Los perros del imperio ladran contra Venezuela

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Tricontinental

Washington está reactivando la “Guerra contra las Drogas” para intentar derrocar la Revolución Bolivariana, amenazando con todo, desde la fuerza militar hasta el asesinato de líderes gubernamentales.

En febrero de 2006, el presidente venezolano Hugo Chávez viajó a La Habana para recibir el Premio José Martí de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) de manos de Fidel Castro. En su discurso, comparó las amenazas de Washington contra Venezuela con el ladrido de los perros,diciendo: “Si ladran los perros, es porque cabalgamos”. Chávez agregó: “Que ladren los perros del imperio. Ese es su papel: ladrar. Nuestro papel es batallar para consolidar este siglo, ahora sí, la verdadera liberación de nuestros pueblos”. Casi dos décadas después, los perros del imperio continúan ladrando. ¿Pero morderán? Esa es la pregunta que esta Alerta Roja busca responder.

El sonido de los ladridos

En febrero de 2025, el Departamento de Estado estadounidense denominó a la red criminal llamada Tren de Aragua como una “organización terrorista extranjera”. Luego, en julio, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos agregó al supuesto Cartel de los Soles a la lista de sanciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros como un “grupo terrorista transnacional”. Ningún informe previo del gobierno estadounidense, ni de la Administración para el Control de Drogas (DEA por su sigla en inglés) ni del Departamento de Estado, había identificado a estas organizaciones como una amenaza.Tren de Aragua: Creen que es una organización terrorista y se encienden ...

No se ha presentado públicamente ninguna evidencia verificable para fundamentar la escala o coordinación atribuida a ninguno de los dos grupos. No existe evidencia de que el Tren de Aragua sea una organización con una operación internacional coherente. En cuanto al Cartel de los Soles, la primera vez que apareció el nombre fue en 1993, en reportes venezolanos sobre la investigación de dos generales de la Guardia Nacional, por una referencia a la insignia del “sol” en sus uniformes, años antes de la victoria presidencial de Hugo Chávez en 1998.

El gobierno de Donald Trump ha sostenido que estos grupos trabajan con el gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro y son los principales traficantes de drogas hacia Estados Unidos, sin proporcionar evidencia alguna de la conexión. Es más, los informes de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC por su sigla en inglés) y de la propia DEA han determinado consistentemente que los grupos venezolanos son marginales en el tráfico mundial de drogas. Aun así, el Departamento de Estado de Estados Unidos ha ofrecido una recompensa de 50 millones de dólares, la más grande en la historia del programa, por información que conduzca al arresto de Maduro.

Estados Unidos ha reactivado el burdo instrumento de la “Guerra contra las Drogas” para presionar a países que no ceden ante sus amenazas o que tenazmente se niegan a elegir gobiernos de derecha. Recientemente, Trump ha atacado a México y a Colombia invocando sus dificultades con el narcotráfico para fustigar a sus presidentes. Aunque Venezuela no tiene un problema significativo de drogas doméstico, eso no ha impedido que Trump ataque al gobierno de Maduro con mucho más veneno.

En octubre de 2025, la política venezolana María Corina Machado del movimiento Vente Venezuela ganó el Premio Nobel de la Paz. Machado fue inhabilitada para presentarse a las elecciones presidenciales de 2024 debido, en gran parte, a que había realizado una serie de declaraciones traicioneras, había aceptado un cargo diplomático de otro país con el fin de solicitar la intervención en Venezuela (violando el artículo 149 de la Constitución) y había apoyado las guarimbas (acciones violentas en las calles en las que se golpeó, quemó vivas y decapitó a personas).

Además, defendió las sanciones unilaterales estadounidenses que han devastado la economía. El Premio Nobel se aseguró a través del trabajo de la Fundación Inspire America (con sede en Miami, Florida y dirigida por el abogado cubanoamericano Marcell Felipe). También por la intervención de cuatro políticos estadounidenses, tres de ellos cubanoamericanos: Marco Rubio, María Elvira Salazar y Mario Díaz-Balart. La conexión cubanoamericana es clave y muestra cómo esta red política que está enfocada en el derrocamiento por cualquier medio de la Revolución Cubana, ahora ve una intervención militar estadounidense en Venezuela como una forma de avanzar hacia un cambio de régimen en Cuba. Por lo tanto, esta no es solo una intervención contra Venezuela, sino contra todos aquellos gobiernos que Estados Unidos quisiera derrocar.

La mordida

En agosto de 2025, el ejército estadounidense comenzó a concentrar fuerzas navales en el sur del Caribe, incluidos destructores clase Aegis y submarinos de ataque de propulsión nuclear. En septiembre comenzó una campaña de ataques extrajudiciales contra pequeñas lanchas en aguas del Caribe, bombardeando al menos 13 embarcaciones y asesinando a alrededor de 57 personas, sin presentar ninguna evidencia de vínculos con el narcotráfico. A mediados de octubre, Estados Unidos desplegó más de 4.000 soldados frente a la costa de Venezuela y 5.000 en espera en Puerto Rico (incluidos aviones de combate F-35 y drones MQ-9 Reaper).

