A 31 años de la invasión yanqui a Panamá: Descodificando la masacre de 1989
Julio Yao|
La invasión a Panamá de 20 de diciembre de 1989 fue un acto criminal no provocado, injustificado, clasista (sus principales víctimas fueron los barrios pobres), genocida e inusual que la primera potencia del mundo lanzó contra un pueblo carente de ejército, fuerza aérea, marina y de radares, y cuando las tropas panameñas estaban divididas, penetradas y desmoralizadas luego de cuatro años de ablandamiento mediante guerra híbrida. No fue una guerra sino una masacre.
Las Fuerzas de Defensa de Panamá solo contaban con 2,500 unidades militarizadas. ¡EEUU, con 40,000! Básicamente, la invasión fue el mayor acto de cobardía y traición de EUA contra un pueblo tradicionalmente pacífico y aliado, con el objetivo de deshacerse de los Tratados Torrijos-Carter de 1977, los cuales debían cumplirse el 30 de diciembre de 2000.
La invasión fue un crimen contra el Derecho Internacional y la mayor proyección militar de EEUU desde la Guerra de Vietnam. Internacionalmente, la Masacre de Panamá (proporciones guardadas, aunque igual en alevosía y saña) solo se compara con:
1) la invasión, masacre y esclavización de Manchuria (China) por el Imperio japonés en 1931;
2) la Masacre de Nanking (China) por parte de Japón en 1937: 250,000 civiles campesinos fueron asesinados de la manera más atroz en dos semanas;
3) el bombardeo de EUA e Inglaterra a la ciudad de Dresde (Alemania) – con más de 250,000 muertos civiles en una noche – en 1945, donde las potencias aliadas arrojaron cruel e innecesariamente 1,800 toneladas de bombas en tres horas a medianoche, cuando la guerra ya estaba ganada;
4) la Masacre de Hiroshima y Nagasaki con bombas atómicas lanzadas por EUA también en 1945, con cientos de miles de muertos, heridos y afectados genéticamente, para no mencionar a Irak, Afganistán, Siria y Libia.
Las víctimas panameñas, según la voz autorizada de la Comisión de Ramsey Clark sobre la Invasión a Panamá, del ex Procurador de EUA bajo el presidente John F. Kennedy, oscila entre 4,000 y 6,000 muertos, sin contar heridos (multiplíquese por nueve), 45,000 heridos, aproximadamente en tres semanas. Es imposible resumir todos los hechos de la invasión. Veamos los más relevantes.
Manuel A. Noriega
El 16 de diciembre de 1969, un golpe de la CIA derrocó a Omar Torrijos cuando se encontraba en México. El militar regresó en una frágil avioneta alquilada y pudo aterrizar en David, capital de la provincia de Chiriquí. Con dificultad, la avioneta aterrizó de noche gracias a que el jefe militar de la provincia iluminó la pista, que carecía de luces, con dos líneas de automóviles. El jefe de la Zona Militar era Manuel Antonio Noriega. El golpe de la CIA fracasó gracias a Noriega, y Torrijos proclamó el 16 de diciembre como “Día de la Lealtad” en honor a este militar.
Quien esto escribe estaba refugiado en la Zona del Canal (bajo control no soberano de EUA) desde que salí de la Cárcel Modelo bajo amenazas de muerte un año antes, donde estuve en la única celda de castigo de la prisión.
Había resistencia a la junta cívico-militar que gobernaba. Yo era miembro de Vanguardia de Acción Nacional (VAN), que después se unió al Movimiento de Unidad Revolucionaria (MUR) para integrar en 1970 el MLN-29, a raíz del asesinato de Floyd Britton, dirigente del MUR, en la isla penal de Coiba. No fui testigo de esta fusión por estar refugiado y perseguido y porque el 19 de diciembre de 1969 había partido al exilio hacia Holanda y a denunciar la realidad panameña, incluyendo el asesinato de Floyd Britton, en Amnistía Internacional en Londres a fines de año.
Torrijos anunció que a partir de la fecha (16/12/69), los militares se unirían al pueblo en una “Yunta Pueblo-Gobierno” y designó a Manuel A. Noriega como enlace de Inteligencia con EUA, ya que se le hacía imposible a Torrijos desempeñar ese rol después del golpe traicionero de Washington. Torrijos no los soportaba y eliminó la oficina que la CIA mantenía en los cuarteles.
