Acuerdo comercial Argentina-EEUU: un golpe al Mercosur

Entre integración o dependencia, Milei eligió la segunda

43

Aram Aharonian

¿El retorno de la Doctrina Monroe?

Estados Unidos y Argentina avanzaron en un nuevo Acuerdo de Comercio e Inversiones Recíprocas, que redefine la relación económica bilateral: Argentina brindará acceso preferencial al mercado para las exportaciones estadounidenses, incluidas medicinas, productos químicos, maquinaria, productos de tecnologías de la información, dispositivos médicos, vehículos automotores y una amplia gama de productos agrícolas

El marco de acuerdo comercial profundiza la dependencia de las decisiones que se tomen en  Washington. Tras el anuncio, Milei insistió en que el país se “capitalizará fuertemente” y que se abre “un nuevo siglo de oro” basado en minería, energía y alimentos. También reforzó su agenda de reformas laborales, tributarias y penales, señalando que su administración seguirá siendo “la más reformista de la historia argentina”.

La asimetría es evidente: mientras Argentina abre sectores donde compite una de las industrias más desarrolladas del mundo, Washington ofrece concesiones centradas en bienes primarios o insumos que no afectan a su industria interna.

La relación bilateral es estratégica para la Casa Blanca que ha usado a la Argentina como la mejor prueba del sistema de premios y castigos con el que quiere dirigir la política exterior en el continente. La misma lógica del palo y la zanahoria que ya aplicó Trump con su guerra arancelaria, que redefinió las reglas del comercio global.

En materia de apertura comercial y normas de regulación, la Argentina prácticamente se somete a las condiciones que impongan las empresas y las leyes estadounidenses. Argentina se obliga a seguir los lineamientos de la política comercial de  Washington, específicamente en la relación con terceros países, lo que podría leerse como una
alusión directa a China.

No queda claro cuáles son los márgenes de libertad que tendrá Agentina para comerciar: el nuevo pacto aparece como nuevo ejemplo de la añeja Doctrina Monroe, pero esta vez para limitar el avance de China en un área tan sensible a los intereses de la economía estadounidense como la soja y sus derivados.

Tampoco queda claro cómo quedará la relación de Argentina con el resto de países del Mercosur, puesto que las cláusulas anticipadas en la comunicación oficial de Washington señalan un tratamiento privilegiado en materia arancelaria y para arancelaria para los productos de origen estadounidense.

El acuerdo supone la eliminación de barreras no  arancelarias. Argentina desmanteló licencias de importación y otros mecanismos restrictivos, facilitando el ingreso de productos estadounidenses y se compromete a no exigir
formalidades consulares para exportaciones de EEUU y también eliminará gradualmente la tasa de estadística para bienes estadounidenses. Asimismo, permitirá el ingreso de productos de EEUU que cumplan normas técnicas estadounidenses o internacionales, sin evaluaciones adicionales.

El acuerdo subordina la política comercial argentina a los lineamientos de Washington, especialmente en relaciónDonald Trumo y Javier Milei con terceros países como China, generando dudas sobre el margen de maniobra del país en sectores sensibles como la soja. Preocupa el impacto en el Mercosur, ya que las preferencias arancelarias otorgadas a Estados Unidos podrían romper la lógica del bloque. El mismo día que se anunció el acuerdo con EEUU, trascendió que Milei se inclina por no participar de la próxima Cumbre del Mercosur, el 20 de diciembre en Foz de Iguazú, Brasil.

Distintos analistas denuncian que el gobierno argentino impulsa un alineamiento incondicional con la administración Trump, mientras consolida un modelo económico que beneficia a sectores primarios y expone a la industria nacional a unacompetencia difícil de soportar. Un aspecto llamativo es que casi no se habla del acero y del aluminio, dos sectores históricamente sensibles en cualquier negociación comercial con Estados Unidos.

Argentina abrirá mercados industriales y tecnológicos donde EEUU tiene ventajas abrumadoras, mientras que Washington ofrece concesiones limitadas a bienes primarios sin afectar su estructura productiva. El acuerdo con EEUU es completamente asimétrico: un pacto entre una nación que “salvó” a la otra con préstamos directos
del Tesoro. Y ahora se lo está cobrando.

Grupo Ruiz: una firma clave del desarrollo agrícola argentino - Reporte ...La eliminación de barreras no arancelarias, el reconocimiento automático de estándares estadounidenses y la aceptación de certificaciones como las de la FDA son vistas como una renuncia a facultades regulatorias clave. A esto se suma la presión para modificar normas de propiedad intelectual y la apertura agrícola a productos
altamente subsidiados, lo que podría perjudicar a economías regionales y pymes alimentarias locales.

El acuerdo se concentra en industrias como la automotriz, farmacéutica y agroalimentaria, pero si Washington busca diversificar sus cadenas de suministro y reducir dependencia asiática, es razonable que explore países con capacidad industrial y ubicación estratégica en el hemisferio.

Algunos analistas consideran que este acuerdo podría resultar más ventajoso que el tratado Mercosur-UE, cuya cuota Hilton para la carne argentina ronda las treinta mil toneladas que hoy apenas se cumple parcialmente y podría llevarse a cincuenta mil toneladas con el acuerdo, mientras que la negociación con EEUU habilitaría hasta cien mil
toneladas.

