En Europa avanza la ultraderecha
Isabella Arria
Este domingo se produjo un terremoto político en Portugal, que votó mayoritariamente por las distintas fuerzas de derecha en las elecciones legislativas anticipadas. Todas las encuestas coinciden en otorgar la victoria a Alianza Democrática (AD, la coalición conservadora) y un notable porcentaje a la ultraderecha de Chega, con un resultado final ha sido muy superior al proyectado.

El Partido Socialista llegó como segunda fuerza, pero seguido de cerca por la extrema derecha de Chega, que se situó en tercer lugar. En el caso de Portugal, el alza de la extrema derecha resulta particularmente descorazonador si se tiene en cuenta que hace 50 años la población civil y los militares protagonizaron la llamada Revolución de los Claveles, que puso fin a una dictadura fascistoide que se había mantenido en el poder durante medio siglo.
En Polonia, los liberales y los ultraderechistass irán a una reñida segunda vuelta , mientras en Rumania, el candidato liberal apoyado por el gobierno, Rafal Trzaskowski, obtuvo el 31,36% de los votos, frente al 29,54% que logró el ultranacionalista Karol Nawrocki, respaldado por la oposición ultraconservadora.
Por su parte, el proeuropeo Nucusor Dan ganó las elecciones presidenciales de Rumania. El candidato europeísta sumó un 55% de los votos dentro del país, y dejó sin posibilidades a su rival, el ultranacionalista George Simion, que con el 46% de los votos ya no podría revertir el resultado con el escrutinio restante del voto en el exterior. La jornada estuvo marcada por una alta participación, acusaciones de fraude denunciadas por Simion y desmentidas por las autoridades, que apuntaron que existen de nuevo indicios de injerencia rusa en el proceso electoral.
El ultraderechista Simion, de 38 años, llegaba como favorito tras imponerse con casi el 41% de los votos en la primera vuelta, el doble que Dan. Estas elecciones se desarrollan en un contexto excepcional: una repetición del proceso anulado en noviembre tras las denuncias de injerencia rusa en favor del entonces vencedor, Calin Georgescu, un candidato prorruso que ganó por sorpresa y que fue posteriormente inhabilitado.

Simion, de 38 años, se opone a la ayuda militar a Ucrania, es crítico con el liderazgo de la Unión Europea y afirma estar alineado con el movimiento MAGA (Make America Great Again) del presidente Donald Trump.
Su exclusión abrió espacio para Simion, quien se ha declarado “heredero político” de Georgescu y ha recibido su apoyo explícito durante la campaña. Mientras, el candidato ultraderechista, admirador declarado del presidente estadounidense Donald Trump, ha adoptado lemas y tácticas similares, como el uso de redes sociales, ataques a las élites y la denuncia de un supuesto “sistema manipulado”.
Nicușor Dan, alcalde independiente de Bucarest y matemático de formación, emergió como una alternativa centrista y ha atraído el voto de la población urbana, joven y liberal. A sus 55 años, se presentó como defensor del Estado de derecho, la integración europea y continuar con el apoyo militar a Ucrania. En su primera intervención después del cierre de las urnas, Dan llamó a la unidad y a luchar contra la polarización del país.
En otra de las jornadas comiciales del domingo en Europa, el europeísta Rafal Trzaskowski, de la centrista Coalición Cívica (KO), apenas logró adelantar a su rival de Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco), el ultraconservador Karol Nawrocki, aunque el resultado definitivo deberá dirimirse en una segunda vuelta dentro de dos semanas.
En Europa esta derechización no necesariamente surge de un atractivo programático intrínseco de la ultraderecha, sino que es alimentado por el agotamiento y la claudicación de los partidos socialdemócratas, democristianos, laboristas y liberales tradicionales, que terminaron por convertirse en administradores del modelo neoliberal que destruyó buena parte de las conquistas sociales logradas durante la segunda mitrad del siglo pasado.
En ese contexto, el desencanto y la frustración de las mayorías ante la erosión de las condiciones de vida de éstas, el deterioro de la institucionalidad y la pérdida de sentido de la política han sido, en conjunto, el terreno fértil para nutrir partidos y movimientos autoritarios, patrioteros, antimigrantes, contrarios a los derechos de mujeres y minorías y vendedores de quiméricos resurgimientos nacionales.

Aunque en lo inmediato las corrientes de ultraderecha y neofascistas no han logrado hacerse con el poder en ninguno de los tres países europeos que el domingo fueron a las urnas, los resultados reafirman su progresivo avance hacia el poder y el retroceso tendencial de las formaciones socialdemócratas y de derecha a secas en el viejo continente.
La perspectiva es alarmante, si se considera el avance mundial de la extrema derecha, que gobierna ya en Italia, Estados Unidos, Argentina y otros países, y lo que ello conlleva en el sentido del reforzamiento del autoritarismo, el desprecio a la legalidad, el atropello a los derechos humanos, el acotamiento o la supresión de libertades, la regresión en materia de protección al medio ambiente y el fortalecimiento de la xenofobia, el racismo y el chovinismo, además de la implantación de políticas públicas que perjudican a los menos favorecidos, entregan el Estado en bandeja de plata a las grandes empresas y corporaciones trasnacionales.
*Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)