Noriega estaba relacionado con la CIA desde sus años en la Escuela Militar de Chorrillos de Perú, pero también fue estudiante del Instituto Nacional, cantera del recio nacionalismo panameño. Aunque colaboró en misiones internacionales con EUA, Noriega también prestó ayuda valiosa a Fidel Castro y a Cuba, al igual que a Bishop de la Nueva Joya de Grenada, al coronel Muamar Gadafi de Libia, a Nicaragua sandinista y a Velasco Alvarado de Perú, entre otros.
John Poindexter, Director del Consejo de Seguridad Nacional de EUA
El 5 de diciembre de 1985, el Director del Consejo de Seguridad Nacional de EUA, Almirante John Poindexter, fue enviado a Panamá por John Galvin, jefe del Comando Sur. Poindexter le hizo groseramente las siguientes exigencias al General Manuel A. Noriega, jefe de las Fuerzas de Defensa de Panamá (no era un ejército) en la base aérea de Howard (Manuel Noriega y Peter Eisner: The Memoirs of Manuel A. Noriega. America’s Prisoner. Random House, New York, 1997, págs. 77-80):
(1) que el expresidente Nicolás Ardito Barletta (vicepresidente del Banco Mundial), discípulo de George Shultz expulsado bajo presión popular, “regrese al poder hacia fines de diciembre”;
(2) que “Panamá ponga fin a su rol como negociador de la paz en Centroamérica”;
(3) que “Panamá rompa relaciones con Cuba y limite la presencia cubana en el país”;
(4) que “la doctrina militar panameña es un mal ejemplo para otros ejércitos en la región” (Ibid., págs. 124-125).
La respuesta de Noriega, quien no conocía a Poindexter, fue ésta: “Usted es un alto oficial de Washington, pero está muy mal informado. Sus palabras no tienen ningún valor, y sus palabras y amenazas son un insulto. Los Estados Unidos tienen una deuda con Panamá y conmigo por las relaciones siempre respetuosas que hemos gozado durante muchos años. ¡Váyase y regrese por donde vino!, pero averigüe sobre Panamá antes de que se atreva a hablar conmigo de nuevo – y que alguien le informe sobre la verdad de nuestra relación.”
Noriega entendió que se había producido una ruptura con la superpotencia. “No comprendimos que EUA se había convertido en nuestro enemigo y que haría todo lo posible por destruirnos.” Noriega rechazó estas exigencias.
Oliver North
Tanto el Teniente Coronel Oliver North (del Affaire Irán-Contras), como el Almirante John Poindexter, Néstor Sánchez y otros en el Consejo de Seguridad Nacional, se jactaban de hablar en nombre del presidente Reagan o del presidente Bush y querían que “apoyáramos a los militares contra la guerrilla en El Salvador y lanzáramos ataques contra Nicaragua. El problema para ellos — dijo Noriega — era que nosotros nunca acordamos participar en nada de eso” (Ibid., pág. 79).
En el verano de 1986, Noriega se reunió en Londres con Oliver North, quien se quejó de que los “Contras” no demostraban habilidad para el combate y que costaba mucho mantenerlos. De allí surgió la idea de que Panamá apoyara a los “Contras”. North quería que las Fuerzas de Defensa de Panamá realizaran actos de sabotaje en Nicaragua. “Lo que necesitamos , dijo — son unos cuantos actos espectaculares de sabotaje”. Haciendo como una lista de supermercado, North detalló: “hacer explotar cables de alta tensión, actos de terrorismo en Managua, minar los puertos, etc.”. Los militares panameños eran la última esperanza.
North le aseguró a Noriega que Washington olvidaría todas las acusaciones que la oposición panameña había plantado en Washington en su contra y que “habría dinero para el general Noriega y para Panamá, para proyectos militares, armas, lo que necesite”. “Pensé – afirma Noriega — que la propuesta de North era ridícula y nunca la consideré ni por un instante. Miren – le dijo — la respuesta es que sencillamente no podemos hacer eso”.
“Los ‘Contra’ perdieron su oportunidad. La capacidad militar de las fuerzas sandinistas ha crecido. Ellos son superiores en estrategia y posiciones de defensa. Han aprendido muy rápido. Sus tácticas son de los militares soviéticos, esencialmente de la defensa soviética…. En un cuidadoso rechazo de la política de Estados Unidos, les dije que apoyábamos un arreglo regional para las guerras civiles en Centroamérica”. El Acuerdo de Paz de Contadora fue apoyado por Noriega (Ibid.).
