Apuesta por el reencuentro de los venezolanos: Pedro Nikken y Maryclén Stelling

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Clodovaldo Hernández

Desde hace más de dos años, un pequeño grupo de venezolanos, ubicados en diferentes lugares del espectro político, se han esforzado por lograr puntos de encuentro. Los resultados positivos de ese modesto experimento los llevaron a propiciar una ampliación del grupo, apostando a “las fuerzas espontáneas despolarizantes” que observan en la sociedad venezolana.

En fecha reciente resolvieron “salir del clóset” y aparecer públicamente respaldando el proceso de diálogo impulsado por Noruega y, más allá de eso, el reencuentro entre gente que ha estado distanciada y que tiene graves problemas comunes cuya solución también ha de ser común.

LaIguana.TV conversó con quienes fueron los voceros de la primera rueda de prensa de este punto de encuentro ciudadano: la socióloga Maryclen Stelling (figura intelectual del sector revolucionario) y el abogado Pedro Nikken (abogado de larga trayectoria diplomática antes de 1999).

– ¿Cómo surgió esta iniciativa?

– Nikken: -Nosotros, gente de un pequeño grupo, tenemos ya algo más de dos años acercándonos y discutiendo. Hemos ido ganando confianza y cercanía. De pronto dijimos ¿por qué no ensayamos una reunión más amplia?. Pensamos que el país está para invitar al entendimiento. Veíamos que el diálogo que estaba comenzando (en Oslo) no tenía dolientes, pero estábamos convencidos de que en todos los sectores políticos hay gente que quiere apoyarlo y que ansía un acuerdo político que pueda sacar adelante al país.

Entonces nos decidimos a hacerlo. Había algo de aventura, esa es la pura verdad, porque no sabíamos si la reunión podía terminar en un atajaperro… pero resulta que la reacción fue muy positiva. La gente estaba con muchas ganas de verse. Había personas que no se veían desde hacía años, que pensaba que no iba a poder hablar con la otra, resulta que estaban allí no diría que en una posición amistosa, pero sí muy cordial.

La gente estaba buscando encontrarse. Se sentía un ambiente de cordialidad, de comprensión y de respeto que era muy difícil de pensar en ese grupo. Luego tuvimos una repetición de la experiencia cuando vino el premio Nobel de la Paz tunecino Houcine Abbasi, que lo trajimos invitado para mostrar cómo la sociedad civil de Túnez pudo impulsar y estimular la negociación que terminó en una democracia constitucional árabe que es el único resultado fructífero de la llamada Primavera árabe.

A partir de allí tuvimos una nueva reunión en la que decidimos, como se dice, “salir del clóset” y dar una rueda de prensa en la que los voceros fuimos Maryclen y yo, que hoy en día nos tratamos como dos amigos y estamos trabajando con mucha sintonía. Nos hemos acostumbrado a comentar las cosas que pasan y hasta a reírnos juntos de ellas.

-¿Y para ti, Maryclen, que has estado vinculada a la Revolución, incluso eres funcionaria de un organismo del Ministerio de Cultura, cómo ha sido la experiencia de verte con las personas del “otro bando”?

– Stelling: En esas conversaciones con Pedro hemos concordado en muchos temas y aspectos de la realidad venezolana, que es lo importante… Bueno, nunca he sido una persona perteneciente a polos ni radicalizada en mi posición. Siempre he tratado de tener una relación plural desde los puntos de vista social y político. Esa es una ventaja que yo tengo. He pertenecido a varios grupos, previamente a este, que tenían que ver con la paz, con el diálogo. Viajamos por América Latina, llamando al reconocimiento de los países andinos. Es decir, que tenía una experiencia previa. Resultado de imagen para ven nikken y stelling

Para mí ha sido muy satisfactorio porque independientemente de la posición política que tengo, soy muy prodiálogo desde hace muchísimos años. Escribo en un medio impreso (Últimas Noticias) y mis últimos trabajos han estado enfocados en el reconocimiento y el reencuentro. Me siento como pez en el agua. Sé que estamos emprendiendo una tarea que no es fácil, pero hemos obtenido ya reconocimientos sociales y políticos.

