EEUU: ¿El socialismo está rescatando la democracia?
David Brooks
El alcalde electo de Nueva York Zohran Mamdani expresa que es un socialista democrático gracias al ejemplo del senador Bernie Sanders, y Sanders proviene de una corriente socialista que arrancó en los años 60 y 70, la cual a su vez tenía parte de sus raíces históricas en el Partido Socialista fundado en 1901.

Vale señalar que la organización política Democratic Socialists of America (DSA), de la cual es miembro Mamdani (aunque no Sanders), no es un partido y desde sus orígenes en los 70, cuando Michael Harrington y otros fundaron el Democratic Socialist Organizing Committee, su objetivo era obrar dentro del Partido Demócrata. Mamdani fue el candidato oficial del Partido Demócrata (a pesar de la renuencia de la cúpula de esa organización política).
De hecho, DSA y sus antecesores han sido criticados por izquierdistas más radicales como corrientes reformistas parecidas a los socialdemócratas europeos (aunque en la coyuntura política actual de Estados Unidos, eso es radical).
“Socialista”, a lo largo de la historia moderna del país, ha sido usado por las cúpulas como un insulto o para descalificar a políticos de izquierda y hasta acusarlos de actitudes “antiestadunidenses”. Pero en años recientes se registró algo curioso: una encuesta de Gallup en septiembre registro que 66 por ciento de los votantes demócratas perciben positivamente al “socialismo”, mientras la aprobación del capitalismo se ha reducido a sólo 54 por ciento de todos los estadunidenses. Aún más alarmante para algunos es una encuesta de Cato Institute/YouGov este año donde 62 por ciento de los estadunidenses menores de 30 años tienen una percepción “favorable” del socialismo. No hay una definición compartida de “socialismo”.
El apoyo masivo que acumuló Sanders cuando lanzó su precandidatura presidencial declarándose abiertamente “socialista democrático” en 2016 y de nuevo en 2020 sacudió a las cúpulas de ambos partidos. Usando las narrativas desarrolladas por el movimiento altermundista de fines de los 90 y después las de Ocupa Wall Street, Sanders fusionó la tradición de los viejos socialistas democráticos con nuevas generaciones de movimientos más recientes.
Con ello, se resucitó la DSA que ahora es la organización socialista más grande del país con unos 80 mil miembros y miles más de aliados, además de otros esfuerzos independientes como el Working Families Party y un nuevo liderazgo progresista en algunos sindicatos y otras agrupaciones sociales, incluyendo las de inmigrantes. Todo eso contribuyó directamente al triunfo de Mamdani como próximo alcalde de la capital del capitalismo, Nueva York.
Estos movimientos progresistas y/o socialistas dentro del ámbito electoral tienen una larga historia en este país con raíces en el siglo XIX y en los inmigrantes rebeldes que siempre han participado, a veces encabezado, las luchas por la justicia social en esta nación.
Hoy, la amplia gama de lo que se puede calificar de movimiento “progresista” –que incluye pero no se limita a socialistas democráticos– sigue aumentando su presencia no sólo en ciudades y pueblos, sino en legislaturas municipales, estatales y la federal. El llamado Caucus Progresista del Congreso federal incluye a casi 100 legisladores que se identifican como “progresistas” –cuyo liderazgo es de dos mexicano-estadunidenses y una somalí) y varios como “socialistas democráticos”, casi una cuarta parte de la Cámara baja.
Mas aún, aunque es más que notable la elección de un socialista democrático como alcalde de la ciudad más grande del
país, no es el primero ni el único. Hoy hay por lo menos otros ocho en urbes de California a Vermont. A principios del siglo pasado, decenas de ciudades y pueblos del medio oeste de la nación estaban encabezadas por alcaldes socialistas, incluyendo Milwaukee, de 1916 hasta 1940.
Mamdani hizo referencia a esta historia en su discurso de triunfo el martes al citar a Eugene Debs, legendario líder nacional y candidato presidencial socialista de fines del siglo XIX y principios del XX.
Antes decían que el “socialismo” era la amenaza a la democracia en Estados Unidos. Ahora podría ser que el socialismo está rescatando a esa democracia.
*Periodista estadounidense, corresponsal de La Jornada de México en Washington