Violencia política y terrorismo interno amenazan las elecciones en EEUU
Beverly Fanon-Clay
La violencia política en Estados Unidos, la cual ha llegado a niveles no vistos en 50 años, amenaza con ensangrentar las elecciones nacionales que se celebrarán en dos semanas, y donde no se puede descartar un periodo poselectoral muy volátil y violento, sobre todo si el margen de diferencia entre los dos candidatos es tan estrecho como por ahora sugieren las encuestas.
La creciente aceptación de la violencia como herramienta política plantea serios interrogantes sobre el futuro de la democracia estadounidense. El país registró un total de 192 protestas de grupos extremistas y las encuestas recientes revelan una alarmante tendencia hacia la aceptación de la violencia política.
Desde hace meses, sectores de derecha han nutrido el ambiente de violencia política al declarar que si no gana Trump se desatará una “guerra civil” en Estados Unidos, y algunas sectas y agrupaciones derechistas se han estado preparando para ello.
Los expertos destacan, preocupados, la violenta retórica de Trump y sus aliados declarando que ésta elección es para “salvar” a America de los peligrosos “izquierdistas radicales”, Trump sugirió desplegar tropas militares para confrontar esa “amenaza”-, como también contra los inmigrantes que están “invadiendo” al país.
Las amenazas podrían volverse en acciones rápidamente ya que este es un país “en donde en cualquier día, hay miles de personas caminando por las calles que están abiertamente armados y apoyan cometer violencia política”, comentó Galen Wintemute, director del Programa de Prevención de Violencia en la Universidad de California, Davis, en entrevista reciente con el New York Times.
El debilitamiento de las instituciones democráticas y la creciente radicalización de las milicias armadas y grupos extremistas son claros síntomas de una inestabilidad que podría llevar al país al borde de una fragmentación social comparable a épocas de la guerra civil.
La violencia política incluye las amenazas de muerte contra funcionarios públicos, oficiales electorales, jueces y periodistas. Las amenazas se han disparado sobre todo contra quienes son percibidos como opositores de Trump y de su movimiento. En Estados Unidos se dice que hay suficientes armas de fuego para armar a toda la población de este país, de entre 300 y 400 millones de personas.
Y se le deben sumar las amenazas de asesinar a la presidenta del Parlamento Nancy Pelosi y al propio vicepresidente de Trump, Mike Pence, lo que obligó la evacuación de emergencia de ellos y de todo legislador del Capitolio. Trump indicó que fue “un día de amor”, y repitió que posiblemente indultará a los cientos de participantes que han sido enjuiciados y encarcelados. Más aún, se ha negado a comprometerse a respetar los resultados de esta elección.
“Algunos legisladores republicanos y demócratas están preocupados de que violencia política con bajas masivas podría interrumpir la continuidad gubernamental” durante este ciclo electoral, escriben los ex funcionarios de la Casa Blanca, Steve Simon y Jonathan Stevenson en el número más reciente del New York Review of Books.
En un contexto de escalada de la violencia política, el candidato republicano propone una “hora violenta, realmente violenta” para combatir la delincuencia. Al mejor estilo de la película La Purga, sugería, en un mitin en Erie, Pensilvania; la posibilidad de que haya un día designado en el que la policía de curso libre a la violencia para combatir el crimen.
Los incidentes de violencia política desde el asalto del Capitolio por fanáticos de Donald Trump el 6 de enero de 2021, cuyo propósito era anular la elección, es el incremento más grande y constante desde los años setentas, según la agencia Reuters. Es fácil encontrar continuidades en la retórica trumpista que exacerban una fase de intensificación de la violencia política, convirtiendo en acciones concretas los que hasta el momento sólo eran discursos.
Se registraron al menos 300 casos de violencia política desde inicios de 2021, incluyendo más de 50 sólo este año. La mayoría ellos provienen de la derecha, aun cuando en meses recientes se han registrado dos atentados contra Trump.
