Rusia rechaza enmiendas europeas al plan de paz de Trump sobre Ucrania
Europa insiste en que sus enmiendas al plan de paz de Trump refuerzan su posición ante Moscú, pero evita reconocer su derrota si Ucrania tiene que ceder territorio a Rusia. Moscú desdeña los cambios introducidos por las potencias europeas en la propuesta de paz estadounidense y se ciñe al plan original de Trump, que favorece a Rusia.
Mientras se agota el tiempo del plazo impuesto por el presidente estadounidense, Donald Trump, para que se acepte su hoja de ruta para concluir la guerra de Ucrania, europeos, ucranianos y rusos hacen lecturas diferentes de las cesiones que estaría dispuesta a hacer la Casa Blanca para aplicar ese plan y empezar a negociar ya un armisticio que detenga la contienda. De momento, el mensaje de Moscú es claro: pueden reunirse lo que quieran e introducir las enmiendas al plan de Trump que consideren. Rusia se atiene a la primera versión del plan, que es la que le conviene.
Esa primera versión fue acogida en un principio con forzada satisfacción la semana pasada por los países europeos más implicados en la ayuda a Kiev en la guerra contra Rusia. Pero inmediatamente, y dada la abrupta inclinación del plan hacia Moscú, empezaron a reunirse para cambiar las cosas. Mientras sonreían a Trump por su iniciativa, intentaban darle la vuelta a la propuesta, sin contar con la previsible respuesta rusa a estas maniobras diplomáticas. 
En el plan original, sobre cuya aceptación pesa un ultimátum que vence este jueves, había cláusulas, efectivamente, muy contrarias a la estrategia de Ucrania y sus amigos europeos, como esa cesión de territorio a Rusia, la renuncia al ingreso en la OTAN o la reducción del ejército ucraniano.
la conferencia celebrada en Ginebra por representantes de la Unión Europea, Gran Bretaña y Ucrania, los aliados europeos de Kiev señalaron que EEUU estaba dispuesto a retirar de su manual de viaje hacia la paz los puntos referentes a la Unión Europea y a la OTAN, subrayando la independencia de estos organismos respecto a Washington.
No obstante, tampoco especificaron oficialmente en qué consistían tales cambios ni si podrían tener o no la aquiescencia de Moscú, que es, al fin y al cabo, quien pondrá su firma a un acuerdo con Kiev y también con la Casa Blanca, pero nunca con Bruselas.
En las enmiendas, también se dejaba fuera de la Constitución ucraniana la renuncia a entrar en la OTAN. Se subrayaba que no había consenso entre los aliados para aceptar a Kiev en la organización y no se cerraban las puertas definitivamente a esa adhesión como sí obligaba el plan original. Sobre la anexión rusa de las regiones de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia, Jersón y Crimea, la posición de los europeos era más neblinosa y se limitaban a señalar que Ucrania no debía intentar recuperar por la fuerza esos territorios una vez alcanzada la paz. 
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aseguró este lunes en Luanda, donde la UE se reunía con países africanos, que, en Ginebra, en esas negociaciones a varias bandas entre ucranianos, estadounidenses y europeos, se había logrado “un buen progreso hacia una paz justa y duradera en Ucrania”.
En un comunicado de la víspera, EEUU y Ucrania explicaron que tras las reuniones que este domingo mantuvieron los enviados de Washington, dirigidos por el secretario de Estado, Marco Rubio, y los representantes de Kiev en Ginebra, ambos países habían acordado modificar algunos de los puntos del plan original para pergeñar un “marco de paz actualizado y perfeccionado”. No concretaron a qué se referían con esas actualizaciones y si tales cambios tenían alguna perspectiva de ser aceptados por una Rusia que en estos momentos lleva la voz cantante en el campo de batalla.
Para añadir más ruido al asunto, este lunes Trump lanzó otro de sus mensajes ambivalentes que mañana mismo puede estar refutando. “¿Es realmente posible que se estén logrando grandes avances en las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania? No lo crean hasta que lo vean, pero algo bueno podría estar sucediendo”, afirmó en su red Truth Social.
En este comentario, Trump se estaba refiriendo a las conversaciones entre Moscú y Kiev que, según analistas de EEUU, se están ya produciendo en la sombra. Es decir, volvía a dejar fuera a los europeos, aunque estos se hayan arrogado todo el protagonismo en las últimas jornadas y unos logros que Washington no ha acabado de corroborar.
