Chevron, Trump y Venezuela: la incógnita

Leopoldo Puchi

Donald Trump anunció la revocación de las licencias de exportación de petróleo otorgadas a Venezuela durante la administración de Joe Biden. Estas autorizaciones, que favorecían a la compañía petrolera Chevron, perderían su validez a partir del primero de marzo.

A diferencia de otras decisiones en las que Trump ha utilizado el condicionamiento como herramienta de negociación, en esta ocasión no ha planteado concesiones políticas o económicas a cambio. La ausencia de señales claras sobre posibles exigencias deja abierta una incógnita: ¿hacia dónde se dirigirá la relación entre Washington y Caracas en este nuevo escenario?

La doctrina de la supremacía estadounidense ha existido por décadas, pero con Trump se manifiesta de forma más explícita. En el caso de América Latina, las prioridades aparentes han girado en torno a frenar la migración y la contención del crimen organizado. Sin embargo, los ejes centrales de su política son otros: limitar la presencia comercial y las inversiones de China en la región y consolidar su hegemonía en el hemisferio occidental.

La ubicación estratégica y su riqueza en petróleo y diversas materias primas convierten a Venezuela en una pieza importante en el tablero de Trump. Un acuerdo con el gobierno venezolano no sería inconcebible si facilitara el acceso a esos recursos o sirviera para limitar la presencia de actores como Irán o China.

Sin embargo, cualquier entendimiento dependería de una negociación que garantice condiciones favorables para el país y preserve su independencia, en lugar de servir únicamente a los intereses estadounidenses.

Migración

La migración venezolana no es un obstáculo real para un acuerdo entre EEUU y Venezuela, más bien funciona como una simple excusa para escalar tensiones y negociar desde una mejor posición. Las deportaciones ya han funcionado y la migración no representa, en realidad, una amenaza para Estados Unidos. Cualquier solicitud de Washington en este sentido podría resolverse con relativa facilidad. En última instancia, lo que busca la administración estadounidense con las deportaciones es proyectar una imagen de firmeza frente a sus electores.

Otros factores de tensión entre ambos países, como las relaciones con China, tienen un impacto menor, en la medida en que Estados Unidos sigue siendo el principal socio comercial de Venezuela, a diferencia de otros países de la región como Brasil, Perú o Chile.

En cuanto a las estrechas relaciones de Venezuela con Irán, podría buscarse un equilibrio que preserve esta relación entre dos países de la OPEP y, al mismo tiempo, brinde garantías a Washington sobre temas de seguridad.

Acuerdos

La decisión de Trump de revocar las licencias petroleras a Venezuela tuvo una primera respuesta en declaraciones de Delcy Rodríguez, quien adoptó un tono sobrio que deja abiertas las puertas a la búsqueda de acuerdos. Rodríguez calificó la medida de “inexplicable” y destacó la inseguridad jurídica que genera para las inversiones estadounidenses.

Una vía para garantizar el acceso al recurso petrolero venezolano sería un acuerdo negociado basado en beneficios compartidos, que incluya una mayor integración de la cadena de producción y exportación, la modernización de la infraestructura y el fortalecimiento tecnológico.

El afán de reafirmar la hegemonía estadounidense en la región va de la mano con el interés por el petróleo venezolano, por lo que resulta difícil entender una decisión que afecta a una de sus propias empresas, Chevron.

Sentido común

La otra opción de Washington para acceder al petróleo venezolano sería aplicar una política de ‘máxima presión’, que, en la práctica, podría derivar en una intervención militar o, como se le denomina ahora, una “amenaza creíble”.

En términos de réditos materiales, esta opción podría parecer más ventajosa para Estados Unidos que un acuerdo negociado. Pero aquí surge el dilema. Aunque la superioridad militar estadounidense sobre Venezuela es incomparable, un conflicto abierto contradice la línea de Trump de evitar guerras prolongadas y costosas. Además, el riesgo de consecuencias impredecibles, en una región donde las crisis tienden a desbordarse más allá de las fronteras, haría que cualquier decisión de este tipo fuera mucho menos sencilla de lo que luce en el papel.

El sentido común indica que Trump tendría que evaluar el costo político y estratégico antes de tomar una decisión definitiva. En todo caso, entre la continuidad de la situación actual y un conflicto abierto, aún queda margen para un acuerdo amplio.

 

*Politólogo y analista político venezolano. Cofundador del Movimiento al Socialismo, fue ministro de Trabajo