Una encuesta reciente de PRRI registra que casi un tercio de los republicanos creen que “patriotas” podrían tener que recurrir a la violencia para “salvar al país” y uno de cada cinco opinan que si Trump pierde la elección, debería de declararla inválida y hacer “lo que se requiera” para asumir la presidencia.
La violencia política no sólo se limita al escenario electoral. Desde la primera campaña presidencial de Trump en 2016 hasta la fecha, defensores de derechos y libertades civiles han advertido que su retórica – la de sus aliados, incluyendo varios gobernadores y legisladores-, ha justificado y nutrido a agrupaciones y movimientos derechistas y desatado acciones de odio por varias partes del país contra minorías.
El mensaje antimigrante central de la campaña de Trump ha nutrido ataques contra inmigrantes al afirmar que son invasores que vienen a asesinar, violar y robar a los estadounidenses -hasta comer sus mascotas- y que están “envenenando la sangre” de este país. Justo a tiempo para efectos electorales, la Casa Blanca se congratuló por lo que dice es un desplome de 55 por ciento en encuentros de agentes de migración con indocumentados en la frontera con México, los niveles más bajos en casi cuatro años.
Las milicias de Trump
El movimiento de milicias es un fenómeno político de extrema derecha, compuesto por grupos paramilitares y paraestatales que justifican su existencia bajo la “Cláusula de las Milicias” de la Segunda Enmienda de la Constitución. Según un informe de Southern Poverty Law Center (SPLC) hay 1430 grupos extremistas de odio, de los cuales al menos 92 milicias armadas y 488 grupos extremistas contra el gobierno.
La presencia de milicias armadas como los Proud Boys, Oath Keepers y Three Percenters, han jugado un papel crucial en los disturbios y la movilización política desde las elecciones de 2020, promoviendo narrativas de fraude electoral y resistencia armada contra el gobierno federal.
Los Proud Boys, con un fuerte perfil mediático, participaron abiertamente en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, defendiendo la reelección de Donald Trump y promoviendo la idea de que la elección fue “robada” y ha mantenido su actividad en manifestaciones a lo largo del país, atacando a contramanifestantes y desafiando a las fuerzas del orden.
Los Oath Keepers, una milicia compuesta por ex militares y agentes de policía, ha justificado sus acciones bajo la premisa de defender la Constitución frente a lo que consideran un gobierno autoritario. En los últimos años, han sido acusados de planear actividades subversivas y conspirativas, como lo demuestra su implicación en el ataque al Capitolio, donde varios de sus miembros fueron arrestados y procesados.
Los Three Percenters, conocidos por su retórica de oposición al gobierno federal, también participaron en las protestas de 2020 y 2021. Este grupo ha adoptado una postura de resistencia armada, reclamando que el gobierno está infringiendo derechos constitucionales. Promueven el uso de la violencia como un medio legítimo de acción política, lo cual representa una amenaza directa a la estabilidad democrática.
Según el Center for Strategic and international Studies, el número de ataques y complots de terrorismo doméstico contra agencias del gobierno, funcionarios, políticos electos, candidatos y representantes de los partidos durante los últimos cinco años es casi el triple de ese tipo de incidentes registrados en los últimos 25 años combinados.
Pero como siempre, Estados Unidos repite que hay un enemigo externo, incluyendo en torno a la violencia política interna. Este martes, funcionarios de agencias de inteligencia del gobierno de Biden alertaron que Rusia e Irán podrían buscar nutrir la violencia durante el periodo electoral estadunidense para “debilitar” la democracia y minar la confianza en el resultado electoral, reportó el Wall Street Journal.
“Algunos actores externos tienen la capacidad para nutrir protestas y tomar acciones violentas durante este periodo”, dijo un funcionario de inteligencia al presentar esta evaluación ante periodistas.
* Socióloga estadounidense, profesora universitaria, colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). Traducción de Victoria Korn.