Aram Aharonian: La mentira es un arma de guerra
El mundo teme que la humanidad esté al borde de un conflicto militar de grandes dimensiones. Si analizamos el fondo del asunto, podremos entender que, una vez más, los medios de comunicación actuaron de forma alevosa para generar un conflicto.
Tras ellos, el gran vendedor de guerras, armas y conflictos. Estados Unidos. Hua Chunying, vocera del ministerio de Relaciones Exteriores de China declaró: «la pregunta clave ahora es: ¿Qué papel ha desempeñado EE.UU. en la crisis de Ucrania?». «Es irresponsable que alguien acuse a los demás de ser ineficaces en la lucha contra un incendio mientras echa leña al fuego»
Sobre el tema, Momentum entrevistó a Aram Aharonian, reconocido periodista, para analizar el papel de los medios en la generación de conflictos en el mundo actual.
Transcribimos para ustedes la entrevista completa.
1.- En tiempos de conflictos hay dos teatros de operaciones, el real y el paralelo en los medios de comunicación -y ahora con más influencia en las redes. ¿Cómo evalúa usted que hasta ahora se ha comportado el teatro de operaciones en las empresas mediáticas en el marco del conflicto entre Rusia y Ucrania?
Aram Aharonian: decía Ryszard Kapuściński que cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante. Lo cierto es que siempre fue muy difícil estar bien informado; pero ahora es peor, porque las redes suman más confusión y más ruido.
Alrededor del mundo, una inmensa gama de organismos gubernamentales y partidos políticos están explotando las plataformas y redes sociales para difundir desinformación y noticias basura; ejercer la censura y el control, y socavar la confianza en la ciencia, los medios de comunicación y las instituciones públicas. Hoy tropas de ocupación cibernéticas globales manejan la organización mundial de la manipulación.
El periodismo ha dejado de ser útil a la democracia formal para convertirse en su mayor lastre, al quedar subyugado a los intereses de cualquier personaje con mucho dinero y escasa moral, al menos en cada uno de nuestros países occidentales y cristianos.
A este fenómeno se le llama posverdad, que corresponde con el nacimiento de una era en la que la verdad, como todo, es relativa. Todo depende del cristal ideológico con el que se mire y el propósito que se busque con su difusión. Es peor que la mentira, porque ésta puede llegar a desmentirse, pero la posverdad no necesita ser corroborada por los hechos, por la realidad.
El alcance del misil mediático
Para Aram Aharonian, las llamadas guerras de Cuarta y Quinta Generación tienen por tarea inocular la idea de que es posible descarrilar los proyectos democráticos; hacer creer que nuestros gobiernos son débiles, ausentes, incapaces.
En la mira sigue la idea de apropiarse de nuestras riquezas naturales, la mano de obra y, sobre todo, de las cabezas. De borrar a punta de bayonetas y misiles mediáticos la memoria colectiva y de resistencia de los pueblos.
La mentira es un arma de guerra en esta guerra cultural, de Cuarta o Quinta Generación. La tarea es instaurar la mentira, el bulo, el fake; el chisme sin corroboración en el imaginario colectivo, para manejar a las masas, atraer a votantes con engaños. La mentira es un mecanismo de destrucción masiva que sirve para exonerar de responsabilidades a inescrupulosos empresarios y/o políticos, criminales o negligentes.
La guerra de Ucrania comenzó anticipadamente en la prensa y las redes sociales. El constante discurso de desautorización de la credibilidad de Rusia, va acompañado de la imposición de que la versión oficial de Occidente es obligatoriamente veraz. Este es un formato de desinformación. Precisamente, uno de los formatos de desinformación es aceptar como válida la información oficial de una de las partes.
Ned Price, vocero del Departamento de Estado, acusó el 3 de febrero -en rueda de prensa -a Rusia de estar preparando vídeos de ataques falsos de Ucrania, con falsas explosiones y cadáveres, actores que se hacen pasar por heridos, con imágenes de equipamientos e infraestructuras destruidas que serían solo decorados, elaborados por la inteligencia rusa.
