¿Una OTAN agrietada?
Álvaro Verzi Rangel
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se enfrenta a serios desafíos y a su peor crisis en 75 años de existencia, en medio de una, inestable situación internacional y la presión por parte de Estados Unidos para aumentar el presupuesto militar. Y a pesar de que Rusia ha repetido que “jamás ha amenazado ni está amenazando” a nadie, la alianza sigue explotando la idea de la supuesta amenaza rusa para lograr la adhesión general.
La obsesión de las potencias occidentales de cercar a Rusia en sus fronteras europeas, las delirantes ofensivas domésticas y planetarias del presidente estadounidense Donald Trump y la determinación de Israel de provocar una guerra con Irán pueden conducir a la economía del mundo a una nueva depresión sin precedente desde la de 1929. Y esos factores pueden también, desde luego, desembocar en una conflagración generalizada. Es de esperar que ninguno de esos ominosos escenarios llegue a concretarse.
La Cumbre de la OTAN de hace tres años en Madrid supuso otro salto agresivo con la denominada OTAN 360º, en la que se autoadjudicaba el derecho a intervenir en cualquier lugar del mundo sin necesidad o respaldo de Naciones Unidas. La de estos días en La Haya se celebra con la exigencia de Trump y Rutte, Secretario General de la OTAN, del gasto del 5% del PIB de los países miembros en armamentos.
La OTAN nunca fue una organización defensiva, pero justificó su existencia para la contención del comunismo. Tras la disolución de la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia, buscó nuevos enemigos que siguieran justificando su existencia: el islamismo como nueva amenaza, que la llevó a violar el derecho Internacional en Yugoslavia, Afganistán o Irak, con las famosas “armas de destrucción masiva” -que nunca se encontraron porque nunca existieron- pero que sirvió de justificación para una guerra que arrasó vidas, ciudades y sueños.
La doble apuesta de la OTAN tras su reunión en La Haya es el de adelantar un sistema de seguridad y una diplomacia coercitiva y niveles de gasto militar nunca vistos. Pero, ¿para qué sirve un sistema de seguridad incapaz de impedir un genocidio o las agresiones de Israel y EEUU a países soberanos vulnerando el derecho internacional? La decisión política de la OTAB tiene varios interrogantes en su construcción, sobre todo si la estrategia “Rearm Europe” surge de la necesidad de un sistema de seguridad europeo ante la desconfianza a EEUU,

La Unión Europea ha fracasado como referente internacional en defensa de los derechos humanos y el respeto a la Carta de las Naciones Unidas: y como principal proveedora de Israel, sigue sin aplicar la cláusula del acuerdo de Asociación vinculada al cumplimiento de los derechos humanos y el derecho internacional.
Para los analistas europeos será imposible avanzar hacia un proyecto soberano y emancipador mientras el tutelaje de EEUU lo impida, tratando a Europa como un peón. Washington los quiere sumisos mientras financien su industria militar y sus guerras con la estrategia “Rearm Europe” de la presidenta de la Comisión Europea Úrsula Von der Leyen.
“Amenaza rusa”
El portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov., resaltó que el bloque militar OTAN no fue creado para fines pacíficos y “avanza con determinación por el camino de la militarización desenfrenada”. Y aunque los miembros de la alianza intentan mantener una apariencia de unidad y su secretario general, Mark Rutte, anunciara “decisiones audaces” para convertir la alianza en una fuerza “más letal”; el evento tiene lugar en medio de graves desacuerdos internos y un aparente alejamiento de varios socios asiáticos clave, como Japón y Corea del Sur.

“Y como necesitan hacer pasar la decisión del 5 %, ¿qué hay que hacer para lograrlo? Para ello, hay que pintar un ‘engendro infernal’, un ‘monstruo’. Y desde el punto de vista de los funcionarios de la OTAN, Rusia es el candidato perfecto para interpretar el papel de este monstruo”, criticó.
Antes, el presidente Vladímir Putin había denunciado que los dirigentes de la OTAN necesitan “el cuento de terror” sobre la supuesta amenaza rusa para justificar sus planes de aumentar aún más las capacidades de la alianza e incrementar los presupuestos militares de sus miembros. Putin también calificó de “absoluto disparate” las especulaciones de que Moscú planea atacar Europa y aseguró que los países miembros de la OTAN intentan “asustar a su población con una amenaza rusa imaginaria”.
Fricciones internas
Estos planes de rearme, según la visión del jefe de la OTAN y del presidente estadounidense Donald Trump, se harían realidad si se aprueba un nuevo plan para elevar el umbral de inversión en defensa al 5 % del PIB de los países miembros. “Todos pueden permitírselo, pero deberían estar al 5 %, no al 2 %”, dijo el presidente estadounidense en enero. Sería un excelente negocio para la industria militar estadounidense.
Sin embargo, ningún miembro de la Alianza Atlántica, ni siquiera EE.UU., hasta el momento alcanzó ese porcentaje y varios de ellos, como España, no han llegado ni a la meta del 2 %. El tema se ha convertido en una verdadero escollo en las relaciones del bloque con Madrid.

A principios de mes, el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, también se pronunció en contra de la elevación de los gastos en defensa. “Si alguien piensa que mañana pasaremos del 2 % al 5 %, que se olvide, es imposible”, sostuvo.
Perdiendo aliados en Asia
Otro revés para la cumbre en La Haya es que los aliados clave de la OTAN en la región de Asia-Pacífico, Corea del Sur y Japón, optaron por no asistir. Durante su campaña electoral, Lee Jae-myung, se comprometió a poner en marcha una diplomacia “pragmática”en el ámbito de la seguridad ante las transformaciones del orden global y, particularmente, en la política exterior surcoreana hacia Rusia y China. Lee también reafirmó la importancia de los lazos entre Seúl y Washington, hoy ríspidas por las negociaciones arancelarias.
El primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, tampoco asistió a la cumbre de la OTAN, al tiempo que se abstuvo de apoyar o condenar la decisión de Trump de atacar las instalaciones nucleares de Irán, aunque previamente Tokio sí condenó los ataques israelíes contra Teherán. Nikkei Asi señaló que “cinco meses después del inicio del segundo gobierno del presidente Donald Trump, EE.UU. y su aliado más importante en el Pacífico Occidental, Japón, no parecen estar sincronizados”, lo que podría reflejar una “discordia en la alianza”.

Por su parte, Nikkei Asia reporta que dicha “discordia surge de los mensajes abruptos e inconsistentes de la Administración Trump” en medio de la presión a sus aliados asiáticos para aumentar los gastos en defensa hasta el 3,5 %. Actualmente, el presupuesto de defensa de Japón es del 1,8 % del PIB y se prevé que llegue al 2 % para 2027. En este contexto, otro funcionario del país asiático dijo que si Tokio decide aumentar su gasto de defensa, sería una decisión soberana y tendría que ir acompañada de fuertes argumentos para el pueblo.
*Sociólogo y analista internacional, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista seniordel Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)