La política, la controversia y el escándalo

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REINALDO ITURRIZA | En el pronunciamiento hecho este jueves 14 de septiembre para informar sobre la decisión de “separar” de su militancia a Juan Carlos Caldera, el partido Primero Justicia alegaba que todo político corre el riesgo de verse involucrado en “situaciones controversiales y escandalosas”, y lo que “marca la diferencia es cómo se responde ante estos hechos”.

Reinaldo Iturriza – saberypoder.blogspot.com

Primero Justicia tiene razón.

En 1998, cuando el partido socialcristiano COPEI lanzó a Capriles Radonski, entonces una joven “promesa”, como candidato a diputado por el estado Zulia, la política se había convertido para la mayoría de la población venezolana en sinónimo de controversia y escándalo. En motivo de hastío y rechazo.

Entonces, los viejos y aborrecidos partidos hacían esfuerzos de última hora intentando lavarse la cara, acudiendo al auxilio de sangre nueva que les permitiera disimular tanta decrepitud.

Pero ya era demasiado tarde. Si bien la vetusta partidocracia tuvo arrestos suficientes como para hacerse del control del Congreso Nacional, símbolo de la decadencia política, no fue capaz de frenar el avance de la candidatura del comandante Chávez.

Chávez, el chavismo, la progresiva politización de las mayorías populares, al fin y al cabo tres formas de enunciar un mismo fenómeno político, fueron una respuesta colectiva frente a la crisis terminal de la “democracia representativa”, con todos sus vicios y crímenes a cuestas.

Fueron y siguen siéndolo.

Una respuesta acorde al “escándalo” o al triste espectáculo que llamaban “democracia”.

Nadie lo dude siquiera un instante: Chávez, el chavismo y el pueblo politizado están obligados a hacer todo lo posible por no incurrir en las mismas prácticas detestables de la vieja política. Pero lo anterior presupone que la vieja política ya no tiene nada qué buscar: sus representantes mal pueden pretender erigirse en alternativa de absolutamente nada. Su tiempo ya pasó.

Porque su tiempo ya pasó, Capriles Radonski, flamante Presidente de la Cámara de Diputados y Vicepresidente del último Congreso Nacional, nada pudo hacer cuando llegó el momento de la Asamblea Nacional Constituyente, y con ella el inicio de un proceso de refundación de la República.

Impotente, Capriles Radonski no pudo “marcar la diferencia” porque representaba, como ahora, exactamente lo mismo que la vieja clase política.

En el caso de Juan Carlos Caldera, Capriles Radonski ha vuelto a hacer lo que siempre ha hecho: desmarcarse, que por cierto es muy distinto de “marcar la diferencia”. Desvincularse. Desentenderse.

Es su marca de fábrica: Capriles Radonski nunca fue.

Los representantes del partido Primero Justicia han intentando subrayar la “rapidez” de la repuesta de su abanderado, como si realmente se tratara de un asunto de velocidad. ¡Pero si siempre hace lo mismo, tarde o temprano!

Este Capriles Radonski que se desmarca y sacrifica a su compañero de partido es exactamente el mismo que ha dicho, para el asombro de la mayoría de la población venezolana, que él no suscribió públicamente el documento contentivo de los “Lineamientos para el Programa de Gobierno de Unidad Nacional (2013-2019)”.

Este Capriles Radonski que se desvincula y sacrifica a su compañero de partido es exactamente el mismo que habla en sus mítines de los problemas de acceso al servicio eléctrico, pero nunca dice que su plan es aumentar las tarifas, como se desprende de los puntos 976 y 984 del programa:

976… “En materia financiera, Corpoelec está en rojo; sus ingresos se redujeron a la mitad en términos reales en diez años. Se ha politizado el sector y abultado la nómina. No se han ajustado las tarifas y hay una caída abrupta en la cobranza”.

984… “Paralelamente a una reducción de las ineficiencias del sector, ajustar gradualmente las tarifas…”.

Este Capriles Radonski que se desentiende y sacrifica a su compañero de partido es exactamente el mismo que habla en sus mítines de los problemas de acceso al servicio de agua potable, pero nunca dice que su plan es aumentar las tarifas, como lo plantea expresamente el punto 1001 del programa:

1001. “Adecuar las tarifas del servicio para evitar su despilfarro…”.

¿Dónde queda la “transparencia” de la que habla Primero Justicia en su pronunciamiento?

En su defensa (es decir, en defensa de Capriles Radonski), Juan Carlos Caldera declaraba que había utilizado el dinero para algo que, no obstante, todavía no ha ocurrido: la campaña para las elecciones municipales.

Pero si bien puede cuestionarse la discordancia de los tiempos de Caldera, lo que pretende Primero Justicia en esta campaña electoral por la Presidencia es realmente insólito: convencernos de que lo que todos atestiguamos nunca sucedió. Es decir, Capriles Radonski jamás suscribió los “Lineamientos para el Programa de Gobierno de Unidad Nacional (2013-2019)”.

Así, entre lo que todavía no ha ocurrido y lo que nunca sucedió, transcurre la campaña de Capriles Radonski, una campaña “de altura”, como les gusta decir a los representantes del partido Primero Justicia, aunque se parezca tanto a las campañas electorales que se hacían cuando la política no era más que controversia y escándalo.

Hasta que llegó Chávez.