Además de la propuesta de North, Constantine Menges, miembro del CSN de EUA, también presionó a Noriega para que las Fuerzas de Defensa dejaran el poder. Ya antes le habían exigido que Panamá rompiera con el Grupo de Contadora para la Paz en Centroamérica, que se permitiera el entrenamiento de los “Contra” en la Zona del Canal (aún en poder de EUA); que la Escuela de las Américas, expulsada en 1984, regresara a Panamá, y que se abrogaran los Tratados Torrijos-Carter (Julio Yao, El Monopolio del Canal y la Invasión a Panamá, Editorial Chen, 2019, pág. 79.).
Noriega, según la Inteligencia de Estados Unidos
Son documentos de inteligencia recién desclasificados los que describen a Noriega así:
“Como estudiante del Instituto Nacional, era de la juventud socialista y fue miembro del Partido Socialista, un grupo de orientación marxista. Escribió numerosos poemas y artículos nacionalistas. Noriega es inteligente, agresivo, ambicioso y ultranacionalista. Es leal al General Torrijos. Tiene una mente aguda. Es orador persuasivo y tiene un raro sentido común. Es uno de los principales asistentes de Torrijos y ha jugado un rol significativo en moldear la política internacional de su país.
“Noriega considera que Estados Unidos debe normalizar sus relaciones con Cuba como medio para combatir el fanatismo. Es el individuo mejor informado de Panamá. Ha representado al gobierno de Panamá en viajes diplomáticos y conferencias militares y negociaciones en el extranjero. Aunque sus relaciones con militares de EUA se remontan a 15 años, se está distanciando crecientemente de EUA. Mantiene canales abiertos con cubanos, soviéticos, chilenos y otras representaciones en Panamá. Es el segundo hombre más poderoso de Panamá (Manuel A. Noriega and Peter Eisner, Op.Cit., págs. 218-219).
Un memorándum secreto-sensitivo del Consejo de Seguridad Nacional
Son innumerables los intentos de asesinato a Omar Torrijos y Noriega, que éste frustró y que son desconocidos para el público, además de las presiones para que Noriega abandonara el poder. Sin embargo, el Memorándum “Secreto-Sensitivo” que ordenó la desestabilización de Panamá, paso previo a una invasión, provino del Consejo de Seguridad Nacional de Washington el 4 de abril de 1986, del cual solamente se hicieron siete (7) copias, para: el Presidente Reagan; el vicepresidente George H. Bush; el director del CSN, John Poindexter; el Secretario de Estado, George Shultz; el Secretario de Defensa, Casper Weinberger; el Comandante de las Juntas de Estado Mayor, General Colin Powell; William Casey, Director de la CIA y un séptimo miembro del CSN. Shultz y Weinberger eran directivos de la Bechtel Corporation, empresa que aspiraba a negocios en el Canal.
A mí me llegó una copia a mediados de 1989, probablemente de la Inteligencia de Japón, por parte del presidente de Panamá, Manuel Solís Palma, en vista de que el Gobierno nacional me nombró como su primer Agente ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya para demandar a EUA y a la OEA por violaciones al Derecho Internacional. El Memorándum “Secreto-Sensitivo” se aprobó cuatro meses después de que Poindexter, Director del CSN, amenazara a Noriega por su desplante con estas palabras: “¡Aténgase a las consecuencias!” (5-12-85).
El Memorándum tenía varios objetivos: retener el control del Canal interoceánico; rechazar la política de las Fuerzas de Defensa de Panamá de aprobar la ampliación del Canal “para impedir que Estados Unidos controle directamente el Canal. Japón se ha integrado al Comité Tripartito, haciéndole el juego a los panameños y asegurándose su parte del control del Canal; Japón es el reto económico fundamental para EUA y dentro de 15-20, años podría convertirse en la potencia industrial líder a nivel mundial, expulsando a EUA de su área natural de influencia”.
Según el Memorándum: “Necesitamos una política orientada a asegurar nuestro control sobre el Canal mucho más allá del año 2000 (fecha en que el Canal pasó a manos de Panamá – el autor). Informes sobre corrupción entre oficiales de alto nivel dentro de las FDP ofrecen una oportunidad para lanzar una campaña (de rumores) para desestabilizar a Panamá y legítimamente abrogar los Tratados.” (Yao, Op.Cit., págs. 82-85).
