Adios al bolívar
Jose Manuel Rodriguez Rodriguez
Hace ya algún tiempo que nuestra moneda se fue al diablo. Sustituimos el rostro de Bolívar por el de Washington, Jackson y Hamilton, acompañado del lema: “In God we trust”. Seguramente sobran los “especialistas en políticas monetarias”, que explicarán que así lo determinó la lógica económica.
Claro, hablan de la lógica capitalista que, en definitiva, es la única que se aplica en los asuntos económicos. Aunque no deja de sorprender que Vladimir Putin, que no es precisamente un marxista, se pronunciara ante la dolarización que aprobó el antiquísimo nuevo gobierno argentino, en los siguientes términos: La lógica está clara, pero eso, desde luego, implica una pérdida importante de soberanía…
De la soberanía sólo hablan, más allá de los oficiosos habladores, aquellos radicales de izquierda que estamos obstinadamente aferrados a un mundo hipotético, ese donde el valor de uso sustituye al valor de cambio.
Aún recuerdo, en mis años de maoísmo equilibrado por Gramsci, aquel discurso de Deng Xiaoping en 1978, ya muerto Mao Zedong, en la Plenaria del XI Congreso del Comité Central del Partido Comunista de China, dijo algo como “hay demasiada hambre en China para que las comunas sigan enredadas en la administración de los cantones, ¡que se dediquen a producir..!”
Aquí, en nuestro “socialismo”, pareciera que inventamos un cuento chino, en vez de un nuevo modo de producción… Como dijo Marx, agarramos la fórmula de ellos: Mercado + Estado. El gobierno intenta ponerla en marcha pero lo que tenemos es una copia mala del centralismo democrático encuadernada con el “como vaya viniendo vamos viendo”. Nada que ver con China, no es una pendejada los cinco mil años.
Allá el Partido sustituyó al Estado que había sustituido al Emperador. Y para no meterme más en honduras ¿qué pasó con el asunto de la moneda? Bueno ¡que se yo! Eso es asunto del Banco Central, que no se sabe a qué se dedica. Por eso, para paliar un poco el escoñetamiento, PATRIA nos da un bono, en dólares. Eso sí, variable según nuestro estatus.