También habrá cierta reserva, gente que cuestionará que nos estemos reuniendo en un país polarizado y radicalizado, donde prevalece la idea de que si nos reunimos con el enemigo estamos siendo traidores. Eso también está en el aire, pero hemos tenido una buena labor de presentación. En los eventos que hemos hecho hemos tenido una buena acogida social, política y en medios de comunicación social.

No solamente nos estamos dirigiendo al espacio política, sino también a la gente, a la sociedad civil, a ciudadanas y ciudadanos comunes, de a pie, porque en todas estas experiencias que hemos tenido en estos dos años nos hemos dado cuenta de que está emergiendo de la sociedad una fuerza despolarizante, la necesidad de reconocerte en el otro como venezolanos, de reencontrarte con el otro, y además, de la misma situación que estamos viviendo en el país, es una necesidad de reconocer que los problemas son comunes y que la manera de resolverlos, independientemente de la situación política, es reuniéndonos, uniéndonos, integrándonos y afrontando los problemas en conjunto.

Esas son fuerzas espontáneas que son sociales, políticas, psicológicas que están emergiendo de la propia crisis. Poderosísimas y positivas. De alguna manera, en el grupo hemos recogido esas fuerzas y estamos tratando de expresarlas, de organizarlas tanto ante audiencias políticas como de otro tenor.

– Pareciera que uno de los objetivos fundamentales es presionar para que los actores fundamentales, en este caso el gobierno y la oposición, continúen con el diálogo, que no se rompa como ha ocurrido en oportunidades anteriores y que en este momento está suspendido. ¿Cómo lograr eso?

– Stelling -Creo que es término es importante: somos un grupo de presión… tenemos que sentarnos a discutir el punto…

– Nikken: Nosotros estamos en discusión sobre cuál es la naturaleza de lo que estamos haciendo. Sí sabemos perfectamente lo que no estamos haciendo: no estamos constituyendo una alternativa política ni nada que se le parezca. Lo que queremos es ser un motor para el acercamiento entre venezolanos, que tenemos diferencias, pero también muchas coincidencias, comenzando porque vivimos aquí y aquí vamos a seguir viviendo y, por tanto, debemos encontrar la forma de convivir más.

En la declaración que dimos le ofrecimos apoyo específico al proceso que se está gestando bajo los auspicios, con la ayuda del gobierno de Noruega. Creemos que es una oportunidad muy buena en varios sentidos. En primer lugar, porque ya es demasiada lucha estéril en la que en definitiva, la víctima es el país, la gente. Eso hay que detenerlo. Y no podrá hacerse si no se detienen los dos al mismo tiempo porque es una vorágine, una cosa vertiginosa de irrazonabilidad.

Además, tenemos un buen intermediario, que tiene mucha experiencia en estos procesos. Confío en que esto pueda progresar. No hay que preocuparse si por un momento se suspende. Claro que sería mejor que nunca se suspendiera, pero en las negociaciones hay que tener paciencia, algo para lo que Venezuela no está muy dispuesta… Las cosas se trancan y es un parto destrancarlas, pero esas negociaciones van a continuar.

Resultado de imagen para pedro nikken y stellingEso es algo que queremos hacer: dar apoyo a ese proceso porque hay mucho escepticismo, mucho temor, mucho deseo en las cúpulas de derrotar al otro, y resulta que la negociación es precisamente para no derrotar a nadie, sino para que ganen los dos. Todo eso conspira, pero insistimos en apoyar ese diálogo porque es una gran oportunidad para el país.

– Hay que decir que el doctor Pedro Nikken tiene una experiencia significativa en este campo porque durante su trabajo como diplomático participó en procesos de negociación sumamente complejos, como el de Ruanda y el de Burundi…

– Nikken: Sí, aunque donde estuve más activo fue en El Salvador.

– Le hemos escuchado decir, con base en esas experiencias, que Venezuela tiene que llegar a una mesa de diálogo ahora o después de una situación de violencia general, y que, por supuesto, es mejor hacerlo ahora. Cuéntenos acerca de esas experiencias.

