La pugna entre Evo y Arce, sólo favorece a la derecha boliviana
Boris Acosta Reyes
Las más de tres semanas de bloqueos de carreteras en Cochabamba y hacia el oriente de Bolivia se asocian a una guerra interna que sólo interesa a los que votan por el Movimiento al Socialismo (MAS), intranquilizando a la población y dañando la economía, dejando en bandeja de plata la posibilidad de que la derecha alcance el poder.
Sin dudas, políticamente el gobierno está golpeado porque además del embate permanente de Evo Morales y sus bloqueos de carreteras, la situación económica –escasez de combustibles, depreciación de la moneda, inflación– lo coloca en muchísimas dificultades.
El enfrentamiento entre el jefe cocalero y el presidente mantiene en vilo a Bolivia. Todo indica que Evo Morales busca derrocar a Arce provocando un estallido social. Enfrentados por definir quién sería el candidato presidencial en las próximas elecciones de agosto de 2025 -y determinar quién controlaría la estructura del Movimiento al Socialismo (MAS)-, el país se desangra por un combate partidario interno que mantiene de rehén a toda la población y una debilitada economía que cruje a diario.
Luego de su marcha de 187 kilómetros de setiembre a La Paz para cercar al gobierno y pedir el adelantamiento de las elecciones, Morales recibió cuatro notificaciones de la justicia: por estujpro y trata de personas, instigación pública a delinquir, daños a la infraestructura caminera y el uso de un vehículo propiedad de un narco.
Los bloqueos de carreteras comenzaron el 14 de octubre. Sumaron 20 en total. La mayoría de ellos en Cochabamba, centro del país y desde donde se conectan las otras grandes ciudades: La Paz y Santa Cruz. La elección de este punto fue estratégica y buscó hacer el daño que está provocando a una economía raquítica.
Con el aislamiento y estrangulamiento de Cochabamba, el ex presidente consiguió el desabastecimiento de combustible y alimentos para las grandes urbes… y el hartazgo social que empujó a un pedido ciudadano de reacción por parte de la administración central. Para algunos analistas, Evo quiere un choque de proporciones con las fuerzas de seguridad que genera conmoción suficiente como para debilitar a Arce y dejarlo al borde de la renuncia.
La tensión política no ceja. El 27 de octubre, Morales, fue víctima de un atentado mientras se dirigía a una entrevista radial en la zona del Trópico de Cochabamba, a unos 540 km al sureste de La Paz. Un comando interceptó el vehículo en el que se desplazaba, disparando 14 balas, ataque que renovó la discusión sobre el ejercicio de la democracia en Bolivia y el preocupante incremento de atentados contra líderes y lideresas sociales en toda la región.
Para la analista argentina Paula Giménez, el evismo no es simplemente una facción político-institucional, sino que representa la visión política principal de una fuerza social, de base indígena-campesina con alianzas con sectores obreros y profesionales de la ciudad, que promueve la soberanía sobre los recursos naturales, el reconocimiento pleno de los derechos de los pueblos originarios, el carácter plurinacional del Estado, y un modelo de desarrollo que se aleja de la dependencia en inversiones extranjeras dominantes.
Añade que la neutralización de Morales y su proyecto constituye, en última instancia, un intento por suprimir estos ideales, asegurando el control sobre el litio y otros recursos estratégicos a una tecnocracia alineada con intereses internacionales y sectores corporativos.
Por la candidatura
El conflicto por la candidatura presidencial entre las facciones evista y arcista del Movimiento Al Socialismo (MAS) alcanzó un nuevo nivel con la instalación de 16 puntos de bloqueo en dos departamentos, uno de ellos neurálgico para el transporte y comercio en acciones impulsadas por los seguidores del expresidente Evo Morales, que están provocando pérdidas valuadas en miles de millones de dólares para una economía ya afectada por una crisis atribuida a factores nacionales e internacionales.
