EEUU y Venezuela: ¿La diplomacia ha vuelto?
Leopoldo Puchi
Indudablemente, el reciente encuentro entre el presidente Nicolás Maduro y Richard Grenell, enviado especial del presidente Donald Trump, introduce cambios en la dinámica de las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela. No obstante, el alcance de la iniciativa todavía es limitado, debido a la ausencia de acuerdos sobre temas centrales, como el futuro de las sanciones y el restablecimiento de relaciones diplomáticas.
Esto indica que se está en una fase exploratoria que podría avanzar con firmeza o estancarse, dependiendo de la capacidad de ambas partes para construir acuerdos más amplios y traducirlos en acciones concretas y sostenibles.
Máxima presión
Luego de la reelección de Trump, las expectativas sobre su política hacia Venezuela estaban dominadas por la posibilidad de un retorno a la estrategia de “máxima presión”. La designación en posiciones decisivas de la política exterior de figuras del ala dura de Florida, como Marco Rubio y Mauricio Claver-Carone, han llevado a pensar que la balanza se inclina en esa dirección. Sin embargo, Trump parece haber asumido personalmente el manejo del dossier venezolano al nombrar a Richard Grenell como enviado especial, quien ha puesto énfasis en una estrategia diplomática.
A diferencia de su primer mandato, marcado por la “máxima presión”, la creación de un gobierno paralelo y amenazas de intervención militar, Trump ha adoptado en este inicio de su nueva administración un enfoque más flexible y menos pugnaz. Este cambio podría atribuirse tanto a la necesidad de abordar problemas como la migración, como a la frustración generada por la experiencia anterior y la decepción con el desempeño del liderazgo de oposición venezolano.
“Veremos”
Trump ha expresado que reconoce a Edmundo González como presidente electo, pero no ha creado un gobierno en el exilio.
Asimismo, señaló que Estados Unidos podría dejar de comprar petróleo venezolano: “No lo necesitamos”, afirmó. Sin embargo, este anuncio admite múltiples interpretaciones. ¿Se trata de un embargo, un bloqueo o simplemente expresa el deseo de que EEUU aumente su propia producción petrolera y reduzca la necesidad de las importaciones venezolanas?
Por otra parte, la frase de Trump, “Veremos qué podemos hacer para arreglar la situación de Venezuela”, revela que no busca una confrontación inmediata y refleja un interés por explorar soluciones negociadas, aunque sin compromisos inmediatos.
Pragmatismo
En cuanto al gobierno venezolano, quizás sorpresivamente, ha optado por la paciencia estratégica. Lejos de responder con estridencias o sumarse a la retórica anti-Trump, Miraflores ha adoptado una posición pragmática. Maduro felicitó a Trump por su reelección, ha evitado el uso de un lenguaje beligerante y ha mostrado disposición para cooperar en temas específicos como la lucha contra el crimen organizado. Un ejemplo de esta actitud fue el respaldo de Diosdado Cabello a la decisión de Washington de designar al Tren de Aragua como una organización terrorista.
La experiencia ha demostrado que el tiempo juega un papel determinante en la política internacional y que, en muchas ocasiones, la mejor estrategia es no precipitarse.
Chevron
La reunión en Miraflores tuvo lugar luego de conversaciones preliminares entre Grenell y Jorge Rodríguez, representante del gobierno venezolano. Este diálogo inicial facilitó el camino para un encuentro directo. Durante la reunión, se abordaron diversos temas, entre ellos la lucha contra el crimen organizado y las deportaciones, en torno a los cuales hubo algunos acuerdos.
Aunque no se revelaron detalles específicos sobre licencias petroleras, se estima que podrían mantenerse vigentes como parte de las conversaciones en curso. Cabe destacar que, al día siguiente de la reunión, la licencia de Chevron se renovó automáticamente sin que Trump interviniera para bloquearla.
Por el momento, Maduro ha logrado capitalizar el simbolismo de una reunión en Miraflores con un enviado directo de Trump. A su vez, la administración Trump consiguió el regreso de seis estadounidenses enjuiciados en Venezuela. Esto demuestra que, incluso en un contexto complicado, el pragmatismo puede dar frutos.
No obstante, persisten las diferencias entre ambos países, aunque comparten intereses en materia de seguridad y economía. El objetivo de Estados Unidos continúa siendo reincorporar a Venezuela dentro de su dispositivo geopolítico, mientras que el gobierno venezolano prioriza evitar sanciones y diversificar las alianzas internacionales.