A lo criollo
Maryclen Stelling
El marco político y geopolítico donde tiene lugar el diálogo sugiere un juego de fuerzas tanto de actores nacionales como internacionales, que sin duda afecta negativamente la intención inicial, dialogar.
Así, el diálogo, a merced de factores internos como externos, es víctima de una suerte de pulseo que debilita tanto a los actores como al proceso. Prevalecen el agotamiento, fragilidad, susceptibilidad que indudablemente afectan la continuidad y la credibilidad. Casi como una rutina, cada cierto tiempo los actores nacionales amenazan, se paran de la mesa, se retiran y se detiene el proceso para retornar después de alguna negociación…
Sin despreciar la grave fractura interna de la oposición que afecta su desempeño. Así, el diálogo, bajo la mediación oficial de Noruega, sobrevive a pesar de su propia fragilidad, aunado a la influencia abierta o subrepticia de factores externos.
Es importante señalar que, además de la situación interna, el diálogo es víctima de la geopolitización de la polarización. El reciente caso Saab, las próximas elecciones regionales que han generado discrepancias entre los EEUU y la UE, y al interior de ésta última en cuanto al envió de una misión electoral, que supuestamente “legitimaria el proceso”.
El diálogo transita un campo minado que impide los acuerdos necesarios para superar la crisis multidimensional; obstaculiza además la construcción de espacios ciudadanos para el reconocimiento, el reencuentro, el perdón, la reconciliación. Sin despreciar la necesaria despolarización del pensamiento, el lenguaje y la comunicación. En la sociedad reina la desconfianza, la incertidumbre y se comienza a imponer la incredulidad. La ciudadanía asiste en tanto espectadora, imaginando un futuro mejor y luchando a la vez por mantener la fe.
El dialogo a lo criollo nos recuerda esa expresión tan venezolana, de origen mantuano la “paga peo” que alude al culpable, al que carga con las responsabilidades. Igualmente aquella otra de “Boto tierrita y no juego más” que se refiere al deseo o intención de retirarse, renunciar y finalizar una situación o una relación.
¿Cuándo dejaremos de reconocernos, relacionarnos y dialogar desde la polarización? ¿Cómo y quiénes seremos cuando esto termine? ¿Emergerá otra Venezuela?