Argentina: gobierno completamente a ciegas

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Eduardo Aliverti

Puede haber modificaciones impactantes, si es por la estrictez noticiosa de los dos temas que dominan la agenda publicada. Pero nada será capaz de alterar una conclusión central: el Gobierno está completamente a ciegas, en términos de poder garantizar un tránsito calmo hasta el 26 de octubre. Y después, mucho más.

Aunque no parezca porque el narcogate y sus alternativas despampanantes se llevan casi toda la atención periodística, es otra vez el tembladeral económico-financiero aquello que muestra a Casa Rosada con los dedos en el enchufe. El episodio del hoy lloroso José Luis Espert es un bonus track impresionante, de consecuencias políticas impredecibles. Pero no es el asunto mayor.

Cabe resaltar el orden de los factores porque, en general, pareciera que el descalabro argentino sólo se trata de las deficiencias estructurales de “la macro” y de cómo, al menos, zafar de sus pinzas. Dólar, riesgo-país, vencimientos, roll over de deuda, mercados futuro, derivados, bonos, cashflow, apalancamiento y así sigue sin parar.

Es decir que la dirección de la economía, de sus bienes tangibles, de cuál es el resultado de las relaciones materiales de producción, de cómo se distribuye la riqueza, queda subsumido en la financiarización del capital. En los papelitos timberos que sostienen, nadie sabe hasta cuándo, una etapa de capitalismo improductivo que refleja la decadencia de Occidente.

Pongámonos de acuerdo, entonces y sin perjuicio del valor de los los procesos de equilibrio fiscal e inversión, en que lo económico siempre va primero. Y lo financiero, siempre después. Nunca son las finanzas lo que arregla o descalabra la economía. Son las decisiones políticas sobre la economía lo que conduce a las finanzas.

El gobierno de Jamoncito invirtió los términos y sus cráneos que desprecian a los argentinos, porque desearían que fueran finlandeses o suizos como llegó a sugerir Federico Sturzenegger, apenas pudo idear e instrumentar un plan de “estabilización” -de ellos- a costa de un ajuste contra los más débiles que jamás se vio. Ni en dictadura ni en el menemato, visto que en ambos regímenes -sin descuidar el terrorismo estatal del primero- se mantuvieron algunos preceptos en materia de empleo y consumo.

Ahora no. Todo el horizonte propuesto por los libertaristas es la planilla Excel por la planilla misma. Y en base a eso se fumaron el inenarrable apoyo externo que, de Macri en adelante, hoy mendigan hasta la obscenidad extrema de no disimularlo.

Excepto por los sectores energético, minero y de las finanzas, y algunos ligados a los servicios del conocimiento más la potencia histórica del agro, no hay área de la economía que no esté con la cabeza bajo el agua o gracias si asomándola.

Sobre este aspecto son imprescindibles ciertas consideraciones acerca del apresuramiento informativo y retórico de nuestro ecosistema comunicacional.

Vendieron que alcanzaba con el apoyo de Washington para revertir el adefesio de una macro en peligro de muerte. Compraron a Trump y en particular a su Scott Bessent hasta que éste, con un uppercut de novela, dijo que “no hay plata para Argentina”.

Lo que bastó para calmar a los mercados hace unos días, por razones geopolíticas escandalosamente obvias, se transformó en otro viaje; y otro; y otro más el 14 de este mes, con el Presidente y sus rodilleras a fines de la reunión con Donaldo, para pedir una escupidera en la que volverán a no existir menciones de producción, empleo, trabajo, industria, desarrollo, valor agregado, asistencia social. Ni ninguna de esas tragedias populistas.

Argentina no tiene con qué pagar nada de nada, empezando por su deuda externa, y quienes primero conocen ese carácter de mascota internacional son los republicanos que le tiraron una soga de compromiso eventual.

Eso se ata al resultado de las legislativas y, ay, justo les cayó tal apuesta cuando el gobierno de los hermanos no da pie con bola, ni siquiera, para correr del escenario al tipo que los propios púberes mileístas sindican hace años -años- como un valijero de orígenes indecentes y susceptible, encima, de quedarse con los vueltos. O con los fondos enteros.

El caso de Espert es directamente un manual de todo lo que un gobierno no debe hacer cuando queda atravesado por un aquelarre auto-infligido. Es así per se y porque se le suma ser el candidato a cabeza en la provincia de Buenos Aires. Surrealista. Si esto no fuese Argentina, estaríamos hablando de un réquiem. Pero acá nunca se sabe.