– Nikken: El Salvador era un país que tenía alrededor de diez años en guerra civil, y un poco más de violencia política anterior. Fue a partir del asesinato del arzobispo (Arnulfo) Romero cuando estalló la verdadera guerra civil. Hubo un punto en que los bandos en conflicto no podían derrotarse. Me hice amigo de Schafik Handal, que era el secretario general del Partido Comunista y la cabeza de la comisión negociadora del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional).

Un día Schafik, que era un gran histrión, dio un golpe en la mesa y dijo: “¿Ustedes creen que están aquí para negociar las condiciones de capitulación del FMLN? No, aquí estamos porque ustedes no nos han podido ganar la guerra y porque nosotros tampoco… porque si se la hubiésemos ganado, ustedes no estarían aquí”. Era un empate militar, como lo llamaba Schafik.

Eso fue lo que llevó a que las partes se sentaran, además del desastre que había ocurrido cuando asesinaron a los jesuitas y de que hubo una ofensiva general del FMLN que capturó la mitad de San Salvador. Eso hizo que el secretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, interviniera bajo el paraguas del Consejo de Seguridad, algo que nunca había ocurrido en una guerra civil interna.

El mediador que nombraron fue Álvaro de Soto, un gran diplomático. Además, Pérez de Cuéllar quería resolver un conflicto latinoamericano antes de irse del cargo y lo hizo faltando veinte minutos para que terminara su mandato, una cosa bastante dramática. Lo que podemos sacar en claro es que  en El Salvador, dos enemigos militares que se sentaron como tales en la mesa, se pararon de ella con un proyecto de país común porque eso son los acuerdos de paz de El Salvador.

Incluyen reformas constitucionales, reorganización de la policía, acuerdos económico-sociales (que eran los más débiles, por cierto, pero estaban incluidos), la creación de la Defensoría del Pueblo… es decir, un volumen de acuerdos políticos que eran realmente un proyecto común… Entonces uno se pregunta si había necesidad de casi cien mil muertos antes de elaborar ese proyecto.

Me contó Schafik que el embajador de Estados Unidos ante la ONU, un gran embajador americano, Thomas Pickering, lo despertó en su hotel a las seis de la mañana del primero de enero (de 1991, en México). Los acuerdos se habían firmado el 31 de diciembre a las 12 de la noche. El embajador le dijo: “Mire usted, después de tanta guerra, estábamos de acuerdo”… Entonces, ¿para qué Venezuela tiene que repetir una escena como esa? Porque a Venezuela, dados los niveles extremos de polarización que hemos tenido, lo único que le ha faltado son los tiros. Eso es aterrorizador.

Ese tipo de guerras destruyen a un país, destruyen generaciones. Venezuela logró pacificarse en el siglo XX con respecto a lo que fue en el XIX. El siglo XIX devastó a este país. ¿Vamos a volver al venezolano del siglo XIX cuando tenemos la posibilidad de ponernos de acuerdo alrededor de un texto constitucional que está ahí, que lo podemos aceptar todos y podemos aplicarlo entre todos para que no haya tantas interpretaciones desastrosas de un lado o de otro? En mi caso puedo hablar de lo que pasa en un país que ha vivido una guerra civil. En Burundi había desaparecido la sonrisa de las calles. Resultado de imagen para ruanda

Si hay en el mundo un continente que se ríe, ese es África, y en Burundi no se reía nadie. Las caras eran de miedo y de odio. En Ruanda fue peor, porque en Burundi mataron “nada más que” a 300 mil, en Ruanda fue un millón. Esa es una situación que no puedo imaginármela en nuestro país. No se corresponde con el talante venezolano ni con una cultura democrática que, mal que bien, hemos podido construir, a veces a trompicones, pero que la hemos ido construyendo.

