Honduras frente al corazón de las tinieblas
Víctor Ego Ducrot
El 30 de noviembre próximo se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en Honduras. La candidata por Libre, Rixi Moncada, es la designada para dar continuidad a la experiencia de Xiomara Castro en el gobierno. El triunfo de Libre sería una piedra angular de cara a la amenazante ofensiva de las derechas en la región y un enclave progresista y rejuvenecido de resistencia a Estados Unidos.
¿Creen que exagero con mi título, que por cierto no me pertenece? No importa. Lo cierto es que en nuestros tiempos de periodismos adocenados por el exhibicionismo y el fisgoneo que sin pudor prohíjan las tecnologías y las redes, los textos requieren cierta dosis de dramatismo, de histrionismo si se quiere.
En el Cono Sur y el Río de la Plata suele incurrirse en un garrafal error de apreciación al observar con lejanía a la América Central y el Caribe como territorios políticos.
Esa distorsión óptica no la sufren en Estados Unidos, mucho menos sus facciones más agresivas e intervencionistas, y ahí está el problema, pues saben enderezar hacia allí sus cañones, los de fuego y los otros, los simbólicos, tal cual lo supieron hacer todos los actores imperiales de la Historia.
La Corona de Castilla apuntó y disparó en los orígenes de la conquista. Ajustaron el ángulo de tiro los Habsburgo y hasta los Borbones. Ni qué decir de la puntería banquera de la Liga Hanseática, del Imperio Británico y en menor medida de otras potencias de la Europa decimonónica. Por último y hasta nuestros días, es Estados Unidos el agresor; desde Monroe hasta las bravuconadas de Donald Trump.
Podríamos citar al maestro Fernand Braudel (1902-1985) y a unos de sus principales divulgadores, Immanuel Wallerstein (1930-2019), para afirmar que desde siempre el “sistema mundo” capitalista imperialista puso en el centro de su atención a la América Central y al Caribe.
Y recordemos que, también desde siempre, esas tierras firmes, islas y mares, fueron y son escenarios de las más radicales sublevaciones. Los revolucionarios antiesclavistas y jacobinos de Haití, encabezados por Toussaint Louverture a fines del siglo XVIII.
Los sueños bolivarianos y sanmartinianos plasmados por el hondureño Francisco Morazán en la fundación y gobierno de la República Federal Centroamericana, entre 1830 a 1839. La Revolución Cubana, que a mediados del XX le cambió el rostro y alma a toda la América Latina.
Hubo otras. Sólo refiero las más revulsivas. Todas sufrieron y sufren a un enemigo que apela a las más inhumanas artes para imponer sus designios: los gobiernos y las tramas del poder económico, financiero y cultural de Estados Unidos.
Hoy sus cañones apuntan a los centroamericanos y caribeños, tal cual hace pocos días lo expresó el presidente colombiano Gustavo Petro en Santa Marta, durante la IV Cumbre CELAC-UE.
Sin embargo, a la hora de ajustar al milímetro sus miras, esos cañones amenazan muy especialmente a Honduras, y con un primer objetivo claro: impedir el triunfo de Rixi Moncada, la candidata del partido Libre en las elecciones presidenciales del 30 de noviembre próximo.
¿Por qué?
Porque su triunfo implicaría la continuidad y la profundización de lo realizado por la actual y saliente jefa de Estado Xiomara Castro, una verdadera experiencia progresista y de izquierda de nuevo tipo que viene desarrollando el partido que encabeza el expresidente Manuel Zelaya; el mismo que fuera derrocado por el narco golpe de Estado conducido por la embajada de Estados Unidos, en junio de 2009.
Y porque el triunfo de Libre sería una piedra angular de cara a la amenazante ofensiva de las derechas en la región y un enclave progresista y rejuvenecido de resistencia a Estados Unidos, una vez más en el corazón de sus propias tinieblas.
La paráfrasis al título de aquella paradigmática novela de Joseph Conrad resulta inevitable, como inevitable le fue inspirarse en ella al ya legendario Francis Ford Coppola, cuando compuso la apocalíptica sinfonía sobre el horror que por años enlutó a Vietnam y su gente.
Y ese enclave hondureño una vez más nos hablaría del destino estratégico de América Central y el Caribe, en una suerte de “corsi e ricorsi” de la Historia, tal cual nos iluminara el napolitano Giambattista Vico en aquel no tan lejano entonces siglo XVIII: Toussaint Louverture, Morazán y Fidel Castro como memorias presentes.