A cualquiera le cabe la presunción de inocencia, pero lo de Espert queda precedido por sus mentiras alevosas y reiteradas. Que lo judiciable corra por otra vía no se relaciona, en lo más mínimo, con la ya ilegitimidad absoluta de su postulación.

El politólogo Mario Riorda trazó los tres errores tremendos, brutales, cometidos y subrayados no por el motoquero, sino por el Gobierno que lo apaña.

Primero, creer que, en comunicación de crisis, el implicado debe ser sí o sí el vocero. Si la crisis es incertidumbre, Espert no hace aporte alguno al respecto. Si no hay nada para decir, no hay que exponerse a la nada.

Segundo, el intento de clausura unilateral de la crisis. “No le voy a permitir que sea éste el tema de campaña”. Como si, en crisis, el implicado tuviera capacidad de controlar la agenda.

Tercero, creer que, en crisis, el periodismo te seguirá tratando igual que antes.

El video de Espert a minutos de la madrugada del jueves, a pura competencia de furcios y balbuceos con el Presidente y en una escenografía de servicio funerario, es complejo de describir. Un consultor de décima categoría dice, tardísimo, que cobró 200 mil dólares ¡de adelanto! para proyectar estimaciones de una empresa guatemalteca, a efectos de una obra que no se hizo jamás.

A esa altura ya estaba documentada la lista de vuelos ligados a Fred Machado, en los que viajó Espert. Su cita sólo numérica aminora el impacto de la descripción detallada. Corrientes, Catamarca, Santiago del Estero, Córdoba, Villa María, Santa Fe, Rosario, Rafaela, Posadas, La Rioja, Tucumán, Viedma, Villa Gesell, Mar del Plata, Formosa, Bahía Blanca, Mendoza, Salta, Jujuy y… Pergamino (fue y volvió en el día, para visitar a su mamá).

El chiste ya se hizo, pero no está de más refrescarlo. ¿A quién no le pasó que un narco te invita a su avión y vos te subís eternamente agradecido?

A minutos del video inconcebible, Milei posteó que “el profe” dio cátedra para desmontar la operación kuka. Una que llegó a la fiscalía de Texas y al Bank of America.

Después, durante el encuentro en Olivos y con todo el mundillo periodístico asegurando que el lacrimoso fue a llevar la renuncia, Jamoncito insistió en que de acá no se baja nadie.

¿Qué sabe, qué tiene, qué proveyó Espert como para que el Presidente se anime a sostenerlo contra la opinión de todo el Gobierno, incluyendo a su hermana y a la sección de las Fuerzas del Cielo?

Todavía es pronto, según advirtió entre otros la respetada consultora Shila Vilker, para estimar cuánto le pegará al oficialismo esta escena execrable.

Por ejemplo, el caso $Libra no lo afectó mayormente porque el conocimiento popular acerca de las criptomonedas tiende a cero. Pero el de Spagnuolo sí le dio de lleno, como el 3 por ciento de Karina. Fue a tono con el descenso en la imagen de Milei no sólo entre el gorilaje tradicional, que le aportó las voluntades decisivas en el balotaje, sino en su propio núcleo duro. Significa que no únicamente el Voto Cocker pasó a estar en duda.

Se supondría -muy en potencial- que una figura desquiciada como la de Espert habrá de hacer lo suyo en las urnas. Es difícil imaginar, por decir, que alguien puede ponerle la crucecita en la boleta única. Los habrá y quizás muchos, por supuesto. Solamente cuesta eso. Imaginarlos.

En momentos como éstos, lo fácil consiste en pensar que el Gobierno está puesto.

Sus aliados estructurales se encuentran resentidos. Llamaron a un calabrés que puso condiciones para después del 26 de octubre. La Hermanísima no cede ni tranco de pollo en su manejo total de administración y armado. En la interna continúan matándose, cuando la única interna que importaba era la del peronismo. Los amigos del Norte avisan que no hay plata, sino diplomas de cartulina obsequiados en un acting donde Trump confundió elecciones de medio término con reelección presidencial. O algún swap, o derechos especiales de giro, o compra de bonos, siempre y cuando salgan de los comicios sin sufrir una catástrofe.

Como fuese, el único pronóstico cantado es la devaluación después del 26 de octubre.

Esa fecha, por un lado, queda lejísimos. Por otro, no hace falta saber el resultado electoral para constatar que será así.

Y ahí, tendrá la palabra cuál oposición habrá de encontrar la “salida”.

Una que le dé formas más modositas al ultrismo vigente, u otra que necesariamente incluya al peronismo aceptando y abarcando a su nuevo liderazgo.