Alí Rodríguez Araque: “Al Psuv le falta mejorar mucho”

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MANUEL I. MOLINA | Está de salida de sus funciones públicas, cumplida su misión como secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Contrariado por serios problemas de salud, se irá a Cuba “a escribir dos libros, uno sobre el Estado venezolano y otro sobre el partido de la revolución venezolana”.

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Muy contento, celebraba el día de nuestra entrevista sus 76 años de edad, rodeado del afecto del personal de apoyo y recibiendo llamadas telefónicas de familiares y amigos.

– ¿Qué no se le ha olvidado, y no ha contado?

– Algunas cosas se te olvidan, y no las recuerdas. Otras, sencillamente, así uno las recuerde, no debe decirlas todavía o, tal vez, nunca.

– ¿Cuál ha sido su momento de mayor alegría, el más significativo?

– La victoria de Hugo Chávez, en 1998.

– De allá a aquí, ¿cuál es el balance?

– Siempre las realidades imponen limitaciones para la realización de los proyectos, y más aun, los de cambios. Estoy seguro de que Hugo Chávez muere, con todo lo que logró, insatisfecho con lo que hasta ese momento había realizado. A estas alturas, por supuesto que la pérdida de Hugo Chávez ha representado un bache muy grande para la cohesión de la sociedad venezolana y de toda Suramérica.

Es algo que uno percibe claramente, por ejemplo: el impulso integracionista de Suramérica no es el mismo, antes y después de Chávez. Ahora, después de la cumbre de Paramaribo (Surinam), parece que ya comenzamos a recuperar nuevos impulsos.

– ¿Retomando caminos?

– Es perfectamente posible. Nicolás Maduro está haciendo un esfuerzo titánico por llenar, al menos de forma progresiva, ese enorme vacío. Pero eso solo se puede lograr de forma colectiva, porque ningún líder, hoy en Venezuela, puede llenar ese enorme vacío que dejó Hugo Chávez, ni del Gobierno ni de la oposición, ¡nadie! Y creo que ocurre algo parecido a escala latinoamericana.

– ¿A lo interno, cree que la dirección política del Psuv, y más allá, el Gran Polo Patriótico, tienen noción y eficacia para afrontar las dificultades y exigencias de estos tiempos?

– Creo que le falta mejorar mucho. Sobre todo en el arte de la conducción, tanto de las fuerzas propias como en general de las fuerzas de masas. Un partido revolucionario debe estar, permanentemente, elaborando políticas, difundiéndolas, como vanguardia encabezando las luchas populares, y eso todavía no lo hemos logrado.

– El Psuv, como fuerza nuclear del Gobierno, ¿tiene niveles dinámicos de consulta para ilustración y facilitación de toma de decisiones?

– Eso es lo que hay que resolver, porque en los niveles que debe funcionar eso no está funcionando, hasta donde yo sé.

– ¿Ha podido hablar de esto con el presidente Maduro?

– Él ha estado muy ocupado, y yo también he estado viajando, pendiente de los asuntos de Unasur y de mi salud. Ya, pronto, podremos hablar. Nos hemos visto, pero no hemos tenido oportunidad de profundizar.

– ¿Qué balance hace de Unasur?

– El simple hecho de firmar un tratado de unión de los doce países de Suramérica ya es un paso gigante, porque a fin de cuentas, cuando se firma un tratado así es comenzar a trazar rumbos concretos para la materialización del viejo sueño de nuestros libertadores, y especialmente de Bolívar. Él vio lo que llamó “América española”, como una sola nación.

– ¿Usted cree que Unasur retomó el camino truncado del Congreso Anfictiónico de Panamá?

– Lo retoma en otras condiciones, más favorables, con mayor desarrollo de la conciencia de los pueblos. No puedo decir, todavía, “pleno desarrollo”, pero sin duda hay un mayor sentido de pertenencia.

– ¿Cómo influyen los alineamientos visibles en lo ideológico y económico en países como Colombia, Perú y Chile, coincidentes en el bloque del Pacífico con la política estadounidense de libre comercio?

– La gran virtud que tiene Unasur es, como dice el tratado, que es una unidad en la diversidad, y no se puede pretender que todos piensen y actúen en la misma línea. Hay diversas concepciones, diversas políticas, pero hay un común denominador, que es lo que permite que exista la Unasur.

Yo estoy convencido, y lo venía planteando, que Unasur requiere de un eje estratégico dinámico y articulador, que está sustentado en los recursos naturales. Frente a esa riqueza, de los 400 millones de habitantes, tenemos más de 100 millones de pobres, y dentro de esos 100 millones, un treinta y seis por ciento de indigentes. Eso es un absurdo, un sarcasmo.

