Argentina: expectativas para los próximos dos años
JUAN GUAHÁN| Se acabaron las elecciones y la Presidenta comienza a retomar su actividad. Ahora tenemos dos años por delante. Más allá de la salud presidencial, que no es una variante desdeñable, es bueno asomarse a la idea general de lo que persigue el gobierno. En ese marco veamos qué pasa con las provincias y qué es esto de los “términos del intercambio” y los problemas con el dólar.
La presidenta irá volviendo a sus funciones de un modo progresivo y con algunas restricciones. El kirchnerismo aspiraba a homenajearla en un acto público, con bombos y platillos, que contara con su presencia. Eso estaba pensado para el pasado viernes, por eso confiaban en tener el alta médica para el día jueves.
Los funcionarios que la rodean trataron de llevarlo a la práctica.
Para que ningún sector político se apropiara de esos anuncios fue Estela Carlotto, de las Abuelas de Plaza de Mayo, la encargada de decir que Cristina ya volvía y que iba a ser “un festejo”.
Los consejos médicos iban en otra dirección. Si bien la evolución es buena y está dentro de los parámetros estimados no parecía lo más aconsejable someterla, tan pronto, al stress y la presión de una actividad de esa naturaleza.
La realidad se impuso, el “alta neurológica y neuroquirúrgica” se hizo pública ayer, sábado. Durante la semana que se inicia Cristina irá retomando tareas, pero solo “progresivamente”. Entre los consejos médicos figura que no debería exponerse, por ahora, a exposiciones públicas y por otros 30 días nada de aviones y helicópteros.
En cualquier gobierno el estado de salud de la máxima autoridad genera preocupación. Esto es particularmente importante en casos como el nuestro, con un presidencialismo centralizador fortalecido con las características de los gobiernos de Néstor y Cristina. De modo tal que la evolución de la salud de la Presidenta es un problema de estado que influye en el desarrollo de los acontecimientos, en el andamiaje de la administración del gobierno, en el alineamiento de fuerzas sociales y políticas y en el estado de ánimo de la población respecto al gobierno.
Todo lo dicho avala que la evolución de la salud de Cristina es una variable que nadie podrá omitir en los próximos tiempos.
Aclarado este aspecto del futuro queda en pie la idea, en la que está consustanciado todo el gabinete, acerca de la necesidad de mantener el nivel de consumo como objetivo central para los próximos dos años.
A pesar de variadas diferencias, al interior de los distintos componentes del gabinete, hay coincidencias en este tema dada la común conveniencia de terminar con apoyo popular el período gubernamental el 10 diciembre 2015.
A nadie escapa que uno de los méritos del gobierno es haber incrementado el ingreso de los sectores más humildes, que de esta manera se han constituido en el núcleo duro del kirchnerismo. El gobierno sabe que no puede ceder esa bandera. Al precio de alcanzar ese objetivo parece dispuesto a hacer otras concesiones.
El reciente viraje en materia de negociaciones con el sistema financiero internacional (Banco Mundial, CIADI) parece estar en esa dirección. Es probable que otras medidas, como una drástica reducción de subsidios que benefician a grandes empresas y sectores medios también se vean afectados –próximamente- por las mismas razones.
En el camino de alcanzar ese objetivo el gobierno tiene una serie de variables que aparecen como topes para hacerlo posible. Entre ellas se destacan: inflación, escasez de divisas (dólares), modificación en los “términos del intercambio”, situación de las provincias con menores recursos y con economías regionales en dificultades por el régimen de cambios. En las próximas líneas se señalarán algunos elementos que tienen con la situación de las provincias y los “términos del intercambio”.
De todas maneras es obvio señalar que, desde el punto de vista político, el aspecto más duro de superar es el tema de la inflación que golpea diariamente a todos los hogares argentinos, particularmente a los sectores más humildes que son la base social del kirchnerismo.