Según el Memorándum, EUA acusaría al General Noriega “de tráfico de drogas, de cooperar con terroristas latinoamericanos, fraude electoral durante las elecciones presidenciales, y de estar vinculado a los servicios de inteligencia cubano y de Estados Unidos.” Se propone que Washington participe en la ampliación del Canal sin permitir que Japón controle el proyecto. Ante la imposibilidad de eliminar físicamente a Noriega, recurrieron a su asesinato político, o “character assesination) (Yao, Ibid).
A fines de enero de 1988, el presidente Reagan emitió una Orden Ejecutiva que calificaba al “régimen Noriega-Solís Palma como una inusual y extraordinaria amenaza para la seguridad de EUA.”
A raíz de esta Orden Ejecutiva, EUA confiscó dos aviones de Air Panamá; congeló unos $700 millones del Banco Nacional de Panamá, depositados en EUA; derrochó dineros panameños en bancos de EUA; le impuso al país un bloqueo diplomático, monetario, comercial, económico y financiero a nivel mundial; retiró el dólar del mercado nacional y encabezó una campaña de desprestigio a nivel mundial contra Panamá.
Otro Golpe frustrado de la CIA por Noriega: William Walker y Michael Kozak
El 18 de marzo de 1988, William Walker y Michael Kozak, del Departamento de Estado, después de otro golpe frustrado de la CIA y el Comando Sur dos días antes (16-3-88), apoyado por la Democracia Cristiana, le ofrecieron a Noriega dos millones de dólares (en nombre de George Shultz y el presidente Reagan) para que se largara del país rumbo a España. Un psiquiatra de Washington los acompañaba con el fin de estudiar qué puntos débiles tenía el militar panameño según su lenguaje corporal. El Dr. Pieczenic (así se llamaba) dijo: “El General está más claro y firme que Kozak y Walker. Éstos dos son los verdaderos locos” (Manuel Noriega y Peter Eisner, págs. 127, 138, 139).
La OEA exige que Noriega entregue el poder a la oposición
Otra presión contra Noriega la hizo la Organización de Estados Americanos. En mayo de 1989 se llevaron a cabo elecciones presidenciales. Agentes de la CIA y del Departamento de Estado intervinieron en las mismas desde sus emisoras en Costa Rica y en Panamá. La Inteligencia panameña arrestó in fraganti a Kurt Muse y a otros, que confesaron seguir órdenes de Washington. Muse fue el primer liberado con la invasión.
El Gobierno nacional, en vista de las agresiones estadounidenses, decidió suspender el conteo de votos y cancelar las elecciones, algo que a mi juicio debieron hacer mucho antes, ya que no había condiciones para llevarlas a cabo: las tropas de EUA desobedecían a las autoridades nacionales, civiles y militares, circulaban en áreas prohibidas por tratados internacionales (espacio aéreo, maniobras de paracaidistas) y hacían vuelos rasantes prohibidos en todo el país.
El Órgano de Consulta de Cancilleres de las OEA se reunió en México, y el mismo aprobó una resolución totalmente violatoria de la Carta de la OEA y de la ONU, mediante la cual exigía que Noriega (mencionado con nombre propio ilegalmente) entregara el poder a la oposición oligárquica sin más ni más.
Lo realmente inusitado es que la delegación de Panamá la encabezaba el canciller de Noriega, Jorge E. Ritter, quien, contra toda lógica, aprobó la resolución. El Centro de Estrategia Militar (CEM), formado por oficiales aliados de Noriega, me peguntaron el significado de dicha resolución y sus consecuencias para nuestro país. Les sugerí que sólo cabía rechazarla internacionalmente y exigir explicaciones al Ministro de Relaciones Exteriores, Jorge E. Ritter.
Ello motivó que el Gobierno Nacional, ante la crisis internacional producida, convocara una reunión de Consejo de Gabinete Ampliado en la Presidencia de la República, cuyo presidente, Solís Palma, me invitó a explicar mi posición como Internacionalista y profesor de Derecho Internacional frente a este engorroso asunto. En dicha reunión estuvieron presentes, además de todos los altos funcionarios, el General Noriega y su Estado Mayor. Contrario a cualquier dictador, el General Noriega no dijo una sola palabra, pero era obvio que estaba sumamente disgustado con la actitud irresponsable de la delegación panameña (los otros dos miembros que acompañaron a Ritter fueron Adolfo Ahumada y Carlos Ozores).