Lo que le puede dar mayor impulso y convertir a la Unasur en un proceso irreversible es una estrategia y un plan comunes sustentados en el aprovechamiento conjunto de ese acervo gigantesco de riquezas naturales.

– Somos la región más desigual del planeta…

– Sí, es así. Pero eso obedece a los esquemas de distribución de la riqueza, y a los niveles de aprovechamiento de la riqueza. ¿Cuál es el problema? Hay una contradicción entre los requerimientos que tienen los mismos países, de tecnología y financiamiento para poder aprovechar esos recursos naturales; y, por otro lado, la sed de superganancias de las empresas, que no solamente las obtienen a través de mejorías de la tecnología, la productividad, sino también buscando la eliminación o reducción de regalías, de impuestos y otras contribuciones.

– ¿Es compatible una visión integracionista de Suramérica, en el plano neoliberal?

– Una visión neoliberal lleva al aislamiento de los países, al ensimismamiento, porque la visión neoliberal, en primer lugar, basa el desarrollo de los países, falsamente, en las exportaciones, en el mercado externo. Mientras que, de acuerdo con la experiencia económica de los países, aquellos que han logrado despegar hacia afuera han tenido un vasto desarrollo hacia el mercado interno.

Y estos doce países suramericanos, con 400 millones de habitantes, representan un gigantesco mercado que debe ser aprovechado por los países miembros de Unasur.

– ¿Cómo imbricar la Unasur con Mercosur, Alba, Petrocaribe, Caricom y la Celac?

– Hay que pensar que tanto Mercosur como Unasur y la Alba son parte, en tiempos distintos, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, pero han surgido en distintos momentos, con distintos niveles de avance, pero al final serán la realización del sueño bolivariano.

– ¿Cree que la Celac absorberá a Unasur?

– Yo creo que esa es la idea, a la larga.

– ¿Qué consideraciones tiene sobre la posibilidad cierta de un ataque de “castigo” a Siria, capitaneado por Estados Unidos?

– ¿Quién le dio derecho a nadie de “castigar” a otro país? Es como una supraautoridad, que es el problema que siempre han enfrentado los imperios. Desde el imperio egipcio, el imperio romano, el imperio español, han tenido exactamente el mismo comportamiento, porque esa es la naturaleza de los imperios.

Estados Unidos comienza a resentir el ejercicio de la violencia contra países más débiles. Ya en la sociedad norteamericana estamos viendo reacciones.

Hubo una gran reacción cuando la guerra de Vietnam, por la gran cantidad de bajas que sufrieron; producto de esa experiencia, ahora bombardean y no involucran tropas en tierra; en Afganistán parece que no les fue muy bien, tuvieron que salir, igual que de Irak, dejando enormes desastres en su retirada. ¿Qué es hoy Irak en comparación con lo que fue antes de la invasión norteamericana?

– ¿Es lo que teme el mundo hoy, en Siria?

– Es lo que está pasando en Libia, y es lo que pasaría en Siria.

– ¿Y los efectos sobre el mercado petrolero?

– Una guerra en Siria va a tener un impacto sobre el mercado petrolero, sobre todo si, como estiman algunos analistas, la guerra no se limita a Siria. Algunos han advertido del peligro de una guerra mundial.

Cualquier cosa que ocurra en Siria nos va a afectar a nosotros, para bien o para mal, porque, ¿quién asegura que lo que está ocurriendo hoy en Siria, no ocurrirá en Venezuela por el gigantesco reservorio de recursos que representa?

– ¿Usted ha tenido evidencias de que en los planes estratégicos de EEUU está cuadriculado militarmente el territorio petrolero venezolano?

– No tengo ninguna duda de que debe estar en los planes de operaciones vigentes de Estados Unidos.

– ¿Cree factible que se materialicen?

– Eso es otra cosa. Depende de la unidad del pueblo, no solamente venezolano sino suramericano y latinoamericano, y de la reacción de los pueblos del mundo. Creo que un ataque a Venezuela, deben pensarlo muchas veces, porque esa no sería una guerra confinada a las fronteras venezolanas; sería, dice Fidel, “la guerra de los cien años”, tendría un carácter continental.

– ¿Cómo prepararse para eso?

– Dependemos de la unidad del pueblo, el punto de partida fundamental. Si un pueblo está dividido, es un pueblo debilitado. Ese es el crimen que cometen algunos sectores aquí, no solo para debilitar la unidad sino para aliarse a una posible agresión.

– Ideológica y políticamente, el escenario venezolano está dividido casi por mitad…

– Eso es en la política cotidiana. Yo no tengo ninguna duda de que una agresión contra Venezuela va a unir a la mayoría del pueblo venezolano y continentalmente va a haber una unidad en contra de la agresión, si es que esta ocurriera.