Las provincias y el presupuesto
A fines de este año se vence el plazo de gracia previsto en el llamado Programa Federal de Desendeudamiento de las provincias, reprogramado en el 2010, que beneficia a la mayoría de ellas. No ingresaron a ese Programa las provincias de La Pampa, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe, Santiago del Estero y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El monto de la deuda reestructurada alcanza la suma de 65,5 mil millones de pesos. Según esa previsión desde el 2014, se deberían comenzar a pagar el capital e intereses de dichas deudas. Era generalizada la expectativa de los gobernadores provinciales por lograr un nuevo período de gracia, para sortear esos compromisos durante el próximo año. Sin embargo esa previsión quedó fuera del presupuesto recientemente aprobado. Las razones, no dichas, de esa medida son bastante claras y lógicas.
Una es que el Estado está, respecto de años anteriores, flaco de recursos. La otra es que las provincias involucradas logren otro año de gracia ahora depende, al no estar presupuestado, exclusivamente de sus relaciones y acuerdos con el Ejecutivo Nacional. Es obvio que, de esta manera, se refuerzan los vínculos entre algunos gobernadores y el gobierno nacional. Este período de gracia, al igual que las demás inversiones nacionales en obras públicas y planes sociales, está supeditado a esta relación y la voluntad presidencial.
A lo dicho hay que agregar que, según lo aprobado presupuestariamente, del conjunto de ingresos sujetos al régimen de coparticipación este año las provincias recibirán un 26%, si le agregamos los recursos del fondo sojero subirían a un 27%, el resto quedaría dentro de las arcas nacionales.
Los números anteriores indican que los recursos que se giran automáticamente a las provincias son –porcentualmente- los menores de esta década. Hace unos diez años atrás rondaban el 35%. Naturalmente que una buena parte de los recursos nacionales también van a las provincias, en acuerdos con los respectivos gobernadores. De todas maneras, en los últimos años se ha ido incorporando un nuevo criterio y es la remisión directa de recursos nacionales a diferentes municipios.
En todos los casos los dos ministerios intervinientes son el de Planificación, a cargo de Julio de Vido y Desarrollo Social, que alberga a Alicia Kirchner. En este sentido, en la planilla presupuestada para las obras públicas se ha previsto una reducción del 15% de los montos asignados para este tipo de inversiones.
Más allá de estas aclaraciones en materia de porcentajes y proporciones, si hablamos de cifras brutas, en el 2014 las provincias recibirán, por coparticipación, más recursos que en el año 2013. Ese crecimiento es de aproximadamente el 25%, que es la cifra de la inflación real prevista.
Este es el marco presupuestario de la situación de las provincias para el próximo año. Naturalmente que la fuerza que tiene el Ejecutivo Nacional tiene un trasfondo político. En esta dirección se puede leer que el Ejecutivo ha sentado las bases para mantener su control sobre las provincias. De ese modo procura desalentar todo intento de constituir una Liga de Gobernadores que pudiera ser base de una oposición interna, conducida por Daniel Scioli.
Al hablar de los “términos de intercambio” no se trata de la presuntuosidad de una “clase” de economía. Sino de tratar de entender qué está pasando en la relación económica que tiene nuestro país con los países industrializados y eso cómo afecta nuestra vida cotidiana.
Términos de intercambio es la forma que tiene un país para medir la evolución de los precios de los artículos que vende y de los que compra. Desde ese punto de vista es el aspecto más importante de nuestro comercio internacional. Según su evolución sabremos si lo que nosotros vendemos nos permite comprar más o menos cosas que antes. Con ese dato también conocemos cuántas divisas (dólares) tenemos para comprar en el exterior. Con esas divisas compramos alimentos, remedios, electrodomésticos, coches y muchas chucherías, pero también máquinas y la tecnología necesaria para nuestro propio desarrollo.
Nosotros, más allá de los esfuerzos que se puedan estar haciendo, seguimos siendo exportadores de bienes primarios (alimenticios, mineros, forestales) e importadores de productos industrializados. Históricamente hubo etapas favorables en una u otra dirección, es decir que beneficiaba a los países centrados en productos primarios o industriales. La tendencia predominante en la segunda mitad del siglo pasado es que los productos primarios perdían valor respecto a los industrializados.