Yo llegué a la Presidencia acompañado por el ex canciller Juan Antonio Tack, artífice del Tratado del Canal y de la liberación nacional, de quien fui su Asesor personal durante las negociaciones de cinco años con EUA. Sugerí al Consejo de Gabinete Ampliado que Panamá rechazara la resolución de la OEA y solicitara una Opinión Consultiva a la Corte Internacional de Justicia para que decidiera si la OEA había violado su Carta y la Carta de la ONU, tal como yo afirmaba.
El presidente de la República me designó Agente de Panamá ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya para demandar tanto a la OEA como a EUA, que había orquestado la resolución de la OEA contra Panamá a través del presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez. También el Gobierno Nacional me designó Embajador en Holanda (Países Bajos) (no tomé posesión) y Embajador Adjunto en la Misión Permanente en la ONU, con el fin de asegurar la iniciativa.
En La Haya me entrevisté personalmente con el Dr. Manfred Lachs, de Polonia, expresidente de la Corte Internacional, así como con el Juez Mohamed Bin Bedjaoui, de Argelia, posteriormente presidente de la CIJ, quienes escucharon mis planteamientos y confirmaron que mi alegatos contra la OEA y EUA estaban bien fundamentados. Prometieron reunir en seis horas (un tiempo récord) a la Corte para responder a nuestra Opinión Consultiva, tan pronto el Subsecretario de Asuntos Jurídicos, el alemán Bruno Fleischhauer llegara de la ONU y presentara la solicitud.
Una cancelación inesperada
Cuando todo marchaba sobre ruedas en la ONU y había conseguido los votos (entre otros, de Cuba y Nicaragua) para que la Asamblea General aprobara la Solicitud de Opinión Consultiva, el presidente Solís Palma me llamó a la medianoche al hotel donde me encontraba en Nueva York. Sus palabras, muy lacónicas, fueron así: “Julio, te ruego que canceles la iniciativa ante la ONU. El canciller Ritter tiene otra iniciativa con los países latinoamericanos. Vamos a darle una oportunidad a este muchacho.”
Yo estaba seguro de que esa iniciativa era falsa (resultó serlo) y posiblemente era una maquinación con elementos oligárquicos que tramaban en Washington contra Noriega y Panamá (Gabriel Lewis Galindo). La cancelación de la Opinión Consultiva le daba mayor espacio a EUA para seguir presionando la salida de Noriega, tal como lo habían hecho Poindexter y Oliver North de 1985 a 1988.
Ante la disyuntiva, le respondí al presidente Solís Palma de esta manera: “Presidente, no estoy de acuerdo con usted en lo que me dice, pero ‘donde manda capitán no manda marinero’, mas debo recordarle que yo soy de los que escriben la historia y algún día lo haré. Buenas noches.”
Otro Golpe frustrado de la CIA por Noriega: el 3 de octubre de 1989
El 3 de octubre de 1989 se cumplió mi vaticinio: el Mayor Luis Giroldi y su grupo capturó y amarró a Noriega en el Cuartel Central. Los captores habían acordado con los militares norteamericanos del Comando Sur acantonados en Fort Clayton, Zona del Canal, que éstos enviarían un helicóptero para llevárselo, pero el aparato dio vueltas y vueltas encima del Cuartel y no bajó a recogerlo.
Cuando esto ocurría, el Embajador de Corea del Sur se encontraba conmigo, y fue él quien me informó lo que ocurría en el Cuartel y el helicóptero. Mientras tanto, las fuerzas leales a Noriega (los “Macho de Monte”) rescataron a Noriega, dando al traste con otro golpe de la CIA y el Comando Sur. Algunos de los involucrados fueron ejecutados o murieron en la refriega.
La decisión a última hora de no llevarse a Noriega ahora que lo tenían completamente dominado selló la suerte de los conjurados y significaba que EUA tramaba algo más siniestro, porque con Noriega bajo control, debía cesar la guerra contra Panamá. Noriega sería nuevamente utilizado como pretexto para una mayor agresión.
