CELAC-UE: claves de una cumbre que busca fortalecer la autonomía regional
Telesur
América Latina y el Caribe plantean un giro histórico en su relación con Europa: autonomía energética, rechazo a condicionamientos y una agenda propia frente a la presión militar estadounidense en la región.
La IV Cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE) inició en Santa Marta, Colombia, con el objetivo de redefinir una alianza estratégica centrada en la cooperación y el desarrollo soberano. Más allá del encuentro diplomático, la cita revela varias claves que determinarán el futuro de la relación birregional.
Nuevo eje de liderazgo Brasil-Colombia
La cumbre consolida la presidencia pro tempore del mandatario colombiano Gustavo Petro como articulador de una voz común para la región. La ausencia inicial de figuras europeas de alto nivel amenazó con debilitar el encuentro, pero la confirmación de la asistencia del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, reequilibró la balanza política.
Este binomio Brasil-Colombia se proyecta ahora como el nuevo motor del diálogo con Europa, capaz de presentar una agenda propia y cohesionada que fortalezca la posición negociadora latinoamericana frente a las grandes potencias.
Lula impuso recientemente una condición clara para el encuentro en Santa Marta: debatir y asumir una posición frente a la presencia de buques de guerra estadounidenses en los mares de la región. «Solo tiene sentido una reunión de la CELAC en este momento si debatimos esta cuestión», sentenció el mandatario brasileño, subrayando la urgencia de defender la soberanía de América Latina.
El presidente brasileño cuestionó la estrategia militarista de Washington en la lucha contra el narcotráfico, afirmando que «Estados Unidos podría estar tratando de ayudar a estos países y no de atacarlos». Además, se ofreció como mediador entre Venezuela y Estados Unidos, en un claro gesto de diplomacia soberana y búsqueda de soluciones propias para la región.
Triple transición: energética, digital y medioambiental
El núcleo de la discusión gira en torno a la llamada triple transición, promovida por la UE a través de su iniciativa Global Gateway 2.0. Con esta agenda, Europa busca ampliar su presencia tecnológica y energética en la región mediante inversiones en hidrógeno verde, conectividad digital y transporte sostenible.
Para la CELAC, el desafío consiste en asegurar que esta transición se traduzca en soberanía económica y desarrollo de cadenas de valor locales, evitando repetir patrones extractivistas que históricamente han dejado a la región como proveedora de materias primas sin beneficios tangibles para sus poblaciones.
De los anuncios a la acción concreta
Una demanda central del bloque latinoamericano es pasar de las declaraciones a los hechos. Las inversiones prometidas por la UE en la cumbre de Bruselas de 2023 avanzan con lentitud, y los países de la CELAC reclaman mayor agilidad y, sobre todo, menos condicionamientos políticos y económicos.
La región busca construir una relación entre socios en pie de igualdad, no una dinámica vertical donde América Latina y el Caribe sean receptores pasivos de ayuda condicionada a reformas estructurales o alineamientos geopolíticos.
Participación de la sociedad civil
Este encuentro se desarrolla en un momento en que el Sur Global exige espacios de participación más equitativos en las decisiones que afectan el orden económico y climático mundial.
Paralelamente a las negociaciones oficiales, el Foro de Sociedad Civil CELAC-UE introduce una dimensión crítica al diálogo entre gobiernos. Organizaciones sociales, sindicatos y representantes de comunidades indígenas y afrodescendientes buscan incidir en la agenda oficial con demandas sobre justicia climática, equidad de género y derechos humanos.
Su principal reclamo es que los acuerdos birregionales generen beneficios tangibles para las poblaciones más vulnerables y no queden limitados a los intereses de gobiernos o corporaciones transnacionales.
Autonomía estratégica en un mundo multipolar
La cumbre representa para la CELAC una oportunidad para fortalecer su integración regional y proyectar una voz unificada en un escenario global marcado por las tensiones entre Estados Unidos, China y Europa. El objetivo de fondo es posicionar a América Latina y el Caribe no como un territorio en disputa entre bloques de poder, sino como una región con agenda propia y capacidad para negociar sus recursos naturales y su futuro en sus propios términos.
Programa del encuentro en Santa Marta
Santa Marta se convirtió en la capital diplomática birregional entre el 7 y el 10 de noviembre. Durante el viernes 7 y el sábado 8 se desarrolló el Foro de la Sociedad Civil, que congregó a cientos de delegados de ambos bloques para discutir temas que van desde la crisis climática hasta los derechos laborales.
Para el sábado 9 y el domingo 10 está programado el Foro Empresarial, que se realizará en paralelo a la IV Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, la cita principal que reunirá a los mandatarios y altos funcionarios para adoptar las declaraciones finales y los compromisos concretos que surgirán de este encuentro.
La cumbre será copresidida por el mandatario colombiano Gustavo Petro y por el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, quienes encabezarán las deliberaciones de este encuentro estratégico.
Del lado europeo estarán presentes los primeros ministros de Portugal, Luis Montenegro; Finlandia, Petteri Orpo; Países Bajos, Dick Schoof; España, Pedro Sánchez, y Croacia, Andrej Plenkovic, configurando una delegación que busca reposicionar la presencia europea en la región.
Por la región del Caribe acudirán, entre otros, el primer ministro de San Cristóbal y Nieves, Terrance Drew, y el vicepresidente de Cuba, Salvador Valdés Mesa, quienes ya se encuentran en Santa Marta. También participarán los primeros ministros de Barbados, Mia Mottley; Guyana, Mark Phillips, y Belice, John Briceño.
La diversidad de mandatarios presentes refleja la amplitud del diálogo birregional y la urgencia de construir consensos en un momento geopolítico complejo, donde la región busca proyectarse como un actor unificado capaz de negociar desde posiciones de fuerza su transición energética, su desarrollo tecnológico y, sobre todo, su derecho a decidir su propio camino sin injerencias externas ni condicionamientos que limiten su soberanía.