– Acá en LaIguana.TV tuvimos la oportunidad de entrevistar a su invitado tunecino, Houcine Abassi. Pudimos apreciar que en la experiencia de Túnez se unieron unos grupos específicos: sindicatos, empresarios, organizaciones de derechos humanos y el colegio de abogados. En Venezuela, ese tipo de instancias están tan polarizadas como el mundo político. ¿Lo que ustedes plantean es otra cosa que no está asociada a ese tipo de actores?

– Stelling: Nosotros estamos planteando la despolarización a mediano plazo. La realidad de Túnez es completamente diferente a la nuestra, pero hemos logrado reunir expresiones de de la polarización política, de la polarización social y de la polarización comunicacional. Nuestra labor se dirige a diferentes áreas. Estamos apoyando, de arranque, el diálogo de Oslo, estamos en desacuerdo con cualquier intervención extranjera o invasión, estamos en contra de ese tipo de cosas. Estamos promoviendo el reencuentro político, el reencuentro social, el reconocimiento cultural, ideológico y afectivo.

Estamos trabajando con todas las áreas de la vida. Dirigimos nuestro discurso a ese reconocimiento, a sabiendas de que no es fácil, pero hemos hecho una lectura de las fuerzas sociales que están emergiendo. Vamos a emprender un trabajo muy importante con los medios de comunicación social porque creemos que, de alguna manera, la mayoría de los medios, sin querer-queriendo, como el Chapulín Colorado, están transmitiendo y alimentando la polarización y la radicalización.

Con las redes sociales el trabajo es completamente diferente porque hoy en día incluso se habla del poder transmediático, el que circula por esas redes, en el que cada uno de nosotros somos productores y consumidores de información, lo que va configurando una verdad sobre la cual no tenemos control. Pero respecto a los medios sí vamos a desarrollar una estrategia, a través de una comisión de Comunicación, que buscará promover el lenguaje despolarizado, el uso de las categorías no polarizantes…

Es necesario y así quedó en evidencia inclusive en las reseñas de nuestra rueda de prensa. En la recopilación que hicimos, un porcentaje importante usó esas categorías polarizantes, como chavistas y opositores. Es decir que no recogieron la esencia de nuestro encuentro sino que reprodujeron la realidad en la que queremos incidir. Tenemos pensando hacer reuniones con directores de medios, dueños de medios, con los propios comunicadores, para establecer una estrategia.

De las reuniones que hemos hecho está saliendo un proyecto radial con medios comunitarios para comenzar a difundir un nuevo lenguaje, una nueva forma de reconocernos como venezolanos y venezolanas. Queremos ayudar a construir categorías inclusivas. Eso que Chantal Mouffe llamaba “el pluralismo agonista”. Eso significa que existe una pluralidad política en la que el que es diverso a ti, diferente a ti no es tu enemigo a vencer, no es tu antagonista. Ella habla de antagonismo y  de lo contrario, que sería el agonismo.

Defendemos el pluralismo agonista, en el que somos diferentes, estamos en espacios políticos diferentes, hablamos diferente, categorizamos diferente, sentimos diferente (porque la polarización afecta hasta los afectos), pero no somos enemigos. Tenemos que cambiar ese enfoque que nos hace querer destruir, eliminar al adversario. De ese querer destruir o eliminar a la violencia física como la que narró Pedro, hay solo un saltico ¿verdad?

Nosotros estamos montando un diseño para que prive otro enfoque: mi adversario es diferente a mí, pero no es el enemigo a vencer o a eliminar, es otro venezolano o venezolana en el cual me reconozco y creo que juntos podemos enfrentar los problemas, resolver diferencias y echar al país a andar. Esa es nuestra estrategia. Parecemos medio comeflores, pero no lo somos. Estamos dando una batalla importantísima que, inclusive, de alguna manera nos puede afectar y estigmatizar por haber aparecido junta toda la pluralidad política del país. No tuvimos reservas en que viniera equis, ye o zeta. Estábamos todos allí, en la rueda de prensa. Quiero rescatar la valentía de los integrantes del grupo que se presentaron públicamente.

– ¿Cómo interpretar políticamente la suspensión del diálogo de Barbados? ¿Puede compararse con lo ocurrido en República Dominicana en 2018? ¿Podrá reanudarse?

