El lobo dentro del rebaño: una advertencia a la izquierda brasileña y latinoamericana

Boaventura de Sousa Santos

Mucho se ha escrito sobre el desconcierto de la izquierda, sobre su parálisis ante el avance de la extrema derecha, sobre sus decisiones internas que sólo la debilitan, sobre dispararse en el pie destruyendo aliados y alianzas, en fin, sobre su falta de alternativa.  No es momento de prolongadas reflexiones sobre cómo hemos llegado hasta aquí y cómo vamos a salir.

Pero hay decisiones urgentes que tomar para demostrar al pueblo latinoamericano que las izquierdas siguen vivas y están del lado del pueblo martirizado por el costo de la vida y asfixiado por un sistema financiero depredador. Este momento ha llegado y es necesario tomar decisiones.

Marcos Rubio. Panamá.Marco Rubio ha iniciado una gira por los países latinoamericanos. Todos le conocemos. Es un dirigente de ascendencia cubana que ha hecho carrera en la política con un único objetivo: destruir la esperanza que Fidel Castro trajo al pueblo cubano.  Tiene la misma idea de América Latina que la Doctrina Monroe en 1823: América Latina es un territorio bajo influencia estadounidense y en él no puede ocurrir nada que ponga en peligro los intereses de Estados Unidos en la región. En aquella época, el enemigo a mantener fuera de América Latina era Europa. Dos siglos después, el enemigo es China.

La retórica oficial de la visita es bien conocida. Marco Rubio viene a explicar a los gobiernos latinoamericanos que la política de Trump, aunque rimbombante, es respetuosa con los tratados y la diplomacia y que serán posibles vías de acomodo con beneficios mutuos siempre que se respeten ciertas reglas que, al fin y al cabo, serán las de siempre.

Pero la realidad es bien distinta. Rubio viene a América Latina con tres objetivos. En primer lugar, dividir a los países latinoamericanos, impidiendo posiciones comunes que fortalezcan las negociaciones como el Big Brother. Los aranceles a la importación serán el principal instrumento para fragmentar América Latina. Sólo la división de los países permitirá la diplomacia entre desiguales que él propone.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha declarado paradigmáticamente que está dispuesto a discutir «tu a tu» con EEUU, es decir, entre iguales. Es un noble deseo, pero será difícil que los países latinoamericanos lo consigan por sí solos, aunque todos lo deseen.

El segundo objetivo es neutralizar la influencia de China en el continente. Este es el objetivo más difícil porque EEUU no tiene nada que ofrecer que se compare con lo que China ha «ofrecido» para consolidar sus designios como imperio ascendente.

En tercer lugar, Rubio está iniciando el proceso de neutralización (y eventual destrucción) de los BRICS+, especialmente en términos financieros, ya que cualquier moneda alternativa al dólar (en el que los bancos centrales confían cada vez menos para sus reservas) precipitará el colapso económico de EEUU. En este tercer objetivo, Brasil es el gran blanco.

No hace falta mucho análisis geoestratégico para concluir que, cualesquiera que sean las diferencias entre las izquierdas, ninguno de estos objetivos conviene a las izquierdas porque a largo plazo significará un mayor deterioro del nivel de vida de unas poblaciones ya demasiado Unidad latinoamericana-caribeña, ¿cuándo, si no ahora? - Contacto Survulnerables. La historia nos enseña que cuando los países latinoamericanos ganaron capacidad de maniobra o relativa autonomía frente a EEUU, fue cuando consiguieron atender mejor las necesidades de las clases sociales más vulnerables. La primera década del siglo XXI lo está demostrando.

Por tanto, la izquierda tiene ahora la oportunidad de dejar de estar desconcertada y encontrar su «norte». Su norte es el enemigo de siempre, que ahora llega en la persona de Marco Rubio. Será el lobo entre el rebaño, o el lobo con piel de cordero. Elijan la fábula, pero la realidad no engaña.

Por eso, la izquierda debe dejar que su Gobierno reciba diplomáticamente a un gobernante de otro país, pero debe salir a la calle para gritar alto y claro que ni Trump ni Rubio son bienvenidos en el continente. Porque cualquier acuerdo que satisfaga a Rubio será perjudicial para el pueblo latinoamericano. Las calles deben volver a ser de izquierdas y esta es una soberana oportunidad para reconquistarlas. Es un objetivo minimalista, pero por eso se puede organizar a corto plazo, puede ser masivo y tener un impacto político a corto y medio plazo.

Hay que recordar que en países como Brasil, Chile, Colombia, Bolivia hay elecciones el año que viene y Ecuador, este año. Es crucial no dejar que Rubio se normalice con un político amigo que incluso habla nuestro idioma. Des-Rubializar América Latina debe ser la consigna más importante. Si la izquierda no da ahora una señal fuerte de que existe, difícilmente lo hará cuando la gente se disponga a ir a las urnas después de un año de rubialización.

*Sociólogo. Profesor catedrático jubilado de la Facultad de Economía de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU.)