El nuevo gobierno
Las Fuerzas de Defensa, bastante desarticulada por las sanciones y el caos económico que significaron, no sospechaban que se tramaba una invasión. Corrían rumores de que hubo ciertos preparativos, pero nada en concreto.
Entretanto, un nuevo gobierno había asumido el poder bajo el ex Contralor General de la República, Francisco Rodríguez, el 1 de septiembre, que restauró la Asamblea de Representantes de Corregimientos de la época del General Torrijos. Dicha Asamblea designó a Noriega como jefe de Gobierno. Leonardo Kam fue el nuevo Ministro de Relaciones Exteriores.
Nuevamente, la OEA
El 26 de noviembre de 1989 se produciría en Washington el seguimiento al tema de Panamá en la OEA desde su reunión en México el anterior mes de mayo. Fui invitado a integrar la delegación como Ministro Extraordinario y Plenipotenciario. Allí colaboré en la redacción del discurso del Canciller Kam, donde hicimos una férrea defensa de la soberanía panameña y rechazamos la postura anterior entreguista representada por el Canciller Ritter.
Me tocó defender en la Comisión de Credenciales la legitimidad de la delegación panameña, muy cuestionada en ese momento. Para nuestra sorpresa, funcionarios militares de Venezuela (de la línea de Hugo Chávez) nos congratularon por la nueva actitud. “Teníamos la esperanza de que se produjese un cambio en relación con México”, reconocieron. Tuvimos un éxito total en la OEA.
Pero tres semanas después, EUA nos invadió sorpresivamente a la medianoche del 19 al 20 de diciembre de 1989. Lo demás es historia: Noriega se asiló en la Nunciatura, pero el Nuncio lo traicionó al presionarlo para que se entregara a las hordas del Comando Sur. Noriega pidió y consiguió asilo en España, y nuevamente el Nuncio, en vez de hacer respetar la sede del Vaticano y a su huésped, como lo mandata la Convención de Ginebra de 1961, lo desmoralizó y se plegó a las exigencias del Comando Sur, influyendo para que el militar se entregara, con alusiones de que podría correr la misma suerte de Mussolini, que fue linchado junto a su amante por enfurecidos italianos cuando pretendían refugiarse en Suiza.
Cuando cayeron las primeras bombas, a las 11:30 pm del 19 de diciembre de 1989, yo estaba dándole forma final a la demanda contra EUA y la OEA. Entre el 20 y el 31 de diciembre de 1989 hice gestiones para salir de incógnito a La Haya a fin de presentar la demanda. De haberlo logrado, la Corte hubiese dictado medidas provisionales de resguardo, entre las cuales, el Tribunal exigiría forzosamente el Cese de los ataques de Estados Unidos y el retiro inmediato de las tropas invasoras.
Nuestra historia nacional hubiera cambiado por completo. Pero el nuevo Gobierno no quiso avalar mi misión y, por otra parte, el barco o la avioneta que debía trasladarme a mí y a mi familia a Colombia, fuese por mar o por aire (y después a Holanda), con peligros para nuestras vidas, no se atrevieron a correrse el albur con las tropas invasoras, que ejercían férreo control sobre el territorio nacional.
Epílogo
El general Noriega fue el único prisionero de guerra de Estados Unidos. Fue llevado ilegalmente a este país porque los tratados internacionales le reconocían inmunidad por ser Comandante de las Fuerzas de Defensa de Panamá. La Nunciatura, sede diplomática del Vaticano, le violó sus derechos como sujeto de asilo diplomático y fue cómplice de su captura ilegal por parte del Comando Sur de Estados Unidos, que violó y destruyó totalmente la soberanía de Panamá para satisfacer sus intereses estratégicos y hegemónicos en este país.
Fue sometido a un juicio lleno de irregularidades en Estados Unidos. Su imagen ha sido desfigurada por mixtificaciones interesadas en justificar la bárbara agresión a un país amante de la paz y puente del mundo, para lo cual desataron contra Noriega verdaderas campañas de odio de clase y racismo. Su figura será objeto de permanente debate, pero no debemos olvidar que los seres humanos
Que sea la editora de su libro, la Random House de Nueva York, la que nos hable de Noriega:
“Mensajes importantes vienen a veces de mensajeros poco probables. Manuel Noriega es el único prisionero de guerra americano. Puede ser un demonio en los ojos de la mayor parte de los americanos, pero tiene un punto de vista único y alarmante de los secretos tras las relaciones de Estados Unidos con Panamá y de las verdaderas razones de la invasión de 1989 que lo removió del poder.