– Nikken: Creo que es muy distinto a lo ocurrido en República Dominicana. Allá hubo varios hechos que pusieron fin a la negociación. La oposición se levantó y el gobierno convocó a elecciones… no sé qué fue primero y qué fue después, me da lo mismo… Eso se rompió. Luego terminó de complicarse porque el presidente (José Luis Rodríguez) Zapatero hizo algo que no debe hacer ningún mediador nunca: decirle a una de las partes que tiene que firmar un acuerdo.

Eso terminó de destruir la gestión mediadora. Aquí estamos en un escenario completamente distinto. Primero porque el gobierno ha decidido suspender y no retirarse de la mesa. No se ha levantado. Se suspendió por una causa con la que yo no estoy de acuerdo, pero que nadie puede decir que no es razonable: en protesta por la escalada  de las sanciones por parte de EEUU. Eso es comprensible. No se puede decir que es una cosa caprichosa. Ahora, el canciller (Jorge) Arreaza ha dicho que van a regresar.

He tenido algunos contactos con gente cercana a los negociadores el gobierno y me dicen que el tema no es si van a regresar o no, sino cuándo lo harán. Por otro lado, los mediadores no se han amilanado y siguen insistiendo. Entonces, me siento optimista, a lo mejor ilusoriamente. Creo que tenemos uno de esos casos que un filósofo de la justicia llamo “la utopía realista”. Podemos estar cerca de la figura de la utopía realista. No deja de ser utópica, pero tiene bases para considerar que puede convertirse en realidad.

Stelling: Sin demeritar al expresidente Rodríguez Zapatero, me parece que los noruegos tienen una experticia como mediadores y negociadores. Tengo entendido que el gobierno se levantó de la mesa pero no suspendió las negociaciones. Hubo un elemento geopolítico, que fue el recrudecimiento de las sanciones de EEUU contra Venezuela y  también influyó que en ciertos actores importantes de la oposición hubo alegría y apoyo ante aquello. Han debido permanecer callados porque lo que se está jugando en Oslo es el futuro de Venezuela.

Es algo temporal, supongo que se están redefiniendo los términos para reanudar. No quisiera decir que esa es la última oportunidad que tenemos, pero es importante  en esta coyuntura que se está viviendo, que esa iniciativa tenga éxito.  Me parece que hay un elemento importante, y es que  los mediadores pertenecen a una cultura muy alejada de la nuestra. Eso, en cierto modo, nos ha desajustado a todos porque ha habido una reserva sueca-noruega-escandinava que no se corresponde con nuestra cultura.

No se ha colado nada y eso nos pone un poco nerviosos porque siempre en estos procesos hay alguien, de un polo político o del otro, que chismea, llama y cuenta lo que está pasando y así uno sabe lo que está pasando. En este caso, eso ha sido una caja negra cerrada de la que no tenemos ninguna información. A mí me parece que eso es positivo porque no andamos incidiendo ni corrompiendo lo que está sucediendo. Así tampoco pueden los medios jugar su papel político. Los medios en Venezuela son actores políticas descarados y declarados.

Aquí el periodismo que existe es el periodismo de trincheras, un periodismo donde yo estoy disparando para destruir al otro, lo cual es gravísimo. En todo caso, debemos insistir en que hay que apostar al diálogo en un sentido más amplio. Hay un diálogo entre las cúpulas políticas, que es lo que está sucediendo en Oslo y en Barbados, pero no debemos despreciar el diálogo desde las fuerzas espontáneas.

– ¿Es lo que ustedes han llamado el microdiálogo?

– Stelling: Sí, hemos hablado de microdiálogos y microacuerdos porque hemos detectado que en el nivel micro se han dado reencuentros y se ha llegado a acuerdos para resolver problemas prácticos de la vida y de la sobrevivencia. Estamos haciendo reuniones de ese tipo para promover microacuerdos a lo largo y ancho del país. Nos han llamado periodistas del interior, debemos ir todos los lugares donde nos requieran.

Entrevista realizada por LaIguana.TV