Nuestro trigo, maíz, carnes, maderas cada día valían menos respecto a los equipos –tractores, máquinas- importados. Eso fue lo que se conoció como “deterioro de los términos de intercambio”. Producíamos más pero podíamos importar menos.
Pero luego vino la tendencia opuesta que beneficiaba a los países, como el nuestro, productores de bienes primarios. Las razones de este nueva tendencia la tenemos en la recurrente crisis en los grandes países industriales y el emerger de China, demandando más y más de todo para alimentar a su pueblo, mejorar sus condiciones de vida e industrializarlo. Estos fue lo que pasó en la última década. En ese marco nuestros productos primarios valían más y nos permitían importar más cosas que antes. Esos fueron años venturosos. Pero esa dicha duró menos que las décadas desfavorables
Pero ahora, aparecen nuevas situaciones.
Al revés de lo que había acontecido en los años anteriores. Durante este año 2013 empezó a verse una nueva realidad, que está en la raíz de muchas de nuestras dificultades actuales. Según los datos de la economía, en el último año (de setiembre a setiembre) los precios de lo que importamos crecieron un 3%, mientras tanto el precio de lo que exportamos bajó el 6%. Allí está la causa estructural de nuestros problemas, que tienen otras manifestaciones pero ellas son menores respecto a este problema que, si se consolida como tendencia, estaremos en dificultades mientras se mantenga.
El remedio a esta situación ya ha sido señalado en otros momentos, se trata de una efectiva reindustrialización y el fortalecimiento del mercado interno. Tal como lo intentó, sin haberlo alcanzado plenamente por el golpe de estado, el peronismo entre 1945 y 1955 y sí lo consiguió la actual China. Naturalmente que dicha industrialización es mucho más factible cuando se cuenta con recursos y divisas que cuando éstas escasean, como ocurre en estos días.
Los problemas se plantean en torno a la falta de divisas para las importaciones imprescindibles generando un parate en el sistema productivo que se refleja en la vida cotidiana en que hay menos trabajo. Su causa está en eso que suele conocerse como el “cuello de botella en el sector externo”. Es decir escasean los recursos para comprar máquinas e insumos industriales.
Al día de hoy esta falencia de divisas se debe a este fenómeno ya señalado del nuevo “deterioro de los términos de intercambio” y también a otras causas, entre las cuales cabe destacar: Déficit de la balanza turística; el desabastecimiento energético; el rojo producido por la industria del “ensamble”; el pago de la “deuda externa”.
El déficit de la balanza turística, 10 mil millones de dólares, tiene que ver con dos cuestiones.La salida de divisas destinada a financiar el turismo de argentinos en el mundo. El ingreso casi nulo de divisas del turismo extranjero que no las ingresa porque las cambia en el mercado paralelo (hoteles, calles, empleados de agencias turísticas)
El desabastecimiento energético está vinculado al hecho que más del 25% de nuestras demandas de gas y petróleo hay que cubrirlas con importaciones. Esto nos produce un déficit en el sector de unos 7 mil millones de dólares.
La venta al exterior de bienes industriales es mucho menor que lo que compramos en materia de insumos y productos industriales terminados. Aquí el déficit gira en torno a los 20 mil millones de dólares. Su principal causa es lo que se llama la industria del ensamble, que tiene su localización territorial en Tierra del Fuego para electrodoméstico y Córdoba en automotores. Se trata de sectores altamente subsidiados que utilizan un gran porcentaje de componentes importados.
Respecto al pago de la deuda es conocido el dato que la estamos pagando con fondos del Banco Central, reduciendo nuestras reservas.
Todo esto lleva a pensar que la tendencia de mantener, al precio que sea necesario, el nivel de consumo puede suponer un nuevo endeudamiento externo y un debilitamiento de las reservas del Banco Central.