones para esta segunda oleada, a pesar de saber –por el previo invierno europeo- de su llegada. Eso, más las modificaciones en las cepas que llegaron, hizo que el número de fallecidos creciera y que se produjera una notoria reducción en la edad promedio de contagiados y muertos.
Respecto al sistema de salud existente al momento de iniciarse la pandemia cabe destacar un hecho que se profundizó con la instalación de este virus. Se trata del desinterés de gran parte del Estado por la atención primaria. Es allí donde la salud tiene que ver con la prevención. Es el sector de salud que, más fácilmente, podría ser administrado por la propia comunidad.
Pero, por la presión de médicos y laboratorios, ese sector se sigue abandonando. Esta pandemia hubiera podido contribuir a su relanzamiento. Allí podrían haberse mejorado las condiciones físicas de la infraestructura e instalarse los vacunatorios y prestarse las tareas de atención inmediata.
De ese modo se hubiera evitado la tentación de politizar los lugares donde se administra la vacuna y hubiera ayudado a reducir la presión sobre los hospitales y demás efectores. Pero es muy poco lo hecho en esa dirección y eso también lo estamos pagando con vidas humanas y en el agotamiento del conjunto del personal sanitario.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)