¿Será correcta esta vez la estrategia de alinearse unilateralmente con Estados Unidos, incluso dañando el vínculo con nuestros principales socios comerciales, Brasil y China? Milei ha quitado al país el margen para la neutralidad estratégica. La economía actualmente está demasiado frágil, el Estado demasiado endeudado y el sistema productivo demasiado dependiente de decisiones externas como para sostener una política exterior
autónoma sin costos, señala el diario Perfil.

El alineamiento con Estados Unidos implica aceptar una arquitectura de poder donde la soberanía económica queda subordinada a intereses ajenos. El acuerdo con Washington expone en toda su magnitud la fragilidad argentina. Los analistas se preguntan si el país aprovechará esta alineación para construir capacidades propias -infraestructura,
tecnología, industria- o si repetirá el patrón histórico de integrarse al mundo como proveedor primario y consumidor de manufacturas ajenas, produciendo mayor dependencia y vulnerabilidad.

Neocolonialismo

 Presentado por Milei como “histórico”, este “entendimiento” con EEUU es, en realidad, algo más grave que un Tratado de Libre Comercio: es un marco general diseñado para habilitar futuras concesiones neocoloniales, un paraguas amplio sin obligaciones equivalentes para Washington, pero con compromisos inmediatos y profundos para Argentina, señala el analista Matías Caciabue.

El acuerdo firmado por los cancilleres Pablo Quirno y Marco Rubio es, sencillamente, un pacto neocolonial, que entrega capacidades regulatorias, debilita la integración regional y recoloca a la Argentina en una posición de vasallaje político y económico.

Mientras EEUU sólo menciona como apertura concreta la carne argentina (sin especificar cupos ni condiciones, y sin incorporar mejoras sobre acero o aluminio), casi todo lo demás son exigencias hacia Argentina: desmantelar barreras no arancelarias, aceptar estándares estadounidenses y ceder soberanía regulatoria.

Argentina aceptará vehículos fabricados en EEUU bajo estándares de seguridad y emisiones estadounidenses, y certificados de la FDA (agencia sanitaria de EEU.) para dispositivos médicos y fármacos. El alineamiento con Estados Unidos puede ofrecer anclaje, inversiones y protección geopolítica, pero sin ninguna duda implica aceptar una arquitectura de poder donde la soberanía económica queda subordinada a intereses ajenos (personales de Trump y de Estados Unidos).

¿Ha vuelto la doctrina Monroe de principios del siglo pasado? Se trató de una política exterior anunciada por Estados Unidos en 1823 durante la presidencia de James Monroe. Su idea central puede resumirse en la frase “América para los americanos”, aunque en la práctica significó “América al servicio de Estados Unidos”. El mensaje original advertía a las potencias europeas que no debían intervenir, colonizar o intentar expandirse en el continente americano. Hoy, la principal preocupación de Trump es China.

Cabe recordar que fue excusa para legitimar intervenciones militares, derrocamientos de gobiernos, ocupaciones y control económico en varios países latinoamericanos. Este nuevo pacto es un nuevo ejemplo de la doctrina Monroe, pero esta vez para limitar el avance de China. Tiene no solo consecuencias comerciales sino geopolíticas de todo
tipo:

En agroindustria el acuerdo dispone más acceso para alimentos estadounidenses.  Argentina abrió su mercado a ganado en pie de EEUU, permitirá el ingreso de carne aviar estadounidense en un plazo máximo de un año. No impondrá restricciones a productos que utilicen determinados términos queseros y cárnicos. Asimismo, simplificará el registro de carne vacuna, subproductos y menudencias, carne de cerdo y no exigirá registro de establecimientos para lácteos estadounidenses.

El acuerdo señala que Argentina tomará medidas para combatir la tala ilegal, impulsará una economía más eficiente en recursos, especialmente en minerales críticos. Asimismo, aplicará plenamente el Acuerdo de Subvenciones a la
Pesca de la OMC. Ambos países acordaron coordinar acciones frente a políticas comerciales no basadas en mercado y desarrollarán herramientas comunes para controles a la exportación, seguridad de inversiones, evasión de derechos aduaneros, y otras prácticas sensibles.

Añade que ambos países impulsarán inversiones en litio, cobre y otros minerales estratégicos y trabajarán en estabilizar el comercio global de soja, un rubro clave para el campo argentino. Por otra parte, Argentina se compromete a revisar y limitar acciones distorsivas de empresas estatales y evaluará subsidios industriales que puedan impactar la relación comercial.

En lo referente al comercio digital: flujo de datos y firmas electrónicas, Argentina reconocerá a Estados Unidos como jurisdicción adecuada para transferencias de datos personales y no discriminará contra plataformas digitales, servicios o productos digitales estadounidenses. Asimismo, reconocerá como válidas las firmas electrónicas aceptadas bajo ley estadounidense.

El alineamiento con Estados Unidos puede ofrecer anclaje, inversiones y protección geopolítica, pero también implica aceptar una arquitectura de poder donde la soberanía económica -y política- queda subordinada a intereses ajenos.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)