Rusia desbarata las enmiendas europeas
Este lunes, por si hubiera alguna duda, el Kremlin dejó bien claro que ucranianos y europeos pueden decir lo que quieran sobre esos supuestos avances en la definición de la hoja de ruta hacia la paz, pero, en cualquier caso, son Moscú y Washington quienes tendrán la última palabra y sin el consenso entre estos no habrá paz.

Primero lo indicó a la prensa Yuri Ushakov, asesor del Kremlin para temas internacionales. “Esta mañana (de lunes) tuvimos conocimiento del plan europeo. A primera vista, no es en absoluto constructivo. No nos conviene”, aseveró. Según Ushakov, el plan original de EEUU incluye los consensos “que fueron alcanzados en Alaska” en la cumbre que en agosto celebraron Putin y Trump. “Muchas, yo diría que no todas, pero muchas, de las cláusulas de ese plan (original) nos parecen totalmente aceptables”, sentenció Ushakov.
El Kremlin reclama el plan original de Trump
Después, en un comunicado oficial, el Kremlin precisó que el presidente ruso, Vladímir Putin, en una conversación por teléfono con el jefe de Estado turco, Recep Tayyip Erdogan, había insistido en que Moscú se ciñe a la primera versión del plan de 28 puntos para Ucrania presentada por la Casa Blanca. “Putin señaló que estas propuestas, en la versión que ha recibido, van en línea con las discusiones sostenidas durante la cumbre ruso-estadounidense en Alaska y, en principio, podrían sentar las bases para un arreglo pacífico definitivo”, precisó la declaración.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, añadió por su parte que Moscú no había recibido además ninguna comunicación oficial sobre las enmiendas occidentales al plan de Trump. Si este fuera el caso y Rusia no hubiera sido informada por la UE o por alguno de los tres países que llevan la iniciativa en este tema –Reino Unido, Alemania y Francia–, todo apuntaría a un intento europeo de apartar a Moscú de la revisión del plan de Trump, craso error dada la entente entre la Casa Blanca y el Kremlin. Un desprecio también imperdonable desde el punto de vista estratégico dada la situación actual en el campo de batalla y la voluntad expresada por Rusia de continuar la guerra e intensificarla el tiempo que sea preciso.
De momento, Erdogan, que ha acogido en Estambul las tres rondas de negociaciones directas que ha habido entre rusos y ucranianos, propuso a Putin de nuevo su mediación para ese contacto bilateral, en el que los europeos fueron excluidos en esa ciudad turca, salvo como meras comparsas de Ucrania y al margen de la mesa de diálogo.
A la espera del contragolpe ruso
Los pasos dados por Europa para cambiar el plan original de Trump pueden tener ahora una consecuencia previsible: que Rusia aproveche para intentar imponer sus propias enmiendas, mucho más duras, y ampliar así la grieta que separa ambas visiones sobre el conflicto de Ucrania.
Otras reservas que habían manifestado los aliados europeos de Kiev, según se iba conociendo el plan de Trump, se referían a la cláusula que establecía que Ucrania debía entregar a Rusia las partes de la región de Donetsk que aún controlan las tropas ucranianas, a cambio del repliegue ruso de zonas de otras regiones también ocupadas, como Zaporiyia o Jersón,
de mucho menor interés para Moscú que el Donbás, que integran Donetsk y Lugansk. Ahora Rusia puede verse impelida a acelerar su ofensiva militar y reclamar sobre la mesa de negociaciones más territorio.
La llamada de atención de Trump de este lunes sobre algo positivo que “se está gestando” no parece muy creíble dadas las oscilaciones advertidas en estos días de su estrategia y exacerbadas por Rubio en Ginebra. Salvo que la Casa Blanca esté, una vez más, jugando con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Como parecen hacer también los europeos.
Zelenski accedió en un principio al plan de Trump, no tanto para endulzarle a éste los oídos, sino simplemente porque no está en condiciones de rechazar una apuesta en firme de la Casa Blanca. Por eso dijo que los ucranianos se arriesgaban a perder su dignidad (si aceptaban el plan) o el apoyo de EEUU, lo que significa perder la guerra a corto plazo.
Europa llegó en su ayuda en Ginebra y le convenció de que quizá Ucrania podría evitar la pinza de EEUU y Rusia si aceptaba sus enmiendas, que favorecían en primer lugar a los propios europeos y dejaban en el aire el asunto territorial. Pero si ahora Trump endurece su presión, esos mismos europeos optarán antes por inclinarse ante Washington, como hicieron con la guerra arancelaria o en el conflicto de Gaza, que en sostener a Kiev en una contienda alargada sine die. Una guerra que, de continuar un año más, dejará endeudada a Europa durante décadas y a Ucrania sin la mitad de su territorio.
