EEUU: La democracia de la decrepitud

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Mirko C. Trudeau

Aunque los ataques se centraran en la empobrecida figura del octogenario presidente Joe Biden, que aspiraba, con 81 años, a su reelección, el problema de la decrepitud afecta a la clase política estadounidense. La llegada de Kamala Harris a la competencia significa el fin de la pesadilla de ver que la política estadounidense se reducía a la competencia entre dos ancianos decrépitos.

Finalmente, Biden se resignó a reconocer que el 70% de los estadounidenses (incluido el 65% de los demócratas) sostenía que debía resignar su candidatura, máxima que las encuestas señalaban que en ese total se incluía el 65 por ciento de sus seguidores demócratas. Estas elecciones presidenciales, señala The New York Times, son las primeras desde 1976, sin un Clinton, Bush o Biden en las fórmulas de candidaturasTrump o Biden? Estados Unidos sale a votar y gane quien gane presión contra Ortega será igual – Artículo 66

Pero héte aquí que la encuesta de Associated Press revelaba que también el 57por ciento de los la mayoría delos ciudadanos esperaban que también renunciara el expresidente y nbuevamente candidato republicano Donald Trump. Según el sondeo, el 57 por ciento de los estadounidenses, incluídos 26% de republicanos y 51% de los independientes esperaban que tuviera el gesto de abandonar la contienda, preocupados no solo por su estado actual y sus 78 años sino lo que pueda pasar en cuatro años de gestión.

Ya no estará Biden en la contienda. Todo indica que será Kamala Harris, hoy vicepresidenta, con la ventaja de que es casi 20 años menor que Trump. Quizá de ahí vengael optimismo con el que asume su virtual candidatura presidencial, que deberá ser respaldada por la Convención de su partido. Su caballito de batalla en los debates de campaña seguramente  estarán dirigidos a mantener el problema de la senilidad de los postulantes en el centro de la campaña… y en eso Trump será su principal aliado.

¿Signos de decrepitud? En su discurso ante la Convención Republicana que –comoe ra previsible- lo nominó oficialmente como su candidato a la presidencia, Trump divagó por más de 90 minutos, en el discurso de aceptación más largo de la historia.

Y dejó varias “perlitas”: comparó a los inmigrantes con Hannibal Lecter, aseguró que el líder norcoreano Kim Jong-un seguramente lo extraña y aseguró que Venezuela había resuelto su problema de inseguridad liberando a todos los criminales y mandándolos a Estados Unidos. Y ahora, en campaña, deberá repetir discursos a lo largo y ancho del país: cada presentación suya puede ser un cruel ofrece varios flancos débiles, entre ellos su fragilidad a la hora de diseñar campañas.

Obviamente tiene varias fortalezas, pero aparantemente la principal es su capacidad para unificar a los demócratas: rápidamente sumó los apoyos de Bill y Hillary Clinton y los de la mayoría de líderes partidarios, los de los principales dirigentes de la comunidad afroamericana y de las organizaciones de mujeres. Falta Barack Obama, que aún sueña con que su esposa Michelle sea la candidata demócrata.

Kamala Harris fue la promotora de la lucha por mantener el derecho al aborto (un tema que puede ser decisivo en las elecciones), y también los derechos laborales, lo que le puede sumar el voto de los millones de trabajadores castigados por la economía neoliberal. Esto ya se ve reflejado en las últimas encuestas que la muestran bastante mejor posicionada que BidenCuál es la posición de Kamala Harris en temas sensibles como el aborto, la inmigración y el cambio climático - LA NACION

Su campaña no será fácil tras el repunte de Trump en las encuestas tras el atentado. Los índices de popularidad de Trump promedian un moderado 42,2% y el último sondeo de ABC News/ Washington Post /Ipsos, publicado antes del renunciamiento presidencial, ya otorgaba a Harris un 49% de las preferencias, tres puntos por encima del republicano.

Los demócratas siguen abajo en los estados clave y si bien Trump es el evidente favorito, ahora están nuevamente en carrera. ¿Estarán preparados para competir? En su primer discurso como precandidata, Harris se presentó como la líder que busca llevar a Estados Unidos a un futuro alentador, en contraste con lo que ofrece Donald Trump.

La demócrata logró el respaldo de la mayoría de legisladores y gobernadores demócratas, además de una cifra récord de donaciones para un solo día, con 81 millones de dólares.

Obviamente, Trump y su equipo preferían que Biden continuara como candidato y habían construido su estrategia alrededor de ello. Pero Harris no es un viejo decrépito, caracomido por cuatro años en la Casa Blanca. Ahora la contendiente no sólo es una mujer, mucho menor que el republicano.

Ni lentos ni perezosos, Trump y su candidato a la vicepresidencia J.D. Vance ya comenzaron a atacarla, endosándole las políticas fracasadas de Biden sobre la economía y la frontera, pero también acusando de que ella encubrió el deterioro físico y mental de su jefe.

Cambia, mucho cambia, pero en la disputa electoral se omite hablar de la guerra en Ucrania o del genocidio de palestinos, quizá porque no haya muchas divergencias entre demócratas y republicanos. Si bien naciones “occidentales” como el Reino Unido, Australia, Italia y Alemania han elegido mujeres para puestos preeminentes en sus gobiernos, nunca ha habido una mujer presidenta en Estados Unidos.

Ahora el voto se repartirá entre un expresidente republicano antimigrante, criminal convicto, acusado por más de una docena de mujeres de abuso sexual, instigador de un intento de golpe de Estado y que rehúsa comprometerse a respetar los resultados comiciales, contra la primera mujer hija de inmigrantes, quien fue fiscal y senadora en su (anterior) vida política.

¿Será el fin de la era de los dinosaurios?

 *Politólogo y analista estadounidense, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)