«En esta memoria, segura de ser la más notable y polémica del año, Noriega describe por primera vez sus tratos entre bastidores con George Bush, Oliver North, William Casey y la CIA, Jimmy Carter, Fidel Castro y Muamnar Gadafi.
«Y allí está Noriega mismo, un militar sorprendentemente hábil que se veía a sí mismo como un nacionalista, un mediador honesto entre sus aliados en la Inteligencia de Estados Unidos y sus vecinos dirigentes latinoamericanos. Tal como lo dice Noriega, sus problemas empezaron cuando comenzó a resistir los esfuerzos de la administración de Reagan para combatir el comunismo en Centroamérica.
“Prisionero de América” es uno de los relatos más inusuales e importantes que se hayan escrito sobre la agresión y duplicidad de Estados Unidos. Es la historia de cómo hemos encarcelado a un hombre – y a una nación.”
….
Antes de fallecer, Noriega pidió perdón en público por cualquier mal que hubiesen cometido las Fuerzas de Defensa de Panamá. Cargó con la culpa de otros, los perdonó y se llevó a la tumba muchos secretos. Cumplió con estoicismo duras penas de cárcel, y fue fiel al pensamiento de Lao Tsé, su favorito: “Los que saben, no hablan. Los que hablan, no saben.”
Prohibido olvidar
I.
A la hora en que salen los ladrones
como alimañas, de sus madrigueras,
salieron de las fauces del Infierno
a robarnos la paz y la bandera,
¡las hienas del imperio con sus bombas,
sus cohetes, sus bazukas y tanquetas!
Vinieron como lobos por los cielos,
y los cielos lloraron de vergüenza.
Vinieron con espadas luminosas,
su artillería y aeronaves negras.
Vinieron con enjambres de helicópteros (1)
y luces que quemaban las trincheras.
Vinieron con naranjas incendiarias
y rayos infrarrojos en viseras.
Vinieron con sus odios drogadictos
y las tecnologías más siniestras,
¡porque nunca la Historia conoció
armas devastadoras como éstas!
¡Vinieron con cuarenta mil puñales
a matar nuestro pueblo en Nochebuena! (2)
Y todas estas naves, rayos y corazas,
¿para invadir quizás a otro planeta?
¿A repeler acaso a extraterrestres
que habían aterrizado aquí en la Tierra?
¡Cuarenta mil puñales se juntaron
para matar tan sólo a una estrella! (3)
II.
Dormidas en capullos, las familias
soñaban lo de siempre en Nochebuena, (4)
pero Satán no quiso que soñaran
pues quería sus cuerpos en la hoguera,
ya que era el mismo Diablo quien venía
a imponer su reinado en el planeta.
¡El Diablo que venía a reclamar
al mundo, el monopolio de la guerra!
¡El Diablo y sus aviones invisibles (5)
a bombardear a todas las banderas!
III.
Relampagueaban sordos fusilazos.
El Chorrillo moría entre las llamas. (6)
Estallaban misiles, y los láseres
abrían el camino de las balas.
Asustadas, las gentes no sabían
qué ocurría, ¡y corrían angustiadas!
Tomaban a los niños en sus brazos,
¡pero tantos quedaron en sus camas!
y corriendo aterradas por las calles,
las hienas las mataron como a ratas.
Asesinadas en calles y edificios,
aceras, hospitales y en sus casas;
con las manos en alto e implorando
a las hienas, “¡piedad!”, mas disparaban,
pues no eran soldados sino bestias
y solo su mirar encandilaba.
¡Nunca vio tanto crimen una noche,
ni una noche jamás tanta matanza!
Con sus tanques blindados, aplastaron
autos con gente dentro que escapaba.
Machacaron los cuerpos, ¡aún con vida!
y con crueles bayonetas remataban.
A un guardia lo amarraron a aquel poste,
jugando al tiro al blanco a sus anchas,
y aquéllos, maniatados con alambres,
¡los hallamos con tiros en sus caras!
Miles de heridos, rotos en las calles,
sin ninguna piedad se desangraban,
pues las hienas cobardes atacaron
a la Cruz Roja y sus ambulancias. (7)
¡Que no valían la pena los heridos!
