Argentina: Dos pandemias, una enfermedad crónica

485

Paula Giménez|

Este domingo 12 se desarrollarán en Argentina las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), y más allá de las diferencias insalvables, hay un punto de acuerdo entre oficialistas y opositores: la disputa es entre dos modelos.  Argentina tiene una posición geopolítica importante, lo que atrae la atención de diferentes Intereses globales, regionales y locales, que ponen la mirada sobre el rumbo que emprende el país luego de cada contienda electoral.

Se encuentra atravesando una disputa entre diferentes visiones de país, que generan tensiones, las cuales a veces tienen resoluciones inesperadas. Estas tensiones locales, se suman a las tensiones globales dentro de un mundo convulsionado, atravesado por la complejidad, el conflicto y la contradicción. Una guerra que se desarrolla de forma no convencional, donde las contradicciones se agudizan y emergen con mucha fuerza, atravesando todo lo que tocan.

¿Cómo se observa esto de manera concreta? Analizando lo que denominamos las dos pandemias y la enfermedad crónica. La primera pandemia fue el gobierno de Mauricio Macri, la segunda pandemia, el coronavirus, y la enfermedad crónica son los medios “nocivos” de comunicación, elementos que, conjugados, generaron en la sociedad un desencanto talque se percibe cada vez con más claridad.

Estos tres elementos entraron en cada hogar, en cada familia y en cada habitante de nuestro suelo. Se adueñaron de la rutina, que en confinamiento se hizo más solitaria y austera. Pareciera que nuestros sueños, nuestros proyectos de vida se alejaran cada día más con el paso del tiempo.

¿Que está en juego?

Lo que está en juego es nuestra forma de vivir la vida, el poder cumplir los sueños, el tener un rumbo cotidiano conperspectivas reales, donde el futuro no sea todo incierto y oscuro sino con pinceladas de colores. Lo que está en juego es vivir la vida o simplemente morirla.

¿Dirimimos nuestro tiempo, como si fuéramos zombis en una película de terror, o vivimos intensamente, luchando de manera constante en contra de la fábrica zombis? Vivir ¿sólo cuesta vida?

Pero la cuestión es la cosa común, el “bien común”, el volver a encontrarnos, pero no en términos de abrazos, besos, sino en términos de perspectivas de vida. Encontrarnos en el trabajo, en el comercio, en los clubes, en las redes sociales, en las luchas cotidianas. Encontrarnos para soñar la vida que queremos. De lo que se trata es del “para qué” encontrarnos y bajo qué condiciones.

Cuando ordenamos estas dos dimensiones se despeja “de qué lado de la mecha te encontrás”. Podés encontrarte en un modelo de perspectiva sombría, de mera especulación o, en palabras de ArturoJauretche: del lado de “la ancha avenida donde todos marchen confundidos.” O podes estar del lado del bien común, del destino a realizar, de los sueños a concretar.

El primero ofrece poca previsibilidad, confusión, desorden, culpabilidad. El segundo te permite caminar la lucha por desordenar el desorden, revolver la revuelta, confundir la confusión y culpar a los culpables. Te permite “patear” el tablero que nos impusieron, pensar el buen vivir, el bien común, la patria grande, con otres. No es un problema de personas, nombres o partidos, es un problema de proyectos, de modelos. Para acercarnos al bien común, es central discutir la patria del trabajo, la producción y la inclusión social.

De esto se trata, si solo discutimos contra el “Alica-Alicate, Votame-Votate”, contra los “globos amarillos y la revolución de la alegría”, o debatimos seriamente los salarios, el trabajo, la producción, en realidad debatir la cuestión nacional enmarcada en el contexto global. Como dijo la vicepresidenta de la Argentina, Cristina Fernández: de Kirchner “debatir ideas y proyectos, en lugar de agravios y descalificaciones”.

Aparecen entonces en la centralidad dos actores, personificaciones de fuerzas sociales: Cristina Fernández y Mauricio Macri. La primera porque logró superar los proyectos de las élites y desarrollar un país con justicia social, soberanía política e independencia económica. El segundo porque devolvió la normalidad a un puñado de nuevos aristócratas y ensalzó nuevamente a la patria contratista.

La moneda está echada, o la vida que queremos o la vida que quieren que queramos.

 

*Investigadora y redactora argentina del Centro Latinoamericamo de Análisis Estratégico (CLAE). Psicóloga. Mg. en Seguridad de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos.