A cuatro años de la partida de Theotonio dos Santos: no creo en las brujas, pero…

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Monica Bruckmann

Eu fui gerado da masturbação do Nada

Em 27 noites e días desesperados

Sou um deus

E nada me detem na mina caminhana triunfante[1]

En 1958, con poco más de 20 años Theotonio dos Santos Junior (como firmaba sus textos en aquella época) declaró en una entrevista al periódico Diario de Minas:

  • Jornalista: Acredita numa juventude transviada na literatura?
  • Theotonio Junior: Evidente, ela existe, veja-se a “beat generation” nos EE.UU. ou os “outside” na Inglaterra, ou os existencialistas em todo o mundo. É a atitude mais honesta de um joven literato em nosso tempo. A minha não é esta, porque não sou um literato.
  • J:  Já pensou se morre-se assim, aos 21 anos?
  • TS: Não, porque sei que vou morrer os 67 anos, depois de completada a minha obra.”

 

En aquel entonces, Theotonio y otros jóvenes mineros formaban parte de una generación de jóvenes intelectuales, artistas y literatos conocidos como la “Generación Complemento” tomando el nombre de la revista de arte y crítica literaria que publicaban en Belo Horizonte y que marcó parte de la vida cultural brasileña de raíz minera.  De esta generación formaban parte el escritor Silviano Santiago, los creadores de la danza moderna brasileña Klaus y Angel Viana, el crítico de arte Frederico Morais, la pintora Vilma Martins entre varios otros.  En aquel entonces, Ruy Castro, primo de Theotonio, realizaba sus pininos literarios incentivado por el primo mayor[2].

Parte de la fama que el joven Theotonio había conquistado y que lo llevó a ser considerado por algunos críticos como una de las grandes promesas de la poesía brasileña, era la publicación de su primer poemario “a construção”, que causó gran impacto por su osadía y estilo.

Cuando Theotonio se aproximó a los 62 años de edad recordó aquella entrevista que, obviamente, le causó gran preocupación y hasta una cierta angustia: ¿Y si aquellas palabras juveniles declaradas con tanta convicción fueran una extraña premonición?

A pesar de ser agnóstico y, como todo minero (nacido en Minas Gerais), un hombre reservado y recatado, compartió esta angustia con algunos amigos.  Así consiguió la recomendación de dos brujas mexicanas que podrían ayudarlo a cambiar el rumbo de un posible destino o, como diría García Márquez, una crónica de una muerte anunciada. Y para colmo de males, anunciada por la propia víctima.  ¡Esto podría convertirse no sólo en una fatalidad sino en un descuido humillante!

En uno de los tantos viajes académicos que realizaba a México, pidió cita con las brujas que, por cierto, tenían título de maestría en el oficio, lo que daba al paciente una confianza especial, al final, se trataba de brujas con posgrado y comprobada experiencia teórico-práctica en saberes tradicionales de gran relevancia no solo en México sino en varios países de América Latina. Modestia aparte, las brujas peruanas tienen también un cierto prestigio regional!

theotonio_dos_santos.jpgTheotonio llegó confiado a la consulta. Lo recibieron dos mujeres de expresión acogedora y gestos firmes.  Luego cuestionaron sobre la razón de la consulta y el pedido del paciente.  Él contó la historia con lujo de detalles y ellas, sin decir mucho se retiraron de la pequeña sala donde lo recibieron, para evaluar el caso.  Al cabo de algunos minutos regresaron con una propuesta: habían conseguido entrar en contacto con sus antepasados y descubrieron que algunas generaciones atrás, uno de los miembros de la familia se había entregado a una muerte prematura y que aquello habría marcado las generaciones posteriores. Sin embargo, ellos aceptarían una propuesta para repactar esta tradición.

Theotonio escuchó con la calma que lo caracterizaba, los detalles de la conversación con sus antepasados y finalmente dijo que aceptaba la propuesta con dos condiciones: que pudiera vivir hasta los cien años manteniendo todas sus facultades intelectuales y físicas y que tuviera la oportunidad de morir como el periodista brasileño Barbosa Lima Sobrinho, quien murió a los cien años mientras escribía su último artículo.