Autorizó operaciones encubiertas dentro del país y realizó “misiones de demostración” con bombarderos B-52 sobre Caracas. A finales de octubre, el grupo de ataque del portaaviones USS Gerald R. Ford fue desplegado en la región. Mientras tanto, el gobierno de Venezuela ha movilizado a la población para defender al país.

Cinco escenarios para la intervención estadounidense

Escenario n° 1: la opción Hermano Sam. En 1964, Estados Unidos desplegó varios buques de guerra frente a las costas de Brasil. Su presencia envalentonó al general Humberto de Alencar Castelo Branco, jefe de Estado Mayor del Ejército y a sus aliados a organizar un golpe de Estado que instauró una dictadura de 21 años. Pero Venezuela es un terreno diferente. En su primer mandato, Chávez fortaleció la formación política en las academias militares y ancló el entrenamiento de oficiales en la defensa de la Constitución de 1999. Por lo tanto, es improbable que una figura como Castelo Branco salve el día para Washington.

Escenario n° 2: la opción Panamá.

En 1989, Estados Unidos bombardeó Ciudad de Panamá y envió tropas de operaciones especiales para capturar a Manuel Noriega, el líder militar de Panamá, y llevarlo a una prisión estadounidense mientras políticos respaldados por Estados Unidos tomaban el control del país. Una operación así sería más difícil de replicar en Venezuela: su ejército es mucho más fuerte, entrenado para conflictos asimétricos prolongados y el país cuenta con sofisticados sistemas de defensa aérea (destacan los sistemas rusos antiaéreos S-300VM y Buk-M2E). Cualquier campaña aérea estadounidense enfrentaría una defensa sostenida, haciendo que la perspectiva de aviones derribados, una gran pérdida de prestigio, sea un riesgo que Washington probablemente no quiera correr.

Escenario n° 3: la opción Irak.

Una campaña de bombardeo de “conmoción y pavor” contra Caracas y otras ciudades para desestabilizar a la población y desmoralizar al Estado y al ejército, seguida de intentos de asesinar al alto liderazgo venezolano y tomar infraestructura clave. Después de tal asalto, la ganadora del Premio Nobel de la Paz, Machado, probablemente se declararía lista para tomar el mando y alinear a Venezuela estrechamente con Estados Unidos.

La insuficiencia de esta maniobra es que el liderazgo bolivariano tiene raíces profundas: las raíces de la defensa del proyecto bolivariano atraviesan los barrios de clase trabajadora y el ejército no se desmoralizaría inmediatamente, a diferencia de lo que ocurrió en Irak. Como señaló recientemente el ministro del Interior de Venezuela, Diosdado Cabello: “Cualquiera que quiera puede recordar Vietnam… cuando un pueblo pequeño pero unido, con una voluntad de hierro, fue capaz de darle una lección al imperialismo estadounidense”.

Escenario n° 4: la opción Golfo de Tonkín.

En 1964, Estados Unidos intensificó su intervención militar en la Guerra de Vietnam después de un incidente que fue presentado como un ataque no provocado a destructores estadounidenses frente a las costas del país. Revelaciones posteriores demostraron que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA por su sigla en inglés) inventó información de inteligencia para crear un pretexto que justificara la escalada. Estados Unidos afirma que ahora está realizando “ejercicios de entrenamiento” navales y aéreos cerca de las aguas territoriales y el espacio aéreo venezolanos.

El 26 de octubre, el gobierno venezolano dijo que había recibido información sobre un plan encubierto de la CIA para escenificar un ataque de bandera falsa contra embarcaciones estadounidenses cerca de Trinidad y Tobago para provocar una respuesta de Estados Unidos. Las autoridades venezolanas advirtieron sobre las maniobras estadounidenses y dijeron que no cederán ante provocaciones ni intimidación.

Escenario n° 5: la opción Qasem Soleimani.

En enero de 2020, un ataque con drones estadounidense ordenado por Trump mató al general de división Qasem Soleimani, jefe de la Fuerza Quds de Irán. Soleimani era uno de los funcionarios más importantes de Irán, responsable de su estrategia de defensa regional en Irak, Líbano, Gaza y Afganistán. En una entrevista en 60 Minutes, el exencargado de negocios de Estados Unidos para Venezuela, James Story, dijo: “Los activos están ahí para hacer todo hasta, e incluyendo, [la] decapitación del gobierno”, una declaración clara de la intención de asesinar al presidente.

Después de la muerte del presidente Hugo Chávez en 2013, funcionarios estadounidenses predijeron que el proyecto colapsaría. Han pasado 12 años y Venezuela continúa por el camino trazado bajo Chávez, avanzando su modelo comunal cuya resiliencia descansa no solo en el liderazgo colectivo de la revolución, sino también en la fuerte organización popular. El proyecto bolivariano nunca ha sido un espectáculo de una sola persona.

Es poco probable que China y Rusia permitan un ataque contra Venezuela sin presionar por resoluciones inmediatas del Consejo de Seguridad de la ONU. Ambos operan rutinariamente en el Caribe, incluidos ejercicios conjuntos con Cuba y misiones globales como la Misión Armonía 2025 de China.

Esperamos que ninguno de estos escenarios se haga realidad y que Estados Unidos retire sus opciones militares de la mesa. Pero la esperanza sola no es suficiente, debemos trabajar para expandir el campo de la paz.