María Corina Machado, el Toro Gris y una huida estilo Hollywood
Trastienda de los movimientos de EEUU en Venezuela
Gustavo Veiga
Sacada de noche y por mar, la Nobel de la Paz le debe su escape a una empresa privada de ex comandos especiales del ejército de EE.UU con sede en Tampa, Florida, llamada Grey Bull Rescue (Rescate del Toro Gris)
Hollywood contribuyó a consolidar el cine bélico como elemento clave de la identidad nacional en Estados Unidos. La política injerencista de Washington en el Caribe ofrece hoy argumentos para nuevos rodajes. Los estereotipos de villanos ya no son alemanes, japoneses, rusos, chinos o árabes. Provienen de Latinoamérica. Un guion de película es la historia sobre cómo huyó de Venezuela la dirigente derechista y premio Nobel de la Paz, María Corina Machado. Sacada de noche y por mar, le debe su escape a una empresa privada de ex comandos especiales del ejército de EE.UU con sede en Tampa, Florida, llamada Grey Bull Rescue (Rescate del Toro Gris).
Fue un anticipo de las amenazas de invasión del presidente Donald Trump, lanzado a su guerra por todos los medios para reconquistar el hemisferio occidental. Una faena en la que se reparten tareas las fuerzas armadas y grupos de asalto con cierta autonomía pero subordinados a la estrategia del Pentágono. No en vano, el líder de la operación, Bryan Stern, reconoció ante la cadena CNN que se había comunicado con militares de su país para informales que navegaba de madrugada. Quería evitar que lo confundieran con las embarcaciones que su gobierno viene hundiendo en la zona desde el 2 de septiembre pasado.
Stern, el veterano de las fuerzas especiales que facilitó el escape de Machado hacia Oslo, Noruega, fue más lejos. Porque no lo alcanzan las reglas de la diplomacia. A una pregunta sobre si intervendría en Venezuela para secuestrar a su jefe de Estado, declaró sin filtro: “Me encantaría, y lo pienso todos los días, pero sacarlo con vida es difícil. Matarlo probablemente sería bastante sencillo, pero sacarlo con vida y llevarlo ante la justicia creo que sería muy difícil”.

Grey Bull tiene dos identidades jurídicas. Opera como fundación sin fines de lucro y se financia con donantes, pero también es una organización que cobra por sus servicios y colaboración con el gobierno de Estados Unidos y otras instituciones para “rescatar a ciudadanos en peligro”, básicamente de EE.UU y países aliados. Que se sepa, nunca brindó sus servicios en tragedias humanitarias como la de Gaza con un genocidio todavía en desarrollo o a los balseros del Mediterráneo.
En su página web, Stern es una figura omnipresente que aparece en varias imágenes. Se muestra con decenas de pasaportes de EE.UU en sus manos, al rescate de bebés estadounidenses en Ucrania o rodeado de hombres camuflados que posan con armamento. Es un astuto vendedor de sus servicios en cataclismos naturales. Cuando ocurrió el huracán Ian en Tampa “antes del amanecer del primer día, el equipo ya tenía embarcaciones en el agua, realizando rescates antes que las agencias locales, estatales y federales, e incluso la Guardia Costera de EE.UU”, informa Grey Bull.
La organización se identifica con el lema “no seas un espectador” y se autopercibe como “la vanguardia del coraje y el patriotismo, nuestro dedicado equipo sirve como un faro de esperanza para quienes se encuentran atrapados en las regiones más peligrosas del mundo. Grey Bull Rescue opera en el complejo ‘Espacio Gris’, donde los gobiernos no pueden brindar la asistencia adecuada. Nuestro equipo de veteranos, fuerzas especiales de élite y agentes de
inteligencia opera a la ‘Velocidad de la Necesidad’, realizando audaces operaciones de rescate para salvar con rapidez y eficacia las vidas de estadounidenses y aliados atrapados, vulnerables y en peligro”.
Ese espacio que la empresa define como gris le permitió a este grupo de condotieros posmodernos, hábiles en el arte de la guerra, facilitar la huída de Corina Machado. La misión que se infiltró en aguas territoriales de Venezuela, según Stern, duró casi 16 horas, se concretó en la oscuridad y sobre aguas turbulentas.
El jefe del comando, durante una conferencia de prensa virtual, glorificó el operativo porque detrás quedaron “el servicio de inteligencia venezolano, todo el servicio de inteligencia cubano, partes de la inteligencia rusa, la estuvieron buscando durante meses, y específicamente esta semana en particular por el Premio Nóbel, y esto hizo que la operación fuera significativamente más arriesgada que cualquier otra que hayamos hecho antes”.
Previo al destino final en Oslo, Machado salió camuflada desde donde se ocultaba y partió de Caracas hacia la costa. Abordó una pequeña embarcación, cambió a otra más grande después donde la esperaba Stern y arribó a Curaçao. Tenía en esa isla un jet privado a disposición proveniente de Miami y viajó a la ciudad de Bangor, en el estado de Maine, EE.UU, para finalmente tomar otro vuelo hacia Europa. Pero no llegó a tiempo para la ceremonia del Nóbel que recibió su hija Ana Corina Sosa. La dirigenta opositora está acusada en su país de terrorismo, traición a la patria, conspiración e incitación al odio.
El fundador del Grey Bull Groupe dijo que toda la operación bautizada Golden Dynamite (Dinamita de oro) – un guiño al creador del premio Nóbel – fue financiada por donantes anónimos y que no recibió apoyo del gobierno de Trump. Stern no es un improvisado. Ya dijo cuáles fueron sus últimos pasos y cuáles serán los próximos en una entrevista concedida a la BBC: “Hemos estado construyendo infraestructura sobre el terreno en Venezuela diseñada para sacar a estadounidenses, aliados, británicos y otras personas en caso de que comience la guerra en el país”.
* Periodista y docente por concurso de la carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en la materia Taller de Expresión III y de la tecnicatura de Periodismo Deportivo en la Universidad de La Plata (UNLP) en la materia Comunicación, Deporte y Derechos Humanos. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)