Ellas se retiraron nuevamente para llevar la propuesta a los antepasados y regresaron con un aire optimista para informar que éstos habían aceptado y que, a partir de ese momento, Theotonio y las nuevas generaciones podrían usufructuar del pacto. Dicho esto, pasaron a realizar la limpieza respectiva, con huevos de gallina de chacra retirando las malas energías del aurea del paciente. Terminada la sesión, una de las brujas recomendó que de ninguna manera tomara los taxis verdes de la ciudad de México, porque si lo hacía, sería asaltado.

Theotonio salió feliz y satisfecho con el nuevo pacto. Ensimismado en sus pensamientos, no me extrañaría inclusive que estuviera Theotonio dos Santos, científico social brasileño: "El gran capital está  interesado en destruir la integración latinoamericana" - NODALdelineando la estructura del próximo libro, al final, acababa de ganar casi cuarenta años más de producción intelectual, tomó el primer taxi que encontró en el camino para regresar al DF.  Infelizmente, era uno de los taxis verdes vetados por las brujas e infelizmente fue asaltado y luego expulsado del pequeño Volkswagen escarabajo casi a puntapiés, pues no traía dinero ninguno en los bolsillos.  El asalto anunciado le dio aún más credibilidad sobre la eficiencia de las brujas mexicanas y la seriedad del pacto que acabara de sellar.

Conocí a Thetonio en enero de 1999, pocas semanas después de aquel episodio, en La Habana, durante el primer Encuentro sobre Globalización y Desarrollo que organizó, durante más de diez años consecutivos, la Asociación de Economistas de Cuba, con el apoyo y presencia permanente de Fidel Castro en los debates.  Solían ser más de cien intelectuales del mundo entero que se reunían para discutir diferentes dimensiones de la economía mundial, en el gran auditorio del Hotel Palco de La Habana, frente a un público de casi mil personas.

Desde aquel entonces, Theotonio nunca hizo un chequeo médico de rutina.  Se atendía con un médico homeópata que le regulaba, con unos chochitos mágicos la presión arterial, el cansancio o cualquier otro problema de salud fuera de la curva.  Fue hospitalizado algunas veces, por problemas de fuerza mayor: una neumonía, un pico de presión alta, y tal vez alguna gripe muy fuerte sin muchas consecuencias.  Pero siempre regresaba a su médico de cabecera que le ahorraba, con los chochitos mágicos, tener que ingerir cualquier coctel de remedios, tan desagradables para el día a día.  Como era un homeópata unicista, sólo prescribía unas bolitas blancas poderosísimas que, según la dosis, resolvían casi cualquier problema de salud.

En mayo del 2017, a partir de exámenes de rutina solicitados por su universidad para otorgarle una beca de investigador senior, Theotonio descubrió que tenía un cáncer de páncreas terminal.  La expectativa de vida, con quimioterapia paliativa, eran seis meses.  Theo tuvo una sobre vida de 9 meses, 50% más que la mejor expectativa médica.  Las últimas semanas de vida, aprovechábamos las horas de lucidez que la morfina que tomaba para controlar el dolor le permitía, para terminar de realizar la selección de textos de su antología, que el Consejo Latino Americano de Ciencias Sociales, CLACSO, preparaba para publicación[3].

El día que finalizamos la selección y el índice de la antología quedó listo, celebramos con una botella de vino tinto chileno y una cena peruana preparada exclusivamente para la ocasión.  Él, que casi ya no ingería alimentos y poco líquido conseguía retener, bebió, comió y danzó con una alegría que llenó nuestra cocina de una extraña esperanza, con un sentimiento de tarea cumplida (entre quimioterapias, internaciones de emergencia y largas horas en corredores de hospital siempre llevamos el computador o algunos textos impresos para continuar la tarea).  Fue exactamente en época de carnaval, como hoy, que aquella cena de celebración ocurrió.

Una semana después, el 27 de febrero de 2018,  Theotonio “se encantó” como diría João Guimarães Rosa.  A los 81 años y trabajando casi hasta el último día.  Las brujas no pudieron garantizarle los cien años de vida, pero si que viviera con salud y con todas sus facultades intelectuales y físicas hasta el fin.

Las brujas no existen, pero ciertamente, que las hay, las hay…

*Socióloga, doctora en ciencia política, profesora del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Federal de Río de Janeiro (Brasil) e investigadora de la Cátedra y Red Unesco/Universidad de las Naciones Unidas sobre Economía Global y Desarrollo Sustentable. Viuda de Theotonio.