Por supuesto, para Washington son fantasmas, son pesadillas.
El portaaviones nuclear de última generación USS Gerald R. Ford, 70 aviones de combate y no menos de tres destructores, todos bajo el Comando Sur de Estados Unidos, se apostaron frente a Venezuela.
Las barcazas de pescadores hundidas por Trump reemplazan a los arsenales químicos y nucleares de Sadam Hussein, que nunca existieron pero le permitieron a George W. Bush asesinar a cientos de miles de iraquíes y devastar a un país.
Hace pocos días, una serie de audios divulgados en una conferencia de prensa de la representación de Libre en el Consejo Nacional Electoral (CNE), desbarataron el plan que habían pergeñado los partidos de derecha y la embajada de Estados Unidos para impedir el normal desarrollo de las elecciones del 30 noviembre y aducir luego un supuesto fraude por parte del gobierno.
La conspiración fue urdida por elementos de los partidos Nacional y Liberal en el CNE, organismo que incluye a todas las representaciones políticas y regula los procesos electorales.
“Saben que ya perdieron las elecciones”, explicó una de las voces más activas del oficialismo, el vice canciller Gerardo Torres, el mismo que viene denunciando con evidencia y pruebas una serie actos de violencia y asesinatos cometidos por bandas armadas de la derecha.
En ese sentido, hace pocos días las autoridades nacionales informaron que cientos de observadores e invitados de todo el mundo estarán presentes en Honduras para testificar sobre la transparencia del proceso electoral.
Tan sólo un epílogo

Desde la resistencia al narco golpe del 2009 hasta la actualidad, el expresidente Manuel Zelaya viene tejiendo Libre, un espacio político con vocación de poder que él mismo define como propuesta de “nuevo socialismo democrático”.
En ese espacio confluyen distintas corrientes de la militancia juvenil y de los movimientos sociales. Fue el que, con la fuerza de su electorado, instaló a Xiomara Castro en la Casa Presidencial “Palacio José Cecilio del Valle”, el 27 de enero de 2022.
La estructura narco oligárquica de Honduras no se lo perdonará jamás. Por eso Libre debe triunfar en las urnas del 30 de noviembre. Además porque una de las más maravillosas literaturas populares de América Latina lo está esperando.
Son “las perras”, como llaman en Honduras a las narraciones orales, fantásticas y hasta desopilantes, que surgen de las voces trabajadoras y del campo.
No sólo entretienen tras largas jornadas de trabajo, como Bertolt Brecht enseñaba que debe entretener el teatro. También son capaces de generar deseos de justicia, pues al fin y al cabo de eso se trata.
Es muy probable que lo hondureños marchen a dar pelea en el corazón de las tinieblas armados con miles de ejemplares de “Las perras de Teofilito”, de Teófilo Trejo (1941-2016), el primer secretario general de la Central
Nacional de Trabajadores del Campo (CNTC) e incansable contador de historias.
“Uno de mis suegros, papá de una de las tantas novias que yo tenía, estaba construyendo una casa…-¿Usted está enamorado de mi hija? Sí hombre, contesté yo. Entonces ayúdeme a trabajar, dijo él…Empezamos a poner las primeras chapas…En una de las tantas se vino un huracán. Un huracán que chiflaba…En ese momento me dieron una chapa y el viento era tal que sobre la chapa salí volando y di cuatro vueltas a la aldea…Y así como yo miro que manejan los aviones, así también voy a manejar esta papada (algo que se pone mal y es peligroso)…Yo miré que me iba a matar cuando estaba a punto de estrellarme y la chapa parecía el satélite que tiraron Estados Unidos y Rusia…”.
Quizás sin proponérselo, esa “perra” alude a la tragedia, vida y destinos de América Latina, que tantas veces ha sabido doblegar huracanes y caprichos de chapas desvencijadas. Que tantas veces ha sabido sobrevolar el cielo de sus aldeas y poetas.
Es muy probable entonces que los hondureños ganen su batalla, como lo hubiera hecho el mismísimo Teofilito.
*Periodista, escritor y profesor universitario argentino. Docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata , Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). Nota publicada en La Tecl@ Eñe Revista