Todo iba bien hasta que el periodista acreditado por la Associated Press (AP) osó preguntarle qué pruebas respaldaban de su denuncia. La respuesta que recibió es que se trataba de información de inteligencia desclasificada que tenía el gobierno estadounidense. El periodista le insistió en que dónde estaba esa información, y el portavoz dijo que la información eran sus declaraciones. El supuesto video no había aparecido aún y la inteligencia estadounidense contaba “la verdad” sobre lo que los rusos no habían hecho todavía.
Fuegos, explosiones y rumores
2.- A su juicio, ¿Cuáles serían los eventos mediáticos que han generado escenarios precisos para favorecer los intereses bélicos de la hegemonía europea y norteamericana en el marco del conflicto de Rusia y Ucrania?
– El arte de la guerra psicológica es tan antiguo como la guerra misma. Ya en el manual de Sun Tzu se recomienda amedrentar a tal grado al adversario a través de, “fuegos, explosiones y rumores”, que sea posible obtener el triunfo “sin disparar un solo tiro”. La Guerra Cognitiva, que ya comenzó a probar (al menos) la Organización del Tratado del Atlántico Norte con la crisis en Ucrania, resulta un gran desafío; altera la comprensión y la reacción, de forma gradual y sutil, ante ciertos acontecimientos.
Todo esto tiene efectos nocivos a largo plazo, ya que posee un alcance universal que afecta a los individuos, a los Estados y las organizaciones multinacionales. Se nutre, en la mayoría de los casos, de las técnicas de desinformación y propaganda que buscan agotar psicológicamente a los receptores de la información. Por supuesto, estas tecnologías y el interés en ellas no son nuevas desde el punto de vista militar. Lo interesante es que en este caso, la OTAN reconoce que tal vector estratégico formará parte de las guerras del mañana, junto con la creación de neuroarmas.
El conocimiento puede fácilmente ser convertido en un arma. Los instrumentos de la guerra informática van de la mano de las neuro-armas desarrolladas por la nueva tecnología; por lo que este campo se convierte en un frente de batalla del futuro. Esto se refuerza con los rápidos avances en las NBIC (Nanotecnología, Biotecnología, Informática y Ciencias Cognitivas).
La diferencia entre la guerra y la propaganda radica antes que nada, en que todo el mundo participa en esta última (muchas veces de forma inadvertida) mediante la creación de información y conocimiento, que ha alcanzado cuotas sin precedentes, un cambio sutil pero significativo. Anteriormente, los individuos estaban sometidos pasivamente a la propaganda, ahora contribuyen activamente a su promoción.
Burisma Holdings: El juguete favorito de Biden Junior
3.- Recientemente Sputnik citó lo siguiente: “Otra noticia que se comentó hace años y que ahora no se cita es que el hijo de Biden, Hunter Biden, es miembro del Consejo de Administración de la mayor empresa privada de petróleo y gas de Ucrania, Burisma Holdings. Se contó su nombramiento en 2014 y unas acusaciones de Trump en la campaña electoral pero ya nadie lo recuerda”. ¿Cómo evalúa usted el financiamiento norteamericano a Ucrania?
-: Como miembro del Consejo de Administración de Burisma, la mayor empresa privada de petróleo y gas de Ucrania, Hunter Biden, segundo hijo del presidente Joe Biden, cobraba 50.000 dólares al mes entre 2014 y 2019, cuando su padre era el número dos de Barack Obama. Burisma Holding tiene permiso para explotar los yacimientos petrogasíferos que se encuentran en la península de Crimea. También puede realizar trabajos en las regiones de Dnepropetrovsk, Donetsk y Járkov.
Obviamente, si se interrumpe el acuerdo con Rusia para el gasoducto Stream2, los beneficiados serán las empresas de petróleo y gas de Estados Unidos y Europa, como las atrasnacionales Shell y Chevron. En la última década, empresas estadounidenses entraron activamente en la economía ucraniana y en el sector del petróleo y el gas. Según el Departamento de Energía de EE.UU., Ucrania tiene los terceros mayores yacimientos de gas de esquisto de Europa (1.200 millones de metros cúbicos).