En este contexto, Evo pidió la dimisión de todos los funcionarios del gobierno. “Hacemos un llamado a funcionarios jerárquicos, directores, viceministros, ministros y embajadores, a que no sean cómplices del peor gobierno de la historia. Su renuncia será una señal clara en favor del pueblo”, escribió en su cuenta de X. Luego, comparó a Arce con Jeanine Áñez, expresidenta de facto, hoy presa y bajo juicio por el golpe de Estado.
El presidente Luis Arce recurrió al empleo de la fuerzas contra facciones de lo que hasta hace pocos años constituían una parte fundamental de la base social del Proceso de Cambio y que ahora coinciden con sectores de la derecha que buscan afectar a un gobierno popular. El bloqueo es una de las armas más poderosas de las que ha hecho uso el movimiento campesino, obrero y popular en Bolivia.
Según Hugo Moldiz, economista, catedrático y ex ministro de Gobernación de Bolivia, Evo Morales se enfila hacia su suicidio político: está dispuesto a llevarse todo por delante, destruir el Estado plurinacional y acabar con el proceso de cambio, afirma. Todo ha empeorado en Bolivia desde que en junio pasado fracasó un alzamiento militar para derrocar al presidente Luis Arce, se perdió la ventana de oportunidad como reimpulso que la derrota de los golpistas pudo significar para el gobierno.
Esa ventana que se abrió en junio y que significó diálogos con sectores productivos varios, fracasó porque el Parlamento bloquea iniciativas referidas a créditos externos y a la industrialización de litio con concurso ruso y chino.
“Las cosas han ido de mal en peor, la realidad ha ido poniendo al descubierto que los intereses personales de Evo Morales contaminaron el escenario político, poniendo en serio riesgo la continuidad del proceso de cambio. “Evo piensa que si Lucho Arce no le garantiza ser candidato y no lo excluye de la denuncia penal, tiene que sacarlo para tener de presidente interino a alguien que le permita lograr lo que no puede hacer hasta ahora”, señala Moldiz.
Al igual que otros analistas, Moldiz deja entrever que detrás de la actitud de Evo hay mano enemiga, “terceros invisibles que lo que han hecho es meter leña al fuego para hacer implosionar el proceso de cambio, para llevarnos a un nivel de guerra interna tan grande que prácticamente la población termine saturándose y rechazando a cualquiera de las dos facciones: “Yo creo que la única fuerza capaz es EEUU, no sería la primera vez”.
Afirmó que la estrategia estadounidense ha logrado lo que no pudo el golpe de 2019. Porque no es desde afuera que se debilita y termina el proceso de cambio, sino desde adentro a partir de hacer una implosión en el MAS y los movimientos sociales para dañar al gobierno de Arce.
Hace por lo menos tres años, ambas facciones comenzaron a acusarse recíprocamente de ser parte de una estructura narco. El ministro de Gobierno Eduardo del Castillo dijo que el domingo pasado en la ruta del Trópico de Cochabamba Evo Morales no quiso detenerse en un control antidrogas que se interpuso en su camino. Allí, dijo el funcionario, los custodios del ex presidente comenzaron a disparar, lo que provocó la respuesta de las autoridades. Evo denunciaría después de la balacera que “mercenarios” de Arce lo habían emboscado para asesinarlo.
Mientras tanto, América Latina parece mirar para otro lado. Evo se imagina aislado y pide “la participación de organismos internacionales y países amigos como facilitadores del diálogo”. Ni las máximas democracias regionales ni los aliados de La Paz pidieron hasta el momento cesar las hostilidades entre los dos popes del MAS.
Tampoco el Grupo de Puebla o la CELAC se manifestaron por el proceso golpista en marcha en Bolivia. El primero, por un lado, se solidariza con Evo por el “intento de magnicidio” y por otro, apoya la investigación que hace el gobierno de La Paz para “llegar a la verdad”.
*Sociólogo y periodista bolivano, colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)