¡Que no valían la pena, mejor balas!
Mutilaron los senos a mujeres
y violaron a múltiples muchachas. (8)
¿Y cuántos policías que dormían
acribillados fueron a mansalva?
¿Y cuántos estudiantes en Río Hato
ametrallados fueron en piyamas?
Con las manos en alto los mataron.
¡La orden fue que nadie se salvara! (9)
IV.
La patria agonizó por los potreros,
en retenes, en buses y en las playas.
Agonizó en los mares y en los ríos,
en manglares, en montes y quebradas. (10)
¿Cuántos miles mataron esas hienas?
¿Cuántos miles, heridos por sus garras? (11)
Todo porque el Imperio no quería
desmantelar sus bases y sus armas, (12)
y para que el Canal en manos suyas
¡siguiera envenenando nuestras aguas!
¡Cuarenta mil puñales asesinos
Para acabar de un golpe a nuestra patria!
Notas:
(1) En Fort Kobbe, Zona del Canal, se contaron 500 helicópteros Black Hawk, Apache, y otros.
(2) Aproximadamente 40 mil tropas fueron utilizadas para invadir a Panamá, integradas por unos 14 mil que estaban como mínimo en las 14 bases militares en la Zona del Canal y las 26 mil que ingresaron para la ocasión.
(3) Panamá no tenía ni tiene ejército, sólo una policía militarizada, y no contaba con defensa antiaérea ni artillería.
(4) La invasión cayó de sorpresa a partir de la medianoche del 19 de diciembre, mientras la gente dormía y se alistaba para las Navidades.
(5) Seis aviones Stealth-117, inmunes a radar — y lo más avanzado de la aviación de Estados Unidos — volaron directamente desde este país hasta Panamá, reabasteciéndose en el aire y, sin aterrizar, dejaron caer bombas de dos mil libras sobre Río Hato, en la provincia de Coclé, y sobre el barrio de El Chorrillo, entre otros sitios, además de numerosos paracaidistas y fuerzas especiales que descendieron sobre la pista de aterrizaje.
(6) El barrio de El Chorrillo, con miles de casas de madera, fue incendiado por las fuerzas invasoras para impedirles su uso por parte de la resistencia, provocando la muerte, entre balas y fuego, de sus empobrecidos moradores. Se usaron armas, municiones y artefactos experimentales por primera vez en combate, de naturaleza química y de factura desconocida por los médicos.
(7) Las fuerzas invasoras tenían la orden de no tomar prisioneros de guerra y remataron a militares y civiles panameños que yacían heridos en campos y calles de Panamá, impidiendo que recibiesen ayuda de gente solidaria o de la Cruz Roja. No permitieron el paso de ayuda humanitaria que venía de países solidarios a través de Costa Rica. Se encontraron a pacientes, operados en hospitales, que fueron ejecutados posteriormente, en fosas comunes.
(8) Las fuerzas invasoras detuvieron, retuvieron, torturaron, violaron y luego asesinaron a mujeres por puro placer.
(9) La antigua base militar de Río Hato albergaba el Instituto Tomás Herrera; fue uno de los primeros sitios bombardeados por los aviones fantasmas Stealth-117. Este acto, al igual que muchos otros, constituyeron crímenes de guerra según la Convención de Ginebra. Los militares que se rindieron en distintos sitios fueron acribillados, a pesar de que llevaban las manos en alto y portaban banderas blancas.
(10) Muchas personas fueron asesinadas en retenes porque no entendían inglés, mientras intentaban llegar a los hospitales, incluyendo mujeres embarazadas. Una militar invasora ordenó disparar contra un bus de pasajeros, matando a una treintena de personas humildes.
(11) Se calcula que murieron más de 4 mil panameños, abrumadoramente civiles no beligerantes, pero la Comisión de la Investigación presidida por Ramsey Clark, ex procurador de Estados Unidos, estimó 7 mil muertos. Ningún gobierno panameño ni ninguna institución han realizado una investigación sobre estos crímenes de guerra.
(12) Conforme a documentos de inteligencia, está claro que los gobiernos de Ronald Reagan y George Bush, padre, se propusieron liquidar los Tratados Torrijos-Carter y retener las bases militares para siempre.
*Analista Internacional, Asesor de las Negociaciones del Canal (1972-1977), Agente de Panamá ante la Corte Internacional de Justicia