Desde el año pasado Hunter Biden está siendo investigado por el principal fiscal federal en Delaware por el tema de sus impuestos. Según la prensa, el FBI lanzó una investigación criminal en 2019 que permanece abierta; se centra en acusaciones de lavado de dinero.
La petición del expresidente Donald Trump para lograr ayuda del gobierno ucraniano, con el objetivo de investigar el papel de Hunter en esa compañía, desembocó en el primer impeachemente del exmandatario. Sin dudas, es una carga para su padre, mientras los republicanos afirman que lo van a investigar si vuelven al gobierno.
Misiles digitales al norte del sur
4.- En este mismo contexto de la posverdad ¿Qué operaciones mediáticas contra Venezuela destacaría usted en los últimos tiempos y qué hay detrás de ellas?
-Si, en 2002 se denunció el golpe de Estado venezolano como el primer “golpe mediático”; experiencia que se intentó repetir sin éxito en Bolivia y Ecuador, pero triunfadora en Honduras, Paraguay y Brasil. El de 2014 en Venezuela puede catalogarse como un intento de golpe mediático y cibernético, con hackeo a cuentas e instigación a la violencia y la desestabilización a través de las llamadas redes sociales.
El concepto de golpe blando, introducido por el estadounidense Gene Sharp, propone cinco etapas para estos intentos de desestabilización: ablandamiento, deslegitimación, calentamiento de calle, combinación de diversas formas de lucha y fractura institucional, con medios de comunicación privados que los viabilicen.
El rol de los medios masivos de comunicación en el golpe de Estado al gobierno constitucional de Hugo Chávez, se vincula a los intereses de la oposición golpista; integrada por la unión de los grupos financieros, cúpulas militares, intereses económicos internacionales y partidos políticos resentidos por la pérdida de su histórica hegemonía. Obviamente, también a los intereses de las grandes empresas trasnacionales –en especial las petroleras- alentadas por los gobiernos de Estados Unidos y España.
Los medios dejaron así su responsabilidad social de informar a la población venezolana transmitiendo música, caricaturas y no información y se convirtieron en conspiradores y punta de lanza de manifestaciones y huelgas antichavistas. Bajo la bandera de la libertad de expresión, practicaron la libertad para mentir, disimular, ocultar y manipular la información.
La prensa local y hegemónica internacional denominó “resistencia civil” a los manifestantes dirigidos por empresarios y sectores militares que pedían la disolución de las instituciones democráticas; bajo esa figura, destrozaron la embajada cubana y agredieron a los ministros de Chávez, enmarcada en una autodenominada “indignación popular”. A quienes exigieron la restitución del presidente constitucional y de las instituciones democráticas se les denominó “muchedumbre” o “manifestantes desquiciados”
Luego llegaron las campañas orquestadas desde el norte contra la Revolución Bolivariana, incitando el paro petrolero en un país donde la oposición rezaba para que bajaran los precios de la gasolina, sin hacerle caso a la sentencia de Janet Kelly -profesora del IESA, egresada de la Universidad Simón Bolívar y editora de The Daily Journal- de que “esta franquicia está agotada”.
Durante largas dos décadas han sido permanentes las campañas de desprestigio, fake news, acusaciones sin base, lanzadas principalmente por los medios (radio, televisión, diarios, revistas, artículos seudocientíficos, y redes sociales) colombianos y estadounidenses (sobre todo los de Miami). El propósito es abastecer de argumentos para que el Comando Sur estadounidense pueda invadir el país, y justificar el bloqueo y las sanciones económicas impuestas por Washington y la Unión Europea.
En un mundo donde la comunicación se ha convertido en materia prima estratégica –tan rentable como el petróleo– y donde se negocia la economía de lo inmaterial, las redes de comunicación cumplen una función fundamental: el control de Internet otorga a quien ejerce el poder una ventaja estratégica, geopolítica, decisiva, similar al poder sobre las vías de navegación planetarias que en el siglo XIX permitió a Inglaterra dominar el mundo.